jueves, febrero 23, 2006

ESTRUCTURAS DISIPATIVAS y SOCIEDADES SUSTENTABLES

Autor: Benjamín Ortiz Espejel
Publicación: la jornada de oriente, 23 febrero 2006.

¿Quién iba a imaginar hace 5 años, que emergerían democracias de izquierda en América Latina? ¿Quién imaginó el derrumbe y posterior levantamiento del pueblo argentino? ¿Quién imaginó que los indígenas de Ecuador asumirían su propia historia? ¿Quién imaginaba siquiera el triunfo de un indígena a la presidencia de Bolivia? ¿Quién imaginó que tras 47 años seguiría vigente, pese al más terrible bloqueo la sociedad socialista cubana? ¿Quién iba a pensar que precisamente durante la época del mundo unipolar el imperio más poderoso de la tierra se tambaleara ante las fuerzas de la naturaleza?
Novedosos y recientes avances de la ciencia contemporánea han revelado la ineludible situación del ser humano inscrito en un universo de evoluciones, crisis e inestabilidades, de esta forma las ciencias de la naturaleza se toparon, de frente, con lo que había sido el pan diario de las ciencias sociales: lo inasible, lo indeterminado, lo cambiante, lo complejo, lo dinámico. Este encuentro ha sido reconocido por el eminente premio nobel de química Ilya Prigogine, quien considera que el hecho primordial, en lo que a la posición de las ciencias en la problemática global de nuestra época se refiere... es el acercamiento entre ciencias físicas y ciencias humanas. Este acercamiento ha sido propiciado por los avances de la mecánica cuántica y de la dinámica cuántica, a partir de las cuales se logra atribuir el papel crucial de la «irreversibilidad, de la historicidad» y su incidencia en los procesos de «autoorganización, de creatividad» en todos los ordenes de la vida social y natural. Debe señalarse, sin embargo, que Prigogine y sus colaboradores hacen un reconocimiento explícito al aporte proveniente de las ciencias sociales a la construcción de este puente entre las ciencias. En particular, son categóricos sus reconocimientos a la sociología y a la economía, a la teoría de la información y, particularmente, al «estructuralismo» de Saussure y de Lévi-Strauss.
Prigogine sugirió que el terreno en el cual se pueden encontrar "útilmente" las ciencias naturales y las ciencias humanas puede ser el de la "teoría de los sistemas, a condición de precisar considerablemente este término" Esta sugerencia da fundamento para la hipótesis, de que las relaciones naturaleza-sociedad puede ser entendidas en términos de «sistemas culturales complejos» y que estos sistemas, a su vez, pueden ser descritos como «estructuras socioambientales disipativas», reguladas según los principios de la termodinámica lejana del equilibrio. Se trata de estructuras sociales que al mismo tiempo que disipan calor en sus procesos de intercambio ecológico, productivos y de consumo, generan nuevos órdenes de intercambios simbólicos sociales alternativos al modelo dominante de desarrollo.
Uno de los campos que pueden ser estudiados desde esta perspectiva es la emergencia a nivel mundial de las múltiples organizaciones de la sociedad civil que se “autoorganizan” y “amplifican” por el resto del planeta en favor de la construcción de lo que se ha denominado como sociedades sustentables.

Encuentro en la Ibero en tiempos de cólera

Autor: Dr. Frank Loveland
Publicación: Síntesis, 23 febrero 2006.

Mientras el pasado viernes se daba la inusitada presencia de La Otra Campaña y el sup Marcos en la Ibero-Puebla, sorprendente porque según rezan algunos dogmas de la izquierda mexicana, tal cosa no puede suceder en una universidad privada y cristiana por añadidura, desde la Benemérita Universidad del Estado nos llegaban noticias de la circular expedida a sus profesores sobre exigir esa mañana la presencia de todos sus alumnos en clase, y las presiones para que académicos y estudiantes participaran esa tarde en la gran manifestación de apoyo al señor ése que tanto ha hecho por dar empleo a nuestra niñez y juventud marginadas.

