lunes, noviembre 24, 2008

Desconfianza, control, dignidad o tolerancia: ¿qué enseñan los movimientos magisteriales?

Autora: Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicación: Pendiente

A raíz de los movimientos magisteriales se hace necesario reflexionar acerca de los valores que los docentes muestran a los niños. Tanto en las aulas como a través de estos movimientos sociales que impactan la convivencia ciudadana, los maestros “educan” en valores.
Se han hecho investigaciones que observan la vida cotidiana de los profesores en las escuelas para identificar los valores de convivencia que promueven en los niños. Todas las prácticas educativas promueven valores aunque no se hayan propuesto explícitamente hacerlo.
Investigaciones realizadas en otros estados de la república arrojan datos generalizables a nuestro estado, que nos preocupan. El comportamiento normativo de los docentes tiene que ver fundamentalmente con el control de los impulsos de básicos de los alumnos; en esto centra su esfuerzo y se sustentan los valores que promueve. Muy pocos maestros hacen alusión a valores universales, como la justicia, la honestidad, la tolerancia. La mayoría se centra en tres normas concretas relacionadas con el contexto específico de la escuela dedicando el mayor tiempo a ello: guardar silencio, poner atención y trabajar sentados en su lugar. Estos resultados muestran que en la escuela se parte de la desconfianza y el control.
Es importante ver a través de qué medios, conductas, gestos, u otros vehículos los profesores buscamos que se cumplan las normas. Aquí vemos que no solamente importa el tipo de normas que se enseñan, sino también los medios que se emplean para hacerlas cumplir. Esto que vemos en la escuela “por dentro” puede quizá ayudarnos a entender lo que pasa “por fuera”, en lo que los docentes enseñan a través de los movimientos sociales generados a partir de la Alianza por la Educación: tanto quienes se han manifestado en su contra como quienes se suscriben a ella acríticamente.
Parece que los profesores han interiorizado acríticamente las normas promovidas en la escuela. También ellos fueron formados así, en una convivencia patriarcal-matriarcal en donde el control y la desconfianza son la base. ¿La tolerancia y la apertura tienen lugar aquí?
¿Qué valores nos muestran en estas manifestaciones? ¿Se promueve la honestidad, la justicia, la equidad y el trabajo constructivo? ¿Apelan a las costumbres del propio magisterio o buscan valores universales?

También vale la pena reflexionar sobre el tipo de medios que emplean para conseguir sus fines, tanto de manera consciente como inconsciente. ¿Serán los medios adecuados para el tipo de convivencia social que buscamos desarrollar en los alumnos?
El desarrollo moral del niño depende de factores relacionados con su contexto socio-cultural y de las expectativas sociales. Tiene que ver también con factores de tipo personal, interno, de cada niño. Ambos tipos de factores son asimilados por el niño para conformar su moralidad. ¿Qué están aprendiendo del comportamiento de sus profesores fuera del aula? Como padres y adultos tenemos la responsabilidad seria de reflexionar sobre esto, pues a través de nuestras formas de relación nuestros niños aprenden a convivir y a ser ciudadanos.
Es fundamental que los profesores recuperen su dignidad, volviendo a tener respeto por ellos mismos y por su profesión. Parece que ese respeto y dignidad se han ido perdiendo por el desconocimiento acerca de las oportunidades para desarrollar la propia moralidad como docentes. Es imprescindible una auto-observación de la práctica docente y de la actuación en estos movimientos tanto de adhesión como de oposición acríticas. Se impone sobre todo porque fuimos educados con una disciplina externa también acrítica, a base de imposiciones, castigos y faltas a nuestra dignidad como seres humanos. Esto nos hace vivir con una estima baja, no tenemos respeto por nosotros mismos.
Estos puntos resultan muy importantes para estudiar el movimiento magisterial, más allá de las manipulaciones que se puedan generar con propósitos políticos.

