viernes, febrero 29, 2008

¿Qué aprendimos de los sesentas y de los setentas?

Autor: F. H. Eduardo Almeida Acosta
Publicación: La jornada de oriente, 29 Febrero, 2008.

Cuando uno cumple setenta años, algunos antes, empiezan a preguntarse sobre lo acontecido y lo realizado en la propia trayectoria. Mi vida ha coincidido con la segunda guerra mundial, las esperanzas de paz de la posguerra, la revolución cubana, la guerra de Vietnam, el movimiento estudiantil, los variados y valientes intentos de cambio social, el fin de la guerra fría, el desarrollo de las nuevas tecnologías, el triunfo de las aparentes democracias y las promesas de la utopía neoliberal. Me ha tocado vivir de cerca las derrotas de los poderosos, la de Francia en 1954, la de Estados Unidos en 1975, ambas logradas por los Vietnamitas. Un hilo conductor de mi vida ha sido la conciencia de la desigualdad social que caracteriza a México y mis intentos, afortunados y desafortunados, de contribuir a combatirla.
Puedo afirmar que soy de la generación de los idealismos de los años sesentas y setentas, y de las militancias por cambiar el mundo a través de la educación y la psicología encarnadas en prácticas concretas en el medio educativo y en el rural indígena. He compartido los defectos, los errores, las equivocaciones de muchos de mis contemporáneos, entre ellos sectarismos, luchas intestinas. Y me ha llamado la atención la poca importancia que se ha dado a las idiosincrasias psicológicas individuales de los actores sociales que son consecuencias de trayectorias históricas y sociales personales y colectivas. Pienso que si se le diera mayor atención a estas problemáticas interpersonales se podrían obtener mejores posibilidades de colaboración sin pleitos por dificultades de ese tipo no resueltas. Menciono esto porque considero que los tiempos que vivimos ahora son los de un mundo hechos trizas, mucho menos seguro que el que nos toco vivir en nuestra juventud. Un mundo en el que las luchas a dar exigen aprender de nuestros errores, a dejar de luchar luchas aisladas, a buscar convergencias, a seguir resistiendo desde trincheras pequeñas y grandes contra lo que daña cotidianamente a la inmensa mayoría de nuestro pueblo, contra el riesgo de suicidarnos en masa.

Somos parte de un mismo esfuerzo. Unos desde la universidad, como reivindica Pablo González Casanova, vinculando el pensamiento crítico al pensamiento alternativo que enfrenta las ideologías neoliberales y neoconservadoras y sus miopías, torpezas, insensibilidades, manifestadas recientemente por nuestros gobernantes. Otros desde la poesía, que es creer en la vida y no en la muerte, que es trabajar por una justicia más amplia, como propone Margaret Randall. Unos desde la economía, como Rolando Cordera, develando las estupideces de funcionarios que desconocen la evolución mental y social del pueblo Mexicano, y el agobio y la indignación que ahora se incrementan. Otros como Arnaldo Córdova manteniéndose fieles a las causas del pueblo durante 54 años a pesar de las incongruencias propias y las de los compañeros de lucha. Es una búsqueda difícil pero urgente encontrar los puntos de encuentro, de ligar todas las luchas, de atajar la devastación, el envenenamiento y la asfixia del mundo.

martes, febrero 26, 2008

Arrecian las medidas en contra de la migración: el primer mundo se amuralla

Autor: Gerardo Reyes Guzmán
Publicación: E-Consulta, 26 de Febrero 2008

Se calcula que hoy en día, aproximadamente 200 millones de personas componen el conjunto de migrantes (legales e ilegales) a nivel mundial, cifra equivalente al 3% de la población en el orbe. La última ola migratoria de gran importancia se dio en el siglo XIX y se estabilizó después de la primera guerra mundial. En aquella época, el flujo de migrantes iba de Europa a Norteamérica principalmente. Un ciudadano europeo podía esperar ganar el doble en los Estados Unidos que en su país de origen, hecho que se piensa incentivaba la migración. Sin embargo, en la actualidad un migrante proveniente de un país pobre espera que su ingreso se multiplique por cinco o más, es decir, el atractivo económico es hoy mucho mayor en virtud del aumento en la desigualdad del ingreso a nivel mundial.
La migración ha contribuido vía expansión de la fuerza de trabajo al crecimiento económico mundial sostenido con una estabilidad de precios. Ello significa que los países receptores de migrantes han tenido beneficios muy superiores a los que imaginan. Una encuesta realizada en noviembre de 2007, en la que se preguntó al ciudadano medio europeo si encontraba relación entre los migrantes y el progreso económico de su país, arrojó que solo el 55% de los españoles, 50% de los italianos, 42% de los ingleses y alemanes, así como el 30% de los franceses respondieron afirmativamente. Este resultado empata con el reciente surgimiento de la xenofobia en Europa Occidental y los Estados Unidos. Quienes se han visto vulnerados por la llegada de migrantes han sido los sectores más pobres. En los Estados Unidos por ejemplo, la participación de los deciles de menor ingreso en el PIB, se ha reducido en décadas recientes. George Borjas de la Universidad de Harvard llegó a la conclusión de que el salario en trabajos que desempeñan regularmente los migrantes, se mantuvo 3% por debajo de lo hubiera sido sin la presencia de éstos, hay empleos en que esa cifra se dispara hasta en 8%.
Por otro lado, las élites políticas han hecho de la xenofobia una magnífica herramienta para permanecer o acceder al poder. No sólo se trata de posturas abiertamente antiinmigrantes como fue el caso de Le Pen en Francia o Jörg Haider en Austria, sino de políticos moderados. El actual ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, recibió ovaciones tras haber declarado frases como “British jobs for British workers”. Nikolas Sarkozy ganó la elección en Francia, entre otras cosas, gracias a sus enérgicas críticas a los migrantes; y el pasado noviembre, ordenó un examen de ADN a quienes solicitaran internarse al país con motivo de reunirse con sus familiares. En Noruega, el Partido Progresista se pronunció por prohibir la entrada al país de gente de color. El Partido Popular Suizo, logró un gran número de escaños a partir de haber difundido un cartel publicitario, en donde ovejas blancas expulsan a una oveja negra del país. En los Estados Unidos, el senado echó abajo la iniciativa de una reforma migratoria para regularizar a los 12 millones de indocumentados que se cree permanecen en ese país.
De las declaraciones políticas xenofóbicas, se ha pasado a la práctica. En Europa se ha puesto en marcha el programa Frontex que tiene como objetivo detener la migración ilegal que llega a través de las Islas Canarias, Malta, Chipre e Italia. A las personas que capturan sin documentos se les integra a una base de datos llamada IAFIS, que cuenta con información biométrica que se comparte con el FBI. En la frontera entre México y los Estados Unidos opera ya un grupo de 18 mil oficiales y para fines de 2008, se espera que el muro cubra 34% de las mil 969 millas que dividen ambos países. Se trata de todo un sofisticado sistema de monitoreo que incluye sensores, helicópteros y sistemas de alta tecnología para detectar el cruce clandestino de migrantes. Ello implica que cada vez más las personas utilicen caminos de alto riesgo, como por ejemplo, el desierto de Arizona, en donde de 2000 a la fecha se han encontrado 1,137 cadáveres y se piensa que existen más. A los detenidos se les abre un expediente en los archivos criminales de los Estados Unidos y se les deporta dentro de un lapso de 48 horas, si no hay delitos que perseguir. Por su parte, las cuotas que pagan los migrantes a los traficantes de personas se han incrementado sobremanera. Hace diez años, un viaje de México a Phoenix costaba entre 250 y 500 dólares, mientras que en la actualidad se pagan hasta 3 mil dólares.
En lo referente a las remesas, el Banco Mundial asegura que ascienden a 240 mil millones de dólares al año. El IFAD (International Fund for Agricultural Development) señala que en 2006 se enviaron 300 mil millones de dólares a los países proveedores de migrantes, de los cuales 115.8 mil millones se fueron a Asia; 68.1 mil millones a América Latina; 61.0 mil millones a Europa; 38.9 mil millones a África y 17.6 mil millones de dólares a Medio Oriente. Una encuesta realizada por el Banco Interamericano en 2007, informó que tres cuartas partes de los trabajadores migrantes en los Estados Unidos ganaban menos de 20 mil dólares al año y que en promedio enviaban 3 mil 550 dólares anuales a sus lugares de origen. Sin duda, la migración es una de las fuerzas motrices de la globalización, que obran a favor de una igualdad del ingreso a nivel mundial. Entenderlo así constituye un reto para las nuevas generaciones de políticos y para la misma Organización de las Naciones Unidas, en donde se piensa se requiere una instancia que se ocupe del tema migratorio, lo mismo que la Organización Mundial del Trabajo o la Organización Mundial de Comercio.