En verdad, el país ya no es como antes. Y hoy que un fantasma siniestro recorre a la sociedad poblana de arriba a abajo, es buen momento para repensar los lugares comunes del pensamiento ciudadano tanto de izquierda como de derecha. Porque lo que sucede estos días aquí entre gobierno y ciudadanos desborda los posicionamientos ideológicos tradicionales. El domingo 19, en las comidas familiares, en las residencias y en los infonavits, no se hablaba de futbol. Y tan indignadas están las mujeres convencidas de que Dios las hizo para tener hijos, como aquéllas que exigen el derecho a decidir sobre sus cuerpos; igual de iracundos vi a los académicos sofisticados como al taxista que me dijo que lo obligaron a ir a la “chingada manifestación de apoyo... nos quitan las placas si no vamos, joven”. Hasta a los periodistas chayoteros les tiembla la mano. Singular momento de universal ultraje a toda la sociedad del estado, donde todo apoyo explícito al status quo sabemos es de mala fe. No está de más saber quiénes, en el sector público y privado, han perdido tiempo ha todo sentido de dignidad humana.

El encuentro en la Universidad Iberoamericana, más acá del personaje que la presidió, y que merecería artículo aparte, nos ofreció también el encuentro entre estudiantes y profesores de universidades públicas y privadas, encuentros que habría que fomentar, sobre todo entre estudiantes que fácilmente pueden adoptar los prejuicios tradicionales, de izquierda unos y de derecha otros, heredados de sus profesores. En este sentido, debemos agradecer al señor gobernador habernos ayudado a unificar criterios en su contra.

No dejó de ser curioso el tono y actitud de algunos participantes (y me incluyo): la tradición mitinesca de la universidad pública, con arengas apasionadas iniciadas con el infaltable “Compañeros!”, acompañadas por un cierto titubeo, quién sabe si no hasta cierta culpa inducida, al hallarse en la casa “burguesa” de estudiantes “pirruris”. En ese titubeo, la ideología comienza a sospechar de sí misma y aparece la necesidad del diálogo. El otro está ahí, ni modo. Y el tal otro no es lo que me dijeron. El dogma no funciona. Ni la unanimidad del mitin, típica de la universidad pública, ni la pluralidad trivial, típica de la privada. Ni mucho menos el fácil adjetivo de universidad burguesa, con todas sus conotaciones, pues entonces el evento no estaría sucediendo. Y sí, también a algunos participantes jóvenes del llamémosle sector privado se les nota que han estado bien cuidados y no les ha pasado nada. La injusticia les es lejana, y quisieran dialogar con todos para llegar a acuerdos. Pero ahí fue donde el momento histórico obsequiado por nuestro gobernador impidió la ingenuidad. ¿Qué se podría “dialogar” con nuestro gobierno actual? ¿El precio de nuestros hijos?

En cambio, en la Ibero hubo diálogo. Civilizado, apasionado, sorprendido. La universidad ofreció un espacio inédito urgido de encuentros; una primera palabra entre sectores otrora antagónicos. Una muestra de un México mucho más civilizado que su gobierno.

Cuando la inundación llega al cuello, no hay lugar para discusiones que en tiempo de secas parecían importantes. Habitamos un país que se desmorona, y no será la dirigencia política la que lo evite, al contrario, nos seguirán diciendo que le echemos ganas para seguir cavando el agujero. Tampoco será la izquierda tradicional y partidista, con su pensamiento gregario, su obsesión por dirigir a las masas, no se diga la certeza de su saber adquirido en íntimas conversaciones con la dialéctica diosa historia. Y mucho menos la derecha, y digo la de buena fe, que quisiera que todos nos portáramos bien a ver si así se arreglan las cosas y nos podemos dedicar a hacer una bonita familia y una buena carrera.

Quizá por esto el concepto zapatista de dignidad, puesto al frente de toda consideración, resuena entre tantos. Porque si la estudiante de universidad pública se siente víctima y el de privada privilegiado, la exigencia de indignidad a cambio del éxito es para ambos. No es para nada accidental que hayan sido los que menos tienen quienes vinieron a recordarnos nuestra precaria situación ética. Tampoco es accidental que el mayor espectáculo de absoluta indignidad humana nos lo ofrezcan quienes más tienen.

Hoy ya sabes lo que tu gobernador piensa de ti, y ojalá aceptes la invitación, de parte de la llamada sociedad civil, para encontrarnos el domingo a las 11 am en el Paseo Bravo. La abigarrada sociedad civil, que piensa como tú y no piensa como tú, los que gritan demasiado y los que callan en exceso, los con hijos y los sin hijos pero que saben que toda botellita de cognac es hija de alguien y mira con ojos espantados un mundo que no merece. Por la dignidad mínima de nuestra sociedad.

jueves, febrero 16, 2006

Se requiere información para mejorar la educación

Autor: Guillermo Hinojosa R.
Publicación: la jornada de oriente, 16 de febrero 2006.

