miércoles, abril 14, 2010

Lo humano y lo religioso

Autor: José Rafael de Regil Vélez, http://circulodeescritoresautores.blogspot.com/2010/03/jose-rafael-de-regil-velez.html
Publicación: Síntesis Tlaxcala
La semana santa me parece un marco propicio para la reflexión sobre el sentido de lo religioso en la vida humana, máxime que la historia nos muestra que en nombre de Dios se han cometido grandes barbaridades, incluso se ha aniquilado a muchísimas personas en cruzadas religiosas y teocracias.
      Hablar de religión es algo complicado. A primera vista se trata de algo así como una especie de "hilo directo" de comunicación con Dios que tienen o toda una comunidad o algunos "elegidos" quienes después se lo transmiten a sus correligionarios. Eso lleva todo un conjunto de ritos, dogmas y costumbres (moral) a partir de los cuales los feligreses articulan su vida, porque la divinidad dice o manda, incluso cuando eso suponga aniquilar a quien no mira las cosas de la misma forma que ellos.
     Durante los siglos XIX, XX y en el actual XXI ha habido estudiosos que desde distintas disciplinas se han propuesto mirar razonablemente lo religioso y los frutos de su trabajo muestran otra cara del asunto.
     Lo religioso se estructura a partir de experiencias humanas que tienen humanos de carne y hueso y que parten de su encuentro personal con realidades que los desbordan (lo tremendo y fascinante, lo absoluto, utilizando lenguaje técnico) y que les hacen ver de alguna forma el sentido que pueden tener las relaciones de los hombres y mujeres entre sí y con el mundo en el cual les ha tocado vivir.
     Se trata de experiencias de cosas humanas que valen la pena para ser vividas y que cuando son encontradas cambian los valores de quienes las hallan. Y a partir de éstas se empiezan a tejer un sistema de explicaciones que le permita mayor razonabilidad a lo experimentado, de cara a la vida concreta; un conjunto de rituales para compartir los sentidos descubiertos y compartirlos festivamente, un conjunto de propuestas de formas de acción que pueda ser coherente con lo descubierto y con los desafíos que vivir humanamente supone cada día. Cosas humanas referidas a la experiencia de encuentro con lo que algunos llaman divino y como tales revisables a la luz de la contribución que realmente hagan para la vida humana.
     Cuando en el concierto de las distintas formas de ver la realidad y de encontrar sentido a la vida una persona debe pasar el tamiz sus propias creencias y prácticas religiosas para decidir maduramente si continuar o no con ellas a fin de ser persona coherente en lo personal y en lo social, ¿sobre qué base debe hacer su revisión?
     Puede haber distintas respuestas. Algunos dirán que sobre la base de lo que su propia fe les dice; otros pensarán que ni siquiera debe revisarse el propio sistema de creencias, valoraciones y prácticas personales y sociales. Unos más pensamos que sí hay que hacerlo y que lo razonable es hacerlo sobre la base de lo razonable, valga perfectamente la redundancia.
     Se dice que hay razonabilidad cuando algo, aunque no brote de un razonamiento demostrativo, sino de creencias, tiene suficientes bases en la realidad y en lo humano como para poder ser aceptado como valioso incluso por quien no suscribiere los mismos actos de fe: es razonable proteger la vida, es razonable hacer actos libres.
      Así, por ejemplo, una religión que pide la supresión del ejercicio de la sexualidad humana y la reducción de las personas a “angelitos asexuados” parece menos razonable que aquella que toma en cuenta que las personas somos sexuados y como tales debemos realizarnos; una religión que pide que las personas escapen de la realidad y del compromiso político es menos razonable que aquella que invita a encontrar las implicaciones de su sentido de vida en lo concreto de cada día y en el compromiso de crear mayor justicia y estructuras para la vida digna; todavía más: una religión que pide que las personas renuncien a su libertad o a su capacidad de entender la vida, el mundo es menos razonable que aquella que invita a ser libres, críticos, creativos.
     Y en ese tenor, una religión que invita a imponer en nombre de Dios una visión de la vida es menos razonable que aquella que propone entender que las mujeres y los hombres tienen la responsabilidad de ir generando sus propias visiones y actuar en consecuencia y en esa acción social la suya es una propuesta que sin afanes inquisitoriales, ni apologéticos, ni adoctrinadores se suma a otras que puedan ser igualmente o más razonables.
     Los días de la Semana Santa son una buena oportunidad para revisar la validez de las propias experiencias religiosas como posibilitadoras de humanidad y no como enajenadoras o alienantes de ella; fechas para encontrar lo humano en lo religioso y pensar, celebrar y actuar en consecuencia.

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