Contra las muchas violencias de género

Autora: Celine Armenta
Publicación: E-Consulta, 24 de noviembre

Cada noviembre, desde hace 9 años, en naciones de todo el planeta se organizan actividades para sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la violencia contra la mujer.
Así, entidades gubernamentales, universidades y colectivos de todo tipo organizan pláticas y manifestaciones, conciertos, talleres y publicaciones para que caigamos en la cuenta de que las mujeres, como individuos y colectivo, somos blanco de actos violentos, generalmente aceptados o al menos tolerados por las costumbres y las culturas.
La complejidad y diversidad de la violencia contra las mujeres, conocida también como violencia de género, se origina en la inequidad y desigualdad de poder. En muchos casos no se trata de violencia exclusiva contra las mujeres, pero cursa con mayor gravedad y cobra más víctimas entre las mujeres, por el solo hecho de ser precisamente mujeres.
Así sucede con la violencia hacia los niños. En cientos de formas legitimizadas por la historia, las culturas y tradiciones, niños y niñas de todo el mundo sufren todo tipo de violencia y vejaciones. Y cuando la pobreza, la marginación y la ignorancia coinciden, el sufrimiento infligido a niños y niñas alcanza situaciones de esclavitud, tortura y negación de los derechos humanos fundamentales. Las niñas, frente a sus compañeros varones, suelen vivir por más tiempo estas situaciones y con mayor frecuencia son víctimas de explotación y esclavitud sexual.
Más allá de estas situaciones extremas que sobrellevan millones de niñas y niños, también se da violencia de género en familias donde reina una aparente armonía y respeto hacia los menores de edad. Ahí, en las buenas familias, las niñas son marginadas respecto a sus hermanos varones. En las encuestas de discriminación se ha encontrado que mujeres de todas las edades, grupos sociales y niveles de escolaridad manifiestan haber sufrido discriminación a manos de sus propios padres y madres. Y esta, aunque silenciosa y no sangrienta, es violencia de género.
También es violencia estructural e institucionalizada la que impide explícita o implícitamente a las mujeres ocupar puestos de liderazgo, posiciones bien remuneradas, púlpitos y cátedras en instituciones públicas y privadas, y en organizaciones civiles y religiosas. Es violencia la que da el puesto de ministro de culto, presidente y jefe a un varón, y coloca a las mujeres en puestos serviles.
Es violencia de género, por supuesto, la bofetada, la golpiza, la cueriza y también el silencio contra la novia, la esposa, la madre, la abuela; hay violencia donde un varón cree tener derecho y hasta obligación a reducir, controlar y corregir a otra persona, básicamente porque ella es mujer.
Las mutilaciones de genitales, las lapidaciones a supuestas adúlteras y los encierros forzados de hijas y esposas son violencia de género. Y también lo son las voces airadas de varones en situaciones de poder, que se rasgan vestiduras, persiguen y excomulgan a las mujeres que reclaman el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, sobre sus embarazos y sus derechos reproductivos.
Es violencia de género la homofobia; los improperios y la repulsa gratuita, las vejaciones, las agresiones verbales y físicas, el trato derogatorio, las burlas y las sanciones excesivas contra quienes no cumplen los mandatos de género.
Y también es violencia de género la que denuncia específicamente la ONU al decidir que el 25 de noviembre se conmemore el Día Mundial contra la violencia hacia las mujeres. Esta violencia consiste es la represión de las voces de mujeres y en la limitación de nuestros derechos y obligaciones políticas; en el prejuicio de que las mujeres no disentimos, no oponemos resistencia, de que somos dóciles y encarnamos las virtudes de la resignación, la paciencia sin límites y otros tantos atributos supuestamente femeninos. Esta violencia se manifiesta en una educación que alienta al varón a actuar y a la mujer a callar; al varón a no tolerar, a reclamar y exigir, y a la mujer a ser vista pero no oída. El 25 de noviembre de 1960, las hermanas Mirabal, conocidas como Las Mariposas, fueron salvajemente torturadas y asesinadas por el dictador Trujillo en República Dominicana.
Cada noviembre miles y miles de muertes, ríos de sangre y lágrimas, e incontables moretones, abandonos, soledad y dolor causados por la inequidad de poder que vuelve aceptable la violencia, son recordados, denunciados, y quizás, aunque mínimamente, también son paliados, reducidos y hasta prevenidos. ¡Así sea!

domingo, noviembre 23, 2008

“Aprendiendo con el enemigo”

Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, 23 de noviembre 2008

Al escribir estas líneas se acaba de anunciar en los noticiarios que los profesores de Guerrero han liberado la “Costera Miguel Alemán” que tenían bloqueada, porque el gobierno del estado aceptó “posponer” la puesta en marcha de la “Alianza por la calidad de la educación”.
Lo anterior sienta un precedente que podría alentar que los movimientos magisteriales contra la alianza se endurezcan puesto que ya se vio que un gobierno estatal ha cedido a las demandas de eliminación de este acuerdo.
¿Profesores que protestan exigiendo que se elimine una “Alianza por la calidad de la Educación”? Esto solamente puede verse en México, pues como dice una frase popular entre literatos: “Si Kafka hubiera nacido aquí, sería un escritor costumbrista”.
Es evidente que hubo graves errores en la elaboración y puesta en marcha del acuerdo. Es cierto también que hay una gran descomposición en la organización sindical controlada por una líder vitalicia que ha acumulado mucho poder político al interior y al exterior del sindicato.También es verdad que la Secretaría de Educación Pública requiere reformas muy profundas.
Sin embargo no son estos los puntos principales que enarbolan los maestros disidentes. Las principales dos fuentes de protesta son: “que se está intentando “privatizar” la educación pública” y que se elimina la “conquista histórica” de poder rentar, vender o heredar sus plazas.
La alianza contempla[1] la modernización de los centros escolares, la profesionalización de los maestros y directivos, el bienestar y desarrollo integral de los alumnos, la formación de los alumnos para la vida y el trabajo y la evaluación para mejorar la calidad educativa. ¿Los maestros pueden decir que sea legítima una oposición a estas medidas?
Si el movimiento magisterial está en contra de la forma en que se manejan el SNTE y la SEP sería bueno que esa fuera explícitamente su causa, pero si protestan para echar atrás una alianza que contempla los puntos descritos, parecería entonces que nuestros hijos están “aprendiendo con el enemigo”.



[1] cfr. Documento oficial de la “Alianza por la calidad de la Educación”. En: http://alianza.sep.gob.mx/ consultada el día viernes 19 de septiembre de 2008.

viernes, noviembre 14, 2008

Lo que es mío es mío...

Autor: Martín López Calva
Publicación: La Jornada de Oriente, 14 de noviembre 2008

“No podemos negociar con quienes dicen:
‘Lo que es mío es mío y loque es tuyo es negociable’”.
John F. Kennedy

Al escribir estas líneas se están difundiendo en los medios de comunicación dos noticias contradictorias que coexisten sin problemas en esta realidad dialéctica en que vivimos.
Por una parte se está anunciando con “bombos y platillos” que el ciclo escolar se ha iniciado al fin en Morelos y que los profesores han llegado a un acuerdo con las autoridades respecto al movimiento de oposición a la “Alianza por la Calidad de la Educación”.
Por otro lado se escucha que grupos de profesores inconformes han cerrado por unas horas la Autopista del Sol y se difunden noticias que dan cuenta de que la oposición a esta alianza no ha desaparecido.
En este tema hay muy claramente dos posiciones opuestas y cerradas en la sociedad: Existen las voces de lo que podríamos llamar “las buenas conciencias” que dicen que los maestros no quieren trabajar, que es una vergüenza que se opongan al mejoramiento de la educación y que nuestros hijos estén siendo formados por estas personas a las que se ve en las calles haciendo plantones o incluso incurriendo en acciones agresivas contra policías. Existen también las expresiones opuestas, de la gente que se coloca en lo “políticamente correcto” para ser considerada de vanguardia, “de izquierda” o “intelectual” que afirman que los maestros deben ser apoyados en su “lucha histórica” y que los medios están “distorsionando” la información y criminalizando al movimiento.
Ambas posiciones se enfrentan y se cierran a escuchar los argumentos de quienes piensan distinto, se niegan a aceptar que, como afirmaba Niels Bohr, muy a menudo “lo opuesto a una verdad profunda es otra verdad profunda”. Esta convicción. a la que el pensador francés Edgar Morin llama “la tercera tolerancia” es la que está haciendo falta en estos momentos de tensión en muchos campos de nuestra vida social, entre ellos el educativo.
Porque en el fondo la alianza no es más que el pretexto que está haciendo aflorar problemas históricos no resueltos en nuestro sistema educativo y en ese sentido, podemos afirmar que ambas partes tienen razones y sinrazones que no están siendo debidamente matizadas y pertinentemente negociadas.
¿Quién en su sano juicio podría oponerse a un esfuerzo conjunto que busque la mejora de la calidad educativa tan urgente en nuestro país?
Pero como decía Napoleón: “Un hombre luchará con más ahínco por sus intereses que por sus derechos” y debajo de este conflicto hay intereses creados tanto de la cúpula sindical que ha privatizado una organización que debiera ser manejada democrática y transparentemente para manipularla y enriquecerse con total impunidad, como de la parte disidente que se ha ido acostumbrando a la opacidad y nula rendición de cuentas ante la cual toda evaluación o examen de oposición resulta una amenaza “privatizadora” y ha llegado a ver las plazas como propiedad privada que se compra, vende, renta o hereda, como ha sido fomentado durante años por el sindicato y tolerado por las autoridades.De esta manera es imposible una solución, puesto que el punto de partida es que “lo mío es mío y lo tuyo es negociable”.

