jueves, octubre 27, 2011

La educación frente a la violencia


Autor: José Vicente Hurtado Herrera
Publicado: en Lado B, 25 de octubre de 2011

     La violencia es una realidad que nos está agobiando a los ciudadanos de este país, una situación que todos los días se nos hace presente en noticias, en acontecimientos delictivos que van dejando de ser anécdotas ocurridas a otros y que cada vez son más experimentados en carne propia.
     La violencia que vivimos tiene su origen en diversos factores: el narco, la delincuencia organizada, la mala estrategia gubernamental, e incluso la cultura y los valores imperantes. Cierto es que la violencia no representa un dato nuevo para nuestra condición humana, pero tampoco para nuestra realidad como país; la novedad radica en la generalización, en su crueldad, en su sinsentido, en el miedo que va generando en amplios sectores de la población.
     La violencia ha venido, poco a poco, a impactar en nuestra forma de vivir, en nuestros proyectos, en nuestras expectativas de futuro, en las decisiones que vamos tomando. La situación que vivimos no nos deja decidir con serenidad la posibilidad de migrar a otra ciudad, de vacacionar en ciertos destinos, de permitir a nuestros hijos participar en actividades fuera de la ciudad, e incluso de transitar por ciertas carreteras del país. El miedo va ganando terreno en nuestra vida cotidiana.
     Existen diversas posturas ante la violencia que nos invade, posturas que intentan entender sus causas, sus consecuencias, así como proponer algunas alternativas para hacerle frente. Al respecto, la educación se encuentra profundamente retada, comprometida para asumir una postura crítica y propositiva frente al fenómeno de la violencia, pues en sus aulas se encuentran todos los días millones de niños y jóvenes quienes viven la violencia, personas en desarrollo con quienes se puede caminar para generar otra conciencia del problema, para establecer alternativas concretas.
Si la educación realmente está comprometida en colaborar en el proceso de desarrollo de los individuos, y mantiene una confianza plena en que todo lo humano puede ser mejor, puede superarse, puede humanizarse, entonces tiene que actuar en consecuencia y pensar seriamente de qué manera colaborar en contrarrestar la violencia que se respira a diario.
     La educación está llamada a promover una cultura paz, y ello representa todo un reto frente a un contexto que sistemáticamente promueve la violencia. En la misma convivencia escolar encontramos prácticas de violencia, prácticas que se justifican y normalizan particularmente entre jóvenes, quienes argumentan que es propio de su etapa de vida: bromas pesadas, vocabulario ofensivo, exclusión ideológica, física, de clase social. El primer gran reto está aquí, en no solapar o normalizar prácticas que a todas luces son generadoras de violencia.
     Al respecto de lo anterior, hace unos días me sorprendió la actitud asumida por algunos chicos al encontrarse en una actividad escolar que consistió en hacer un recorrido por la ciudad en turibus, un camión de doble piso y descubierto. Estos chicos tenían una fuerte necesidad de divertirse molestando a los transeúntes, arrojándoles cosas, gritándoles, mojándolos, etc. lamentablemente para ellos no fue posible hacerlo por la presencia educativa del profesor. Ellos mencionaban que es divertido agredir a otro (desconocido) y burlarse de él, obviamente hecho en el anonimato, en condiciones en donde no pueda recibir las consecuencias de la agresión. Al respecto me pregunto: ¿de dónde aprendieron estas prácticas? ¿de dónde les nace esta actitud de “gandallismo”, de divertirse a costa de agredir a otros? ¿quién les ha hablado o mostrado la actitud de “arrojar la piedra y esconder la mano”?
     Seguramente todos los actores sociales tenemos parte de culpa en esas “sutiles” expresiones de violencia, desde la familia, los medios de comunicación y la escuela misma. Los chicos de algún lado asumen y normalizan prácticas violentas.
     Los educadores no podemos implementar estrategias ingenuas, limitadas a charlas moralizantes, estamos retados a ayudarle al chico a desarrollar su competencia social, a que aprendan a convivir con otros sin abusar, sin pasar por encima de ellos. ¿cómo asumir educativamente este reto? ¿qué estrategias educativas son pertinentes? ¿qué experiencias exitosas se han implementado en otros contextos? ¿qué investigación debemos generar para diagnosticar la violencia en nuestra escuela y así poder implementar estrategias convenientes?
     Promover una cultura de paz desde la educación, será posible en la medida que los educadores de este país tomemos conciencia que tenemos una responsabilidad urgente que asumir, que es la de colaborar en la formación de mejores personas, de mejores ciudadanos, de personas promotoras de paz, y en esta medida contribuir en la transformación de nuestro querido México.

Homo demens Repensar lo humano en tiempos de violencia


Autor: Alejandro Ortiz Cotte
Publicado: La primera de Puebla, 25 de octubre de 2011

     Nadie duda que sean tiempos difíciles de vivir y duros de comprender. Y no es que no sepamos darle a nuestra realidad una explicación sociológica, política y económica correcta, sino que estas respuestas no satisfacen nuestras preguntas más hondas y vitales. Preguntas que tienen que ver con nosotros mismos, con nuestra humanidad, con nuestros humanismos. ¿Seguimos siendo humanos? Parece ser la pregunta fundante, la inicial, la primera. Si la respuesta es afirmativa debemos preguntarnos entonces ¿qué entendemos ahora por ?humanos??.
      Se supone que el ser humano se distingue de otros seres vivos -que nosotros denominamos ?inferiores?- porque nosotros nos autocaracterizamos de ser ?sapiens? es decir, superiores, por ser capaces de abstraer, reflexionar y pensar. Pero ¿dónde esta lo sapiens en la realidad que vivimos hoy?
      ¿Pueden catalogarse como humanos los responsables de la muerte de 60 niños de las guarderías ABC? ¿Podemos llamar homos sapiens a los sicarios que desaparecen a sus víctimas en acido para borrar toda evidencia? ¿Se pueden nombrar seres superiores a las bandas delictivas que violan a las mujeres migrantes no una sino hasta catorce veces? ¿Podemos llamarnos humanos los que sabemos esto y no hacemos nada?
      Hemos creado un mundo demente y absurdo. Esquizofrénico dirán otros. Estamos enfermos de nosotros mismos. Hemos consentido y aprobado con nuestro silencio y apatía que ganen los victimarios, que se adueñen de nuestros sueños los dictadores. Somos creadores de nuestro propio Auschwitz, de nuestro propio infierno. Los campos de concentración se llaman ahora ?casas de seguridad?, ya no perseguimos a los judíos sino a los migrantes, no se experimenta como los nazis simplemente se tortura siempre creativamente, cambian las cámaras de gas por ?tambos? de ácido, han vuelto a México un gran cementerio clandestino.
      El absurdo le ha ganado al concepto, nuestra irracionalidad es más fuerte que nuestra cordura. Nuestra demencia le ha ganado a nuestra razón. Edgar Morin tiene razón cuando nos denomina homos demens. Hay una fuerte descomposición antropológica hoy. No sabemos quiénes somos, no sabemos si dejamos de ser humanos.
      Alguien dirá estos es una exageración, hoy puedo leer este artículo en paz y no pasa nada. Puede ser cierto o puede ser sólo casualidad. Puede ser que todavía no nos toca, un padre secuestrado, una madre violada, una hermana raptada y prostituida o un hermano encajuelado. Ya no es cuestión si tienes dinero o no, si eres rico y burgués. Ahora todos corremos peligro, todos somos víctimas en potencia. A todos nos cabe una bala perdida.
      Esta realidad es una creación de unos pocos pero es alimentada por millones de nosotros. Necesitamos volver a recuperar nuestra racionalidad y nuestra lógica, tenemos que empezar de nuevo por el principio, como hace miles de años, dónde las sociedades inventaron el ?no matarás? una regla, un mandamiento, una ley que nos permitió por millares de años sobrevivir unos de otros. En esta involución social que vivimos necesitamos recuperar nuestro lado sabio y compasivo, nuestra cara solidaria y amistosa. 
     Debemos recuperar nuestro respeto por la vida humana. Saber y asumir que cuando niego al otro me niego a mí mismo. Que matar es la contradicción humana fundamental. Es la negación total de mi mismo. Aunque es cierto que hoy matar a un ser humano es fácil y muy barato. Y lo peor es que se ve como normal: los niños juegan a matarse, los deportista festejan un gol disparándose, etc. Ya no podemos permitir esta cultura del absurdo. No podemos seguir manteniendo una forma de vivir donde el asesinar sea visto como algo normal y el estar vivo como una suerte de que todavía no te toca.  
      Recuperemos lo que nos hace humanos, recuperemos la ética.
      Tal vez debemos recordar y volver a enseñar los tres argumentos que decía Santo Tomás de Aquino para no matar. Matar es contrario a la inclinación natural de amar y defender la vida. Matar entonces sería un acto ilógico en sí mismo y antinatural humanamente hablando. El segundo dice que la vida individual pertenece de alguna manera a una patrimonio mayor, a un patrimonio común, de esta manera matar sería apoderarse de ese bien colectivo, o en palabras más comunes robarse algo que no es suyo para despedazarlo, aquí la muerte no daña sólo a una persona sino a toda una comunidad.   
     Y el tercer argumento es religioso ya que determina que la vida es un don-regalo de Dios y el disponer de ella sería negar, enfrentar o querer ocupar el lugar de Dios en la historia humana. Enrique Dussel en su libro de ética nos habla que el primer principio ético debe ser la defensa, generación y desarrollo de la Vida en especial de aquellos seres más vulnerables y excluidos. De ahí que nos diga y enseñe: ?todo acto que defienda, promueva y genere vida es un acto bueno? y hoy diríamos ser buenos se ha vuelto una necesidad, no una opción.
      Son tiempos de volver a lo humano en tiempos del horror, son tiempos de volver a la compasión primera y a la ética fundamental. Son tiempos de volver a entrar en razón, antes que sea demasiado tarde.

