martes, junio 30, 2009

ESTOS POLÍTICOS SERÁN LOS RESPONSABLES…en busca de estadistas

Autor: Javier Sánchez Díaz de Rivera
Publicación: Síntesis, 30 de junio de 2009

Estamos en un escenario de falta de altura política, falta de imaginación, ya no digamos de falta de compromiso con el país. Envueltos en una creciente violencia, en medio de una crisis mundial y nacional los partidos se obnubilan por las estrategias de propaganda electoral. No dejan de prometer lo que ya nunca podrán lograr y no dejan de criticar aquello que tampoco hubieran podido lograr, faltando a la honestidad intelectual más elemental. ¿quién tiene realmente la receta para la creación de empleo?, por ejemplo. Perdidos en panfletos publicitarios y en su obsesión por el poder, perdieron el horizonte y el sentido mismo de su propio quehacer.
El tema no dejaría de ser un caso más del funcionamiento de la bestia en la historia de la humanidad, sino fuera porque estamos en una situación crítica que pudiera desembocar en una o en múltiples fracturas violentas y una fragmentación de la nación misma. Soy optimista enfermizo y me niego a ser un profesional de la desesperanza, pero no puedo dejar de constatar que estamos realmente al borde.
Lo más lamentable es ver a la clase política, diputados, senadores y muchos gobernantes, perdidos en los pasillos de sus intereses y de San Lázaro haciendo cálculos mezquinos como los de Manlio Fabio Beltrones de sugerir la vuelta de la compra de propaganda política para futuras elecciones. ¿Cuál será el móvil de tal sugerencia? La reforma electoral tuvo deficiencias, pero ciertamente el acotar la presencia en los medios, para evitar que las elecciones las gane el dinero no fue una de ellas.
¿Qué estaría pensando Calderón al negociar con los gobernadores priistas y con el SNTE el apoyo para su pasada elección? ¿Qué estará pensando López Obrador al brincar entre partidos y haciendo despropósitos como el de Ixtapalapa? Mientras tanto el PRI al acecho con los mismos actores de entonces, con los mismos poderes ocultos.
El pragmatismo político está hundiendo al país, desesperando a los ciudadanos y creando un sentimiento profundo de desesperanza. ¿Es realmente impensable desear, no la aparición de caudillos iluminados, sino de estadistas?. Políticos con sentido de la honestidad intelectual, capaces de ver al país antes que sus intereses partidarios, capaces de acordar con todas las fuerzas políticas aquello que nos urge, capaces de imaginar soluciones estructurales a nuestros problemas. La demagogia en torno al tema del empleo o de la recaudación fiscal entre otros ¿no exigen un acuerdo serio de los partidos? No nos hubiera venido mal que Calderón rebasará por la izquierda, pero no lo hizo y se quedó varado en sus acuerdos con los poderes fácticos. No nos hubiera venido mal un IFE que remendará sus errores, en particular los que le fueron inducidos desde la partidización de la elección de consejeros, pero fue nefasto desacreditarlo a la manera que se le desacreditó.
Si los políticos no tienen los tamaños para estar más allá de sí mismos. Si los partidos no tienen la filosofía política que les permita estar más allá de ellos mismos. Si los líderes no tienen la altura de enfrentar los poderes fácticos o de trascender sus propias aspiraciones de poder personal, no sería exagerado el responsabilizarnos de la catástrofe que se nos avecina por la falta de un pacto nacional profundo. Son los responsables, por su banalidad y su miopía y por su incapacidad de sacrificar incluso sus triunfos electorales en función de sembrar ideas de futuro, poco comerciales ahora, en función de formar una ciudadanía en lugar de apabullarla con consignas sensibleras.
El movimiento del voto nulo me parece una iniciativa teñida de desesperanza. Celebro la resistencia que supone, y respeto la decisión libre y consciente que entraña, aunque no suscribo su propuesta por estéril, por tener como eje, como centro y como final el día de las elecciones. En todo caso requiere complementarse con un plan de futuro. Puede ser la provocación necesaria para comprometer a los candidatos a un programa profundo de reformas y sobre todo de otro estadio moral de hacer política. Es cierto que necesitamos entre muchas cosas que se cumpla con el pliego petitorio ya muchas veces aludido de una u otra forma: reelecciones de diputados y presidentes municipales; plebiscito y referéndum; segunda vuelta electoral; disminución del número de diputados y senadores; incluso el voto blanco oficializado en las elecciones posteriores…pero sobre todo necesitamos estadistas capaces de tener un horizonte que les permita quebrar el pragmatismo…¿o acaso hemos perdido de tal modo la fe en el ser humano, que ya no es esperable que al menos unos cuantos quieran, puedan ir más allá de jugar el juego?