El pasado jueves 9 de Febrero el diario Reforma publicó una entrevista con Salvador Malo, director del Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval). El señor Malo se queja de que dejará de ser director porque a la SEP no le gustó que se publicaran los resultados de evaluaciones educativas en México. Advierte que con su salida dejarán de publicarse otros resultados más actualizados.
El día anterior, el miércoles 8, el mismo diario publicó una nota en la que le atribuye al presidente Fox el disgusto por las evaluaciones hechas por organismos internacionales en las que se compara a México con otros países en diversos aspectos económicos, culturales y sociales.
Si es verdad lo que se le atribuye al presidente Fox y a las altas autoridades de la SEP, estaríamos frente a dos casos en los que la ignorancia se prefiere al conocimiento. Como si nuestras autoridades pensaran que es mejor que la gente no sepa cómo están las cosas; que la gente se puede desanimar con la verdad; que mejor crean la palabra oficial.
¿Cuál fue, según el mismo señor Malo, el delito por el que dejará de ser director de Ceneval? Publicar en la página web del Ceneval la lista de las 236 escuelas secundarias de todo el país que obtuvieron mejores resultados en el examen que se aplicó a los alumnos para ingresar a preparatoria en el año 2003. La revista Educación 2001, de enero 2006, imprimió parcialmente la misma lista.
Esta información puede ser considerada de utilidad pública, sin exagerar. Si usted vive en el estado de Puebla y busca una buena secundaria para sus hijos, puede escoger cualquiera de las cuatro escuelas que aparecen en la lista. Si usted es director de una de estas cuatro, podrá enorgullecerse legítimamente de sus logros y presumir para atraer nuevos alumnos.
¿Por qué habría que ocultar esta información? Desafortunadamente hay quienes se benefician con la falta de información; o peor, con la desinformación deliberada. Si usted es director o dueño de una secundaria que alardea de alto nivel académico y no aparece en la lista, preferiría que la lista no se conociera. Lo mismo si usted es funcionario educativo de un estado como Tlaxcala que no logró colar ninguna escuela en la lista. A decir verdad, las cuatro secundarias del estado de Puebla no pueden ser motivo de satisfacción de nuestros funcionarios.
Ocultar y falsear información es una práctica usual cuando el presupuesto depende de los resultados. En una universidad pública de Michoacán hace diez años estaba prohibido difundir el dato estrictamente confidencial de cuántos estudiantes tenían. La cifra oficial, que servía para obtener y justificar el presupuesto, era casi el doble de la cifra real que sólo se mencionaba en voz baja o entre risas de complicidad.
Las listas de las escuelas y universidades mexicanas ordenadas según su nivel académico son indispensables para planear e implantar cualquier medida tendiente a mejorar la educación mexicana. Ojalá que no tenga razón el señor Malo y el Ceneval continúe publicando el estado de nuestra educación.

Los cambios curriculares y el fracaso de la educación

Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, 16 febrero 2006.

El sistema educativo mexicano está ahora en tiempo de cambios curriculares: una nueva propuesta que reforma la educación secundaria, un proceso de estudio hacia la renovación curricular del bachillerato y numerosos cambios curriculares en escuelas y universidades que persiguen mejorar la calidad y adecuar la educación a los nuevos tiempos.
Sin embargo, a lo largo de los años hemos visto innumerables cambios curriculares que no han modificado la realidad que podría calificarse como de fracaso educativo en nuestro país. ¿Cuál puede ser el problema? ¿Cómo enfrentarlo?

Dos riesgos

“Está muy extendido cierto fatalismo que asume
como un mal necesario que la enseñanza escolar…
fracasa siempre”
Fernando Savater. El valor de educar.