Exponer los Saberes Escondidos


Autora: Celine Armenta datos del autor haz click aquí
Publicado: e- consulta, 25 de octubre de 2011

     Este día de Muertos Steve Jobs tendrá ofrendas en altares olorosos a copal y cempasúchil y en altares virtuales como los de mis cursos, que también son virtuales. Así será porque millones de mujeres y hombres lo consideramos entrañable y cercano, vecino de un espacio tan genuino como el real, aunque le decimos virtual.
     Lo extraño de este asunto es que ya no  nos extraña, pues nuestra realidad está  más virtualizada de lo que previeron los más audaces escritores de ciencia ficción. Por eso tampoco nos extraña que Rodolfo Ruiz y su credibilidad crezcan gracias a una campaña que pretendía exactamente lo contrario.  Y es que los intentos por controlar, limitar y tergiversar la información pertenecen al pasado.  Esconder verdades o entronizar mentiras simplemente es incompatible con nuestros  tiempos digitales; eso nadie lo duda.
     Lo que quizá no sabemos con tanta claridad es que la gran diferencia entre nuestro presente y los tiempos idos no radica en el incremento en la cantidad de información o en la velocidad con que la obtenemos; radica en  la transparencia de esa información junto a la mejor distribución del saber que, como Foucault reveló, es distribución del poder.  
     Por estas causas,  las distancias y fronteras físicamente inamovibles y rígidas, se relativizan en el medio virtual. Y me refiero a distancias y barreras entre pueblos y naciones, y entre sujetos de una misma sociedad. Las distancias entre gobernante y ciudadano, entre autor y lector, entre sabio y curioso se relativizan y, a veces, hasta desaparecen. Esta es la esencia de nuestro tiempo: el poder del saber ya no se reserva a unos cuantos; ni podrá reservarse jamás.
El tema tiene tantas aristas, que es inútil tratar de sintetizarlo. Es más sencillo recordar la polarización que ha creado entre liberales como Google, y conservadores como  Sarkozy; los unos queriendo digitalizar millones de libros para que todo el mundo los lea, y el presidente francés apoyando una legislación que puede llevar a juicio a quienes descargan música y películas sin respeto a la ley. 
     Similares enfrentamientos se dan en todo tipo de arenas; no sólo en medios de comunicación como este diario virtual. También en la sala de juntas académicas cualquier iniciativa de los entusiastas del internet es atemperada por el escepticismo de quienes esgrimen la vulnerabilidad de los derechos de autor.
     En este contexto se inscribe la iniciativa "Tercera llamada, tercera", que Fernando Valdés, director de la editorial Plaza y Valdés, presentó la semana pasada. Para comprenderla hay que diferenciar la creación literaria de la creación académica. En general, los autores de literatura aspiran a vivir de lo que escriben. En cambio, los escritores académicos solemos vivir de prestar servicios diversos en universidades e instituciones similares. Estos servicios incluyen dar clase, administrar lo académico,  atender y asesorar estudiantes y, además, generar, divulgar y publicar conocimiento. Los académicos no cobramos al estudiante que asesoramos, pues la tutoría es parte de nuestras funciones. ¿Por qué cobrar lo que publicamos?
     Fernando Valdés denuncia la trágica marginación del libro académico que, pese a su potencial para iluminar y hasta solucionar los problemas más serios del país, se edita en tirajes mínimos, y al llegar a las librerías se esconde bajo los bestsellers literarios y los inútiles, y con frecuencia mal escritos, libros de autoayuda.
     Valdés propone publicar en internet  los libros académicos y asegurar el acceso gratuito para todo el mundo. Este conocimiento es, en el mejor sentido, patrimonio de todos y todos deberían de poder leerlo. Además, al publicar en internet, los académicos tendríamos mayor número de lectores, nuestras propuestas se conocerían mejor y seguramente recibiríamos más invitaciones a congresos en México y en el extranjero.
     La campaña de Valdés busca " atender y divulgar con responsabilidad el libro académico con su mercado de consumo; y que los editores de publicaciones académicas comparezcan ante la sociedad del conocimiento e informen de su compromiso al publicar una obra".
     Si la invitación de Valdés halla eco, sobre todo en  las editoriales universitarias, la obra académica dejará las bodegas oscuras, y los polvosos anaqueles de bibliotecas desiertas. No será posible ignorarla cuando se planee la política pública, y el diálogo erudito será un espectáculo público; ya no habrá saberes escondidos. Además, el derecho de autor no desaparecerá; campeará al mismo paso del derecho del lector.  ¡Ya es tiempo de que suceda!

La innovación como estrategia empresarial


Autora : Rocío Barragán de la Parra 
Publicado: Puebla on Line, 25 de octubre de 2011

     Ante la desaceleración económica, los mercados saturados, la competencia desmedida y los consumidores cada vez más exigentes, la organización que quiera prevalecer y distinguirse en el mercado debe apostarle a la innovación como estrategia empresarial.
Cotidianamente se define la innovación como la capacidad de generar valor implementando nuevas ideas: Cuando el bien o servicio es distinto, es decir, tiene un alto grado de novedad; cuando el producto es mejor, en su uso o  en las soluciones que aporta a un problema y cuando esta innovación es reconocida por el cliente, quien está dispuesto a aceptarlo y adquirirlo.
     Normalmente las empresas realizan una evaluación comparativa con la competencia, lo que las lleva a tratar de conseguir los mismo clientes, con las mismas ofertas, capacidades y procesos; por ende gestionan la innovación en dimensiones similares, de manera que corren el riesgo de planearla y administrarla limitadamente al considerarla sólo como investigación para el desarrollo de  productos y no como generadora de ventaja competitiva y sostenible.
     Se suele pensar que innovar es sólo una mejora en la calidad, y si bien asegurarla conlleva a la disminución de errores, a una cultura de previsión y control en los procesos; la innovación tiene un espectro más amplio al asumir riesgos, experimentar, dar saltos cualitativos o cuantitativos, introducir variedad, replantearse la función de la empresa: qué hace y cómo lo hace. Para ello se necesita una mirada diferente, flexibilidad de pensamiento; trabajar organizacionalmente con grupos interdisciplinares, multifuncionales que contribuyan y asuman el compromiso de generar valor.
No se trata de planear la innovación sino de gestionarla; considerarla como un proceso integrador que permea transversalmente a la empresa: su personal, sus procesos, su estructura y oferta de valor en el mercado; trabajar simultáneamente en los productos actuales, haciendo mejora continua para ser eficientes y obtener resultados.
Gestionar la innovación con un enfoque holístico e integrador implica analizar las áreas de la organización para:
     Modificar una o más de sus dimensiones identificando un valor nuevo y sustancial para el cliente y la empresa ya que la innovación por sí misma no  es útil.
     Generar la innovación empresarial en diferentes dimensiones y numerosas formas.
     Analizar sistémicamente la oferta de valor, sus procesos, su presencia y sus clientes.
Mohanbir Sawhney, Robert C. Wolcott  e Iñigo Arroniz del Centro de Innovación Tecnológica de la Kellogg School of Management de la Northwestern University (2005) desarrollaron una minuciosa investigación que fundamentó el diseño del radar de la innovación con doce dimensiones, cuyo puntos de referencia para identificar oportunidades y establecer prioridades son:
     La oferta de la compañía: Los métodos, plataformas o tecnologías comunes que sirven de base para su conformar su cartera de productos y sus soluciones acorde a la necesidad o deseo que satisfacen y considerando el bienestar del cliente y el entorno.
     Los clientes: Su experiencia y la obtención de valor para la empresa, la posibilidad de desarrollar la formula equilibrada de ganar-ganar en consecución del bienestar social y económico de todos los participantes.
     Los procesos que emplea: La organización de las actividades empresariales y operativas; el funcionamiento e implementación de la cadena de suministro implementada más como una generadora de valor para todos los participantes.
     Los puntos de presencia utilizados: La implementación de redes que posibilitan conexiones entre la empresa y sus clientes aumentando el valor de la oferta de la empresa y se  refuerza a través del valor de marca para ampliar sus mercados.
Innovar también supone involucrarse con el cliente, aprovechar el desarrollo tecnológico, para identificar tendencias y oportunidades, crear relaciones duraderas y valiosas; procurar su bienestar, construir una ventaja sostenible y posicionarse en el mercado.
     El esquema organizativo de la empresa puede estimular la innovación, comprometerse con el entorno social, apoyar la formación y cooperación social de los miembros de la organización, de la cadena de valor, de los clientes y de la sociedad.
Cuando una empresa identifica y trata de conseguir innovaciones en dimensiones que la competencia no ha considerado puede transformar el mercado; se concibe como gestora de la mejora continua y posee una estructura flexible que incrementa la motivación, tiene capacidad para establecer redes de intercooperación, estimula el emprendimiento; se concibe no sólo empresarialmente  y ello le permite conectar sus metas e ideales a su personalidad y compromiso social. En resumen, planea e implementa su crecimiento y consolidación a través de la gestión de la innovación.