jueves, febrero 21, 2008

¿Atenta la ciencia contra la dignidad humana?

Autor: Guillermo Hinojosa Rivero.
Publicación: Síntesis, 21 Febrero 2008

Ciencias como la genética, la psicología, la neurociencia, la ciencia cognitiva, la biología evolutiva, y otras nos sorprenden cada día con sus descubrimientos y sus teorías acerca de lo que significa ser humano. Parecen atentar contra nuestra dignidad al considerarnos organismos biológicos como cualquier otro sin atender a nuestro estatus especial de seres humanos.

El psicólogo Steven Pinker ha identificado cuatro miedos de los humanistas tradicionales hacia la ciencia. El primero es el temor a la desigualdad. Si la genética muestra que no todos somos iguales y que los genes de cada quien son diferentes entonces parece justificarse el racismo, la esclavitud y el genocidio. Pero la igualdad política y moral de todos los hombres es una cuestión ética, no biológica.

El segundo es el temor a la incapacidad de cambio y mejoría de la humanidad. Si nuestra historia evolutiva nos hace agresivos, egoístas, polígamos, etc. ¿qué caso tiene intentar crear mejores instituciones? Pero una característica humana es su gran adaptabilidad: las instituciones sociales pueden controlar, y de hecho controlan, cualquier tendencia antisocial asociada con la historia evolutiva.

EL tercer temor es al determinismo. Un asesino podría, supuestamente, culpar a sus genes y quedar libre de responsabilidad. Lo cierto es que los genes no son el único determinante de la conducta humana; también están las experiencias infantiles, el ambiente de crianza, la situación presente, etc. Ninguno de esos determinantes ha exonerado de responsabilidad a los criminales. Los genes tampoco lo harán.

El cuarto temor es a la pérdida de valores. Se teme que la Biología desacredite muchas de las cosas que consideramos valiosas. Si el amor y la abnegación de una madre por sus hijos son vistos como el interés egoísta de aquella para preservar sus propios genes ¿qué queda de los sagrados valores humanos? Pero debemos considerar que los valores humanos están ahí sin importar que se hayan producido por motivos egoístas. El proceso puede haber sido reprobable, pero el producto es digno de elogio.

Lo mejor que pueden hacer los intelectuales preocupados por la supuesta devaluación de lo humano es conocer con precisión qué dicen las ciencias y basar su humanismo en el conocimiento que estas le proporcionan, mas que en las ideas tradicionales, a veces injustificadas. Después de todo, nada de lo que se diga sobre la naturaleza humana podrá afectar esa misma naturaleza.

Gestión ambiental universitaria: hacia un campus sustentable.

Autores: Benjamín Ortiz Espejel, Iliana Ayala Rodriguez, Salvador Guadarrama.
Publicación: La jornada de oriente, 21 de febrero 2008

Universidad y Campus sustentable.
Conforme avanza el nuevo milenio y el mundo oscila ente la modernidad y la llamada posmodernidad, se acentúan las transformaciones que las sociedades humanas le han impuesto a los ecosistemas. Con el desarrollo tecnológico, la reorganización política y la estructura económica en torno a una producción dirigida al libre mercado se han modificado drásticamente los ecosistemas de todo nuestro planeta.
En este contexto entendemos que la educación para sociedades sustentables debe ser un proceso dinamizador, que posibilite y potencie el cambio social para un desarrollo perdurable y equitativo que mejore la calidad de vida de los seres humanos. De esta manera la educación para sociedades sustentables no esta limitada a actividades de conservación de recursos sino que incluye consideraciones relativas a los derechos humanos, desarrollo comunitario, salud pública, aspectos de género y culturas indígenas por mencionar solo algunos aspectos.
Pensamos que la educación ambiental en la universidad no debe limitarse a la incorporación de algunas asignaturas en los planes de estudio sino que la sustentabilidad la debe vivir en su propio campus universitario.
Las universidades, como instituciones sociales, deben responder a los retos actuales siendo ejemplos vivos de una nueva cultura de la sustentabilidad. Esta nueva cultura de la sustentabilidad debe ser reflejada tanto en la infraestructura de la institución como en la propia formación universitaria.

Esta formación se basa en un estilo de convivencia con el entorno propiciado por el propio campus. Este nuevo modelo de convivencia con el campus se ve dinamizado a su vez por los diferentes procesos de inclusión de lo ambiental como eje de contenidos, orientaciones y métodos de enseñanza.
El papel de las universidades desde un enfoque de la sustentabilidad es entonces doble: por un lado se erigen como generadoras de un nuevo paradigma de desarrollo y por el otro se autocontruyen como espacios de esperanza de un nuevo estilo de vida.

Las universidades Latinoamericanas: entre la sostenibilidad y la sustentabilidad

Los términos sustentable y sostenible, aplicados al desarrollo son de uso cada vez mas frecuente y extendido en los medios académicos y políticos de todo el mundo. Sin embargo, esta ambigüedad, aparentemente inocua debe ser precisada con toda claridad. Sostenible alude a lo que se mantiene (una organización maquinal, cíclica, estable, cerrada) y sustentable se refiere al sustento necesario para mantenerse vivo (una organización maquinante, poíetica, inestable, abierta).
En una aproximación dominante el desarrollo sostenible reduce el desarrollo al desarrollo económico y éste a crecimiento económico. Dentro de esta corriente sostenible tiene dos significados principales: por un lado que el crecimiento económico es constante en el tiempo (crecimiento sostenido) y por otro lado sostenible expresa conservación ambiental que en su uso predominante significa prácticas que no cuestionan o replantean los patrones de consumo, de producción de bienes, de generación de desechos ni de impacto sobre los ecosistemas. Sino un aislamiento de “sistemas sostenibles” sin importar lo que suceda en su entorno.
La sustentabilidad a diferencia de la sostenibilidad hace énfasis en la necesidad de búsqueda de un nuevo estilo de desarrollo y debe ser utilizada como una visión crítica de los contenidos que debe tener el desarrollo.
El desarrollo sustentable le interesa no solo el crecimiento económico, sino también como se produce el conocimiento que posibilita un nuevo estilo de desarrollo. En esta línea de pensamiento la sustentabilidad hace referencia a la interrelación e interdependencia de tres subsistemas:
a) el subsistema ecológico, que se refiere a la necesidad de que el impacto del proceso de desarrollo no destruya de manera irreversible la capacidad de automantenimiento de los ecosistemas;
b) el subsistema social, cuyos aspectos centrales son el fortalecimiento de una organización social que no profundice la pobreza ni por tanto la exclusión social y promueva la participación en la toma de decisiones. Y finalmente
c) el subsistema económico entendido como un crecimiento económico interrelacionado con los otros dos subsistemas y por lo tanto regulado por ellos.
De la breve reflexión anterior se sigue que toda universidad hacia la sustentabilidad debe oscilar entre estos tres vértices.

