martes, febrero 22, 2011

Un empeño que sigue valiendo la pena

Autor:José Rafael de Regil Vélez, datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 17 de febrero de 2011

     Hay algo que puede resultar todavía más conmovedor que la cara abstraída de un niño recorriendo vorazmente las páginas de un libro mientras su mente vaga por las historias que alguien le cuenta y que hoy pueden ser tan vivas como la imaginación lo permita: el rostro de un adulto igualmente absorto recorriendo los pensares y sentires a los cuales las grafías lo remontan.
      Y con-movedor está aquí dicho en lo más puro de su significado: lo que mueve en común. He visto a más de uno sentirse invitado a leer cuando otro lo ha hecho y comparte ideas, imágenes, historias con alguien más.
      Provocar la lectura es incitar no a reconocer grafías sino a inquirir en el mundo todo lo que desde allí nos habla de nosotros mismos, de lo que somos, de lo que podemos ser, de lo que soñamos ser…
      Hoy como ayer hay un empeño que sigue valiendo la pena: animar a niñas y niños, a mujeres y hombres a que no pierdan la inquietud por penetrar el mundo, por ver más allá de lo que a simple vista las cosas presentan; alentar a preguntarle a las cosas por qué vale la pena ser humano, porqué si por doquier pareciera haber malas noticias deberíamos seguir andando la vida rezumando humanidad; convocar para hablar de estas cosas con las otras y los otros que hoy como ayer han encontrado en lo que les rodea un universo de posibilidades, incluso las que abruptamente aparecen cuando se experimentan el absurdo, el fracaso, la muerte…
      Y en ese dialogar con los demás aparece la lectura como puente que distingue porque une y une porque separa lo que mujeres y hombres han encontrado lleno de significado para movilizarse día a día. En las letras Homero lleva al reconocimiento de sí en las peripecias de su Ilíada y su Odisea, Dante al recorrido de los propios infiernos o Dostoiewsky a la senda de los avatares de la culpa.
      Con no menos fuerza Aristóteles y Platón son buenos compañeros en las andanzas en torno a las preguntas sobre lo que puede dar sentido cuando irrumpen los claroscuros de la existencia o un científico como Hawking cuenta su breve historia del tiempo.
      El ser humano es curioso, preguntón y dialogador… Hay en el acto de leer una mezcla sugerente de estos elementos que abre a las personas a ser eso: las personas que pueden ser. Empeñarse en el fomento a la lectura es algo que bien sigue valiendo la pena.

MEJORA DE LAS ESCUELAS Y CONVIVENCIA

Autora: María Isabel Royo Sorrosal,datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Puebla, 20 de febrero de 2011

     En Octubre del año anterior se presentaron los resultados del Acuerdo de Cooperación entre México y la OCDE para Mejorar la calidad de la educación en las escuelas mexicanas. Numerosos expertos de varios países de América y Europa trabajaron durante dos años para llegar a los resultados que presentaron en varias publicaciones,  entre ellas el libro  Mejorar las Escuelas: Estrategias para la Acción en México.
     La semana pasada en la Ibero Puebla se llevó a cabo un diálogo académico sobre las recomendaciones elaboradas  a partir de las constataciones halladas en aquel estudio. Sylvia Schmelkes, Presidenta del Consejo Asesor OCDE sobre Gestión escolar y  Política     Docente en México, señaló la importancia de la evaluación formativa de los docentes para mejorar la enseñanza, así como la relevancia del liderazgo de los directores de escuelas, y la prioridad de los aprendizajes de los alumnos. Junto a estos logros técnico-profesionales que son imprescindibles alcanzar en cada institución de educación básica, la investigadora Cecilia Fierro expuso la necesidad, también fundamental, de favorecer  la convivencia escolar. Las  investigaciones de diferentes países del mundo y de la Red Latinoamericana que trabaja sobre esta problemática, evidencian que el ambiente de la escuela y de sus aulas impacta directamente en el logro académico de los niños y jóvenes.
     El reto está en buscar el liderazgo  en el primer responsable directo de la escuela –el director-, pero también unir a éste el liderazgo de otros responsables internos a ella como son los  profesores y los alumnos. Para realizar estos cambios educativos y sociales no podemos olvidar otros líderes que están fuera de la escuela: los jefes de sector, supervisores, asesores técnico-pedagógicos así como los padres de los alumnos.
Si reconocemos con Adela Cortina que los seres humanos somos estructuralmente morales, no resultará extraño recordar que un proyecto o empresa humana, para que prospere, necesita  cohesión y confianza entre sus miembros. Las adecuadas relaciones entre los maestros, padres, compañeros o vecinos, es decir, entre  las personas implicadas en el logro de unos objetivos alcanzarán una sinergia capaz de hacerlos realidad. Al mismo tiempo, la  paz es condición y una consecuencia de ello.
     Construir  cohesión, confianza y  paz  en nuestras escuelas es el camino para mejorarlas. En la medida que trabajemos unidos por este objetivo común, trascendental y estratégico que es el aprendizaje de nuestros niños y jóvenes, estaremos responsabilizándonos de nuestro futuro como país.

La educación en puebla: ¿transición o alternancia?

Autor: Martín López Calva, datos del autor haz cklic aquí
Publicado: Síntesis Puebla, 13 de febrero de 2011

     "Hay que separar los intereses del sindicato de las decisiones de la educación. La educación de México no requiere tener al frente a un gran intelectual o un gran educador, sino a un gran desindicalizador en el sentido que hemos apuntado: dar al gremio lo que es del gremio y a la escuela lo que es de México, a saber, una educación de calidad."
     El cambio de gobierno estatal en Puebla con la novedad de la llegada de una alianza de partidos hasta ahora de oposición, obliga a preguntarnos si se tratará de un mero cambio de nombres, rostros, personas y equipos de trabajo o de una verdadera transición hacia una organización social y política más democrática, justa y equitativa.
     En el campo de la educación es evidente que a pesar de que se han realizado esfuerzos para mejorar la calidad de la formación que ofrecen nuestras escuelas, sigue siendo urgente una reforma profunda del sistema educativo puesto que como afirmaba bien Albert Einstein: "El principio de la locura es continuar haciendo las cosas de la misma manera y esperar obtener resultados diferentes".
     No es posible esperar que haya cambios significativos en la calidad educativa de nuestro estado si no se realiza una reforma de fondo en la manera en que están siendo seleccionados, formados, evaluados y promovidos los docentes así como en la forma en que se está realizando la gestión de los centros educativos.
     Un elemento esencial para esta reforma es lo que Castañeda y Aguilar Camín señalan como la necesidad de "desindicalizar" las decisiones tendientes a la mejora de la calidad de la educación: "Dar al gremio lo que es del gremio y a la escuela lo que es de México". Ya señalaba desde hace años Latapí que las mejores intenciones de mejora de los docentes y directores escolares quedaban siempre atrapadas entre dos muros prácticamente infranqueables: el del sindicato y el de la SEP.
     ¿Estará la Educación en Puebla a las puertas de una verdadera reforma, de una transición hacia un modelo que ponga las condiciones para una verdadera mejora de la calidad o simplemente en la antesala de una alternancia en la que "todo cambiará para seguir igual"? El tiempo y las decisiones que se tomen desde el inicio de este nuevo período gubernamental traerán la respuesta.