lunes, octubre 24, 2011

¿Puedo mejorar con una psicoterapia?


Autor: Raúl José Alcázar Olán
Publicado: e-consulta, 20 de octubre de 2011

     Es un hecho. La psicoterapia funciona en un 70-80% de los casos. Hasta hace unos 20 años creíamos que la gente mejora en la psicoterapia debido a las técnicas o el enfoque que usa su terapeuta. Pero eso era una suposición. De acuerdo con los resultados de cientos de investigaciones, hoy sabemos con hechos que la gente mejora debido a cuatro factores principales. El más importante se conoce como "variables del paciente". Este factor es responsable en 40% de que la gente salga adelante con sus problemas. Las características de este factor incluyen la red de amistades con que cuentan los pacientes (apoyo social), sus recursos económicos, las capacidades que han desarrollado a lo largo de la vida para resolver sus problemas (por ejemplo pedir consejos, distraerse, encarar los problemas, ver el lado positivo de las cosas), su tendencia a buscar el bienestar y evitar el sufrimiento, etc. Dentro de este factor un elemento muy importante es que la gente "haga cosas diferentes" a las habituales para resolver sus problemas; es decir, se necesita cambiar en lo que uno hace o lo que uno piensa para estar mejor.
     El segundo factor es la "relación paciente terapeuta", el cual explica en 30 por ciento los buenos resultados de la psicoterapia. Dentro de este factor se incluye que los pacientes se sientan comprendidos por su terapeuta, que perciban a su terapeuta como experto en su profesión y digno de confianza. También debe haber una "alianza" entre el psicoterapeuta y el paciente de manera que la relación sea sólida y permita al paciente notar que cuenta con alguien. Cuando existe una buena alianza los pacientes se sienten entendidos por su terapeuta (empatía).
      El tercer factor se denomina "efecto placebo" y explica en 15 por ciento la mejora de los pacientes. Básicamente se refiere a la creencia que tiene el paciente de que el terapeuta lo va a ayudar a resolver sus problemas. Es decir, que el paciente tiene cierto grado de convencimiento de que lo van a ayudar y eso tiene un efecto positivo que se traduce en mejorar más pronto.
      El cuarto factor es el de las "técnicas psicoterapéuticas" y explica el último 15% de las razones para mejorar en psicoterapia. Las técnicas son los procedimientos que caracterizan a cada enfoque de psicoterapia para ayudar al paciente, por ejemplo hipnosis, relajación, biorretroalimentación, escribir una carta, recordar el pasado, etc.
      Las técnicas y el enfoque psicoterapéutico son un recurso importante para que los terapeutas aprendan a ayudar a la gente. Por eso existen cursos de relajación, hipnosis, terapia breve, terapia familiar, etc. Sin embargo, la aportación principal de las técnicas es fortalecer otros factores: los recursos del paciente, la relación paciente-terapeuta y el efecto placebo. En síntesis. La gente mejora con la psicoterapia debido a sus propios recursos y fortalezas (40%), la buena relación que forman entre paciente y terapeuta (30%), el efecto placebo (15%) y las técnicas psicoterapéuticas (15%).
      Aunque la psicoterapia funciona, se debe encontrar a un buen terapeuta que la lleve a cabo. ¿Cómo saber que un psicoterapeuta es bueno? Es difícil garantizar al 100% que un psicoterapeuta sea excelente en su profesión. La razón es que la psicoterapia consiste en una "relación" entre dos personas: paciente y psicoterapeuta. Es decir, un terapeuta puede ser excelente frente a cierto paciente, pero ineficaz con otros. Sin embargo, algunos consejos para encontrar un buen terapeuta son los siguientes: (1) Busca un terapeuta con base en las recomendaciones de otras personas. Regularmente los terapeutas recomendados tienen cierta garantía de que podrán ayudarte. (2) Averigua los antecedentes educativos y de entrenamiento profesional del terapeuta que te interesa, (3) Averigua qué experiencia tiene el terapeuta tratando problemas como el tuyo. (4) Averigua si el terapeuta pertenece a alguna asociación o institución de psicología o terapia.
      Una vez que encuentres a un terapeuta recomendable, faltará ver si es lo más adecuado para ti. Para ello, algo de lo más importante es identificar cómo te sientes con tu terapeuta. La psicoterapia tiene como base la relación que se forme entre tu terapeuta y tú. Aquí tienes algunos consejos para saber si un determinado terapeuta es lo más adecuado para ti: (1) Te sientes cómodo con tu terapeuta; hay "buena química" entre tú y él, (2) es posible que a veces te enojes con tu terapeuta, pero el enojo no debería presentarse en las primeras sesiones, sino después, y (3) percibes a tu terapeuta como confiable y experto en lo que hace.
      El otro lado de la moneda son los terapeutas poco recomendables. La mayoría de los pacientes que ven por primera vez a su terapeuta pueden empezar a saber si se sienten a gusto o no con él. Un terapeuta poco profesional es el que en la primera entrevista te confronta, te echa la culpa, te critica, se duerme o te hace proposiciones o insinuaciones sexuales. No existe evidencia de que la relación sexual entre paciente y terapeuta ayude para superar problemas, más bien se deteriora la relación y muy probablemente el paciente tendrá más problemas después. En el código ético de los psicólogos no está permitido tener relaciones sexuales con los pacientes.
      En resumen, la terapia realmente funciona. En gran medida el éxito del tratamiento se debe a la participación activa del paciente. Si crees que necesitas a un terapeuta, busca a uno que te hayan recomendado e identifica cómo te sientes con él. Un buen inicio comúnmente significa que el terapeuta es adecuado para ti.


¿Reprivatización de la violencia? Hacia una sociedad integrada


Autor: Mauricio López Figueroa
Publicado: La Primera de Puebla, 19 de octubre de 2011