Educación ciudadana y voto nulo

Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, 30 de junio de 2009


“Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie”
Eduardo Galeano. “El libro de los abrazos”

El hartazgo ciudadano frente a la cada vez mayor lejanía de los partidos y los políticos de las necesidades sociales, ha generado un movimiento creciente de promoción del “voto nulo”, el “voto blanco”, el “voto por independientes” e incluso la abstención.
A menos de una semana de las elecciones intermedias el eco de este movimiento en los medios y entre los ciudadanos está incrementándose. La primera reacción de un ciudadano promedio ante esta propuesta, puede ser la de apoyo emotivo o visceral, producto de la cadena de desilusiones vividas en los últimos tiempos en la vida política del país.
Sin embargo, en el campo de la formación ciudadana de los estudiantes es necesario complejizar el análisis de este fenómeno.
La educación de la ciudadanía en nuestras escuelas debe aprovechar esta circunstancia social para generar reflexión seria y análisis fundamentado sobre lo que implica vivir en democracia y la necesidad de un ejercicio inteligente, crítico y responsable de cada persona.
Algunas distinciones básicas que habría que hacer en esta formación de los futuros ciudadanos serían:
-Que el ejercicio libremente decidido del “voto blanco”, del “voto nulo” y del voto por candidatos independientes es una manera legítima de expresión ciudadana.
-Que es necesario saber distinguir claramente el contenido, la forma y el mensaje implícito que tienen estas tres opciones.
-Que la abstención, por el contrario, es una evasión de la responsabilidad ciudadana salvo que se trate de una expresión claramente difundida de un mensaje de protesta organizada.
-Que en cualquiera de los casos, se debe reflexionar más allá de lo emotivo el efecto real que tendrán estas expresiones en la vida política nacional, considerando a qué partidos, tendencias o candidatos pueden beneficiar y si el mensaje será realmente leído por los destinatarios.

miércoles, junio 17, 2009

¿Y la influenza?