Tierra de Héroes

Autora: Celine Armenta.datos del autor haz clikc aquí
Publicado:  Puebla on line, 14 de febrero de 2011

     Como en cualquier sobremesa dominguera, en las de mi casa —la casa de usted— solemos tejer sueños guajiros: la dieta tan pospuesta suena factible con la panza llena; y mudarnos a otro país, gracias a la bolsa acumulada de Melate, no parece lejano si no tomamos en cuenta los minúsculos momios.
     Mudarnos a otro país se ha vuelto tema recurrente entre quienes pueden irse con cierta seguridad económica, quienes lo ven como su único futuro, y por supuesto entre quienes no pueden siquiera planear, y avanzan hacia las fronteras empujados por necesidades básicas. Y a todos ellos nos sumamos, al menos de vez en cuando, los demás.
     Yo lo he pensado varias veces. Unas, fríamente: entonces busco y respondo a ofertas de trabajo, y envío solicitudes y currículos. Otras veces lo he gritado al calor del coraje y la impotencia: para escapar de los abusos, la corrupción, la violencia y la falta de solidaridad de los conductores que me echan el auto por el puro placer de aterrorizarme; o de quienes tiran basura por la ventanilla del auto; se estacionan en segunda y tercera fila; o incluso atropellan y huyen. Lo he pensado para escapar de las elecciones saboteadas, de los sindicatos voraces, de los ríos apestosos, de la inequidad, la prepotencia. Para escapar de un México al que le he dado más de lo que razonablemente puedo esperar de él.
     Mientras viví en Puebla York —así se llama, ¿o no?—, me parecía tan verosímil quedarme por allá que, sin temor a perder la oportunidad, opté un día por volver a esta Puebla de Zaragoza a cumplir lo que yo planeaba como un compromiso de dos años. ¡Que se convirtieron en doce!
     Pero el pasado siente de febrero terminé con este recurrente pensamiento de emigrar. Sucedió en la casa de ustedes —o sea mi casa—, cuando atónitas y airadas por el despido de Carmen Aristegui, nos pusimos a fantasear una vez más sobre dejar el país.
     La plática avanzaba con mayor realismo que otras veces; si en vez de comprar Melate ahorrábamos su costo… y si además vendíamos esto y esto otro; si conseguíamos un trabajo adicional, y si allá nos poníamos a hacer chileatole —que en Puebla York se vendería bien, de eso estamos seguras— nos podríamos ir de una vez por todas. Y escapar de este país que nos hace pegar tantos corajes.
    Pero entonces, al sopesar ganancias y pérdidas, promesas y riesgos de la migración, caímos en la cuenta de que, si nos vamos, estaremos perdiendo la oportunidad de convertirnos en héroes. En cambio, si nos quedamos, casi tenemos aseguradas las palmas martiriales y la corona de laureles. Y decidimos quedarnos porque suena interesante eso de la heroicidad. Así, en vez de invertir en la mudanza, decidimos mandar a hacer sendos pedestales y resignarnos a padecer heroicamente; porque eso está al alcance de todos.
     Hay otras naciones para vivir como héroes, pero jamás las incluiría entre mis destinos. Prefiero definitivamente sumarme a la legión de héroes mexicanos.
Carmen Aristegui, hoy día, encabeza la fila de los exaltables, o sea de aquellos a quienes se les puede levantar ya un monumento y llevarle ofrendas florales. ¿Quién la exaltó a ese estado? Los malos del cuento, que en nuestro México lindo y querido abundan.
     Carmen hacía su chamba; la hacía bien. Dijo lo que les toca decir a los profesionales de la comunicación —aunque muchos en su lugar prefieren actuar como profesionales de la adulación— y en remake del contubernio entre poderes político y económico que en Puebla se ensañó sobre Lydia Cacho, fue despedida y públicamente acusada de algo feo pero increíble. No hacía nada peligroso, no ponía al gobierno en riesgo, no amenazaba la estabilidad social, pero la ley del capricho del más fuerte se impuso y la mandó al martirio.
     Lo que sucede luego es que los malos se ven peor haciendo sus berrinches; todo mundo se entera de sus miedos, sus amenazas y chantajes, sus malas mañas, su intolerancia. Y en la medida en que se desprestigian, hacen crecer al héroe que quisieron destruir.
     Nomás por eso me quedo en México. En otras latitudes seguramente extrañaría el intenso sabor de la adrenalina. Aquí, en cambio, sobran frentes para alistarme y oportunidades para que mi congruencia y cumplimiento del deber enfurruñen a algún poderoso quien hará el ridículo a la vez que me consagra como héroe.
     Carmen Aristegui ocupa la plaza del héroe del momento, y quienes la apoyamos comulgamos de su heroicidad. Hay tantos paisanos antagonistas y antihéroes, villanos, cobardes y enfermos de poder, y tantas lacras y entuertos que resolver, que ningún héroe quedará sin chamba de inspirador y sin pedestal, para hoy y para la historia.

La educación en valores como educación para la democracia

Autor: Martín López Calva. datos del autor haz clikc a quí
publicado: El Columnista, 16 de febrero de 2011.