     En los últimos tiempos, y dados los terribles acontecimientos de violencia de los que somos testigos, se ha dado por cuestionar si el Estado ha fallado en su misión de proteger a la ciudadanía. En las sociedades democráticas modernas, el Estado tiene la responsabilidad de ejercer la violencia solo cuando es necesaria, es decir, solo cuando la dinámica social, el orden o la seguridad nacional se ven comprometidos. No obstante, en la situación actual parece que lo que emerge es lo que Ernesto López Portillo llama la reprivatización de la violencia.
     Me gustaría hacer algunas reflexiones, como ciudadano y educador, sobre al menos dos aspectos de este fenómeno: la imposibilidad aparente del Estado para frenar la violencia sistemática y la respuesta de una sociedad frente a este problema.
Para la mayoría de las personas con un nivel suficiente de información es claro que la existencia del crimen organizado y su prevalencia en la estructura política de nuestro país no es nueva. Los crímenes políticos y los actos de corrupción de la década de los 90 anunciaban la clara emergencia de este problema en un nivel estructural fuerte. En la última década, y a partir de la estrategia gubernamental, ha quedado claro el poder y la capacidad de respuesta y organización que lo cárteles tienen en el territorio nacional, evidentemente esta capacidad y organización no es nueva, pues queda claro que muchos de estos grupos gozan de un arraigo en distintas poblaciones y zonas geográficas porque han aprovechado las carencias de la gente y la indolencia gubernamental frente a sus necesidades.
Lo siguiente es la estructura de seguridad. Para nadie es nuevo que las estructuras policiacas además de insuficientes, poco capacitadas y muy mal pagadas, están penetradas por el crimen organizado desde hace mucho tiempo. Virtualmente, no hay estructura de seguridad, ya sea por la ineficacia, ineptitud y poca preparación de los cuerpos policíacos como por sus altísimos niveles de corrupción. Esto es lamentable, pues mientras en otros países la policía corresponde a un servidor público respetable y con un reconocimiento social, en nuestro país la sociedad no los toma en serio como autoridad social y la mayoría de las veces se les tienen más miedo que a los propios criminales.
Existe la percepción de que el gobierno ha sido superado, pues se espera una respuesta eficaz por parte del gobierno federal, no así de los estados. El punto crítico se encuentra en que el gobierno federal jamás podrá resolver este problema de la reprivatización de la violencia simplemente porque no tiene la capacidad y porque, considerando nuestra organización nacional federada, es una responsabilidad compartida con los estados. Hoy se requiere, para avanzar en la construcción de condiciones de seguridad, acuerdos y estrategias comunes, lo que contrasta con un poder legislativo que se caracteriza por la inmovilidad o lentitud en la construcción de consensos relevantes.
Ernesto López Portillo señala que la reprivatización de la violencia no es un problema de la delincuencia organizada, sino de “un fenómeno mucho más profundo, estructural, social, institucional”[1]. La violencia hoy “tiene permiso”, porque las instancias encargadas de regularla en muchas partes del país están ausentes o muestran una rampante incompetencia. El efecto entonces es que la sociedad civil sucumbe al miedo, abandona los espacios, multiplica las psicosis, pierde la confianza, incorpora el temor a sus estilos de vida, a su cotidianidad. La gente ejerce menos sus libertades por temor, y ese temor está ejerciendo una presión inmensa sobre los actores políticos, los cuales ven mermada su capacidad de orientar al país por un camino franco de desarrollo y para imponer orden.
El problema de la reprivatización de la violencia es complejo y no de fácil e inmediata solución, no depende del gobierno en turno solamente y más bien es manifestación de una descomposición histórica muy relacionada con la pobreza y la inequidad estructural. Mantener a las fuerzas armadas en la calle es siempre una medida indeseable, y si no hay alternativa debe ser una medida provisional.
Mi opinión como educador y profesionista es que hoy más que nunca, más allá de cualquier dogma, es imprescindible renovar nuestras conciencias y asumir y encarnar los valores más elevados; no se trata de retórica, se trata, en mi opinión, de leer en la realidad dolorosa que enfrentamos una señal, una llamada de atención que nuestro pueblo puede y debe aprovechar. Es importante que entendamos esta verdad con todas sus letras: nuestra cultura y nuestra sociedad está enferma de corrupción e indiferencia, y estas condiciones son el medio, el agar, en el que la situación de violencia también se alimenta. Si verdaderamente nos preocupa la violencia el paso, la contribución, que como ciudadanos nos toca dar es dejar atrás la indolencia, la insensibilidad y la indiferencia.
Se aproximan tiempos complicados: el próximo año son elecciones federales y “las piezas del tablero se han comenzado a desplazar” en el juego del poder. ¿Cuál será nuestro papel? ¿Contemplar pasivamente cómo el miedo se instaura de nuevo en nuestras estructuras y en nuestras conciencias? ¿O hacer un frente común desde lo que nos une, no desde lo que creemos que nos separa, para demandar lo que merecemos todos? Todos.

Distinciones y matices: Criticidad y cambio social


Autor: Martín López Calva.datos del autor haz click aquí
Publicado: Síntesis Puebla, 16 de octubre de 2011

     La semana pasada estuvo marcada por varios debates en los medios de comunicación que nos llevan a pensar en la necesidad de redoblar esfuerzos hacia la formación de un pensamiento crítico auténtico en las futuras generaciones.
     Destaca entre estos temas el de la deliberación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación acerca de la demanda de inconstitucionalidad de la legislación para la protección de la vida desde el momento de la concepción en el estado de Baja California.
      Resulta notorio en este caso que en las discusiones entre los actores sociales predominaron las generalizaciones y la falta de distinción y de matices. Las posiciones se polarizaron a partir de definiciones tan difusas como "yo estoy del lado de la vida" o "estar a favor o en contra del aborto".
      Revisando estas posiciones resulta evidente que se puede "estar del lado de la vida" y tener distintas interpretaciones de esta postura ética y que es indispensable distinguir entre -estar a favor del aborto' o "considerar socialmente necesario que se penalice a quienes recurren al aborto como situación extrema. Dos elementos característicos fundamentales de alguien que desarrolla un pensamiento crítico auténtico son precisamente la habilidad para distinguir entre diversos elementos en una situación problemática y la habilidad de matizar las opiniones poniéndolas en contexto.
      En la situación de crisis social en que vivimos es necesario un cambio profundo que necesariamente iniciara con una visión crítica de los ciudadanos sobre los distintos temas que se debaten en las esferas gubernamentales.
      Para ello es indispensable entender que ser crítico no es simplemente criticar sino que la auténtica actitud crítica pasa por la capacidad de hacer buenas distinciones y de construir comprensiones y juicios matizados sobre los temas de interés nacional.
      Solamente trabajando en un pensamiento crítico auténtico podremos contribuir desde la educación al cambio social que requiere nuestra patria.

Apple sin Steve Jobs


Autor:  Alexis Vera, datos del autor haz click aquí
Publicado: Puebla on Line, 19 de octubre de 2011

     Apple ya no cuenta con el genio de Steve Jobs y muchos se preguntan si seguirá siendo la misma compañía innovadora y revolucionaria que fue mientras Jobs estuvo al frente. Hay quienes aseguran que no, porque el genio de su ex CEO (Chief Executive Officer – director general de la compañía) era único e irremplazable. Por otra parte, hay quienes opinan que sí, porque Apple es más que solo Steve Jobs.
     En el mundo corporativo también existen mesías. Personas que salvan empresas y negocios de la bancarrota; del letargo tecnológico; del rezago de mercado, etc. Jobs fue algo así como un mesías para Apple porque la colocó en la cima tras su regreso a la compañía. Recordemos que Steve Jobs fue prácticamente despedido de Apple en la década de los ochenta y vuelto a contratar como director general hacia finales de los noventa. Todos fuimos testigos cómo Apple se convirtió en un líder indiscutible de la industria tecnológica la década pasada, posición que sigue ocupando actualmente. Casi todos atribuyen esos logros al dedo mesiánico de Steve Jobs, quien sin duda fue un hombre de excepcional e inigualable talento, pero, ¿puede un solo hombre revolucionar una industria entera? ¿Acaso no tiene un equipo de trabajo?
     La práctica nos ha mostrado en repetidas ocasiones que un solo hombre puede transformar completamente una organización, para bien o para mal. El ideal de una empresa es que su propio éxito no dependa del talento de una persona exclusivamente porque el día que esa persona se ausente, la compañía se puede derrumbar fácil y rápidamente. En el caso de Apple, que fue transformada positivamente por Jobs en la primera década de este siglo, aún está por verse si realmente el éxito de la compañía dependía de una sola persona o dependía más bien de una forma de organizar y vivir el trabajo, es decir, de una cultura organizacional específica liderada por Steve Jobs. La mayoría de las empresas más exitosas de la historia han sido instituciones con culturas organizacionales sólidas, que marchan bien casi por sí mismas, es decir, que no requieren de mesías para sostener el éxito. Con esto no quiero decir que dichas organizaciones no necesiten líderes altamente talentosos; por supuesto que los necesitan para seguir adelante, pero su éxito no depende de ellos. Tales organizaciones tienden a ser grandes a pesar de sus líderes (cuando éstos son más bien mediocres), claro que ninguna empresa aguanta 100 años de mal liderazgo.
     Sin duda el mundo espera que Steve Jobs haya sido lo suficientemente talentosos como CEO de Apple para desarrollar a una compañía que no dependiera radicalmente de él. Desafortunadamente muchos genios como Jobs no ponen atención al desarrollo organizacional de la empresa como para que funcione en lo colectivo y que no dependa del talento de una sola persona. La mayoría de los líderes/genios están muy centrados en sí mismos y en su propio proceso creativo, y no tanto en el de la empresa. Es decir, no desarrollan una estructura descentralizada que sea lo suficientemente creativa y productiva como para caminar sola. Es probable que Apple sí haya logrado desarrollarse como organización descentralizada durante la década pasada, pero eso aún está por probarse.
     Por estas y otras razones hoy las organizaciones, tanto de sector público como del privado, hablan cada vez más del “empowerment”: facultar a los empleados para que se apropien del puesto y tomen decisiones de manera autónoma; que no dependan todo el tiempo del jefe para actuar. Por tal motivo, el perfil directivo que muchas empresas líderes buscan reclutar hoy día es un perfil más de desarrollador que de líder visionario o genio. Se buscan cada vez más directivos que sepan conformar equipos de trabajo y que sepan desarrollarlos para colectivamente innovar y crear valor; que personas súper brillantes centradas en el trabajo solitario que se sirven de los demás a su cargo. Este tipo de directivos consultan poco y deciden mucho, receta mortal para cualquier organización que pretenda hoy día ser relevante para el mercado o para su comunidad.
Si Steve Jobs además de tener grandes ideas sobre el uso de la tecnología para la vida cotidiana también tuvo grandes ideas sobre cómo desarrollar la empresa que dirigía, entonces me parece que la innovación de Apple seguirá asombrándonos por muchos años más; de lo contrario, es sumamente probable que su magia se extinga en no más de cinco años. 

