Autora:
Betzabé Vancini Romero
Publicado: en Lado B, 29 mayo de 2012
En
esta época de ánimo apocalíptico se pensaba que la población y concretamente
los jóvenes estarían mucho más preocupados pensando en la crisis económica
mundial, la falta de empleo, los mayas y hasta el apocalipsis zombie; sin
embargo, un destello de esperanza que comenzó en la Ibero Ciudad de México fue
permeando nuestras realidades cotidianas, especialmente para quienes estudiamos
o trabajamos en alguna Ibero. Más allá de entrar a discutir las “propuestas” de
los cuatro candidatos a la presidencia de la república, el movimiento #YoSoy132
plantea la demanda de la juventud por sentirse verdaderamente informada y no
engañada por la línea que tiene cada medio de comunicación y sus intereses.
Hablar
de que los medios de comunicación tienen línea o tendencia no es nada nuevo, no
lo acabamos de descubrir ni es que durante todo este tiempo hubiéramos
permanecido ‘dormidos’ ante algo que se hace desde hace décadas con bastante
descaro. El valor de esa demanda surge no de la problemática en sí, sino de la
coyuntura económica, tecnológica, política y social, en la que un grupo de
jóvenes se sienten ofendidos por la falsedad de los encabezados y deciden echar
mano de los medios libres y no regulados –las redes sociales – para manifestar
su desacuerdo, acción por demás inteligente. Pero el #YoSoy132 no queda ahí: se
convierte en una forma de hacer comunidad entre los universitarios, de hacer
sinergia, de despertar conciencias, de volver a la coherencia y a la cordura, y
sobre todo, de romper la inercia apática que parecía estarse llevando a
nuestros jóvenes para sumirlos en la niebla gris del conformismo y la
indiferencia en la que los pobladores de este país hemos estado sumergidos
desde hace por lo menos 85 años y que provocó que cada movimiento social fuera
extinguido con rapidez y juzgado por muchos otros con frases estereotipadas –e
insensibles- como “ay, que dejen de protestar y se pongan a trabajar”, entre
otras.
Quienes
nos formamos en una Iberoamericana y en general en la tradición educativa
jesuita, tenemos bien claro que conformarse ante la realidad traiciona nuestra
formación y nuestros valores, es dejar caer los brazos ante la necesidad de
justicia social. Durante estos días, los videos de los estudiantes de la Ibero
han sido protagonistas en YouTube y VeVo, de la misma forma que los hashtags
se han vuelto TT –Trend Topic – mundial. Hoy, como nunca antes vemos el
poder que tienen todas nuestras voces juntas cuando nos unimos y trabajamos por
el bien común sin rivalidades ni prejuicios. En estos días “Ser Ibero” no es
sólo una tendencia, sino que significa haber encontrado la esperanza
nuevamente. Ser #132 significa que cada esfuerzo como profesores de la Ibero ha
dado frutos y que hemos hecho nuestro trabajo cabalmente. Invitamos a nuestros
estudiantes a ser coherentes, a ser analíticos y críticos de la realidad pero
siempre respetuosos y propositivos. Los invitamos a levantar la voz por los que
se encuentran amenazados y no pueden hacerlo, y los exhortamos también a decir
abiertamente “no estoy de acuerdo con esta realidad que me presentas”. Ahí
están los frutos de esto que hemos compartido en nuestras aulas y el
sentimiento es indescriptible.
¿Ser
o no ser #132? La pregunta ofende para quienes ya se han enganchado en este
movimiento y han tomado el estandarte de la libertad y la exigencia de
veracidad. Sin embargo, hay un sector de la población que está dudoso sobre el
movimiento, son principalmente los adultos que han vivido expuestos a
movimientos que durante décadas han sido brutalmente aplastados, oprimidos, o
que en el mejor de los casos quedaron únicamente en llamaradas de petate cuya
permanencia en la agenda de medios fue de tan sólo un par de semanas. Quizá
debamos entender que parte del movimiento #YoSoy132 es también la tolerancia y
la capacidad de escucha a estas personas con una historia de engaños mediáticos
se han vuelto escépticos de la legitimidad de cualquier movimiento. Este joven
movimiento ha sido ya achacado a un par de candidatos a la Presidencia de la
República y se ha creído erróneamente que se trata de un movimiento en contra
del Revolucionario Institucional. Si bien cada integrante tiene por naturaleza
una tendencia política o filosófica, el movimiento en sí se basa en el respeto
y en no hacer lo mismo que los medios hacen: persuadir, engañar, convencer,
amagar a la población de votar o no por un candidato.
¿Ser
o no ser #132 querido lector? Ese es el dilema. ¿Estar o no estar en esta
exigencia colectiva de veracidad y congruencia? Quizá valdría la pena revisar
nuestras experiencias particulares, nuestra percepción mediática y la inercia
que durante años nos ha llevado con la corriente a un país en caos, manchado de
sangre y lleno de desconfianza en nuestros gobernantes. Quizá valdría la pena
sentarse toda una tarde a revisar los productos basura que nos venden las dos
grandes televisoras del país para distraernos de lo que realmente necesitamos
saber y darnos cuenta – tristemente – que cada trama trillada de telenovela,
cada programa de concursos y cada “noticiero” está maquinado para dar ‘lo
menos’ y sacar ‘lo más’. Hace años que dejé de ver televisión abierta y comencé
a ver el mundo que me rodea, hace años que “apagué la tele y encendí mi mente”
como bien lo recitan ahora las múltiples imágenes que circulan todos los días
por las redes sociales en México.
Ser
#132 significa gritar: ¡Hey medios! No somos un público mediocre. Sabemos y
exigimos lo que queremos, queremos la verdad. No más estadísticas estúpidas
–que incluso no dan en el cálculo-, no más noticias con cirugía y maquilladas,
no más mentiras.
Queremos la verdad. Y al final, ser #132 no significa
únicamente salir a marchar, significa también estar -desde donde estemos-
comprometidos con un ejercicio de verdad, con mantener la mente abierta y los
ojos atentos a lo que acontece; significa también cuestionar lo que escuchamos
y hacer nuestra palabra coherente con la realidad en lugar de repetir lo que
otros nos dicen o lo que leemos en los diarios. Esta es pues, una invitación
abierta a cada uno de ustedes que leen estas líneas, escribir el hashtag es lo
de menos, lo importante de ser o no ser es defender nuestros principios y
nuestro derecho de ser informados con la verdad.
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