El primer riesgo de fracaso de un proceso de renovación curricular está en este fatalismo del que habla Savater. Es considerable el número de profesores y de administradores de lo académico que viven cotidianamente su trabajo desde esta perspectiva que sostiene que la educación escolarizada es un mal necesario y que está destinada a fracasar.
Es por ello que muchos esfuerzos serios y aún apasionados de renovación curricular, acaban siendo presentados en congresos y publicados como excelentes propuestas teóricas que sin embargo, no resultan en la práctica porque son saboteadas desde dentro, por esta cultura del “mal necesario” y esta actitud de que cualquier propuesta de cambio está de antemano condenada al fracaso.
“Si queremos que todo siga como está,
es preciso que todo cambie.”
Giuseppe Tomasso di Lampedusa. El gatopardo

Un segundo riesgo se deriva del gatopardismo que padecemos como cultura nacional y como cultura educativa. La idea de que es necesario que todo cambie para que todo siga igual está muy extendida en nuestras instituciones educativas.
En muchas ocasiones, las intenciones de fondo, no explícitas, de los procesos de renovación curricular que son propuestos por autoridades, son precisamente las de mantener la situación como está, sabiendo que para sostenerla, es necesario un cambio radical… de formas.
En otros casos, la recta intención de los que proponen las renovaciones curriculares se ve obstaculizada por los educadores y los administradores del proceso, que partiendo de la idea de que la forma de proceder actual ha dado resultado y por ello “no es necesario cambiar” van aceptando en apariencia la renovación pero la van asimilando de tal manera que no pase nada relevante en los hechos.

La reorganización de la esperanza.

Toda renovación curricular auténtica, a pesar de estos riesgos y a pesar de que está condenada de antemano a sucumbir en alguna medida a ellos, es una apuesta por el futuro, por un mejor futuro para los educandos, para la sociedad y para la humanidad.
Desde esta visión compleja, un proceso de renovación curricular es un camino que pretende reorganizar la esperanza y aportar a una sociedad que necesita cambiar, ciudadanos comprometidos y preparados para este cambio. Por ello una renovación curricular auténtica ofrece más que conocimientos, esperanza.
Para lograrlo debe empeñarse en poner las condiciones para lograr tres niveles de transformación sin los cuales no se podrá hacer realidad esta oferta de esperanza: el cambio en la conciencia de los educadores, el cambio en las estructuras escolares y el cambio en la cultura educativa.
Como todo proceso humano, ninguna renovación curricular se hará realidad al cien por ciento. Todo cambio curricular tendrá un porcentaje de fracaso y un porcentaje de cambios “para seguir igual”. Sin embargo, de la conciencia que se genere acerca de esta apuesta por el futuro y de las condiciones de transformación que se pongan en los tres niveles mencionados, dependerá que la renovación curricular pueda tener mucho más de reorganización de la esperanza y de cambio educativo real hacia un mejor futuro, que de fracaso o gatopardismo.

jueves, febrero 09, 2006

Más Allá de las Ideologías

Autor: Rodrigo Saldaña Guerrero
Publicación: la jornada de oriente, 9 de febrero 2006.

Hay gobernantes que parecen haber hecho un buen papel, aunque sus ideologías parecen hoy muy inadecuadas. Las próximas elecciones federales parecerían plantearse, curiosamente, sólo en términos ideológicos. Aun eso es, en realidad, un engaño, ya que no se ve en los partidos una estrategia capaz de implantar, eficazmente, un modelo de sólida base ideológica. Para esto se requeriría tener un gran equipo político, formado por millares de altos funcionarios de diferentes niveles, simplemente para una buena integración del Ejecutivo. Naturalmente, por añadidura, otro gran equipo en el Congreso, para que éste pueda hacer un buen trabajo parlamentario. Se nos trata de vender una versión del maravilloso desempeño de pasadas legislaturas. Recuérdese absurdos, empero, como el de señalar al delito de genocidio una pena de ¡20 años de cárcel! Demasiado a menudo los legisladores se limitaban a levantar el dedo en obediencia a sus líderes. Hace poco algunos de estos líderes confesaron su incapacidad para procesar un presupuesto decente, y defendieron cínicamente la práctica de que los expertos corrigieran, mediante una fe de erratas, las barbaridades aprobadas por el pleno. Hemos visto asimismo a movimientos opositores que se molestan porque los legisladores se atrevieron a aprobar iniciativas contrarias a su imperial pensamiento, sin que se hubieran tomado la molestia de cabildear un resultado contrario, y a bancadas enteras que descubren haber votado, ¡unánimemente!, por la opción equivocada.