Autor: Gerardo Reyes Guzmán
Publicación: E-Consulta, 17 de junio de 2009

De 1918 a 1919 se expandió la llamada gripe española por todo el mundo y cobró más víctimas que las registradas en la primera guerra mundial. Exactamente cuando la conflagración terminaba, la influenza española alcanzaba su cúspide. Se sabe que se ocultaron bajas a causa de la enfermedad entre los soldados de los países contendientes para evitar distorsionar estrategias de combate. Se supo que surgió al mismo tiempo en China, Norteamérica y España, y que por su rápida expansión, no se pudo identificar el lugar de origen. Sin embargo, se calcula que la pandemia cobró 21.5 millones de víctimas mortales; tres cuartas partes tuvieron lugar en Asia, siguiéndole Europa, Norteamérica y África. La epidemia se esparció alrededor del mundo a través del transporte de personas y mercancías por barco y ferrocarril. La mayor parte de los afectados fueron jóvenes de entre 20 a 40 años; los síntomas se manifestaban por pulmonía, dificultad para respirar, color de la piel azul rojizo, así como pústulas en pecho y espalda. La enfermedad era fulminante; en un máximo de dos días se perdía la vida y en muchos casos, los enfermos caían fulminados como si hubieran sido alcanzados por un proyectil. Posteriormente, entre 1957 y 1958 la gripe asiática mató a 1 millón de personas; de 1968 a 1969, la gripe de Hong Kong aniquiló a 36 mil más. Entre 2002 y 2003, el SARS (Severe Acute Respiratory Sindrome) se diseminó por 26 países e infectó a 8 mil 98 personas, de las cuales 774 perdieron la vida.
De hecho la comunidad científica mundial esperaba ya la aparición de un ataque de influenza en alguna parte del mundo. Para ello se han preparado varios países, principalmente en Europa Occidental y los Estados Unidos. Sólo en este sentido se entiende el impacto a nivel internacional que causó el encabezado del periódico El País, diciendo que la gripe porcina golpearía a uno de cada diez europeos. Según el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDE), tan solo Francia posee 33 millones de tratamientos contra la influenza para atender una población de 55 millones. En contraste, México con una población de 105 millones cuenta solo con 1 millón.
Así, de mediados de abril a la primera semana de mayo de 2009, la capital de nuestro país y el Estado de México fueron el epicentro de una epidemia al que los medios llamaron primero “gripa porcina”, después “gripa mexicana”, “gripa de Norteamérica”, etc. hasta que la Organización Mundial de la Salud decidió bautizarla como influenza A H1N1. El A H1N1 tiene un genoma conformado por hemaglutinina (H1) y neuraminidasa (N1), cuyo origen se ha rastreado en el virus de la gripa del cerdo.
La aparición del virus mostró que México no está preparado para afrontar una emergencia de esta magnitud. Solo se pudo identificar un extraño aumento de casos de neumonía atípica a principios de abril, que se interpretaron como una prolongación de influenza estacionaria. La razón no reside en falta de planeación, ni documentos, ni manuales o instituciones. Para ello está por ejemplo, el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) o el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenavece) que depende del Indre o el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). Se cuenta también con el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza. Es más, en el sexenio pasado se llegaron a hacer simulacros para afrontar emergencias a partir del SARS en Asia; pero conforme se redujo la amenaza, se le restó importancia al problema. La incapacidad del Estado se debió por un lado, a la falta de recursos y a la insuficiencia y precariedad de las instalaciones de salud pública, así como al abandono de la investigación y formación de expertos. Al asignar el presupuesto para Salud, el gobierno en turno ha dado preferencia a programas de corte político, como por ejemplo al Seguro Popular. Ello ha significado castigar con menos dinero público al Indre, al Cevanece y al INER. Como consecuencia, se dejaron de comprar vacunas, modernizar y habilitar nuevos laboratorios, así como equipo en general; se cancelaron programas de capacitación y se suspendió el apoyo a la investigación.
Lo anterior no permitió enfrentar la emergencia con la capacidad requerida, principalmente a partir de tres problemas estructurales: a) Contradicciones en las declaraciones de las autoridades de Salud y los medios, b) Falta de capacidad técnica, de infraestructura e imposibilidad para atender al público y c) Estrecha relación entre las víctimas y su condición socio-económica. La ausencia de laboratorios, personal capacitado y equipo de investigación, impidieron que el gobierno mexicano identificara el virus y su grado de letalidad. Se sabía por fuentes externas que se trataba de una cepa nueva compuesta por gripa porcina, aviar y humana. Lo mismo ocurrió para poner en marcha las medidas de emergencia. Las autoridades no pudieron estimar la peligrosidad del virus, controlar la posible pandemia y manejar la información, lo cual contribuyó a causar pánico y escepticismo entre la ciudadanía. La contingencia sanitaria significó un severo golpe a una economía (restaurantes, entretenimiento, turismo y sector porcícola), cuyo PIB ya había caído en 8,2% al primer trimestre de 2009. A diferencia de la solidaridad que provocó el temblor de 1985 en la sociedad civil mexicana, la influenza A H1N1 atomizó al ciudadano, quien a toda costa evitó el contacto, por miedo a infectarse. Ello no solo dio pie a discriminaciones, sino a rumores, pero lo más grave, a la desacreditación de personas y mercancías procedentes de México a nivel internacional. En controversia sobre el origen del virus, la prensa llegó a señalar a las Granjas Carroll (empresa productora de cerdos), ubicada en Veracruz, las condiciones insalubres en que opera la firma desde hace años; mientras que otras fuentes apuntaron que había surgido en un laboratorio. El segundo punto tiene que ver con la falta de suministro de medicinas, insuficiencia de hospitales públicos, camas y espacios para tratar a los afectados, así como personal médico capacitado. La autoridad insistía en apegarse a normas de higiene, evitar la automedicación y permanecer aislado, pero no se encontraba lo elemental: antivirales (Tamiflu y Oseltamivir), cubrebocas, médicos, gel desinfectante, atención gratuita, etc. Otros tuvieron que permanecer hacinados en nosocomios junto a enfermos con otros padecimientos. Ello nos lleva al tercer aspecto. No se dio un seguimiento riguroso a los casos comprobados de muerte por influenza A H1N1, y por tanto, no se pudo saber a ciencia cierta su velocidad de propagación y daño. En muchos casos, como lo documenta el especial que publicó la revista Proceso (3 de mayo de 2009), la gente que pereció había sido dada de alta, no fue atendida a tiempo o murió por otras causas. Se dio preferencia a derechohabientes del IMSS independientemente de los síntomas, por lo que se intuye, que las víctimas fueron aquellas que carecían de recursos para atenderse en un hospital particular. Al 13 de mayo, se ya contabilizaban 60 muertes y 2446 infectados por la influenza A H1N1 en México y para mediados de junio eran ya 7038 infectados con solo 113 decesos confirmados; escenario lejano a las apocalípticas pandemias del pasado. Como por arte de magia se dispersó la amenaza del virus y se levantaron las medidas de emergencia. Pero la pesadilla dejó secuelas calculadas en una caída de -8,4% del PIB en el segundo trimestre de 2009, punto a partir del cual se espera el rebote económico; es decir, se tocó fondo. La influenza amenazó con regresar en la época de invierno, pero el ciudadano medio ya le perdió el miedo.

