Autor:José
Rafael de Regil Vélez, datos del autor haz click aquí
Publicado:
Síntesis Tlaxcala, 29 de junio de
2012
El
“Mito de la Caverna” es un alegoría que Platón presenta en el séptimo libro de
La República. El texto narra que en una cueva que tiene de alguna forma bloqueada la entrada hay mujeres y hombres que ven en las paredes las sombras que proyectan las cosas y las personas externas. Los habitantes de ese sitio no han visto otra cosa en su vida y piensan que lo que están acostumbrados a mirar es lo que en realidad existe. Cuando alguien sale de allí, pasado el deslumbramiento por ser expuesto a la claridad del sol, se da cuenta que lo que hasta entonces había pensado como verdadero no es sino apariencia. La sombra de una cosa no será ni por asomo tan rica, tan viva como la cosa misma iluminada por la luz del día.
Se trata de una obra maestra que ha sobrevivido el paso de los
siglos porque enfrenta al lector a una experiencia profundamente humana: la de
encontrarse en un mundo en el que muchas cosas que parecían claras resultan ser
aparentes, y otras que parecían difusas, resultan tener en el fondo una gran
claridad, por derivarse de lo que en realidad son las cosas.
El
viejo relato griego viene a colación porque ha comenzado la última
etapa antes del proceso previo a las elecciones. Los candidatos, los partidos y los simpatizantes
deberán guardar silencio para que los electores reflexionemos en lo que más nos
conviene al momento de decidir nuestro futuro inmediato. La invitación es a que
no nos fijemos en las sombras, sino que busquemos las cosas realmente iluminadas.
En
este contexto viene bien poner el dedo en lo de fondo, en lo verdaderamente
sustancial de nuestra ciudadanía.
Hoy pareciera claro que nuestro deber tiene
que ver con votar. Los ánimos han sido suficientemente caldeados en las
campañas y distintas organizaciones y empresas estimulan que las personas
sufraguen. Pareciera que el primero de julio la tinta indeleble en el pulgar
sería la evidencia del deber cumplido.
Quien mire con más atenta observará que esto no es así: la participación política es el
asunto fundamental del cual el proceso electoral es sólo un aspecto.
Una
sociedad no puede subsistir en el más puro individualismo. Hay problemas que
atañen a todos sus miembros, porque o son carencias para poder vivir dignamente
o son obstáculos para ello. Desentenderse es condenarse a la inviabilidad humana,
así que la única forma de caminar día a día la vida con los demás es siendo
solidarios, asumiendo como propias las cosas de todos que hay que afrontar para que
mejoren las condiciones de existencia de las personas cercanas o lejanas a
nosotros mismos. Pero la solidaridad no basta, es imperante la participación política.
Ésta consiste en poner todas las capacidades de gestión y negociación –el
poder- al servicio de la construcción de un proyecto social viable. Es la
concreción de la solidaridad porque crea cauces sociales que permitan a las
acciones poder trascender en el tiempo y en importancia.
Participar
políticamente implica multitud de tareas: dialogar con los vecinos para
resolver problemas conjuntos, hacer gestión con las autoridades para mejorar
condiciones vitales, supervisar el trabajo de los funcionarios públicos (mal
llamados “políticos”) para que legislen, ejecuten el proyecto municipal,
estatal o federal o impartan justicia, elegir representantes y vivir en un
estado en el que se respete el derecho.
La
incompleta idea de que la meta es emitir el voto el primero de julio puede ser la
cortina de humo que nos impida ver que a lo que estamos llamados es a la
responsabilidad de las cuestiones públicas, las que tienen que ver con nosotros
(y no sólo conmigo y mi familia).
Votar puede ser el paliativo para
desentenderse los próximos meses de las cosas y responsabilizar a los demás de
que México, nuestro México, no va hacia donde necesitamos, porque se piensa que la cuota personal está cumplida y lo que sigue es que "otros cumplan con el mandato que se les ha dado".
Démonos estos días
para salir de la caverna y ver las cosas con un poco más de claridad y
horizonte.