"Democracia: Es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística"
Jorge Luis Borges.
La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.
Charles Bukowski)
     En el ámbito escolar y universitario de nuestros días se habla mucho de la necesidad de "educar en valores", de que la moral "regrese a la escuela" como tituló Latapí uno de sus libros al respecto-, de que los niños y jóvenes vuelvan a educarse en lo que es bueno y lo que es malo.
     Sin embargo este clamor por volver a incluir la formación valoral en las escuelas y universidades que es compartido por autoridades, profesores, directores y padres de familia, significa muchas veces una especie de indoctrinación en la que se enseñe a los estudiantes "los valores" que se consideran como universales para vivir una vida individual honesta, recta y responsable.
     Muy rara vez se relaciona educación en valores con formación social, con desarrollo de la conciencia de vivir en sociedad y de las herramientas básicas para convivir de manera democrática construyendo la justicia junto con los otros.
     Sin embargo, desde una perspectiva ética compleja y acorde a nuestros tiempos, es necesario asumir que todo lo valoral es social y todo lo social es valoral.
     Lo valoral es social desde la perspectiva de que cada proceso de valoración y decisión de un sujeto humano individual está siempre mediada e influida por los condicionamientos económicos, políticos y culturales de la sociedad en la que vive.
     También lo valoral es social en tanto que toda valoración y decisión se hace de manera situada, es decir, dentro de un contexto socio-cultural específico. No se puede hablar de valoraciones o decisiones abstractas sino de procesos de valoración y decisión en unas condiciones sociales concretas y siempre dinámicas.
     Pero más allá de esto, lo valoral es social en tanto que el ser humano, "estructuralmente moral", es al mismo tiempo "estructuralmente social". La estructura valorativa del ser humano es intersubjetiva y no puede realizarse ni potenciarse si no es en relación con otros sujetos y en relación con la sociedad en la que se vive.
     El fundamento de lo moral o lo ético es precisamente, según afirma Edgar Morín, el hecho experimentable en cada persona de que los seres humanos no vivimos para sobrevivir, sino que sobrevivimos para vivir, vivimos para vivir. Este vivir para vivir significa vivir para disfrutar de la vida y de un proyecto de felicidad personal, pero también implica que este proyecto de vida se oriente a ayudar a vivir a otros, a dar vida a los demás.
     En este sentido, lo ético o lo moral tiene que ver necesariamente con la convivencia y con la construcción de una convivencia democrática en la que todos puedan aspirar a este vivir para vivir a partir del compartir la vida, del ayudar a vivir a otros.
     Ningún proceso, estructura o institución social son a-morales, es decir, no pueden estar al margen de lo moral. Tenemos así sociedades, estructuras o instituciones humanas "más o menos morales" o "más o menos inmorales" pero no podemos tener sociedades o instituciones a-morales, es decir, que sean axiológicamente neutrales, que no tengan en su modo de funcionamiento una carga valoral específica que puede ser humanizante o deshumanizante, justa o injusta, libre o esclavizante.
     Lo social tiene una carga axiológica puesto que la sociedad funciona con base en ciertos valores aceptados convencionalmente o impuestos por los grupos de poder formal o fáctico. Lo axiológico tiene una carga social puesto que toda valoración afecta de un modo u otro el funcionamiento social y por ello todo proceso de valoración y decisión debe hacerse siempre pensando en el impacto que tendrá en la sociedad.
     Finalmente, lo social es valoral en el sentido en que parecen inseparables la educación cívica y la educación moral, es decir, toda educación para la convivencia ciudadana es una educación moral en el sentido que forma para determinados modos de convivir en sociedad, del mismo modo que toda educación en valores es una educación social. Es por ello que actualmente muchos autores desarrollan el término "educación para la ciudadanía" o "educación ciudadana" para hablar de educación valoral, puesto que todo lo valoral tiene un componente político-social.
     Es así que afirma la filósofa española Montserrat Payà que es "preferible educar para la reflexión que no para la sumisión; para la crítica que no para la aceptación pasiva: para la participación que no para la abstención".
     Desde esta perspectiva, la educación en valores tiene que contribuir a que la sociedad democrática deje de ser una "superstición muy difundida" como lo afirmaba Borges para tratar de formar personas capaces de convivir dialógicamente con los demás y de comprometerse en la construcción de instituciones que promuevan una organización social verdaderamente promotora de la participación y la equidad.
     Porque en la situación del México de principios del siglo XXI en el que hemos logrado con mucho trabajo construir procesos electorales más o menos limpios y más o menos equitativos, instituciones electorales relativamente autónomas y una conciencia del voto asumida por un buen porcentaje de la población, es mucho lo que todavía hay que caminar para que podamos decir que estamos en un proceso de transición democrática, que nuestro país avanza para dejar de ser un lugar donde los ciudadanos votan y luego "obedecen las órdenes".
     En efecto, falta mucho todavía para poder avanzar hacia una sociedad verdaderamente democrática donde cada ciudadano entienda, desde una ética social y planetaria, que el voto es solamente una de las fases y compromisos de la democracia y que un sistema verdaderamente democrático tiene que ver con la participación activa y propositiva de la sociedad civil en la vida cotidiana y respecto a todos los ámbitos de la vida.
     En este proceso que México tiene que enfrentar, un aspecto muy relevante aunque no el único para lograr esta transición efectiva hacia la democracia es el de la educación. Una educación en valores verdaderamente efectiva tiene que contribuir a la formación ciudadana más allá de reproducir los modos de convivencia pasiva o egoísta vigentes.
     De manera que como dicen Escámez y Ortega, otros célebres especialistas en educación moral: "(...) si el proceso educativo no consigue personas que tengan predisposiciones para interrogar e interrogarse sobre la realidad que les rodea y sobre ellos mismos, predisposiciones para enjuiciar críticamente la información recibida, habría que suprimir lo de educativo".
     Resulta necesario cambiar nuestra visión de la educación valoral para poder contribuir de manera eficaz a la generación de un mejor país. Toda educación genera la sociedad que la genera y si la sociedad pasiva e individualista está generando una educación que no contribuye a la democracia, es hora de asumir nuestro compromiso y tratar de luchar porque desde la educación se rompa el círculo vicioso y se pueda contribuir a regenerar la sociedad en crisis que está generando nuestra crisis educativa.





Esquizofrenia discursiva y educación

Autor: Rúben Hernández Herrera.
Publicado: La primera de puebla, 11 de febrero de 2011.
     Los tiempos actuales, más allá del nominalismo que los califique como tales, o los llamen como los quieran llamar los analistas sociales: modernos, postmodernos, hipermodernos, modernos tardíos, etc., tienen como constante la generación de conocimientos, ideas y discursos múltiples. Igualmente nos damos cuenta de que los monodiscursos o saberes únicos y seguros de otras épocas no tienen ni vigencia, ni fácil aceptación en la sociedad contemporánea. En tiempos no muy lejanos, vividos por una población aún existente, la asistencia a la escuela consistía esencialmente en aprender los conocimientos que el profesor dictaba o transmitía. La seguridad de los conocimientos de los docentes se basaba en que ellos ni habían cuestionado el conocimiento recibido, ni los conocimientos que transmitían a sus alumnos sería cuestionado por ellos. A los alumnos se nos pedía la lección, que consistía en ninguna otra cosa que no fuera la recitación de la lectura; de ahí  “lección”, misma que el docente previamente había adquirido de un texto calificado como clásico, de conocimiento probado y comprobado, del cual no se tenía que dudar. En este sentido se podía tener la seguridad de que la verdad era algo sabido y poseído que tan solo se tenía que difundir, dar a conocer, que no era otra cosa que repetirlo una y otra vez para que los alumnos pudieran enriquecerse. El conocimiento así entendido revelaba la existencia de un mundo que no podía ser más que estático, inamovible, y en consecuencia generador de verdades absolutas e indiscutibles. El acceso a la idea de verdad no tenía mayor esfuerzo que la asimilación de los conocimientos transmitidos. Un mundo así entendido y la idea de verdad que de él emanaba no tenía por qué cambiar, dando seguridad en el conocimiento y sobre todo en el actuar. Pero el hecho es que los científicos y pensadores de los últimos tres siglos se han esforzado en destruir cualquier idealización sobre un mundo acabado y perfecto. El talento humano se hizo crítico, profundamente crítico, y por tal se entiende la negación del conocimiento del mundo que se tenía. En principio, como aseguraba José Ortega y Gasset, ante un mundo así surge un espíritu negativo y nada más, como que no se sabe hacia dónde dirigir los esfuerzos. Pero una vez superada esta situación de inmovilidad intelectual, el paso siguiente es la búsqueda desesperada por encontrar nuevas respuestas a las viejas preguntas y formular nuevas preguntas al viejo mundo. Esta búsqueda no se podría haber dado en tiempos en donde el conocimiento no era una búsqueda, sino una imposición; pero una vez superada esta condición, previas libertades de pensamiento adquiridas y no siempre de forma pacífica, ninguna de las direcciones del pensamiento ha tenido límite: desde los principios de la teología hasta las teorías científicas más atrevidas, han sido revisadas, cambiadas y reformuladas. En menos de un siglo se ha generado más información y conocimientos que todos los generados a través de todos los siglos anteriores. Hay tal desproporción en la generación de conocimientos, que se suele asegurar que actualmente viven más del 90 por ciento del total de inventores, investigadores y en general generadores de pensamiento original que la historia de la humanidad ha conocido, sin que esta escala de conocimiento haya cesado. Y todo esto estaría bien, muy bien, sino fuera porque a la sociedad ni se le preparó, ni está preparada de ningún modo para asimilar el nuevo rostro del mundo cambiante. No son pocas las personas que han preferido seguir como si nada hubiera cambiado, sin querer saber si esto verdaderamente es posible; con una actitud cierta de rechazo hacia esta realidad. Algunos simplemente se adaptan a los tiempos aceptando sin más la diversidad de discursos y conocimientos, eligiendo de ellos lo que mejor les venga y convenga. Otros más se pierden en un océano de conocimientos; contradictorios en algunos casos, diversos en otros, sin confiar en unos y otros. En consecuencia hemos tenido que aceptar una sociedad plural, que tampoco estaría mal si esta aceptación se sustentara en una mayor comprensión de las posiciones ajenas, tolerancia ante la diversidad de opiniones. Lo que ocurre más bien es que la pluralidad en muchos casos está obligando a que unos se cierren ante otros, que la pluralidad de discursos presentes en centros académicos, medios de comunicación, partidos políticos, posiciones religiosas, ha creado en la mayoría de personas una especie de esquizofrenia- entendida ésta como mente dividida-; una esquizofrenia cultural que inhibe la toma segura de opiniones, decisiones y acciones. De las muchas reformas que se tienen que hacer a los modelos educativos, las de la comprensión del pensamiento plural, del discernimiento discursivo, que no sería otra cosa que la comprensión del pensamiento complejo, debería ser prioritaria e ineludible en atención a una sociedad cada vez más dubitativa de sus saberes.