lunes, junio 01, 2009

Economía de propinas y cooperaciones

Autor: Guillermo Hinojosa Rivero
Publicación: E-Consulta, 1 de junio de 2009

Según los libros de texto, la actividad económica consiste principalmente en producir bienes y servicios que serán intercambiados por dinero. Pero existe una zona gris de la actividad económica en la que el dinero cambia de manos sin que necesariamente se obtenga un bien o un servicio a cambio, al menos no uno que desee adquirir quien da el dinero. Es la economía de las limosnas, las propinas y las cooperaciones.

Existe un continuo de actividades en esta zona gris: en un extremo está el limosnero que simplemente extiende la mano sin ofrecer nada a cambio. En el otro extremo está la extorsión, eufemísticamente llamada 'cooperación para la vigilancia', que cierta policía ejerce semanalmente a hogares y negocios a cambio de no amenazar con un posible robo. Entre esos dos extremos hay una gran variedad de actividades de la zona gris de la economía.

Muy cerca del extremo de los limosneros simples están los limosneros de ocasión, que aprovechan los días festivos y las fechas patrióticas como pretexto para pedir algo de dinero. La navidad, la calaverita, los reyes, la madre, el amor, la independencia, el cinco de mayo, el aguinaldo, etc.

Después vienen los que podríamos llamar cirqueros de esquina: tragafuegos, acróbatas, saltimbanquis, ilusionistas, prestidigitadores, quienes en el breve tiempo que dura el rojo del semáforo llaman la atención, preparan el escenario, ejecutan un acto más o menos sorprendente y solicitan la 'cooperación' de los automovilistas.