La Universidad Iberoamericana, Puebla: hacia un campus sustentable.
La Universidad Iberoamericana, Puebla es una institución de enseñanza superior que inició sus actividades en agosto de 1983, y en septiembre de 1994 que se inicia formalmente la definición de líneas de formación ambiental con la creación del Programa Interdisciplinario en Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente. De esa fecha a la actualidad se ha diseñado un plan de gestión ambiental del campus que se puede dividir en las siguientes acciones principales:
Manejo de un sistema de reciclado de agua para riego de campos deportivos y alimentación de un lago recreativo. El Sistema recicla un total aprox. de 31,000 M3 de agua anual proveniente de colectores pluviales de azoteas y del tratamiento del agua de los baños de la universidad, con una planta tratadora que en su mayoría funciona con elementos naturales y un muy bajo consumo energético. Este reciclado de agua equivale a un ahorro de agua por 750 USD anuales. Del tratamiento del agua de los baños se realizan 2 inspecciones anuales de contenido de contaminantes por laboratorios certificados.
Manejo de un programa de separación de papel y cartón. Se tiene estimado en 1Tonelada de papel y cartón que son separados anualmente por la universidad y que son vendidos a una compañía recicladora de la Cd. de Puebla, ingresando por la venta 1000 USD al año. En breve se iniciará la venta de envases tetrabrick.
Manejo de los residuos tóxicos de laboratorios de ingeniería (metales), de fotografía (sales), de la enfermería (biológico infeccioso) y del área de mantenimiento (aceites, solventes), con esto se cumple la norma ECOL 052 además de recibir asesoría de la empresa recolectora y vigilancia por la Secretaría del Medio Ambiente del Estado de Puebla.
Manejo de un programa de lámparas ahorradoras de energía eléctrica, con lo cual se ahorra un total de 38,532 Kw/Hr/mes, que equivale a 55,000 USD al año.
Reforestación de todo el campus lo que implicó la siembra a la fecha de aproximadamente 3000 especies, con un manejo de 13.19 Has de áreas verdes sin uso de productos químicos y con riego programado de los jardines por la noche.
Manejo de un sistema de 4 transportes colectivos de estudiantes que ahorra el uso de automóviles particulares.
Restricción en el uso de aires acondicionados, solucionando algunos problemas climáticos con elementos naturales que no consuman energía.
La construcción de los estacionamientos se realizo con materiales que permiten la infiltración de agua de lluvia como adocretos, adopastos y pasto.
A la fecha estamos implementando en los dormitorios de la universidad calentadores solares con los que pretendemos tener un ahorro de 40,000 Kws/hora al año.

El desafío de la sustentabilidad: la tentación del mercado.
Con estas acciones concretas mas los diversos programas de educación ambiental que imparte la Universidad Iberoamericana, Puebla, se propone un ejemplo de incorporación de la dimensión ambiental de manera transversal en la educación superior de nuestro país.
De la experiencia anterior se sigue que un desarrollo sustentable debe permitir una mejora sustancial de la calidad de vida a través de la reproducción de nuevos modelos de relación con nuestro entorno y donde la universidad es un ejemplo entre otros muchos.
Si bien existen avances tecnológicos importantes en cuanto a la gestión ambiental de nuestro campus universitario ello solo debe ser el reflejo y fruto de una conciencia ambiental de toda la comunidad universitaria y no solo un escaparate verde de ventajas competitivas entre universidades.
*El presente trabajo en una versión modificada fue la ponencia presentada en la IV Reunión Internacional de Universidad y Ambiente Celebrada en Bogota, Colombia en noviembre de 2007

lunes, febrero 18, 2008

LA REFORMA JUDICIAL ¿ RAZONES PARA ALARMARSE?

Autora: Ma. Eugenia Sánchez D. de R.
Publicación: E-consulta, Pendiente.


Los tratados internacionales de Derechos Humanos y las realidades nacionales.

Investigadores de la Universidad de Princeton (Emilie M. Hafner-Burton), de la Universidad de Michigan (Kiyoteru Tsutsui) y de la Universidad de Stanford (John W.Meyer) se dieron a la tarea de estudiar en 177 países, la relación existente entre el número de tratados internacionales de derechos humanos que han ratificado y la situación interna de dichos países en esa materia. (International Sociology. January 2008.ISA)

A partir de un meticuloso trabajo para determinar los indicadores de represión o protección de los derechos humanos (niveles de terrorismo político: asesinatos, tortura u otro trato cruel e inhumano, detenciones prolongadas sin cambios, desapariciones, detenciones clandestinas y otras violaciones flagrantes a la vida la libertad y la seguridad de las personas) y de recopilación de información relevante , los autores analizaron la situación de represión o protección de los derechos humanos en 177 países a lo largo de 27 años, de 1976 a 2002.

Encontraron algo que no nos sorprende, que los países más represores firman el mismo número de tratados que los países calificados positivamente.

En 2006, ya terminado su estudio, señalan los autores que muchos de los gobiernos más violentos y represivos hicieron nuevos compromisos sustanciales en el ámbito de los derechos humanos: Sudán ratificó 4 de los 7 más importantes tratados, China ya había ratificado 5 y ratificó dos más, Argelia, Sierra Leone y la República Democrática del Congo han ratificado 6.

Independientemente de las críticas que pueden hacerse a la forma como se calificaron los diferentes países - por ejemplo los autores no mencionan que ninguno de los estados de la Unión Europea y que son calificados positivamente, ha firmado el Tratado de protección de los derechos de los migrantes- el estudio es sumamente interesante.

¿ Por qué actúan así esos países que saben que no aplicarán la normatividad de los Tratados? Se preguntan los investigadores para concluir lo siguiente:

Los estados nacionales modernos buscan legitimación externa adecuándose a diferentes estándares internacionales que en las últimas décadas han dado mucha importancia a la normatividad relacionada con los derechos humanos.

Las tendencias globales que favorecen lo no rendición de cuentas casi en ningún terreno crean un círculo vicioso. Los gobiernos propensos a violar los derechos humanos han aprendido que comprometerse con la normatividad internacional es algo simbólico y virtual, y que no tiene costos.

Los gobiernos represores, débiles en su legitimidad interna, son los más urgidos a ser reconocidos internacionalmente como respetuosos de los Derechos Humanos.


México: la imagen exterior y la realidad interna.

México ha suscrito los principales Tratados Internacionales de Derechos Humanos. Y durante la administración de Vicente Fox se ratificaron varios más.

Además en junio de 2006, México asumió la Presidencia del recién creado Consejo de Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra.

¿Será por esta visible distancia entre el discurso y la realidad que en un lapso corto de tiempo México ha recibido la visita y el informe de numerosos representantes de organismos internacionales de Derechos Humanos de reconocido prestigio? El informe de Amnistía Internacional 2007 y la visita de su secretaria General Irene Khan en agosto de 2007; el informe sobre la CNDH de Human Rights Watch y la visita de su director José Miguel Vivanco; la visita de Louise Arbour la titular de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Derechos Humanos (ACNUDH) en febrero de 2008; la visita de Iñaki García y representantes de la organización europea Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH).

Todas esas visitas han ido acompañadas de serías recomendaciones, sobre serios problemas detectados en el ámbito de la violación de los derechos humanos, o sea en la protección del estado de Derecho.