 
 

martes, febrero 15, 2011

Juan Pablo II ¿santo?

Autor: Alejandro Ortiz   
Publicado:  El columnista, 10 de febrero de 2011

     Dentro de la dinámica religiosa católica existe el proceso de canonización mediante el cual la Iglesia decide poner a una persona -que vivió los valores evangélicos-  como ejemplo y testimonio a todos los demás. Este proceso tiene varias partes, pero sobresalen dos, la primera se llama beatificación y la segunda canonización. Para lograr la primera, se deben pasar varias pruebas y trámites, y al hacerlo, la persona considerada "ejemplo" se considera un beato, es decir un bienaventurado (eso significa la palabra beatus), una persona feliz, llena de gracia. Y en la segunda y última etapa -cumpliendo más procesos jurídicos-se vuelve esa persona canon, regla, norma, ejemplo para los demás.
     La teología que está detrás de este proceso implica que el Espíritu de Dios sigue actuando en las personas logrando verdaderas vidas ejemplares que testimonian la presencia de Dios entre nosotros. Sabemos que no se adoran estas vidas sino se veneran, o sea, se les reconoce su estilo de vivir y se ponen de ejemplo para todos los demás. Hasta ahí no hay problema (dentro del campo católico). El problema surge cuando se intentan beatificar a personas que muchos dudan de su vida ejemplar o vivencia de los valores del Evangelio. Un caso reciente ha sido la beatificación de Pío XII el papa que silenció su profecía en la persecución judía por parte de los alemanes, además que firmó decretos y concordatos (a través de sus delegados) con los nazis. Ahora el debate vuelve con la beatificación de Juan Pablo II. Existen posiciones a favor y en contra. Pero para entender estas posturas debemos dar un paso más entendiendo los llamados modelos eclesiales.
     Éstos son diferentes posturas de "cómo" ser y hacer Iglesia. De "cómo" relacionarse con el mundo, con la realidad desde los valores esenciales que nos transmitió su fundador: Jesús de Nazaret. Y aunque estamos de acuerdo con los teólogos que dicen que existen por lo menos cuatro modelos eclesiales diferentes, queremos reflexionar a partir sólo de dos, que considero los más relevantes (además de ser los más mediáticos), aunque sean los dos extremos de la tipología. Podría parecer una visión de blanco y negro, pero no es así, sabemos que para entender la totalidad del "mundo eclesial" debemos comprender también los modelos eclesiales que están en medio de estos dos y que hacen que existan tonalidades en las posturas. El primero modelo eclesial es el de cristiandad y el segundo es el llamado latinoamericano o iglesia de los pobres. En el primero la iglesia se siente madre y maestra, ella es la "sociedad perfecta" la que deben de acudir todos los demás. Alguna vez se dijo desde este modelo "fuera de la iglesia no hay salvación". Se sabe una institución fuerte y por eso es que sabe hacer alianzas con los "poderes del mundo", empezó con Roma y sigue haciéndolo con "nuevos emperadores".
     Sólo recordemos las personalidades "invitadas" a los funerales de Juan Pablo II. Durante la historia es el modelo eclesial dónde sus sacerdotes y obispos son consejeros espirituales de personas como Pinochet, Franco y otros dictadores. Piensa que lo importante es mantenerse vigente en la historia, no importando cómo. Se aleja del evangelio y se acerca al poder como le conviene.  Es la iglesia que debe mostrar en sus vestidos y casas el lujo y honor que se merecen por ser vicarios y representantes de Dios. En cambio en el otro modelo se surge y vive al revés. Es una iglesia que nace de la base, promoviendo comunidades eclesiales de base y dentro de ella el respeto y la defensa de los derechos humanos. Lee más la biblia que el catecismo por eso está más cerca de Jesús que de sus obispos. Le critican su opción por los excluidos y empobrecidos de la historia y sus lecturas críticas en contra de los poderes fácticos de la sociedad actual.
     Sus alianzas son más con las organizaciones civiles y sociales. Y obviamente tienen problemas con los poderosos de este mundo. Por eso intentan matar a sus obispos (como a Don Samuel) o lo logran hacer como en el caso de Monseñor Romero (que por cierto es uno de los casos más lentos de beatificación en la historia), persiguen y asesinan a sus sacerdotes incómodos como los jesuitas en la universidad Centroamericana de El Salvador. Son dos maneras de ser Iglesia, las dos coexisten en la dinámica católica. Algunos viven en el Vaticano, otros viven en los barrios con la gente. Algunos son premiados por cerrar seminarios de avanzada y otros castigados por pensar una teología profética. Algunos viajan en grandes automóviles y otros en transporte colectivo. Unos usan en sus ritos, estolas con hilos de oro y otros con colores del pueblo indígena.
      Debemos ser claros, siempre ha existido desigualdad, pero durante los ochenta el modelo eclesial latinoamericano tuvo mucha fuerza y presencia. Pero fue atacado y golpeado. Hoy el fuerte es el de la Cristiandad. Es el predominante pero no el más coherente. Es el modelo que protege a los pederastas (sólo por tener ordenación sacerdotal) y se persigue con violencia a los teólogos de la liberación (por considerarlos marxistas). Es el modelo que persigue a las mujeres por pensar y a los indígenas por escribir. Es el modelo donde el cambio es un peligro y lo diferente una amenaza. Es donde abunda la jerarquía y donde se obliga a los laicos a la obediencia y nunca a la buena escucha. En el otro modelo pese a que quedan muy pocos obispos de las liberación en el continente (uno en México para ser exactos) existen miles de comunidades eclesiales de base, miles de religiosos y religiosas que siguen optando por un modelo eclesial latinoamericano que busca seguir de más cerca el proyecto de su fundador que sólo quería pan y misericordia para todos, señales de que Dios los ama en los cielos y en la tierra.
     Sabrán entonces, queridos lectores, que es el modelo de cristiandad el que quiere la canonización de Juan Pablo II. Es un agradecimiento "post mortis" a Juan Pablo II. Quieren agradecerle su lucha enfática en contra del comunismo y su lenguaje suave contra el capitalismo. Sus alianzas con Estados Unidos y otras potestades. Y su excelente relación y complicidad con aquellos grupos eclesiales de derecha, como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, que le ayudaron a salir de la crisis financiera después del fraude del Banco ambrosiano y que tuvo que retribuir con dejarles gran parte del poder en la Iglesia y del Vaticano. Para muchos el pontificado de Juan Pablo II fue un "invierno eclesial". Se persiguió más que en tiempos de la Inquisición, se prohibió hablar y enseñar a las mentes teológicas más brillantes de Europa y América Latina. Sabemos que la mano que firmó estas persecuciones fue la de Juan Pablo II pero la mano que primero señaló fue la del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI. Se volvió al Medievo con tecnología de punta. Se ha vuelto una realidad esquizofrénica ya que se persigue lo que se ha creado y se busca lo que se ha alejado. Son tiempos duros y conservadores. Y eso seguirá por un tiempo. Hoy este modelo está lleno de mucha jerarquía pero poco cristianismo. Mucha rabia y poca misericordia. Poca justicia y mucho encubrimiento.
     Es un modelo eclesial más cerca del derecho canónico que de los evangelios. Más cerca de la necesidad institucional que del dolor de la gente. Un modelo eclesial que tiene muchos micrófonos y televisores pero poca espiritualidad. Sólo un obispo de modelo eclesial a favor de los pobres es importante en los medios cuando se muere. Recordemos el caso de Don Samuel. Y aunque algunos obispos se arriesgan a decir que Don Samuel es un ejemplo, nadie de la corriente de cristiandad lo avala, no así los miles de indígenas que se reunieron para decirle un hasta pronto jTátic.
     Aunque no existan los tiempos requeridos para hacer el proceso de beatificación, aunque se dude del milagro que se le atribuye a Juan Pablo II, aunque se dude de su misericordia y actitud evangélica en las decisiones fundamentales para los laicos (muerte y sexualidad), aún así se beatificará en forma rápida a Juan Pablo II. Existen pocas razones teológicas pero muchas económicas y políticas. ¿Será beato JPII? No hay duda, ¿lo merece? es otra cuestión.