MÉXICO SABE A VIOLENCIA


Autora: Betzabé Vancini Romero
Publicado: en Lado B, 18 de octubre de 2011


     Tal parece que en los últimos años, nuestro país ha caído presa de la violencia y se ha derramado sangre por doquier. No solamente en lo referente a la “guerra contra el narco” la cual, ha sido afortunadamente ya muy juzgada y expuesta, quizá incluso podríamos referirnos a ella como la guerra que nadie pidió y que ciertamente, nadie previó cómo se iría desarrollando. No sólo existe este clamo de violencia en la guerra que se suscita todos los días entre cárteles, entre “el narco” y la policía, sino también la que vivimos socialmente cuando estamos expuestos a la violencia en los medios, en el metro, en la calle y más grave aún: dentro de nuestros propios hogares.  
     Esta guerra que nadie pidió y de la cual nadie se dio a la tarea de prever sus consecuencias, está ahogando al país en un charco de sangre que parece cada día más abrumador. Tristemente nos acercamos en un futuro próximo a un país inhabitable donde tendremos que hablar de nuestras ciudades no como las más seguras sino como las menos violentas, o las más fáciles de sobrellevar. Poco a poco, hemos ido renunciando a nuestra soberanía y a nuestra libertad al vivir en un país que cada día tiene menos de patria y más de ‘tierra de nadie’. Pasamos hace un mes un 15 de Septiembre sin mucho qué festejar y más bien, mucho que llamar con la nostalgia de aquellos años en los que “no pasaba nada”, o al menos, nuestra mayor preocupación era que nos robaran la cartera al caminar por la calle. Hemos perdido la confianza en el mañana, pues cuando parece que hemos tocado fondo, el incierto porvenir nos demuestra una vez más que podemos estar peor, para muestra bastan 35 cuerpos encontrados en Boca del Río en Veracruz, una nueva recesión económica mundial y la carrera hacia las elecciones venideras. Y como si esto no fuera poco, estamos plagados por medios de información que nos invaden y saturan con imágenes violentas, llenas de sangre, de ideas retorcidas. Ejecución, asesinato, levantón, heridos, masacre… son palabas que encontramos todos los días en los encabezados y que escuchamos frecuentemente repetir a los conductores de noticias más cotizados. Parece que incluso el lenguaje se ha transformado, y en esta transformación hemos perdido el respeto por la dignidad del espectador, de aquél que enciende el televisor para “estar informado” y lo único que obtiene es desánimo, angustia y una que otra buena dosis de paranoia, pues sí, el peligro y la amenaza pueden vivir en la casa de al lado. Se nos acabó el país que clamaba libertad de expresión para entrar en un régimen de “exprésate bajo tu propio riesgo”. Caímos en algún momento en los nuevos autoritarismos que no admiten cuestionamientos y no estamos tan lejos del cañonazo de 50mil pesos ni de la aplicación de la “ley fuga”. Llegamos a un punto en el que la frustración se libera con balas en una estación del metro, en una escuela, en un pueblo. Llegamos a este negro momento como sociedad en el que matar es peccata minuta y lo que importa es a quién mataremos y cómo lo justificaremos. Llegamos al punto en el que respiramos un ambiente salvaje y primitivo, en el que como grupo social, perdimos la racionalidad para sumirnos en lo brutal y anti evolutivo.   
     Lo más riesgoso de esta deplorable situación es que en algún momento, toda esta violencia que se revolvía y se retorcía en el exterior, comenzó a filtrarse en nuestros hogares, como una gotera. El pensamiento violento comenzó a permear los hogares mexicanos como en algún momento, décadas atrás, lo hiciera la pobreza. Y esta filtración se volvió mejor amiga y aliada del machismo, de la homofobia, de la falta de educación y valores y originó un repunte en la violencia dentro de nuestros hogares: padres que humillan y fracturan el autoestima de sus hijos, maridos que muelen a golpes a sus esposas, parejas que se deshacen en insultos y violencia psicológica. Hace una semana revisaba por mera curiosidad en la clínica donde presto horas de servicio como terapeuta, el formulario del INEGI sobre maltrato y violencia hacia mujeres en el hogar. Las preguntas iban desde cosas tan “simples” como “¿La ha comparado en alguna ocasión con otras mujeres?" hasta cuestionamientos alarmantes como “¿Le ha hecho daño con un pica hielo, una navaja u otro objeto punzo cortante?”, el corazón se me fue al piso con algunas de las preguntas,  imaginando sobretodo que seguramente, en algunos hogares, estas terribles preguntas tendrían terribles respuestas afirmativas. ¿En qué momento nos perdimos de nuevo en el camino si parecía que al menos en materia de violencia de género ya habíamos avanzado? ¿Será que las estructuras machistas están impregnadas hasta el fondo de lo que nos conforma como sociedad?
      El enemigo está aquí entre nosotros, es este espíritu negro y destructor que bien parece el fugitivo Bob, de Twin Peaks, y puede tomar posesión hasta de la cara más amigable y familiar: se llama brutalidad, violencia, rabia. Y nos hace capaces de hacer cualquier cosa, incluso de autodestruirnos. Por eso también, creo que la solución está dentro de nosotros mismos, en nuestro constante compromiso por ser mejores, por construirnos como personas íntegras, capaces, completas, éticas y honestas. ¿Parece utópico? No, querido lector, en nosotros mismos está poder, al menos, evitar que esa maldad que enferma a nuestra sociedad no se filtre en nuestras casas, no se filtre en nuestros cuerpos y mucho menos en nuestros corazones. Mantengámonos siempre alertas, pero también, siempre dispuestos a trabajar por construir un futuro mucho más esperanzador a pesar de la incertidumbre y sobre todo a poder seguir siendo sensibles ante esto que nos acontece como familia, como país, como humanidad. Pues quizá el día en que nos hayamos acostumbrado y lo que nos sucede nos sea indiferente, ese día, lo habremos perdido todo. 

domingo, octubre 23, 2011

¡La paz es posible! ¡Tiene que ser posible!


Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más sobre el autor, haz click aquí.
Preparatoria Ibero Tlaxcala / Universidad Iberoamericana Puebla
Publicado en Síntesis, Tlaxcala, 13 de octubre de 2011.

1994, lejano en la memoria para muchos e historia para otros más, en especial los jóvenes, saludó a los mexicanos con la noticia de que teníamos una guerra en el sur del país. En los decires de aquellos días se decía que se había roto la paz de la que durante tantos años México había disfrutado.

En ese entonces, al irrumpir la acción revolucionaria del EZLN, parecía que violencia era sinónimo de balazos y paz de su ausencia. Hoy, cuando nuestro país atestigua muertes y desapariciones en cantidades no vistas en décadas por doquier se encuentran voces que reclaman el cese al fuego, el retorno de la paz; que se acaben los balazos.

Pregunté hace poco a algunos alumnos de posgrado qué entendían por la palabra paz y las respuestas se orientaban hacia la tranquilidad: esa que viene cuando se acaba la zozobra de pensar que el siguiente caído o desaparecido puede ser un familiar cercano, cuando no uno mismo; la que se cuece cuando no suenan las detonaciones de los proyectiles del ejército o de la delincuencia organizada mucho o poco.

Creo que justamente en este momento hay que insistir en el peligro de aspirar a una paz tan reductivamente considerada: allí donde todo es tranquilo pueden ser cometidas las injusticias más violentas y que todos creamos que no pasa algo, como en aquellos tiempos en los cuales en el país no pasaba nada porque se pagaban precios de encierro, destierro o entierro.

La famosa paz social encerraba imposibilidades para que muchos seres humanos tuvieran acceso a educación que les diera más que el burdísimo reconocimiento de grafías y dígitos, a vivienda, a distribución más equitativa de la riqueza, a participación política. Paz con violaciones a lo más profundamente humano es una paz que difícilmente merece tal nombre.