Se ha cuestionado la impunidad creciente de gobernantes y funcionarios públicos. Louise Arbour, aseveró: “En México el tema de la impunidad es el mayor reto que hay que enfrentar y derrotar.” O ¿Qué fue el fallo de la SCJN respecto al caso Mario Marín-Lydia Cacho? ¿Las atrocidades de Atenco? ¿Los múltiples crímenes en Oaxaca? ¿Los feminicidios de Juárez? ¿Los mineros de Pasta de Conchos?

Se ha cuestionado la acción del Ejército, lo inadecuado de encomendarle tareas de seguridad pública y la impunidad que se le ha ido construyendo. ¿No hemos sido testigos de infinidad de violaciones en diversos estados de la República y que no han sido castigadas?¿De hostigamientos que pueden llevar a situaciones cada vez más graves como está ocurriendo en Chiapas?¿ En qué nivel de ignominia puede colocarse el caso de la anciana mujer indígena Ernestina Ascencio?

Se cuestionó de manera severa, en el informe de Human Rights Watch , la inoperatividad y complicidad de la CNDH. Se analizaron 40 casos que no incluyeron el de Ernestina Ascencio porque ocurrió cuando la investigación del informe ya estaba por terminarse y que ciertamente acabó con la poca credibilidad de la CNDH.

La Reforma Judicial.

Este es el contexto institucional en el que tiene lugar la Reforma Judicial y no es poca cosa.
¿Qué nuevo tratado firmará el Gobierno? ¿Qué nuevos puestos y discursos a favor de los derechos humanos se preparan para legitimar las consecuencias terribles que pueden traer los aspectos de la reforma judicial que elevan a rango constitucional el arraigo y permiten los allanamientos sin orden judicial? Por supuesto que es para alarmarse y huele muy, pero muy mal.

El abuso del discurso de la Seguridad Pública está obscureciendo asuntos más graves como el de la desigualdad socioeconómica decía Louise Arbour. Y añadimos, está legitimando la persecución de los defensores del estado de derecho, porque ¿qué otra cosa es la defensa de los derechos humanos?; está legitimando una represión que muy probablemente irá en aumento.

Si se aprueba, como se prevé, la reforma judicial sin eliminar lo relacionado al arraigo y a los allanamientos y cateos sin orden judicial tenemos mucho de qué preocuparnos.

jueves, febrero 14, 2008

La primera recesión en los Estados Unidos

Autor: Gerardo Reyes Guzmán
Publicación: La Jornada de Oriente, 14 febrero 2008

Fue la tarde del 13 de octubre de 1857 cuando los bancos de Nueva York se declararon en banca rota. Según los historiadores, se trata de la primera crisis financiera a nivel mundial que afectó a Norteamérica, Europa y Asia. El joven Carlos Marx recibió la noticia con júbilo creyendo que se trataba del ocaso del capitalismo. Son dos los responsables a quienes se les atribuye la desgracia y quienes por cierto nunca se conocieron por vivir en dos mundos alejados: el Zar de Rusia, Alejandro II y el banquero norteamericano Edward C. Ludlow. Ludlow trabajaba para la Ohio Life Insurance & Trust Company y otorgaba créditos a la industria textil y del ferrocarril, pilares del crecimiento económico en los Estados Unidos. Era la época en que el hierro y el carbón, los barcos de vapor, la locomotora, el telégrafo y el cableado incentivaban el ánimo de los inversionistas. Ello hizo que la bolsa de valores creciera como el lugar ideal en donde los dueños de las empresas ofrecían parte de su propiedad en acciones y los inversionistas su capital en espera de recoger ganancias prometedoras. Ningún otro banco disponía en esos años de más depósitos que el Ohio Life Insurance & Trust Company y Ludlow invertía en proyectos cada vez más riesgosos relacionados con la fiebre del ferrocarril. En algún momento perdió el control en medio de la avaricia; conseguía millones de dólares de otros bancos que a su vez se financiaban en otros países para posteriormente otorgar créditos a clientes de dudosa solvencia financiera. El 24 de agosto de 1857 Ludlow reportaba a sus directivos que el banco se encontraba en bancarrota; el dinero se había esfumado. Casi todos los bancos de Nueva York que le habían prestado a Ludlow exigieron a sus respectivos clientes (empresas) el pago inmediato de los créditos otorgados con el afán de recuperar las pérdidas. Las empresas se vieron cortas de liquidez y decidieron vender acciones, cuyos precios ya habían caído meses antes en virtud de que los rendimientos en el negocio del ferrocarril no habían dado los frutos esperados. Ello provocó que muchas empresas se declararan en quiebra, que los bancos cerraran y que la actividad bursátil languideciera. Para colmo, el 12 de septiembre de ese año, se transmitía a través del telégrafo la noticia de que un huracán había provocado el hundimiento del Central America, un barco de vapor en el que no solo habían perdido la vida 426 pasajeros, sino que toneladas de oro procedentes de las minas de California, que los bancos de Nueva York habían encargado para sus restablecer sus reservas, se había ido al fondo del océano. Por otro lado, el nuevo Zar de Rusia Alejandro II, decidía terminar con la guerra de Crimea que había representado jugosas ganancias para los agricultores norteamericanos que exportaban granos a los países en conflicto (Rusia, Francia e Inglaterra). Tal situación hizo que los productores no pudieran pagar sus créditos, lo cual aceleró aún más la quiebra de bancos y empresas. La consecuencia fue un desempleo masivo nunca antes visto, mismo que dio paso a un empobrecimiento contundente de la población norteamericana. Pero era una pobreza en medio de la riqueza, pues aún había mercancías en abundancia, solo que pocos las podían adquirir. La crisis de Norteamérica afectó la actividad comercial y bancaria en Londres, Hamburgo, Paris, Ámsterdam, Bruselas, Suecia, Rusia, Argentina, Uruguay, India, Indonesia, etc. La crisis no duró más de dos años; y fue hasta que la confianza retornó a las instituciones financieras cuando se revirtió el efecto recesivo. De ahí a la fecha las crisis han sido recurrentes, pero lejos de representar el ocaso del capitalismo como lo concebía Carlos Marx, se han convertido en fenómeno cíclico.

La Educación y la creatividad

Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, 14 de Febrero 2008

El tema de la creatividad está hoy muy presente en los espacios educativos. Se dice con razón, que la educación requiere de una reforma profunda para incluir explícitamente objetivos de desarrollo de habilidades de pensamiento que hagan –entre otras cosas- más creativos a nuestros futuros profesionales y ciudadanos.
Nadie pondría en cuestión esta necesidad de formar personas con mayores capacidades para crear, innovar y transformar con el fin de generar cambios significativos en nuestra sociedad en crisis.
Sin embargo, resulta pertinente preguntarse cuál es el sentido de esta formación de personas creativas y cuál es la idea de creatividad de la que se está hablando para hacer realidad esta evolución social a partir de la creatividad generada desde la educación.
Porque una creatividad entendida como mera innovación o culto a lo diferente no es un objetivo que pueda ayudar a que la educación contribuya a un verdadero cambio en el país. Por el contrario, estamos en una sociedad caracterizada por los cambios acelerados, las innovaciones efímeras, la búsqueda de lo original…aunque pueda estar vacío de significado humano. Por ello hemos perdido la capacidad de asombro y caemos a menudo en el aburrimiento ante lo cotidiano: nos hemos vuelto adictos a la innovación, pero a aquella que no es auténtica creatividad porque solamente modifica lo superficial, cambia el maquillaje a una realidad que sigue siendo de fondo la misma.
La creatividad que se requiere hoy para transformar nuestras realidades desde la educación debe ser la que se entiende en toda su profundidad como un trabajo que transforma, es decir, que imprime nueva forma a la realidad, dejando en ella una huella o un sello humano. En este sentido, todo proceso creativo tiene que culminar en una acción o producto que hace un poco más humano el mundo en que vivimos y no solamente cambia el aspecto exterior de las cosas.