    

¿Los líderes nacen o se hacen?

Autor: Alexis Vera
Publicado: Síntesis Puebla, 05 de febrero de 2011

     Esta es una vieja pregunta que me parece sigue dejando qué pensar. Muchos dicen hoy día que los líderes nacen, no se hacen, porque no se puede aprender a tener visión ni a influir en las demás personas como se aprende, por ejemplo, a sumar o restar. Este sector de la opinión con frecuencia comenta que las labores del líder son demasiado complejas para aprenderse en la escuela o en la universidad y que más bien se trata de genética, o de sangre, o de cualquier otro aspecto biológico con el que nacimos, pero no de aprendizaje.
      Muy seguido en nuestras vidas, cuando no podemos explicarnos razonable o científicamente algún fenómeno, tendemos a buscar explicaciones en el Olimpo, en la magia, o en cualquier otro aspecto fantástico que satisfaga nuestra inquietud de encontrar explicaciones a todo. Creo que esto pasa, en parte, con el tema del liderazgo; y tal vez sea porque en el mundo aún no se sabe en realidad mucho sobre el arte y ciencia del liderazgo, y quizás tardemos muchos años más en conocer con precisión el tema. Como en realidad muy poco se sabe hoy sobre las configuraciones internas de los líderes (sobre porqué o cómo piensan y actúan frente a tal o cual situación) también se sabe poco sobre cómo desarrollar estas habilidades en cualquier persona.
     Parafraseando a un importante académico del liderazgo en el mundo actual, Henry Mintzberg, de la Universidad McGill (en Canadá), aunque parezca increíble, en realidad poco se ha estudiado sobre el liderazgo. Y sí, en efecto, suena increíble que no sepamos lo suficiente sobre el tema considerando las importantes consecuencias que tiene para el mundo la intervención de cualquier líder, sin importar del ámbito en el que se desarrolle (público, privado, o no gubernamental).
     Como sociedad por lo general sabemos que el mundo necesita mejores líderes. No sólo en el campo de la política, también –por ejemplo- en el ámbito empresarial y educativo se necesitan personas mejor capacitadas para ello. Prácticamente no hay en la tierra un rincón que no necesite mejorar sus prácticas de liderazgo. Es hasta cierto punto notorio cuando en un grupo social hay un mal líder: prevalece la injusticia sobre la justicia, la discordia sobre la concordia, la ineficiencia sobre la eficiencia, etc. Esto no quiere decir que con un buen líder desaparezcan todos estos problemas, pero sí sugiere que tanto la injusticia, la discordia y la ineficiencia (por sólo nombrar algunos productos del liderazgo) son reducidos significativamente donde hay un buen líder.
     Regresando a nuestra pregunta inicial sobre si un líder nace o se hace, tenemos que –lo que hasta ahora sabe el ser humano- es que un líder fundamentalmente se hace. En efecto, una persona puede nacer con ciertas configuraciones personales que le facilitan la labor de liderazgo (por ejemplo una competencia nata de escucha), pero si no se entrena deliberadamente esta competencia, entonces no se convierte en verdadera fortaleza personal, en ventaja individual o en herramienta eficaz para liderar. Es como quien nace con cierta predisposición genética para la danza pero nunca entrena para ser bailarina; podríamos predecir que la persona nunca llegará a ser bailarina, porque, aunque su configuración genética le permitiría llegar lejos en la danza, su formación y disposición a seguirse educando harán justamente lo contrario.
     En el mundo contemporáneo vemos que la mayoría de los líderes, de cualquier jerarquía, piensan que no tienen nada más qué aprender sobre la práctica del liderazgo. Que el hecho de haber sido elegidos para un cargo directivo implica que ya saben dirigir o que el mismo cargo les pasará por ósmosis todo lo que deben saber hacer para un buen liderazgo. Y aquí no estamos hablando solamente de quienes ocupan su primer puesto gerencial, también nos estamos refiriendo a quienes ya tienen experiencia directiva. En efecto, tal como muchos estudiosos de la disciplina han comentado, el simple hecho de hacer no garantiza el aprendizaje. No porque alguien haya sido gobernador significa que ya aprendió a ser buen gobernador o buen líder.
     Quien quiera ser mejor líder, necesita consciente y deliberadamente hacer esfuerzos para mejorar su práctica de liderazgo. Desafortunadamente, la mayoría de nuestros líderes creen que son productos terminados; que ya no necesitan aprender más al respecto o que mostrarán debilidad si lo hacen.  Me parece que todos, líderes y sociedad, necesitamos madurar y aprender más al respecto.

lunes, febrero 14, 2011

Mejorar las escuelas: Misión imposible

Autor: Martín López Calva
Publicado: E-consulta, 31 de Enero de 2011

     "En los últimos diez años, las comparaciones internacionales sobre el desempeño de los distintos sistemas educativos se han vuelto cada vez más importantes. Los datos muestran que los países pueden llevar a cabo mejoras espectaculares en sus resultados educativos en un período de tiempo relativamente corto, que puede ir desde unos pocos años, hasta una generación. Al mismo tiempo, existen pruebas convincentes de que la calidad y la equidad no se excluyen mutuamente, y de que es posible obtener excelentes resultados para casi todos los estudiantes" .
     Si bien es cierto que la participación de nuestro país en las pruebas internacionales para medir la calidad educativa ha evidenciado los rezagos y carencias que tienen nuestras escuelas, lo que redunda en un nivel muy deficiente de aprendizaje de los niños y adolescentes mexicanos, también es verdad que si se miran desde un ángulo centrado en lo que se puede aprender y mejorar, el análisis de las comparaciones y estándares de estas pruebas puede aportar muchos elementos para construir una reforma educativa real y pertinente para este cambio de época.
     Como afirma el documento de recomendaciones para la Educación en México, publicado por la OCDE con el título: "Mejorar las escuelas", las comparaciones internacionales han mostrado que los países pueden mejorar de manera muy notable sus resultados educativos en tiempos relativamente cortos, es decir, que la mejora de las escuelas es una "misión posible" y al alcance de los países que se toman en serio el desafío de brindar una buena formación a sus nuevas generaciones y apuestan consistente y auténticamente por la educación como una vía para promover condiciones de desarrollo económico, social y cultural.
     El documento en cuestión analiza dos grandes campos de transformación en los que nuestra sociedad y gobierno deberían trabajar si quieren unirse al grupo de países que han logrado estos cambios en un plazo máximo de una generación. Estos dos grandes campos son el de la "profesionalización de la docencia" y el de la construcción de un "liderazgo y una gestión escolar de excelencia".
     Contar con cada vez mejores formadores para garantizar que lo que sucede en el aula apunte hacia aprendizajes significativos y desarrollo de competencias para la formación integral de los alumnos y garantizar desde la gestión de los directores que la organización escolar facilite estos procesos por su forma de funcionar, tomar decisiones y orientar los esfuerzos conjuntos son las dos claves que plantea este documento para poder aspirar a una reforma educativa eficaz.
     En cuanto al primer campo de recomendaciones, la OCDE plantea la necesidad de: "reforzar la importancia del papel que juegan los docentes; determinar estándares claros de la práctica docente; garantizar programas de formación inicial docente (ITP, por sus siglas en inglés) de alta calidad; atraer mejores candidatos; profesionalizar la selección, contratación, y evaluación de docentes; y vincular a los docentes y su desarrollo profesional de forma más directa con las necesidades de las escuelas" .
Con respecto al segundo campo de recomendaciones, este documento propone: "redefinir y apoyar un liderazgo y una gestión escolar de excelencia; consolidar el papel de los directores escolares fijando estándares claros; proporcionando formación, selección y contratación profesionales, facilitando una autonomía escolar con estructuras de apoyo y garantizando la participación social…"
     Con el fin de promover el diálogo y el debate sobre este documento y sus implicaciones para la educación en México y con el deseo de aportar elementos que formen opinión entre los educadores, directivos, padres de familia y personas interesadas en el cambio educativo para la transformación social en México, la Universidad Iberoamericana Puebla organiza este 10 de febrero de 8 a 14:30 hrs. el "Tercer foro de modelos y políticas educativas" titulado: "Mejorar las escuelas: diálogo académico sobre las recomendaciones de la OCDE: estrategias para la acción en México".
     Con la presencia de investigadores y actores de relevancia nacional en nuestro sistema educativo como la Mtra. Sylvia Schmelkes que impartirá la conferencia magistral de apertura y dos paneles orientados a analizar los campos de recomendaciones ya mencionados –profesionalización de la docencia y liderazgo y gestión escolar-, este foro será una extraordinaria oportunidad para pensar juntos en la "misión posible" y urgente de mejorar nuestras escuelas.

