Autor: A. José Vicente Hurtado Herrera
Publicado:
Síntesis Puebla, 11 de julio de 2013
En el ámbito popular se afirma que una persona con una actitud
relajada, despreocupada, dispuesta a vivir con serenidad, es aquella que
"anda como veraneando". Esta actitud es contrastante con aquella que
demanda el tiempo que vivimos: ajetreo, estrés, actividad constante.El verano
con sus días calurosos e intensas lluvias, representa entre otras cosas el fin
del ciclo escolar y el inicio del periodo vacacional de los chicos, aunado a
ello un tiempo de menor actividad para los educadores de todos los niveles
escolares, en mayor o menor medida. En este sentido, personalmente este tiempo
de verano está representando un tiempo de inquietudes, desde mi condición de
papá, de esposo, de ciudadano, de educador.Para aquellos que tenemos hijos
pequeños, una inquietud acuciante es ¿Qué hacer con los hijos en este tiempo?
¿Quién los cuidará mientras trabajamos? ¿En qué curso los inscribiremos, y para
cuál alcanza nuestro presupuesto? Por supuesto que queremos que nuestros hijos
disfruten, descansen, que tengan un verano activo, creativo, interesante, y no
simplemente que estén entretenidos con los videojuegos o la televisión.Otra
inquietud es la posibilidad de vacacionar, privilegio de algunos en estos tiempos
de carestía, y surgen las inquietudes sobre ¿Qué lugar visitar? ¿Para qué nos
alcanza el dinero, ante el inminente pago de colegiaturas, material escolar?
¿Qué responde a nuestras expectativas?En ambos casos la inquietud latente es la
posibilidad económica, la disposición de un "excedente" para
proporcionar a la familia espacios de recreación, de descanso, incertidumbre
acentuada ante la situación económica que vive el país y que ha impactado en el
cada vez más deteriorado poder adquisitivo de la población. Cierto es que para
muchos la opción de vacacionar es algo impensable, pues con esfuerzo cubren sus
necesidades vitales de vestido y comida.Para los educadores, con toda intención
los llamo así y no profesores, éste es un tiempo de receso, de no tener alumnos,
de bajar la intensidad, es un tiempo privilegiado para repensarse, para revisar
la labor educativa, para preguntarse sobre la motivación, las intenciones, la
pasión con la que colaboran en la formación de los niños y jóvenes de nuestros
ciudad, de nuestros país. El ciclo escolar es sumamente intenso, por ello el
verano es un tiempo para "recargar las pilas", para renovar las ideas
y recrear la vocación educativa; en este sentido el verano pide al educador un
descanso creativo, fundamental para la compleja labor de acompañar procesos
humanos.Incluso en este verano del 2013 se ha presentado un proceso electoral,
el cual nos pide asumir postura como ciudadanos. Seguimos constatando que
estamos en manos de partidos políticos conformados en muchos casos, por
vividores de la política, por personas que pretenden perpetuarse en el poder a
fin de seguirse enriqueciendo del dinero público. Es decepcionante el
escenario, no se vislumbran cambios a corto plazo, mucho menos ante una
ciudadanía profundamente pasiva y aletargada ante el fenómeno de la corrupción
e injusticia, promovidas por los que detentan el poder.Tenemos por delante un
par de meses de esta maravillosa temporada de verano, aprovechemos las
oportunidades que nos presenta en el ámbito familiar, en la labor educativa,
afrontando con creatividad y esperanza las inquietudes que nos presenta,
inmersos en el complejo escenario económico, político y social que vivimos en
el país.El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.Este
texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.comSus comentarios
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