viernes, febrero 08, 2008

Y sin embargo, se mueve…La era de la espiritualidad

Autor: Javier Sánchez Díaz de Rivera
Publicación: La Jornada de Oriente, 8 Febrero 2008

Son paradójicos los tiempos que corren. Nunca antes como ahora nos carcome la enajenación, y nunca antes como ahora estamos vueltos a nuestro interior. Puede ser Lacan o el más antiguo de los freudismos, Jung o Fromm, el Reiki o la meditación sen, la bioenergética o la Gestalt, Ignacio de Loyola o Teresa de Jesús. Nunca como ahora la búsqueda de nosotros mismos ha sido tan acuciosa. Tal vez los gritos de la tierra pereciendo, tal vez el stress de la vida cotidiana, la imposibilidad de la justicia, la estúpida organización del tiempo y el espacio. Tal vez la prisa y la velocidad, el desencanto del conocimiento, la ciencia hoy humilde que no puede renunciar al ojo observador. Tal vez la infinitud del cosmos o el microcosmos infinito, la nanotecnología que se atreve, la incertidumbre cuántica. Tal vez las hermandades rotas, el Africa sufriente y la Europa descreída, el cristianismo secularizado y el fanatismo suicida. Tal vez el hiperconsumo con sus gratificaciones, la individualización a ultranza de la compra, el producto a la medida, la personalización del teléfono, del I-pod. Tal vez esa segunda naturaleza en que vivimos, que apenas entendemos como cuelgan los limones de los árboles. Tal vez todo esto nos ha conducido a la antigua pregunta por uno mismo. Con mucho menos ingenuidades que hace siglos, pero con la misma perplejidad nos descubrimos riendo, llorando, analizando la niñez, constelando nuestras relaciones familiares, acostados en el diván, sentados en flor de loto, escribiendo un cuento, releyendo las Moradas, atendiendo las viejas sabidurías de la tierra. La razón derrotada, operación a corazón abierto se nos abre el mundo indecible de los interiores, única fuerza que trasciende la voracidad del lobo humano en la carnicería política, en la corrupción burocrática o en la explotación económica.
Hoy más que nunca estamos conscientes de una inexcusable sed interior, hoy más que nunca, en este mundo aparentemente enajenado estamos abriendo los caminos de búsqueda interior. Hoy más que nunca no sabemos bien a bien de que se trata pero sabemos que se mueve.

jueves, febrero 07, 2008

Piratería y Justicia

Autora: Celine Armenta
Publicación: Síntesis, 7 de Febrero 2008

Entre las fuentes de gozo y enriquecimiento de mi vida, destaca la interacción diaria con profesionales de la educación. Son un colectivo complejo, inteligente y diverso que trae a las aulas universitarias la complejidad aún mayor de sus escuelas y comunidades educativas. De nadie he aprendido más que de estos maestros y sobre todo maestras de escuelas privadas y escuelas rurales; de escuelas bidocentes y de enormes centros educativos urbanos; de preescolar, secundaria y primaria; veinteañeros y maduros; directivos, investigadores y docentes de grupos. Con ellos suelo discutir los temas más diversos con una amplitud y profundidad que difícilmente se ve en otras aulas universitarias.
Así, hace días, como ejercicio para estimular el pensamiento crítico y el diálogo en la pluralidad, debatimos sobre la piratería de música y películas; y ahí apareció, refrescante y esperanzador, el pensamiento anarquista. ¿Es intrínsecamente malévola la piratería? ¿No hay que reconocerle bondades y tomar en cuenta las millones de voces que la defienden, la apoyan comprándola y la gozan a diario?
Parece legítimo ver a quienes conforman las redes de producción y venta de discos piratas como la versión más reciente de Chucho el Roto o Robin Hood, con la ventaja de que no empobrecen al rico para servir a pocos pobres, sino que ¡magia del mundo digital! sin quitarle al rico otra cosa que dinero futuro y los intangibles “derechos de autor”, multiplican bienes culturales y los distribuyen de manera potencialmente infinita.
¿No será tiempo de cuestionar, como mis alumnos, las bases mismas del orden mundial? El clima de incertidumbre ante una crisis global, parece exigirlo. Ya el último magonero, como llama Paco Ignacio Taibo II a Librado Rivera, escribía: “Todas las leyes están hechas para proteger al rico, y la más inicua de todas es la ley que considera como sagrado el derecho de propiedad privada, base de todas las desigualdades sociales y de todas las injusticias . . . Mis sentimientos y mi amor a la humanidad están muy por encima de toda ley”.

viernes, febrero 01, 2008

La sociedad endeudada

Autor: Alexis Vera
Publicación: E- consulta, Pendiente.