Sugerencias para poner al día nuestra educación superior

Publicdao: E-consulta, 31 de Enero de 2011 

     Lo que ahora sucede en las aulas y laboratorios de nuestras universidades no es muy diferente de lo sucedía hace 50 o 60 años; no sólo antes de la web, antes incluso de las fotocopias. Quizá la mayor diferencia es que ahora se usan presentaciones power point y antes se usaban rotafolios o proyectores de transparencias. Claro que los planes de estudio se han actualizado y la bibliografía ha cambiado, pero los currículos son los mismos: una rejilla de materias que se repiten regularmente cada semana con un cierto número de horas dedicado a cada materia de la profesión que se trate. El proceso educativo sigue siendo el mismo: los maestros vienen, dan su clase, dejan trabajos, ponen exámenes y asignan calificaciones. Los alumnos atienden, toman apuntes, preguntan dudas, estudian y responden los exámenes. ¿Así está bien? ¿Esa es la forma definitiva de formar profesionistas?
     Como zombies, las universidades y las instituciones de educación media superior, siguen haciendo automáticamente lo que siempre han hecho sin mirar lo que tienen alrededor. Su reacción ante el tsunami educativo que viene es de estupor. Basta una tarde de exploración en la web para descubrir decenas de modalidades educativas que se utilizan para la formación y actualización profesional. La educación universitaria que conocemos, la que se sigue impartiendo como si la web no existiera, está obsoleta. Aun los ‘cursos online’ mediante ‘Moodle’ o ‘Blackboard’ están ya en camino de la obsolescencia.
     Los cursos formales están desapareciendo. En su lugar encontramos ‘webinars’, video conferencias, ‘white papers’, certificaciones online, exámenes online, grupos de interés anidados dentro de las redes sociales, ‘video on demand’, ‘live streaming’, libros y revistas electrónicas, tutoriales, pizarrón compartido, infografías y otras novedades que surgen cada día.
     Ya no es necesario estudiar y memorizar; los e-readers, las tablets, los smartphones, permiten tener en la mano, accesible en segundos, cantidades inimaginables de información. Lo que sí es necesario es poder aprovechar esa información.
Una de las características más atractivas de mucha educación disponible en la web es su caracter autoadministrado; ni los contenidos ni los tiempos son compulsivos. El aprendiz tiene absoluta libertad para seleccionar lo que quiere aprender y cuánto tiempo le dedicará.
     Por otro lado, los planes de estudio de las universidades, la planeación e impartición de la enseñanza se siguen haciendo como si nada de lo anterior existiera. En los planes de estudio se define qué y cuándo debe estudiar cada quién dándole un mínimo o nada de libertad al aprendiz. Los maestros y las autoridades educativas tienden a considerar los recursos en la web como un estorbo y buscan maneras de excluirlos mediante prohibiciones. No les falta razón: la web es una interferencia poderosa y una amenaza que acabará por destruir la educación que conocemos.
Una educación profesional pensada para aprovechar la web podría incluir cursos como:
     -Fuentes de información especializadas para los contenidos o necesidades de cada profesión
     -Técnicas de investigación en la web.
     -Recursos de autoinstrucción en la web
     -Comunidades virtuales de aprendizaje
     -Elaboración de material multimedia relacionado con la profesión
     -Localización, selección y resumen de información sobre los temas de la profesión.
     .La lectura y comprensión del idioma inglés, en el cual se publica la inmensa mayoría de la información de cualquier profesión.
     Las competencias de cualquier profesión en este momento deben incluir:
-Solución de problemas de la profesión utilizando información confiable disponible en la web
     -Elaboración y presentación multimedia de propuestas de trabajo
     -Uso de laboratorios y simuladores virtuales
     -Manejo de juntas y encuentros virtuales
     -Elaboración colectiva de documentos
     -Uso de los recursos en la web para el trabajo profesional
      El papel de los maestros debe cambiar: aquellos que tienen algo original que decir porque han investigado o pensado por su cuenta podrán generar sus propias publicaciones y dar conferencias para quien quiera oírlas. Aquellos maestros que conocen bien la información relacionada con la profesión perderán su papel principal de intermediarios entre los libros y los estudiantes para convertirse en guías y mentores de los estudiantes. 
     Esto ya se ve en la educación extrauniversitaria, la que pagan las organizaciones para sus ejecutivos. La capacitación se realiza mediante procesos de ‘coaching’, ‘mentoring’ y discusión de casos reales ajustados a las necesidades de la empresa. Las organizaciones son cada vez más renuentes a pagar capacitación consistente en clases dadas al estilo universitario.
     Muchos proyectos educativos en la web y la educación extrauniversitaria en general nos facilitan percibir la diferencia entre dos funciones que cumplen las instituciones educativas: la función de enseñar y la función de certificar. Por ejemplo cuando el MIT pone a disposición de todo el mundo sus cursos, textos y videos incluidos, está enseñando a cualquiera que deseé aprender. Pero por más cursos que haya tomado un internauta, el MIT no lo certificará. Algunas instituciones educativas como Harvard cobran a quien quiera leer su material educativo y tampoco emiten certificado alguno; Harvard se responsabiliza de la calidad de su material pero el aprovechamiento es responsabilidad del cliente. Otras instituciones ofrecen gratuitamente instrucción de excelente calidad pero cobran a quien quiera certificarse. Aun otras, no ofrecen instrucción pero sí cobran por emitir certificaciones a quien quiera tener un documento que acredite sus competencias.
     La educación universitaria actual intenta cumplir esas dos funciones cuya confusión produce graves malentendidos sobre la calidad de las universidades. En el momento de impartir clases, la universidad enseña. En el momento de emitir el título o licencia profesional, la universidad certifica que el estudiante es capaz de ejercer una profesión. Pero el único criterio que tiene la universidad para emitir esa certificación es que el estudiante aprobó todos los cursos y realizó un examen final o tesis. Los malos entendidos se producen porque se confunde la calidad de la enseñanza con la competencia profesional de los egresados.
     Las organizaciones que venden capacitación, online o en vivo, simplemente cobran por impartir el curso pero no certifican que quien lo haya tomado tenga nuevas competencias o habilidades. Quien quiere una certificación debe pasar por un proceso diferente a la mera enseñanza. Sería una locura que las empresas de capacitación certificaran a todos sus estudiantes con el único requisito de haber estado en su curso. Pero algo así es precisamente lo que hacen las universidades.
     Quizá es tiempo de que las universidades separen esas dos funciones que ya están separadas en otros ámbitos educativos. Por un lado pueden enseñar a quien quiera aprender algo y por otro lado pueden certificar a quien quiera cumplir los requisitos. 
     Pueden vender enseñanza y pueden vender certificados sin que necesariamente los clientes de un proceso sean los del otro. Pueden incluso vender capacitación para obtener la certificación que emita un tercero.
     La revolución de las comunicaciones representada por la web ha traído una interminable variedad de nuevas formas de educar. A la luz de esas novedades vemos mejor lo que debe cambiar de lo antiguo. Como siempre, lo nuevo altera el entorno, y lo antiguo debe evolucionar para sobrevivir. Lo antiguo en este caso es nuestra educación superior que no puede permanecer igual que los últimos cincuenta años.
     Para resumir, las propuestas básicas de este texto para poner al día nuestra educación superior son:
     Convertir a la web en la principal fuente de información técnica, científica y humanista para todas las profesiones.
     Enseñar a los futuros profesionales a encontrar la información que necesitan y a convertirla en soluciones prácticas y en nuevo conocimiento.
     Las universidades deben revisar todo su proceso educativo, no sólo los contenidos de los cursos.
     Avanzar en la separación de las dos funciones de la educación superior: enseñanza y certificación.