Vienen después quienes nos hacen un servicio, generalmente inútil e indeseado, a cambio de una cooperación. Los limpiavidrios de las esquinas son los más visibles. Pero los más inútiles son los franeleros que con una cachucha negra se posesionan de un pedazo de banqueta, del estacionamiento del banco o de la farmacia, le echan un ojito al coche, 'ayudan' con la maniobra de salir del estacionamiento y piden cooperación. Una vez que un franelero se adueña de un estacionamiento y acumula cierta antigüedad, puede arrendarlo a otro. En los estacionamientos de los grandes centros comerciales existen organizaciones muy jerarquizadas de franeleros en las que los novatos de nivel inferior deben pagar cuota a los superiores para poder, digamos, trabajar.

En el mismo nivel de los franeleros están los 'empacadores' de los supermercados. La administración del supermercado les otorga el privilegio de las bolsas para empacar la mercancía. Si usted quiere tomar las bolsas y empacar, lo mirarán feo y lo harán sentir mal. Lo propio es dejar que el empacador guarde la mercancía en las bolsas que él considere convenientes y darle algunas monedas en agradecimiento.

Los franeleros y los empacadores ¿son una forma de caridad o de explotación? Los administradores de las grandes plazas comerciales ¿son bondadosos o explotadores al permitir que en sus estacionamientos operen las organizaciones de franeleros? ¿Hemos de alabar a los dueños de los supermercados por permitir trabajar a los empacadores? Podemos sospechar que se trata más de explotación que de caridad. Si ocurre el robo de un automóvil en una plaza comercial, el administrador debería responder; tendría que comprar un seguro que cubriera los robos que ocurran en su propiedad. En lugar de comprar un seguro, les pasa el costo a sus usuarios que deben dar propina a los franeleros. Los dueños de supermercados que quisieran dar un buen servicio deberían contratar empacadores para ahorrarles trabajo a sus clientes. En lugar de eso permiten trabajar a ancianos y niños y le pasan el costo al cliente.

Otra categoría en la zona económica gris está formada por aquellos que deben proporcionar un servicio y reciben un salario por hacerlo, pero esperan una propina por hacer las cosas bien. Aquí están los despachadores de gasolina y los meseros. No sólo los meseros regulares de restaurant sino los meseros que atienden a los invitados de un festín. Sin duda también aquí hay más explotación que caridad. Los dueños de gasolineras, de restaurantes y los contratistas de banquetes pagan poco 'pero ahí tu búscale'. Quien paga a final de cuentas son los clientes y los invitados que subvencionan a dueños y contratistas permitiendo que paguen mal a sus empleados.

La joya de la corona es la 'Cooperación para la vigilancia'. Aquí ya no se trata de dar un bien a cambio de la propina, sino de evitar un mal por no darla; extorsión policiaca en el mejor estilo gangsteril. Por supuesto también existen jerarquías en las que los 'vigiliantes' que semanalmente ordeñan sus calles asignadas deben pagar cuotas a los superiores que a su vez pagan a los suyos. Los 'vigilantes' deben pagar, además por la compra de los talonarios de boletos que entregan a cambio del dinero.

¿Dónde hemos de ubicar a quienes piden dinero en las esquinas no para ellos sino para una causa? Pueden ser las misiones religiosas, la huelga, los estudiantes rechazados, etc. Llama la atención que en este grupo estén diversos grupos de paramédicos y rescatistas que uniformados, con credencial al cuello y un vehículo estacionado piden la cooperación para su organización. ¿Quién instituyó esos grupos que no les da presupuesto para operar o, peor, incluye en su presupuesto el boteo callejero de sus voluntarios? ¿Son grupos gubernamentales o privados?

¿Cuánto dinero se mueve en limosnas callejeras, propinas a franeleros, a gasolineros, a meseros, a empacadores, cooperaciones a misioneros, a rescatistas y a policías vigilantes? Quizá algún economista interesado en esta zona gris pueda hacer el cálculo. Lo cierto es que es un impuesto alto que pagan los ciudadanos por ir a cualquier lado, por comprar cualquier cosa, y por vivir en cualquier calle.