Hay un término que en lenguaje medio oriental se expresa como “Shalom” -que puede ser traducido también como paz- que nos puede ilustrar mucho… Es costumbre antiquísima en los pueblos del Oriente medio saludarse con la referida expresión y con ella desear paz a quienes se encuentran en el lugar que se visite, pero se trata de la paz que se da cuando todos tienen la oportunidad de acceder a condiciones de vida como “Dios quiere”: con todo aquello que permite ser tan humanos como sea posible: vivienda, ropa, protección de quien gobierna, salud, una visión más crítica del mundo que permita solucionar creativa y solidariamente los problemas, espacio para la libertad…

¡La paz es posible! ¡Tiene que ser posible! Es el grito. El empeño está en que no sea una paz boba, inconsistente, meramente carente de balazos y muertos, pues ese es sólo su primer escalón, sino una inteligente, activa, solidaria, crítica, creativa: la que permita mejores condiciones de vida. Y para ser pacífico en este sentido hay que comenzar siéndolo desde la casa, la escuela, el lugar de trabajo. Compromiso porque haya menos muertos y que al mismo tiempo los vivos estemos más realmente vivos.

martes, octubre 18, 2011

Estudios de licenciatura, ¿sólo un paso más?


Autor: Gonzalo Inguanzo Arteaga
Publicado: en Lado B, 11 de octubre de 2011

     Para muchos estudiar en la Universidad puede verse como un elemento de neutralización de desigualdades sociales y en este sentido puede entenderse que tener esta oportunidad funciona como un ascensor social. La mayoría de los alumnos que asiste pertenece a familias que tienen mayores recursos económicos y sus padres tienen estudios universitarios; por otra parte, los estudiantes que proceden de hogares con bajo nivel educativo y que generalmente están asociados a familias de menos recursos económicos nutren el colectivo de quienes, además de estudiar una carrera, tienen trabajos a medio tiempo, lo que muchas veces repercute de forma negativa en su desempeño académico.
     Lo dicho anteriormente puede ser aceptado por muchos y en este sentido es interesante escuchar en el medio universitario que los estudiantes te mencionen sin la menor duda que estudiar una licenciatura ya no es tan importante, en sus propias palabras lo consideran solo un paso “obligado” para poder estudiar un posgrado porque sin este no podrán acceder a un buen trabajo. Y es cuando debemos cuestionarnos si no estamos enfrentándonos a alumnos que buscan realizar estudios profesionales “light” y solo centrado en la meta; lo importante es aprobar las materias y vencer los obstáculos de esta etapa.
     En mi experiencia como estudiante de nivel superior (licenciatura, maestría y doctorado) creo firmemente en el valor primordial de lo que sucedió mientras me formaba como licenciado. El cómo te implicas en la adquisición de conocimientos, la pasión con la que discutes (muchas veces sin recursos) con tus maestros y propios compañeros, el aprender sobre tus potencialidades para reajustar tus estrategias de estudio, esa sensación de bienestar al reconocerte en un campo especifico de la profesión, el ir descubriendo tus motivaciones para el replanteo de un futuro proyecto profesional, el aprender de tus errores al enfrentar problemas nuevos, el aceptar que al final de tu carrera estarás adoptando por convicción una forma de vida en relación al mundo que te rodea, etc.
     Creo que como docentes podemos y debemos mostrar a nuestros estudiantes el valor de los estudios de licenciatura, que lo que allí sucede no es un paso más, es un escalón sumamente importante en el que se establece la potencialidad de lo que podrás aportar para ti y para los demás.

Inglés para Todos: se Puede y se Debe


Autora: Celine Armenta, datos de autor haz click aquí
 Publicado:  e-consulta, 12 de octubre de 2011.

     Educación es noticia. De un tiempo a la fecha, los temas relacionados con educación pelean titulares y espacios en las primeras planas o sus equivalentes, de medios impresos, electrónicos y digitales. Hoy los mexicanos, y en particular los poblanos, sabemos mucho más de política, procesos y actualidades educativas de lo que sabíamos hace años; conocemos sus yerros y nos enteramos de sus logros, sus dudas y debates. Y en consecuencia criticamos, discutimos y ponderamos los temas educativos tal como debe de ser: entre todos, porque a todos nos incumben.
     Simultáneamente, los expertos forjados en décadas de magisterio directo y en años de reflexión y estudio en instituciones mexicanas e internacionales, estamos obligados a aportar nuestras miradas sobre los temas educativos del momento. Y hoy, en Puebla cuando menos, el tema es la enseñanza y aprendizaje de inglés en la educación básica.
     El tema merece un tratamiento amplio y serio, pero ante este espacio de nuestro periódico digital favorito, quiero denunciar al menos cuatro de los mitos que han estado circulando, para que podamos valorar mejor esta iniciativa que, desde mi punto de vista, merece el apoyo de todos. Creo que tiene razón el Secretario de Educación Pública, Maldonado Venegas, al considerar a ésta, una “reforma de tercera generación en materia educativa, que debe ser apreciadas por su visión y su clara incidencia en la calidad educativa”. Nuestros niños merecen, necesitan aprender inglés, so pena de verse desplazados por niños y jóvenes cuyos sistemas educativos hace tiempo ya que empezaron a formarlos para un planeta globalizado.
     El primero de los mitos que se escuchan dice que, tras la enseñanza obligatoria de inglés acechan el intervencionismo y la pérdida de identidad. Identidad, tradición y cultura no son temas para tomarse a la ligera; pero no sería válido perder el futuro por conservar el pasado. Lo valioso de nuestra identidad no se ve amenazado por el conocimiento; la ignorancia es el peor enemigo de todo bagaje cultural. Es ingenuo, ciertamente, pensar que una lengua se puede aprender con independencia de la cultura que la creó y la mantiene. Pero igualmente ingenuo es afirmar que una identidad puede sostenerse en el vacío, en un monólogo absoluto; y que para que nuestros niños valoren lo nuestro, hay que cerrarles los ojos ante lo demás.
     Otro mito afirma que no tiene sentido enseñar inglés a niños y jóvenes que han demostrado saber poco y mal el español; que leemos poco y entendemos menos aún. Por tanto, dicen algunas voces, “mejor haríamos en ponernos a enseñar y aprender bien el español antes de coquetear con lenguas extranjeras”. Pero, pese a la aparente coherencia de los defensores de nuestra lengua, aprender inglés mejorará la comprensión del español. No he hallado una sola investigación que avale el miedo al aprendizaje de otra lengua, por sus efectos dañinos sobre la lengua materna; y en cambio hay infinidad de estudios que muestran que aprender otra lengua tiene efectos positivos, precisamente, en la comprensión de la lengua materna, y el mejoramiento del vocabulario y de otros componentes del lenguaje y el pensamiento.
     Un mito que parece incuestionable es que se necesita demasiado dinero para lograr que todos nuestros niños aprendan inglés. Y aquí quisiera invitar a los lectores a mirar las experiencias de otras naciones; muchas de ellas con menos posibilidades financieras que México; casi todas, mucho más alejadas de fronteras angloparlantes que nuestro país. Veamos cómo lo están haciendo: con buenas políticas, con planeación, inteligencia, estrategias. Si partimos de que la única manera de enseñar inglés es crear nuevas plazas para maestros que dominen el inglés y su enseñanza, estamos condenando esta iniciativa al fracaso. Hay muchas otras maneras de enseñar; y muchas son más efectivas que la contratación masiva de expertos.
     El cuarto y último mito que quiero desnudar es el de quienes asumen que la SEP, sus funcionarios y sus docentes, son los únicos responsables de que nuestros estudiantes aprendan inglés. No es así. Los estudiantes poblanos jamás aprenderán inglés si los ciudadanos no nos involucramos. Todos: padres de familia, responsables de medios, profesionales y artesanos de todos los campos necesitamos asumir que para educar a un niño se necesita una comunidad. Los escolares poblanos son nuestros; y apoyar la enseñanza universal de inglés es tarea de todos. ¿Cómo? Aprendiendo un poco de inglés, quizás; y poniendo nuestra creatividad al servicio de una iniciativa realmente buena.

















Cambia, todo cambia...