¿Sólo ficción?

 Autor: Betzabé Vancini Romero
Publicado:Puebla on Line, 31 de Enero de 2011 

     Desde hace ya varias décadas, las temáticas policiales y justicieras inundan las pantallas de televisión y cine. Son incontables las series de televisión que desde la década de los setenta abordan temas relacionados con la justicia en su más amplia variedad. Sería fácil caer en la trampa de pensar que en el fondo, todas estas producciones, adineradas o no, tratan sobre el mismo tema. Sin embargo, aún cuando las series médicas, policiacas y todas aquellas relacionadas con la adolescencia y juventud estadounidense –como One Three Hill, The O.C., y ahora la muy afamada Glee- son best-sellers televisivos, aquellas que abordan temas policiacos han encontrado una mayor gama de posibilidades, no sólo en cuanto a disciplinas y tecnología involucrada, sino en cuanto a la ‘vanguardia’ de sus temáticas, héroes y villanos.
     La línea narrativa ha sufrido diversos cambios desde aquellas series donde los detectives eran los más astutos héroes que se enfrentaban con sofisticados y también brillantes villanos. Posteriormente, durante la década de los noventa principalmente, hubo un giro dramático en la temática: surgieron y tomaron auge series como Nash Bridges, Pacific Blue y La Ley y el Orden que presentaban detectives mucho más humanos, conflictuados personalmente por su trabajo. Los villanos característicos de esta época de la televisión eran afroamericanos convertidos en violadores, asaltantes a mano armada, asesinos iracundos, etc. En gran medida esto generó un estereotipo sobre la población negra en Estados Unidos, incluso pulularon los “reality shows” del corte de Cops.
     Durante la década pasada y meses después de los ataques del 11 de Septiembre, series como 24, marcaron la pauta para temáticas de investigación y detención al terrorismo. Por supuesto, atrás habían quedado aquellos grandes terroristas y espías rusos y en su lugar se colocaban ahora personajes de procedencia árabe, inmigrantes radicales que atacaban    Estados Unidos –sí, porque todo siempre pasa en Estados Unidos- al servicio de su religión y obedeciendo a sus  más profundos principios fundamentalistas. Algunos análisis sociológicos eran partidarios de la idea de que estas series de televisión reforzaban un estereotipo negativo sobre los árabes y que propiciaban incluso actitudes de discriminación. Fueron frecuentes las detenciones injustificadas en los aeropuertos de personas con características de medio oriente. La televisión norteamericana, como era de esperarse, defendió a capa y espada su idea de “es sólo ficción”, sin embargo, en la trama de las series no dejaban de mencionarse términos como “terrorismo”, “árabe” e incluso “Al-Qaeda”. Hacia los últimos años de esa década, los programas se hicieron cada vez más sofisticados y se podían tener distintas visiones de un mismo tema en cuanto a homicidios, tema que parece ser la fascinación de la televisión norteamericana. Series como Without a Trace, CSI, Criminal Minds, The Mentalist, Cold Case, Chase, etc., se volvieron favoritas del público, no sólo estadounidense, dejando muy atrás aquellas otras producciones de décadas anteriores con líneas de investigación bizarras como Los Expedientes Secretos X, aunque ésta, según dicen, encontró su sucesora en Fringe.
     En el escenario actual se abren otras posibilidades. Personajes con los que el público se ha identificado y ha tomado como nuevos héroes, y más allá de eso también la factibilidad de descubrir nuevas formas de investigación, como en el caso de series como Lie to Me o White Collar, ambas de la cadena FOX. No obstante, lo que quizá debería preocuparnos un poco a los mexicanos, es que en la vanguardia estadounidense hay nuevos villanos. Sí, la mayoría, inmigrantes procedentes de Latinoamérica, y particularmente mexicanos vinculados con el crimen organizado, venta de estupefacientes y el tráfico de personas.      Tema actual, sin duda, pero que ocasiona que muchos ojos volteen hacia México como un nido de delincuentes y criminales. ¿Será una coincidencia la ley SB1070? Quizá deberíamos tomarnos un momento para reflexionar al respecto, pues si bien la ficción ha tenido una función fundamental en el entretenimiento y en el sentido americano de “justicia”, también lo ha tenido al servicio de la paranoia, sobre todo, como bien señalaría Giovanni Sartori:  en  una  sociedad teledirigida.


jueves, febrero 10, 2011

Primero la teoría luego la práctica: tentación irresistible

Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco
Publicado: E-consulta, 01 de Febrero de 2011
 
     Hace unas semanas me inscribí a un taller para profesores. Se supone que un taller es más práctico que teórico. Las primeras diez horas incluyeron ocho horas de "teoría" y a lo mucho dos horas de práctica. Hago un paréntesis para aclarar que la acepción de "teoría" que se maneja aquí es el conjunto de conocimientos necesarios para llevar "algo" – lo que sea – a la práctica; acepción que difícilmente se encontrará en un diccionario pero que permea constantemente la práctica educativa tanto de los profesores como de los estudiantes.