¿Qué sería de nosotros los mexicanos sin los centros comerciales? ¿A dónde nos distraeríamos? ¿En qué gastaríamos nuestro dinero? Quizá para muchos la respuesta a esta pregunta versaría sobre la idea de que la vida no cambiaría mucho si no existieran centros comerciales en el país; pero para otras personas la respuesta es seguramente al revés. De entrada el pensar en una urbe sin centros comerciales se antoja bastante irrealista tanto para el corto, como para el largo plazo en un sistema económico como el nuestro. Pero hagamos el ejercicio de imaginar una ciudad sin espacios para ir de shopping; las reflexiones de allí derivadas pueden ser bastante interesantes.
¿Qué sería de nosotros entonces? Si tratamos de responder esta pregunta desde el lugar de un poblano promedio de clase media, posiblemente nos estremezcamos porque la vida de muchos poblanos de ese segmento de la población gira en gran medida alrededor de las grandes tiendas y centros de entretenimiento de las plazas comerciales. En efecto, hoy día podemos afirmar –con certeza de tener pocas probabilidades de equivocarnos- que el poblano de clase media deja su vida en los comercios. No solo porque en general gasta allí una parte considerable de sus ingresos, sino también porque el acto de comprar revivifica su espíritu (si es que eso se puede lograr comprando). ¿Cuántos poblanos no van a curar sus sentimientos de soledad, frustración, enojo, festejo, amor, y temor a una concurrida tienda departamental? El ciudadano que entra a una gran tienda sale de ella revigorizado (o al menos eso cree), sentimiento que normalmente no le dura mucho, porque es posible que esa revigorización no sea verdadera. Porque el tener cosas difícilmente resuelve nuestro problema de ser personas.
Pero además de que comprando no encontramos una solución al problema de ser (porque el tener le da, en el mejor de los casos, solo un efímero sentido de existencia a nuestra vida), también el exceso de compras trae otro considerable problema: la hipoteca eterna del fruto de nuestro trabajo. Muchos paisanos me han dicho que el dinero se hizo para gastarse. Está bien, estoy de acuerdo, el dinero que ganaste y que tienes se hizo para gastarse (porque hasta los ahorros se acaban casi siempre gastando), pero la cuestión se vuelve más compleja cuando el dinero que gastamos es dinero que no tenemos, que todavía no hemos ganado. Un colega me decía que a él no le gusta ir a los centros comerciales porque podía acabar comprando cosas que no necesita, para aparentar lo que no es, gastando el dinero que no tiene. ¿Cuántos de nosotros hemos hecho algo parecido?
Otro amigo poblano me decía: carros vemos, pagarés no sabemos. Hoy en día vivimos con cosas que ni siquiera hemos acabado de pagar. Pero esto no está tan mal, como ciudadanos del siglo XXI debemos saber usar el crédito. Comprar cosas a plazos puede ser útil en la vida, siempre y cuando el crédito no se convierta en una especie de religión para nosotros. Usar el crédito me parece que puede ser muy útil para cualquiera, pero no todo tipo de crédito ni en cualquier situación. Debemos tener cuidado con la clase de crédito que usamos, especialmente en nuestro país, donde abundan las empresas y organizaciones que cobran intereses irrazonablemente altos. ¿Hasta dónde llega nuestra necesidad de tener ciertas cosas como para que acabemos pagando tasas de interés por encima del 30%? ó, peor aún, pagando tasas moratorias por encima del 70% para el caso de la mayoría de las tarjetas de crédito. ¿Es imprescindible tener que endeudarnos para ser felices o para ser mejores ciudadanos?
Vivimos en una cultura en la que se ve bien a la persona que posee muchas cosas: una buena casa, unas vacaciones de lujo, un atractivo reloj, una bolsa elegante, etc. Esos son los ‘triunfadores’ de nuestra sociedad, a ellos debemos imitar y no a las personas justas, inteligentes o libres. Yo conozco mucha gente que se enorgullece de que un mexicano salga en la lista de los más millonarios del mundo, cuando en realidad, si lo pensamos un poco, es indignante que en un país con tantos pobres exista un individuo tan rico. Pero el que esto se acepte, e incluso que se vea con orgullo, es muestra de los valores de nuestra sociedad: tener muchas cosas es un ideal, que debe ser alcanzado virtualmente a costa de lo que sea. Es decir, es bueno estar lleno de cosas aunque todo se deba.
En efecto, a los mexicanos nos gusta contraer todo tipo de deudas económicas. Los hay quienes piden prestado para organizar una gran pachanga de XV años para la princesa de la casa. Pero además no es una simple pachanga, se trata de un fiestón de dos o tres días todo pagado para todos. Porque hay que tener una gran fiesta, así como hay que tener muchas cosas y productos de todo tipo. ¿Valdrá la pena hipotecar el próximo año de sueldo para pagar una fiesta? Para algunos sí. Sin embargo, estas personas con frecuencia pierden de vista que como seres humanos necesitamos más que fiestas para ser felices y desarrollarnos humanamente. Seguido a los mexicanos nos gusta sentirnos bien, más no estar bien.
Tener cosas (incluyendo una fiesta) nos puede hacer sentir bien por un tiempo determinado, pero no ayuda mucho a estar bien en el largo plazo. Y menos si se adquirieron con dinero de otras personas que algún día habrá que devolver, porque eso típicamente genera estrés. Sin embargo, quisiera aclarar que obviamente comprar cosas no es malo. Quizá lo que en realdad no ayuda al ser humano es el tipo de relación que éste guarda con las cosas que adquiere. Cuando una persona siente que es mejor (o –peor aún- que ha crecido humanamente) porque posee tal o cual objeto, entonces se le da a dichos objetos un valor que no poseen en la realidad. Luego entonces, si además se endeudó para comprar estos objetos, entonces el cuadro pasa –sobre todo en el mediano plazo- a complicar la paz interior del sujeto, es decir, lo tiende a estresar.
Pero también el tipo de objetos que compramos afecta o beneficia nuestro bienestar. No nos duele gastar en un maravilloso restaurant, pero sí en libros –por ejemplo-. Con frecuencia digo esto a los alumnos de los cursos en los que doy clase, quienes, semestre tras semestre, reclaman cuando les pido comprar uno o dos libros para el curso. ¿Cómo? ¿Gastar $500 pesos en libros? ¡Qué locura! Dicen varios de ellos. Sin embargo, el fin de semana anterior gastaron –como suele ser costumbre- $1,500 en antros y restaurantes. Lo cual no es malo, lo triste es que en un país con los deseos de superación como los de México, no seamos capaces de poner un poco más de nuestro presupuesto en cosas que complementan y enriquecen mejor nuestro desarrollo humano. ¿Cuántos mexicanos habrá que se endeuden por comprar libros? Volvamos al caso de mis alumnos: quinientos pesos de libros al semestre contra $24,000 de alimentos y bebidas fuera de casa en el mismo periodo de tiempo. Pero los libros no te hacen ver mejor en esta sociedad, no te dan estatus. Que te vean en el restaurante de moda en Puebla sí que puede dar estatus y, por lo tanto, incrementar el ego. Por eso vale la pena hasta endeudarse a más del treinta por ciento anual.
Cuando nos endeudamos y comprometemos la mayor parte de nuestros ingresos futuros, nuestra capacidad de responder a contingencias se ve disminuida significativamente. En efecto, si más adelante surgiera una necesidad importante que cubrir, aquella familia que sacrificó todo por la fiesta, o aquel muchacho que puso todo su dinero en un restaurante bar, difícilmente podrá hacer frente a contingencias por su propia cuenta y quizá tendrá que volver a pedir prestado. Así, el ciclo nunca termina y vivimos todo el tiempo con dinero que todavía no ganamos. Esta historia no es una catástrofe que pasa rara vez en la vida, sucede con más frecuencia de lo que imaginamos en nuestro país.
En México la cultura del ahorro es sumamente pobre comparada con la de muchos países orientales por ejemplo. Ahorrar no solo es bueno para tener una disciplina financiera, sino que también puede hasta disminuir el estrés. En efecto, cuando una persona está sobre endeudada, es muy probable que se estrese fácilmente, que se angustie y viva constantemente preocupada por los compromisos de pago. Compramos cosas para sentirnos mejor pero para ello adquirimos deudas que probablemente nos hagan sentir peor. En contraste, ahorrar puede generar mayor tranquilidad y menos ansiedad. Porque para ahorrar se requiere disciplina, ejercicio de voluntad, y esto históricamente ha ayudado a las personas a ser mejores seres humanos que aquellas que no practican este tipo de autocontroles. Esto no significa que todo el tiempo tengamos que estar ahorrando, pero sí que, cuando nos sea posible, no dudemos hacerlo. Alguna vez me tocó participar en una mesa de discusión sobre si los pobres pueden ahorrar. Recuerdo que una idea poderosa que resultó de aquellos diálogos fue que, quien pueda comprar una Coca Cola, puede ahorrar.
Cuando vivimos endeudados le pagamos dinero a quien nos presta. Cuando ahorramos, los que prestan nos pagan dinero. ¿De qué lado le gustaría estar? Podemos estar de ambos lados y recibir más dinero del que pagamos por concepto de intereses si logramos pensar y planean un poco más nuestros movimientos financieros personales o familiares. Como decía anteriormente, no es malo endeudarse, pero endeudarse por encima de nuestra capacidad de pago sí lo puede ser. Uno de los principales problemas aquí es que seguido no se sabe cuál es nuestra real capacidad de endeudamiento. Un criterio básico es endeudarse en niveles que no socaven nuestra capacidad de ahorro, es decir que nuestras deudas no deben impedir que podamos ahorrar aunque sea un poco. Mi padrino –un hombre muy rico- me solía decir: si ganas cien pesos, siempre gasta 99 y guarda 1; nunca gastes 101.
Pero además, en el plano macroeconómico, es muy sabido que el ahorro interno contribuye a una mayor estabilidad financiera en el país, básicamente porque así no se tiene que recurrir a dinero extranjero para financiar los proyectos de desarrollo, tanto privados como públicos. Una población que ahorra poco mete en dificultades a su país pues éste tiene que endeudarse en moneda extranjera para obtener los recursos requeridos para crecer. Además que buenos niveles de ahorro interno tienden a presionar a la baja a las tasas de interés porque los bancos se fondean más interna que externamente.
Por otro lado, es cierto que en un mundo con tanta capacidad de producción es difícil ser ahorrador. La tecnología ha hecho que las empresas puedan producir cosas en cantidades asombrosas y que inunden los mercados de casi cualquier país con un sinnúmero de opciones. Además, las presiones competitivas llevan a las empresas a buscar reducir sus costos de manera constante. Muchas de ellas buscan las famosas economías de escala: entre más se produce, más se ahorra en una base unitaria. Por lo que seguido vemos cada vez mayores esfuerzos publicitarios para vender esa gran producción. Como consumidores nos encontramos atrapados en un sin fin de anuncios y promociones que buscan capturar nuestro dinero. La presión es, sin duda, fuerte. Ya no importa si hoy no tienes dinero, puedes comprar y llevarte el bien o servicio en el acto, el pago podrá venir después (con su respectivo cargo crediticio por supuesto).
De esta manera tenemos una sociedad presionada desde dos grandes frentes: por un lado, la presión de las empresas (que quieren vender más para dar más dinero a sus accionistas); y por otro, la presión social derivada de la aceptación generalizada de que tener más cosas es signo de éxito en la vida.