Autora: Marisol Aguilar Mier
Publicado: La Primera de Puebla, 11 de octubre de 2011

     En nuestra sociedad actual, tan compleja, tan cambiante y tan interconectada, ¿qué es el aprendizaje?, ¿qué significa aprender?, ¿cómo aprendemos?, ¿cómo se puede facilitar que alguien aprenda?, ¿para qué aprendemos?, ¿cómo se demuestra lo aprendido? Estas y más interrogantes deberían plantearse las instituciones educativas pues las respuestas, siendo temporales, inacabadas y en permanente construcción, son las que dan sentido a su quehacer ya que se espera que dentro de sus aulas, las personas aprendan ¿cierto?
No obstante, así como se han generado transformaciones profundas en nuestra sociedad, la propia noción de aprendizaje no ha sido ajena a tanto cambio.  Así, la teoría educativa habla ya de enfoques y modelos diferentes e innovadores. Aunque no por ello, estos logran aterrizarse de manera natural en los procesos y prácticas que suceden en el aula. Lo anterior, ocasiona que convivan, y la mayoría de las veces luchen en el salón de clase, esquemas empolvados con las últimas novedades, surgidas muchas de ellas, gracias a la sociedad en red y a la interconectividad. Echemos un vistazo a ambos enfoques dentro de los cuales se mueve actualmente la educación a manera de péndulo.
     En los esquemas de la llamada “educación tradicional” el actor protagónico era el profesor, quien centraba y controlaba todo el proceso de enseñanza y quien además, era el dueño de la verdad y el saber, el cual era transmitido y depositado en los alumnos, en forma de contenidos estáticos y  acumulables, generalmente desvinculados entre sí, de tipo exclusivamente teórico que apuntaban a fortalecer sólo la dimensión cognitiva.
     Por el contrario, en las perspectivas actuales de corte socioconstructivista, es el alumno quien adquiere un rol activo y principal, así como la responsabilidad de gestionar su propio proceso, con el apoyo del docente que es más bien un facilitador que organiza y diseña experiencias de aprendizaje auténticas en escenarios reales, que permitan a todos los estudiantes, en permanente diálogo y colaboración, construir y reconstruir saberes y desarrollar competencias. De esta manera se vincula la formación escolar con la vida y el trabajo, logrando involucrar el desarrollo de todas las dimensiones de la persona. Lo anterior, implica que los docentes y estudiantes, asuman nuevos roles a través de un trabajo conjunto en el cual se logran articular los contenidos, abordados como problemáticas y se genera una nueva relación entre maestro-alumno y entre alumnos. El aprender, el hacer y el reflexionar, en un contexto dado, se vuelven tres acciones inseparables.

     Así, el aprendizaje, que antes era concebido de manera lineal, se “adquiría” en los primeros años de vida, dependía 100% del profesor, se generaba dentro de las aulas, se demostraba bajo la capacidad memorística y se almacenaba como una propiedad personal, hoy, es más bien un espiral. Éste inicia y se va ampliando a medida que se conecta con otros aprendizajes en un proceso dinámico y recurrente; sucede a lo largo de toda la vida, tanto en las aulas, pero principalmente fuera de ellas en esquemas que, gracias a las tecnologías de información y comunicación, incluso rompen las barreras del tiempo y el espacio; se demuestra a través del actuar competente, es situado y se construye socialmente como parte y producto de la actividad, del contexto y de la cultura en la que se desarrolla y utiliza. De este modo, el aprendizaje ya no se mide tanto a través de los conocimientos que una persona es capaz de demostrar. Más importante aún resulta cómo y para qué los emplea y qué necesidades o problemas resuelve, lo cual implica necesariamente al otro y al entorno.
     Lo anterior deja claro que el aprendizaje es un asunto sumamente complejo y más aún si éste se piensa en el contexto de la sociedad actual y sus múltiples demandas. Indudablemente, lograr la transición de una educación tradicional para una sociedad que ha dejado de existir, a una nueva educación para las sociedades del conocimiento y del aprendizaje, no es tarea fácil, por que los cambios están sucediendo con gran rapidez. Ahí está entonces la oportunidad de innovar pero también la exigencia de cambiar nuestras prácticas para aprender y enseñar en entornos diferentes a los acostumbrados y lograr el reto más importante de todos: aprender a construirnos como mejores personas dentro de mejores sociedades. 
      Los desafíos que esto implica son inagotables pues no hay caminos únicos ni métodos infalibles para aprender y lograr que el otro aprenda. Constituye una búsqueda permanente en esta gran constante de nuestros días: El cambio…





lunes, octubre 17, 2011

Micro - cultura de la memela



Autor: Alfonso Álvarez Grayeb
Publicado: Síntesis Puebla, 09 de octubre de 2011

     Para ejercer la acción gastronómica los mexicanos disponemos de una riqueza envidiable producto de una maravillosa mixtura de culturas. Pero yo sólo hablaré de la sabrosa micro-cultura que se da en torno a un puesto de memelas, ese bocado plebeyo y divino en el que converge tanta historia.
      Digamos de entrada que el mexicano es movido hacia un puesto de memelas no por hambre prosaica sino por antojo, que tiene el buen gusto de asaltarnos en los días de asueto. Este hecho marca no sólo los, ritmos pausados que se requieren para el disfrute, sino al aliño relajado que le es natural y que tanto aporta al acercamiento de los más alejados estratos sociales. En los puestos siempre es bienvenida la posibilidad de desear buen provecho a los albañiles escapados de la obra 'o al velador que terminó su turno sin novedad, con los que coincido en la convergencia del antojo de los sabores nacionales. Oír su "buenos días Jefa" a la cocinera me regala la reminiscencia de una cara imagen: la de mi propia madre sirviendo los alimentos a una turba infantil. De ahí que el estatus de la señora cocinera sea fugazmente el de una madre sustituta: "por favor señora (serio), prepáreme una bandera y una quesadilla de chicharrón, si, con todo". Los comensales compartimos el buen humor de aquella mañana luminosa que ahora sí tenemos tiempo de gozar, y cumpliendo con una hermosa costumbre mexicana deseamos buen provecho a la concurrencia, cosa impensable en un McDonald's. Como en ninguna otra coyuntura ni en otro lugar, surgen conversaciones relajadas entre personas que jamás la tendrían en otro contexto. De qué otra forma nos enteraríamos que esa pareja mayor viene desde Cholula a comer memelas con esta señora, porque antes eran vecinos y se acostumbraron al sabor de la salsa verde. La coca cola se convierte por un minuto en la bebida nacional al crear la ilusión de mitigar los estragos causados por el chile cargado de vitamina C y capsaisina anti-cancerígena, pero que qué sabroso pica y cómo nos carga de endorfinas.
      El ritual se completa cuando tengo que partir y pienso dos segundos y medio en el posible colesterol que circulará pronto en las venas, pero que controlaré con una pastilla planeando un ejercicio que jamás llegará. Entrego mi plato de plástico, pregunto cuánto ha costado mi festín, me despido de todos diciendo un cálido buen provecho, y alguien me suelta un "que Dios lo bendiga". La vida es buena.


La SEP en su aniversario: El mejor regalo



Autor: Juan Martín López Calva,datos del autor haz clic aquí
Publicado: Puebla on Line, 12 de octubre de 2011

     La semana pasada se cumplieron noventa años de la fundación de la Secretaría de Educación Pública entre celebraciones oficiales y notas y artículos críticos por el estado en que se encuentra nuestro sistema educativo en la actualidad y los pobres resultados en la calidad del aprendizaje de nuestros niños y jóvenes. 
     “Ministerio del futuro” decía don Pablo Latapí que debería ser la SEP porque en ella tendría que plantearse el rumbo hacia el que queremos todos los ciudadanos conducir a nuestra patria. Para convertirse en este espacio estructural que defina la visión del país que queremos y el perfil de ciudadano del futuro que necesitamos se requeriría, decía el mismo Latapí, que en ella hubiera menos burócratas y administradores y más intelectuales y filósofos.
     Sería injusto negar todos los aspectos positivos que la SEP ha traído al país desde su fundación hasta nuestros días. Es indudable que desde las “misiones culturales” de Vasconcelos hasta los intentos de reformas curriculares integrales del presente pasando por etapas como “el plan de once años” de Torres Bodet y gestiones de funcionarios muy prestigiados como el mismo Vasconcelos, Agustín Yáñez, Fernando Solana, Miguel Limón y otros, la secretaría ha sido la instancia que ha logrado institucionalizar la educación pública que marca el artículo tercero constitucional y regular a la educación privada..
     Sin embargo también resulta innegable que la SEP tiene muchísimos problemas estructurales que más allá de las personas que ocupen los diversos puestos de dirección en un sexenio u otro, con un partido político en el poder a nivel federal o en los estados u otro, tienen que reflexionarse y atenderse con seriedad y urgencia.
     Porque a noventa años de su creación la SEP que tenemos resulta ya inoperante y demasiado pesada –el “mastodonte educativo” la llamó Manuel Gil Antón en su columna de hace unos días en El Universal- y tiene una organización de muy baja complejidad que ya no responde a los retos del presente.
     En efecto, la creación, organización y desarrollo de la secretaría se produjo en la lógica del régimen postrevolucionario que derivó en un sistema de carácter corporativo y partido único en el poder, lo cual requería de una fuerte centralización de las decisiones, de una estructura piramidal que no deja margen de maniobra autónoma a las escuelas y a los docentes y de un sindicato construido en la misma lógica y con injerencia inadecuada en los niveles de gestión de las instituciones educativas, en las zonas y sectores escolares y más recientemente en el gobierno educativo a nivel nacional.
     Este tipo de organización se ha mantenido a pesar de la alternancia de partidos en el poder ejecutivo federal y en muchos de los estados y es cada día más evidente que ya no responde a lo que una sociedad con participación social y exigencias democráticas crecientes está necesitando.
     Las organizaciones con jerarquías muy verticales y centradas en el control, que permiten mínimas interacciones entre individuos y grupos, que no dan autonomía a sus miembros y se conducen conforme a un programa rígido más que de acuerdo a una estrategia flexible son denominadas por el pensador francés Edgar Morin, organizaciones de “baja complejidad” y tienden a irse anquilosando y muriendo por su falta de vitalidad e innovación. Esta definición corresponde al tipo de estructura de funcionamiento que sigue teniendo la SEP hasta nuestros días.
     Por el contrario, las organizaciones de alta complejidad, son organizaciones mucho más horizontales, policéntricas –con muchos centros de decisión distribuidos y no concentrados en un mando único-, con múltiples interacciones entre individuos y grupos que las conforman, abiertas a la creatividad, con gran autonomía de sus miembros y un funcionamiento orientado por estrategias flexibles y adaptables a diversos contextos y situaciones. Este tipo de organizaciones son las que requieren las sociedades democráticas y tienden a ser más difíciles de dirigir pero mucho más vivas y productivas.
     El mejor regalo que podría hacerse a la SEP en este aniversario y con miras a su próximo centenario es una reforma estructural profunda que la llevara de ser una organización de baja complejidad a una de alta complejidad que responda a las necesidades de nuestra sociedad en transición hacia la democracia y urgida de calidad educativa como palanca hacia el desarrollo.