Los viejos políticos priístas eran profesionales, sin duda, pero no del honesto y eficaz gobierno. Lo que mejor hicieron fue un gran trabajo de imagen pública, cuyas falsificaciones todavía flotan en el ambiente y engañan a no pocos. Dogma central de esa mitología era la figura presidencial, paternal y todopoderosa. Pese a todas las declaraciones en contrario, muchos siguen creyendo que esa monarquía sexenal y su servil corte son la manera de hacer política en México, la única, la indiscutible. Es por eso que 2006 no es el año de muchas elecciones federales y no pocas estatales y municipales, sino el de la elección, la del nuevo tlatoani. Lo que matiza este monarquismo es el papel central de la ideología. El nuevo zar debe ser de la ideología correcta. A estas honduras debiéramos saber, sin embargo, que legisladores, miembros del gabinete y demás altos funcionarios, para no hablar del resto de la burocracia, no son simples robots programados por una ideología, ni adquieren capacidades y habilidades mágicamente por su solo roce.

Hay que formar nuevas generaciones de personal político. Su formación deberá girar en torno a un núcleo de principios, pero no puede quedarse allí. Deberá tener sólidos estudios interdisciplinarios, habilidades, experiencias. Ya se comprende que para esto serán necesarias varias generaciones de caminar en una buena dirección, de una clase de trabajo de formación política que nunca se ha dado en México en gran escala. Las dimensiones de la tarea las podemos ver en Puebla con ocurrencias como las del ayuntamiento de invitar abiertamente a un acto priísta, o el triste papel del gobierno estatal en los casos de Lidya Cacho y Martín Barrios. O la declaración de que el que esté en contra del impuesto del 2% a la nómina, ¡está en contra de Puebla! Que los priístas puedan ser tan autoritarios sin que la oposición pueda hacerlos picadillo nos dice volúmenes sobre la incompetencia de los políticos no priístas…

jueves, febrero 02, 2006

Productividad con distribución de la riqueza es asegurar el futuro.

Autor: Dr. Miguel Ángel Corona Jiménez.
Publicación: Síntesis, 2 de febrero 2006

Estimado lector, hace poco le comentaba sobre lo indispensable que es mejorar la distribución del ingreso en nuestro país, como vía para solucionar de fondo muchos de los problemas que por sus síntomas, hoy parecen muy complejos y difíciles de resolver, entre los más graves y amenazantes le mencionaba los de la pobreza y la inseguridad.

Para resolverlos le hacía hincapié en que era imperativo la recuperación del mercado interno basada en el aumento de los salarios y de la productividad. Subrayando además que en este esfuerzo deberían participar todos los actores sociales involucrados directa e indirectamente, díganse trabajadores, empresarios, campesinos, políticos y gobernantes, entre otros. Ahora le añado que para que sea perdurable es indispensable que se genere una cultura sustentada en valores como la justicia y la equidad, para que quienes participen con su trabajo reciban un pago de acuerdo a su aportación, al incremento de la productividad.

Déjeme explicarle más al detalle, aunque voy a utilizar como ejemplo el caso de las empresas, en realidad el ejemplo se puede extender al resto de las organizaciones como gobiernos, escuelas, hospitales, sindicatos y demás que operan sin fines de lucro y que necesiten mejorar su desempeño.

Mire usted, en las empresas hay muchas formas de mejorar la productividad, entre las más importantes están la capacitación del personal, el aprendizaje y dominio de sus funciones, el mejoramiento de la tecnología, de los sistemas y ambiente de trabajo, de la comunicación, del empowerment (confianza en, involucramiento y capacidad de decisión de la gente), el mantenimiento preventivo y no el correctivo, la planeación de las actividades que evite la desviación y derroche de recursos, la calidad del producto y del servicio, la visión hacia la creatividad, el mercado y el futuro, todos estos recursos inmersos e interactuando en una cultura organizacional sustentada en principios y valores muy relacionados con el esfuerzo, la honestidad, la responsabilidad, el reconocimiento, la justicia y la equidad, entre otros.