La coyuntura económica: perspectivas, ahorro y deuda
Posiblemente han quedado atrás los años en que a la deuda externa del país se le dejó de llamar deuda eterna. Las altísimas tasas de interés del sistema bancario nacional en aquella época hacían casi imposible comprar algo a crédito y también hacían que la deuda externa pareciera verdaderamente impagable. México tenía una enorme deuda contraída en dólares, pero además pagaba intereses exorbitantes a sus acreedores porque el riesgo país de nuestra nación era muy elevado en aquel entonces; y, aunque mucho menos, sigue siendo elevado respecto a las naciones más estables. Hoy seguimos endeudados como nación, aunque en mejores condiciones que hace 20 años, básicamente porque nuestro riesgo país ha disminuido. Sin embargo, esto no quiere decir que toda la deuda del país se aceptable, especialmente si consideramos el caso FOBAPROA.
Pero el problema no es pedir dinero prestado para financiar el desarrollo de un país, sino las condiciones del préstamo y los usos que se le dan al dinero recibido. Lo mismo aplica para las personas y familias. En el campo macroeconómico, un país que es productor de petróleo al nivel de México, no debería tener necesidad de pedir dinero prestado para financiar su desarrollo. Pero México es un mal recaudador de impuestos (a quien le importa recaudar impuestos cuando el dinero sale a borbotones de los pozos petroleros y el precio del petróleo su ubica sostenidamente en niveles históricamente altos). La pobre recaudación de impuestos hace que los ingresos de Pemex no sean suficientes para el desarrollo del país. Entonces debemos recurrir a la deuda con un Peso que es débil ante las principales monedas extranjeras.
Ahora bien, en el marco de una virtual recesión económica en los Estados Unidos para este año, ¿cómo nos afecta estar endeudados como nación y como individuos? Este importante fenómeno económico en el vecino país supone diversas repercusiones a ambas escalas y en varios ámbitos de la vida socio económica. Trataré de abordar aquí exclusivamente aquellas repercusiones que más se relacionan con el tema del ahorro – crédito, tanto personal como nacional.
Aunque todavía no es oficial que los Estados Unidos estén en recesión, es cierto que existen muchos síntomas que indican que es altamente probable que ello suceda este año. La economía mexicana depende de la estadounidense en importante medida, sobre todo porque son los norteamericanos nuestro principal mercado de exportación. Pero además una recesión en los Estados Unidos tendría repercusiones para prácticamente cualquier país de la tierra porque es, en efecto, el motor de la economía mundial en la actualidad.
Al haber menos ventas mexicanas hacia Estados Unidos se propicia el que en la economía mexicana haya menos dinero. Las empresas que dependen en gran medida de sus exportaciones al vecino del norte posiblemente tengan que recortar empleos, tanto temporales como fijos, para compensar la caída en los pedidos. Menos dinero en la economía presiona las tasas de interés a la baja. Esto ocurre porque las tasas de interés se utilizan en países como el nuestro para influir en la disponibilidad de dinero que hay en la economía. De esta manera tenemos que, entre más elevadas estén las tasas de interés, más caro es el dinero y, por lo tanto, menos usado por las personas y empresas. Por el contrario, con tasas bajas de interés el dinero queda más disponible para todos. La famosa crisis inmobiliaria de los Estados Unidos tuvo uno de sus principales orígenes en este fenómeno: por ahí del 2003, las tasas en dicho país se encontraban en niveles bajísimos para tratar de reactivar la economía, por lo que muchos bancos ofrecieron créditos con buenas tasas prácticamente a cualquier persona que se parara en la sucursal. Poco importaba si su economía familiar le daba para pagar un préstamo hipotecario. Con tasas bajas los pagos parecían accesibles. Muchas personas que antes no calificaban para un crédito hipotecario ahora, con el dinero abundante y tan barato, se volvieron de pronto sujetos de crédito para este tipo de préstamos. Así, mucha gente se comprometió con créditos que después, cuando volvieron a subir las tasas, no pudo pagar.
Como sabemos, las tasas de interés en Estados Unidos han estado bajando (al 30 de Enero pasado las tasas sobre fondos federales se ubicaban en 3%) gracias a los recortes (dos en dos semanas) ordenados por la Reserva Federal (banco central) de ese país. Recortes que evidencian el temor de la Reserva Federal de que la economía estadounidense entre en recesión este año y, por lo tanto, requiera dinero que la reactive. Pero ¿cómo se reactiva una economía en recesión? Pragmáticamente hablando, una recesión implica menos ventas para las empresas. De hecho, es la caída en ventas lo que lleva a un país a la recesión. Luego entonces, lo que requiere un país para salir de la misma es reactivar las ventas de las empresas. ¿Y si la gente no tiene dinero para gastar, cómo se reactivan las ventas? Una de las fórmulas más recurridas es el crédito. Prestarles a las personas para que se lleven las mercancías y las empresas puedan seguir produciendo (aunque sea a menor velocidad porque los mercados en estas condiciones se tienden a saturar, es decir, las personas que compran a crédito no vuelven a comprar hasta dentro de varios meses). Así, tenemos que es mejor para las empresas recibir abonos chiquitos que no recibir nada.
Cuando las tasas de interés están bajas, el ahorro se desincentiva. En época de desaceleración y posterior recesión económica se propician dos fenómenos sustantivos a nivel microeconómico: a) la gente tiende a ahorrar menos porque las tasas son bajas; y b) la gente tiene menos dinero qué ahorrar porque la recesión o desaceleración le hizo perder su empleo, o provocó que su pequeño negocio vendiera menos. Así tenemos que, si ya de entrada a los mexicanos nos cuesta trabajo ahorrar, con una recesión económica en Estados Unidos la cosa se complica aún más, y logrará que el ahorro interno seguramente descienda. Pero además, es altamente probable que las deudas del mexicano promedio, en época de recesión, aumenten básicamente por dos razones: a) los intereses están bajos, es barato endeudarse; y b) a pesar de que no hay dinero, nuestra alma consumista nos conduce a seguir manteniendo nuestros niveles de consumo, haya o no recesión.
De esta manera tenemos que, con tantas promociones a meses sin intereses en las grandes tiendas comerciales de la ciudad, la mayor parte de la población de clase media y media baja se encuentra endeudada al grado que ya no tiene más margen de maniobra financiero. Es decir, ya no puede hacer otra cosa que pagar sus deudas. Ya no puede comprar, ya no puede ahorrar, simplemente puede (y debe) pagar deudas. Esto sin duda puede traer estrés, irritamiento, angustia o preocupación a las personas. Saber que el fruto del trabajo es destinado principalmente a pagar deudas no es alentador. La vida en el trabajo es cada vez más estresada, y si además la gente no puede usar su dinero en las nuevas necesidades que van surgiendo porque tiene que pagar deudas, entonces es posible que el estado de ánimo de esa persona se vea socavado. Luego entonces, es importante tener un margen de maniobra financiero.