     Sigo con el ejemplo del taller. En esas ocho horas de "teoría", el instructor se la pasó hablando de todo lo que veríamos el resto del taller, tuvimos dos ejercicios de media hora y retroalimentación sobre cada ejercicio, de media hora también. Las diez primeras horas fueron una introducción a las siguientes treinta horas del "taller"; esto es, 25 % del tiempo fue introducción.
     El segundo módulo no fue tan diferente y para el tercer módulo abandoné el taller. A pesar de que entre módulo y módulo (de diez horas cada uno) teníamos que ejercitarnos con un compañero para practicar, no pude resistir estar sentada tantas horas viendo diapositiva tras diapositiva y escuchando la explicación del contenido de cada una de ellas.
     Desafortunadamente, este caso se repite constantemente en las aulas desde hace muchísimo tiempo. Haga usted memoria, ¿en cuántas de sus clases el profesor se pasaba el tiempo hablando para que usted sólo apuntara y después, si era necesario, lo llevara a la práctica con algunos ejercicios? Otras preguntas: ¿Sabe cuántas veces, para hacer una práctica de laboratorio, el profesor tiene que explicar primero la "teoría"? ¿Sabe usted que cuando un profesor pide a sus estudiantes un ejercicio sin explicitar los conocimientos necesarios para ello, los estudiantes protestan y afirman que el profesor no sabe y que no prepara su clase?
     ¿Cómo se puede hablar constantemente, en el medio educativo, de aprender haciendo y de aprender a aprender, si en la realidad no sucede? Hay dos supuestos muy fuertes que influyen en este problema: 1) que el profesor, quien domina el saber de su disciplina, es quien debe enseñar al estudiante y 2) que para poder llevar a la práctica el conocimiento, primero hay que saber la "teoría". Por tanto, es una tentación casi irresistible, que un profesor empiece su clase con una exposición de conocimientos; que después resuelva uno, dos, tres, cuatro problemas o ejercicios para que por último, los estudiantes hagan ejercicios por su cuenta.
     Yo no creo que primero se deba aprender la "teoría" para después poder llevarlo a la práctica. Creo que la práctica y la "teoría" se retroalimentan mutuamente, nos llevan a un proceso más rico y aprendemos conocimientos cuya probabilidad de permanencia en nuestro bagaje es mayor que si sólo escuchamos y repetimos.
     Yo apuesto por las combinaciones, pues un cambio radical en el esquema del trabajo de docentes y de estudiantes, puede ocasionar caos y obstaculizar el proceso. Hay algunas posibilidades, de acuerdo a cada tema y de acuerdo al objetivo de aprendizaje:
    Que el profesor y los estudiantes resuelvan ejercicios con la ayuda de un texto y que aunque el profesor domine los conocimientos guíe al estudiante a buscar respuestas.
     Que el profesor diseñe experiencias de aprendizaje de tal manera que los estudiantes, por equipo, tengan que investigar para poder generar productos tangibles, como el prototipo de una máquina, un video, un blog, un sistema, etc.
     Que el estudiante proponga alguna práctica de laboratorio o un trabajo de campo relacionados con algunos de los temas de su programa.
     Que el profesor o los estudiantes seleccionen o simulen escenarios lo más parecidos posible al campo en que los estudiantes se desempeñarán laboralmente en un futuro que formen parte de la vida cotidiana.
     Para bajar la presión, de vez en cuando se pueden intercalar entre las actividades anteriores una que otra exposición, pues es el ambiente que más conocen los estudiantes – y en el que la mayoría de los profesores se sienten más seguros pues no hay incertidumbre en los resultados y en el proceso.
     Desde luego hay que considerar que las actividades sugeridas hacen suponer una evaluación diferente también, ya que no se trata de que el estudiante repita lo que el profesor le diga, sino que debe expresar de manera clara lo que hizo y lo que aprendió de ello.
     Por último, sólo la famosa y sabia frase de Albert Einstein: "La locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes"

La innovación en las escuelas

 Autora: Sofía Reynoso Brito y Teresa Eugenia Brito Miranda 
Publicado: La primera de Puebla, 01 de febreo de 2011
     La escuela es una de las instituciones que cambian muy poco. Por ello, los niños y adolescentes la encuentran cada vez más alejada de sus intereses. Se dice con frecuencia que los niños de hoy son muy distintos de los de hace 20 ó 50 años. De ahí que la pregunta que nos hacemos es si es posible hacer innovaciones o cambios en la escuela y por dónde se puede empezar. Un tema muy complejo pero es posible poner algunos puntos sobre la mesa.
     Cuando se trata de distinguir entre educación tradicional y educación innovadora, se piensa en ellas como si fueran opuestas. Sin embargo resulta que lo tradicional no es tan viejo y lo innovador tampoco es tan nuevo. ¿Es posible que haya innovaciones dentro de la escuela tradicional? Depende de lo que consideremos que es la educación tradicional. Si por escuela tradicional entendemos un espacio en donde las bancas están acomodadas viendo hacia el pizarrón y el maestro es el que dirige al grupo, asignando tareas y transmitiendo la información que él mismo elige, y los alumnos tienen pocas oportunidades de participar activamente y tomar decisiones, entonces se puede hablar de la necesidad de innovar dentro de lo tradicional. Depende del rol que tome el maestro al dirigir el trabajo, si deja de dictar y esperar que los alumnos reciban información, ya estará innovando.
    La innovación se asocia también con la introducción de un medio, particularmente tecnológico. Sin embargo, como dicen los especialistas, aunque los medios son necesarios, no son en sí mismos los que revolucionan el proceso educativo. Lo que va a cambiar la educación es la manera de utilizar el medio. Podemos poner ejemplos de políticas educativas en donde se ha intentado que el medio haga el cambio, pero que en realidad no ha contribuido a una verdadera innovación educativa. Es el caso de la “Enciclomedia”.
     La duda está en que realmente esté revolucionando el método utilizado, y que con ella se logre una mayor calidad educativa. Ya se implementó el programa y no se logró el cambio que se esperaba, pero el gasto ya está hecho. Sin embargo es posible que a partir de ese medio se pueda buscar un cambio, una verdadera innovación. Será un proceso más largo. Para dar este paso es necesario que los directores, los maestros, los padres de familia y también los alumnos reflexionemos acerca de qué manera se puede aprovechar este medio para mejorar la calidad educativa, analizar si soluciona el problema que se tenía antes y de qué manera se puede utilizar la innovación para avanzar.
     Algo muy importante a considerar es que los involucrados suelen resistirse a los cambios que parecen amenazar las seguridades básicas, sobre todo cuando no se han entendido suficientemente o cuando son obligados a cambiar sin ser considerados en etapas previas a la operación. Es fundamental abrir espacios de reflexión, donde los profesores sean capaces de cuestionar las propuestas, así como su propia práctica docente. Se requiere que analicen las necesidades que podrían estar solucionando con la innovación así como las nuevas necesidades que surgen al introducirla. El observar cuidadosamente las resistencias nos ayuda también a entender cómo se pueden abordar mejor las innovaciones y a que los docentes las comprendan y sientan la necesidad de llevarlas a cabo.
     Los especialistas hablan de al menos tres perspectivas a considerar en una innovación: la tecnológica, la política y la cultural. Dichas miradas nos pueden ayudar a interpretar y comprender mejor los procesos de innovación. En la educación es importante considerar la visión que tiene la comunidad sobre sus necesidades, e involucrarla en el proceso de cambio, la mirada cultural es esencial.
     A nivel de aula la pregunta sería: ¿Quién es un profesor innovador? Aquel que tiene pasión por lo que hace y logra contagiarlo, hace de la innovación algo cotidiano en el aula. Se preocupa por conocer lo que otros han hecho para entender lo que se hace de cara al futuro, al mismo tiempo que se deja guiar por su sentido común para promover el aprendizaje en sus alumnos. El énfasis lo pone en la preocupación por cada de sus estudiantes. ¿Es posible esto cuando las condiciones no son favorables? La cuestión no es simple. Sin embargo, conocemos casos de maestros que han desarrollado estas características en circunstancias adversas.
     El corazón de las innovaciones educativas, está en sus actores. En el aula de la escuela básica, los actores principales son los docentes porque son los promotores y guías del proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo la gestión juega también un papel central. Si los directores no confían en sus docentes, los espacios de creatividad se reducen.
     Si queremos que nuestros niños y adolescentes no cambien la escuela por las calles y sus riesgos, es necesario que reflexionemos sobre los cambios e innovaciones que pueden marcar la diferencia en sus vidas. Como directores, docentes o como padres de familia necesitamos participar en innovar la escuela.