Le recuerdo que aunque una organización está formada por muchas partes que realizan distintas funciones, en realidad ninguna es importante en lo individual, su importancia la adquieren participando conjuntamente con el resto de las demás. Por ejemplo: ventas es muy importante pero debe tener buenos productos cuya responsabilidad es de producción, que a su vez depende de la calidad del trabajo y de la materia prima. En el mismo sentido, Finanzas será importante si las inversiones efectivamente se reflejan en buenas ventas. Y así le podría mencionar infinidad de interrelaciones entre las partes de una organización. Entonces, si pretendemos mejorar la productividad tenemos que verla en una perspectiva global, pero fíjese que curioso, en todos esos procesos participan personas con su trabajo, que deberían recibir capacitación y una remuneración justa acompañada de un reconocimiento por su desempeño, para que efectivamente encuentren en su trabajo una forma plena de realización personal.

No se trata de regalarles dinero, esto no es sano ni económica ni éticamente, pero si son capaces de mejorar su productividad se les debe de compensar con lo justo. Esto no le quita utilidades al empresario ni a la empresa, al contrario genera más riqueza con la que es posible pagar mayores salarios y generar más ganancias.

Si esto fuera comprendido por la mayoría de los propietarios y por quienes toman las decisiones dentro de las organizaciones, y se actuara en consecuencia seguro que otra sería nuestra realidad, económica, política y social.

Imagínese a las empresas y demás organizaciones viviendo y produciendo como una gran familia, al gobierno actuando honesta y transparentemente con el compromiso de servir a los ciudadanos y de generar oportunidades de progreso para los más necesitados. A los sindicatos, trabajadores, campesinos, negociando contratos de trabajo basados en el incremento de la productividad. Imagínese a los políticos, cultos, con una visión de Estado y actuando para servir a sus semejantes. Imagínese a los empresarios invirtiendo continuamente para elevar la competitividad de sus empresas, orgullosos no del auto y propiedades que poseen, sino de que su fábrica es la más moderna, la que tiene la mejor tecnología, la que paga los mejores salarios, la que trata humanamente a sus trabajadores. ¿Verdad que este sería otro país? Me falta tiempo y espacio para mencionarle otros escenarios imaginarios, pero insisto, los problemas se atacan por sus causas y no por sus síntomas. Le recuerdo que uno de los primeros pasos es distribuir mejor la riqueza para asegurar nuestro futuro. ¿No lo cree usted.?

Nihilismo, escepticismo y cinismo

Autor: F. H. Eduardo Almeida Acosta
Publicación: la jornada de oriente, 2 febrero 2006.

Ignacio Ellacuría, el rector jesuita de la Universidad Centroamericana de San Salvador (UCA) asesinado en 1989, asignado a tres tareas fundamentales para las instituciones de educación superior en América Latina: educar personas y colectivos capaces de generar conocimientos relevantes para el entorno social en donde se ubica la Universidad, lograr que esos conocimientos estén disponibles y sean utilizados por los sujetos de ese entorno para entender mejor su mundo y para mejorar las condiciones de vida de su población, estar atentos y velar porque sean efectivamente aplicados sobretodo en el mejoramiento de las personas más vulnerables. Traigo a la mente esa propuesta porque me parece conveniente tenerla muy en cuenta cuando vemos el panorama inquietante que nos presentan los centros de educación superior de la región: la universidad pública en donde se da primacía a los intereses políticos de dirigentes improvisados por encima de las necesidades de educación y formación de los estudiantes, centros que se autonombran de alto desempeño y que solo llegan a hacerse notar por los manejos turbios de sus finanzas, universidades privadas cerradas a su entorno real y a merced de las decisiones de algunos personajes que se distinguen por su ignorancia de las tareas propias universitarias, multiplicación de oportunidades mercenarias de responder a las demandas de una juventud prometedora deseosa de vivir e irse construyendo un destino jubiloso y productivo, instituciones que deberían ser la conciencia política de su sociedad y que degeneran en empresas productoras de engranajes humanos condenados a seguir haciéndole el juego a los privilegios de unos cuantos. La propuesta de Ellacuría es el fruto de su experiencia como persona y como universitario que asumió su propia realidad y la realidad histórica del pueblo, con el que comprometió su vida y su acción. Su actuación no complació desde luego a las expectativas de los que imaginan que su poder es intocable. El México y la Puebla de 2006 no corresponden desde luego a El Salvador de 1989. Pero pienso que compartimos como sociedades las tendencias destructivas que señalaba Manuel Castells al referirse a nuestra era de la información: el nihilismo intelectual, el escepticismo social y el cinismo político. Opino que el antídoto irá construyéndose en la medida en que los universitarios vayamos haciendo realidad en nuestra realidad la triple propuesta de Ellacuría.