Por otra parte, el que la gente de un país se endeude fuertemente –y por encima de su capacidad de deuda- en tiendas comerciales o comprando un coche –por ejemplo- conduce a que el gasto en actividades educativas y culturales (que hacen crecer y desarrollar a las personas más que comprar cosas) se vea castigado. Un país que gasta poco en educación y cultura no puede desarrollarse igual que uno que actúa en sentido contrario. A mí me asombra ver como muchas familias poblanas, con grandes autos en casa, tienen meses de atraso en las colegiaturas de sus hijos, no solo en la escuela, sino también en las actividades culturales o deportivas que los recrean fuera de casa y escuela, como las clases de natación, ballet, pintura, etc.
¿Qué quiere decir esto? ¿En dónde están las prioridades de los poblanos y mexicanos en general? ¿Cuántas familias en la ciudad han tenido que sacar a sus hijos de una buena escuela o academia de artes o deportes porque las deudas contraídas por tener más cosas ya no les permiten pagar colegiaturas? Yo creo que, desafortunadamente, son muchas las familias poblanas que se encuentran en dicho grupo. Porque en Puebla es más importante qué coche tienes o qué ropa vistes a qué tan desarrollado o íntegro como persona eres. La gente respeta y admira más a una persona que se baja de una flamante camioneta que a quien es capaz de generar y sostener una conversación humanamente enriquecedora con alguien. Éste último tipo de personas normalmente son aquellas que han invertido en su educación.
Yo conozco algunos jóvenes en edad universitaria que prefieren tener un coche nuevo y asistir a una universidad de dudosa calidad (como hay hoy muchas en Puebla, Estado con más de 200 instituciones de educación superior registradas ante la SEP), que andar en camión y pagarse una mejor educación. Y parece ser que esta es ya una tendencia social: la gente apuesta más por las cosas (porque éstas son las que le dan estatus) y menos por la educación, ni se diga de la cultura. Es cierto que la educación puede resultar cara y que sus beneficios no son fácilmente palpables en el corto plazo y, por otro lado, que los beneficios de tener un coche o un traje nuevo de lujo son más palpables de inmediato, aunque insignificativos en el largo plazo.
Si la mayor parte de la población prefiere comprometer sus ingresos en las tiendas departamentales y agencias de coches en vez de meterlo en la educación y desarrollo de su persona, entonces no es difícil imaginar que nuestro futuro no es el más promisorio. Corea del Sur tenía un retraso económico y social más grande que el nuestro hace 30 años, hoy, sin lugar a dudas, goza de una posición más solida que México en dichos ámbitos. ¿Por qué? En gran medida por la educación, tanto el gobierno como la gente de ese país le han apostado a la educación. No es extraño entonces, que los países con los avances sociales y económicos más grandes posean también a las poblaciones mejor educadas del mundo. Pero la educación de un pueblo no se da por decreto. La gente y su gobierno tienen que estar convencidas de que ese es el mejor camino a seguir y se tienen que comprometer recursos, tanto a nivel gobierno como a nivel familiar. ¿Cuántos de nosotros ahorramos para pagarles una mejor educación a nuestros hijos? Y no digo esto porque la mejor educación se dé en las escuelas más caras, sino porque, generalmente, un proceso educativo de mayor calidad implica casi necesariamente más costos: comprar libros, materiales, viajes educativos, etc. Al menos esa parece ser la realidad de este país. Existen otras naciones donde la educación de alta calidad es prácticamente gratuita, como Francia, Alemania y Suiza. Hoy día, si queremos que nuestro hijo universitario tenga un mejor desarrollo, es casi indispensable que estudie al menos un semestre en una universidad en el extranjero para ampliar su concepción del mundo, sensibilizar su tolerancia, aprender nuevas técnicas, paradigmas, etc. En esta era de intensa globalización, parece ya imperativo tener experiencias educativas o laborales en el extranjero para poderse insertar mejor en el cambio social propiciado por la misma globalización. Todas esas experiencias cuestan dinero. Pero haciendo a un lado lo magnífico que es tener experiencias educativas en el extranjero, es cierto que una familia (o una sociedad) que invierte poco en la educación y mucho en lujos materiales, frena el desarrollo de sus personas. ¿Qué porcentaje de nuestros ingresos lo destinamos a la educación? ¿Cuántos de nosotros tenemos deudas por la educación y cuántos por ropa o zapatos? No existen en Puebla estadísticas confiables al respecto, pero mi intuición dice que la mayoría de las deudas financieras de los poblanos son derivadas de compromisos adquiridos con tiendas comerciales, agencias de automóviles, agencias de viaje, etc., no con escuelas serias.
Resulta sumamente interesante y desmotivante ver que, nuestras mejores escuelas y universidades compiten con tiendas como Liverpool y El Palacio de Hierro. A este tipo de competencia se le denomina competencia por presupuesto: aunque una universidad ofrece servicios diferentes a los de una tienda como El Palacio de Hierro, compiten por el mismo dinero de la gente. Y no hablo aquí necesariamente de universidades privadas, en la BUAP la mensualidad de un postgrado ya es difícil de cubrir para muchos ciudadanos de clase media o media baja. Mucha gente se endeuda alegremente en las tiendas departamentales y después le queda muy poco para, por ejemplo, pagarse un curso de actualización profesional en una universidad o para suscribirse a una revista seria que le ayude a reflexionar y comprender más la realidad y tener una mejor calidad de vida.
Así tenemos que ahora los departamentos de marketing de las universidades –por ejemplo- deben contemplar seriamente la competencia que les hacen los centros comerciales, agencias de coches y de viajes, y las promociones a meses sin intereses –entre otras-, porque seguido éstas llegan primero al bolsillo de las personas que cualquier otra oferta. Esto será así mientras dos grandes fenómenos ocurran conjuntamente: a) la gente esté orientada a tener, no a ser (como diría Erich Fromm), es decir, que la gente crea que su realización personal está en función de lo que tiene, no de quién es y cómo vive; y b) que la gente no tenga cultura financiera, es decir, que no sepa cuándo y por qué endeudarse, y cuándo y por qué ahorrar. Mientras estos dos grandes aspectos no se den (orientación a ser y una cultura financiera), difícilmente podremos ver a una sociedad no endeudada. Por el contrario, mientras estos fenómenos ocurran en nuestra sociedad, la constante será ver gente angustiada por sus deudas (aunque hay muchos que se endeudan, no cumplen y les no les importa mucho), y en general poca inversión en la educación.
Me parece que todos, padres de familia, instituciones educativas, ONGs y gobierno, debemos actuar si es que queremos otra realidad. Enseñar a nuestros hijos, alumnos y población en general que poner nuestro dinero en la educación es la mejor inversión que un individuo y una sociedad pueden hacer. Enseñar con el ejemplo de que vale la pena ser cauteloso con las deudas que adquirimos, así como vale la pena también ahorrar para después gastarlo en lo educativo. Ser una sociedad endeudada es preocupante, pero esto se atenuaría significativamente si nuestras deudas (tanto familiares como gubernamentales) fueran por la educación. Aunque a primera vista esto se antoje difícil para muchos de nosotros en este momento, si otros países lo han hecho ¿por qué nosotros no? La situación económica que se avecina sin duda nos replanteará seriamente este interesante reto y así la recesión en Estados Unidos puede ser para todos los mexicanos de clase media una oportunidad para usar más inteligentemente nuestro dinero y de esta manera poder construir un México más educado, más productivo, más justo y más humano.