miércoles, noviembre 12, 2008

Acércate a tu hijo antes de que las drogas lo hagan

Autora: María Eugenia De la Chaussée Acuña
Publicación: E-consulta, 12 de noviembre 2008

Entre la programación televisiva se observa un spot de “Vive sin Drogas” en el que se encuentran comiendo un adolescente con sus padres. Los padres no hablan mientras comen y posteriormente aparece la frase del título del presente escrito. Sin duda, el mensaje debe hacernos reflexionar.
A muchas madres y padres de familia nos cuesta trabajo establecer un diálogo profundo con nuestros hijos, no sabemos de qué hablar con ellos y cómo hacerlo.
Las relaciones que sostenemos con ellos en la vida cotidiana muchas veces son superficiales y es posible que cada vez interactuemos menos con ellos. Pareciera que nos importaran más las cosas, lo que hacemos o nosotros mismos, que ellos.
Al estar con ellos, estamos físicamente, exteriormente, pero poco sabemos sobre lo qué llevan dentro. Cuando podemos comemos con ellos, nos acompañan a las compras, les pedimos y vemos que realicen las tareas escolares, que se aseen, que duerman, etc. Nos preocupamos por lo exterior, por proporcionarles bienes para atender sus necesidades básicas de vivienda, alimentación, salud, educación, esparcimiento, etc. pero no sabemos en realidad qué llevan en su interior, cómo perciben la realidad y cómo les afecta, qué les preocupa, qué les da sentido a su vida, qué les mueve a vivir, cómo se sienten consigo mismos y con otras personas, cómo se relacionan e interactúan con los demás, cómo deciden, qué valoran, cómo esperan que sea el futuro o cuáles son sus temores. Incluso, quizás tampoco sabemos esto acerca de nosotros mismos.
Debemos reconocer que no tenemos acceso directo y garantizado al interior de nuestros hijos. En su interior pueden proteger y esconder sus pensamientos, deseos, sentimientos, emociones, afectos e intenciones de nuestra mirada y de la de los demás. Si nuestros hijos no quieren, lo que llevan dentro pueden no compartirlo con nosotros.
La situación que estamos viviendo nos debe alertar a hacer algo más por ellos, por nosotros mismos y por la sociedad en general. El aumento en la venta de drogas a niños y jóvenes, la violencia, el alcoholismo, los suicidios, la indiferencia entre las personas, el individualismo exacerbado, el egoísmo, etc., son focos rojos para reflexionar sobre nuestros hijos, su futuro y nuestra relación con ellos. Pero realmente ¿conocemos a nuestros hijos?, ¿qué sabemos de ellos?, ¿cómo nos acercamos y tocamos su interior?, ¿qué temas podemos tratar con ellos?, ¿qué temas les gustaría abordar con nosotros?, ¿cómo abordamos los temas?, ¿cómo empezamos?
Si realmente amamos a nuestros hijos, cada uno busquemos y encontremos la mejor forma de estar cerca de ellos. Intentemos acercarnos lo más que nos sea posible y de varias maneras. Podemos escribir una carta honesta y sincera en la que les expresemos amorosamente nuestro cariño y sentimientos hacia ellos, en donde tratemos algunas de nuestras preocupaciones y nuestro afán por conocerlos y apoyarlos más a fondo en su desarrollo intelectual y moral. También es posible pedirles que escojan algún tema (amistad, noviazgo, amor y desamor, sexualidad, aborto, drogadicción, violencia, suicidios, relaciones humanas, valores, religión, familia, escuela, conflictos, decisiones), decirles que queremos reflexionarlo con ellos, darles algunos días para que lo piensen y posteriormente dedicarles tiempo suficiente tiempo para dialogarlo a fondo con ellos. Otra alternativa es dejarles pegado en el refrigerador, en la televisión o en el espejo que usan, algunas preguntas o alguna frase que les haga pensar. También podríamos escribir un diario en el que expresemos nuestras decisiones y acciones realizadas (con ellos o con relación a ellos), nuestras intenciones, nuestros sentimientos, inquietudes, dudas y pedirles a ellos que lo lean y nos retroalimenten. Como a ellos les gusta usar los chats y el correo electrónico enviémosles mensajes con algunas preguntas.
Mucho más podemos hacer por ellos, hagámoslo.