lunes, octubre 10, 2011

Retos para las universidades de Hoy

Autora: Marisol Aguilar
Publicado: Síntesis Puebla, 29 de septiembre de 2011

      Las universidades se enfrentan a una tensión difícil de resolver: por un lado buscan formar profesionistas que respondan pertinentemente a las necesidades que la sociedad va demandando.
      Por otro, desean contar con programas académicos atractivos para los jóvenes, que se adapten a sus expectativas e intereses. Y además, persiguen la meta de que sus egresados se inserten exitosamente en. el mundo laboral. Todo ello desde la misión que a cada una le da sentido y la distingue.
      Sin embargo, lograr lo anterior no es fácil pues los nuevos tiempos, demandan nuevos profesionistas: De acuerdo a un estudio elaborado por Manpower, el bono demográfico de nuestro país, que implica una fuerza de trabajo joven y numerosa, será una gran ventaja de desarrollo si se aprovecha estratégicamente a través de fuentes de trabajo. De lo contrario, se generará desempleo y aumentará la economía informal. No obstante, los empleos que se necesitarán no son los que interesan más a los jóvenes pues las carreras universitarias más pobladas siguen sien do Derecho, Administración y Contaduría Pública, representando cerca del 30% de la matricula total en las universidades del país.
      En contraste, durante los próximos años será vital fortalecer la promoción de carreras tecnológicas, de investigación, desarrollo e innovación. Además, con la irrupción de las Tecnologías de Información y Comunicación y la transformación radical que éstas han ocasionado, es ya una realidad que en el mundo 8 de cada 10 nuevos empleos son para trabajadores del conocimiento. Igualmente, se requiere una formación que ayude al desarrollo de competencias puesto que las habilidades más difíciles de encontrar entre los jóvenes se relacionan con el manejo de idiomas, investigación, iniciativa, habilidades analíticas, de negociación, planeación y organización, que son esenciales para desenvolverse en un contexto global.
     Por lo tanto, las universidades requieren trabajar arduamente en reducir la brecha entre las expectativas e intereses de los estudiantes y las oportunidades reales de trabajo. Además, deberán fortalecer los procesos de investigación con pertinencia social, la vinculación con los sectores empresariales, gubernamentales y de la sociedad civil y la actualización constante de su oferta académica.


2 de octubre, ¿no se olvida?


Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado:La Primera de Puebla, 07 de octubre de 2011

     A todos los caídos el 2 de octubre de 1968.
     Esta semana estamos conmemorando un aniversario más del movimiento estudiantil del 68, que culminó con la  noche de Tlatelolco en donde murieron cientos de personas, principalmente estudiantes y profesores universitarios, pero también una buena cantidad de civiles.
     En ese momento y a punto de celebrarse los juegos olímpicos en México, el gobierno de Díaz Ordaz, poblano para nuestra mala fortuna, tuvo a bien terminar con las demandas estudiantiles, utilizando la fuerza del ejército, pues los jóvenes universitarios eran considerados comunistas y por lo tanto una peste social.
     Siempre que llega un 2 de octubre, recuerdo mis años de infancia, cuando las manifestaciones estudiantiles no se hacían esperar por las calles de nuestra ciudad, al grito de “2 de octubre no se olvida”, sin embargo con el transcurrir de los años esta fecha está cada vez más diluida y sinceramente me pregunto, qué le pasa a nuestra sociedad, por qué ha olvidado el último momento de resistencia al sistema impuesto por el PRI.
     Me pregunto sinceramente por todos esos universitarios, los de esas dos décadas e incluso de la siguiente, dónde están, qué han hecho con sus vidas, a dónde se fueron sus gritos de igualdad, libertad y solidaridad. Así que poco a poco todo eso se ha quedado en el olvido, los zapatos regados en la plaza, los helicópteros sobrevolándola, las ráfagas que dieron la voz de ataque, las carreras, los gritos, las súplicas, las fotografías reveladoras, todo, todo está en el olvido. Dónde está la noche de Tlatelolco de Poniatowska, los días y los años de González de Alba, la imparable lucha de Ibarra de Piedra. También me pregunto dónde estará Sócrates, ¿vivirá?, ¿vivirá con dignidad? Y el Buhó y la Nacha, ¿qué fue de ellos? Nada sabemos, o tal vez sabemos muy poco. Lo que sí es que ya nada se dice del 2 de octubre.
     Parece que no queda nada, de ese movimiento que por muchos años fue motivo de reflexión y conscientización ciudadana, no queda nada y se nos ha olvidado que como pueblo tenemos algo que decir ante las decisiones que los políticos toman sobre nosotros
No sé si la circunstancia social y económica en la que estamos hoy sumergidos ha hecho que el 2 de octubre se borre de nuestras memorias, de los que no lo vivimos cercanamente pero que tuvimos una constancia cercana de los hechos, pero sobre todo de los que estuvieron, ese día, en la plaza de las tres culturas, dando batalla por los estudiantes presos. Y tal vez sólo los matazetas, los carteles del crimen organizado y el deterioro social podían haber hecho que olvidáramos que un día la sociedad se organizó para protestar contra el autoritarismo del gobierno en turno. O tal vez estamos tan agotados de ver que nada pasa, que preferimos dejar que la vida siga, aunque esto signifique la destrucción de nuestra nación.
     A pesar de esto, ahora tenemos a Sicilia y la marcha por la paz, salimos a las calles vestidos de blanco para protestar por esta inseguridad y violencia exagerada que ha rodeado nuestras vidas y que nos ha generado un miedo que no conocíamos antes. Sin embargo, la marcha ha parado y Sicilia ha guardado silencio, tal vez porque se da cuenta que se requiere mucho más que una marcha, aunque su lucha sea genuina. Esto es lo más parecido que tenemos a ese 2 de octubre, en donde los estudiantes, más que miedosos estaban motivados por cambiar el mundo. Nosotros en cambio sólo queremos regresar a la paz social que teníamos hace veinte años.
     Estoy tratando de llamar la atención de todas las personas que se levantan cada día, que trabajan duro, que tienen hijos, que han construido un patrimonio con  esfuerzo, que quieren vivir y morir tranquilos. Dónde están todos, por qué nadie dice nada, por qué todos estamos esperando a que los otros se muevan, por qué estamos tan paralizados por el miedo, por qué estamos dejando que a este país se muera.
     Por eso pregunto, dónde quedó el 2 de octubre y lo que esto representaba, cuáles son los gritos que deberíamos alzar hoy para hacer una consciencia de lo que en nuestro entorno acontece, cómo se sentirán los universitarios que protagonizaron esa lucha y que aún están vivos, qué quisieran hacer, qué quisieran decir, qué queremos hacer nosotros,  por favor, no sigamos así, por ellos, por todos los que murieron ese 2 de octubre, por nosotros que vivimos la corrupción de un sistema absolutamente deteriorado, por nuestros niños y jóvenes que se merecen un país con esperanza, no olvidemos el 2 de octubre, digámosle a los políticos, que se vayan, que estamos hartos…