Autor:
Alexis Vera datos del autor haz clikc aquí
Publicado:
La Primera de Puebla, 9 de febrero de
2012
En
el mundo de las organizaciones (empresas, gobierno, ONGs, instituciones
educativas, etc.) se habla cada vez más del coaching.
En muchas de estas organizaciones existen coaches
que ayudan a otras personas a lograr sus metas personales o laborales. Pero
¿qué es verdaderamente un coach? ¿Qué
hace a un buen coach? ¿Para qué
sirven los coaches a las
organizaciones?
Al
parecer el coaching se puso de moda, especialmente en el mundo empresarial pero
también en el gobierno y en las instituciones de educación superior se habla ya
de esta disciplina. Sin embargo, me parece que por lo general persiste el
desconocimiento de lo que realmente hace esta disciplina a favor de las
personas y de las organizaciones.
Un
buen coach ayuda a su coachee a
alcanzar una meta, personal o profesional, que él mismo se haya fijado. El buen
coach no le dice al coachee qué debe hacer o qué camino recorrer para alcanzar
la meta, eso lo debe determinar el coachee con la ayuda del coach. Es decir, el
coach no tiene la receta secreta para cada individuo que “coachea”, más bien
debe tener las preguntas apropiadas para que sea el mismo coachee quien
encuentre sus propias respuestas; para que sea éste quien determine su camino y
pasos a seguir para lograr la meta que se ha fijado. En suma, el coach tiene
sólo preguntas, el coachee tiene todas las respuestas. De esta idea se
desprende uno de los elementos fundamentales del proceso de coaching: las
preguntas. El arte de hacer preguntas poderosas es el arte de hacer coaching.
Plantear preguntas que conduzcan a la acción es quizás la tarea más importante
que tiene un coach frente a su coachee. De lo que se trata es que el coachee se
mueva de donde está para alcanzar un lugar superior (meta); es decir, coaching
es hacer que las personas actúen para cambiar su situación actual y lograr su
estado deseado.
Hay
empresas que contratan coaches para ayudar a sus directivos a alcanzar
diferentes metas y los resultados regularmente son muy alentadores porque el
directivo que recibe coaching se siente acompañado, comprometido y
positivamente retado en medio del ir y venir del trabajo cotidiano. En muchas
ocasiones los directivos descubren nuevas fortalezas personales y aprenden a
enfrentar sus debilidades. El coaching es una técnica poco invasiva y muy
potenciadora del talento individual que cada persona posee porque las
respuestas siempre vienen del interior de la persona “coacheada”, no desde la
posición exterior que regularmente toma un asesor o consultor.
El
coaching, aunque no es terapia, con frecuencia tiene efectos terapéuticos en el
coachee porque le ayuda a ver, desde un observador diferente al que
históricamente ha sido, su propia realidad para transformarla positivamente. En
efecto, el buen coach es aquel que logra que su coachee se convierta en sujeto
de acción para modificar su situación actual. El coach no es, por lo tanto, un
maestro que da lecciones a su alumno o un mentor que transmite información a su
mentee. Lo que más debe preocupar a
un coach es que su coachee se mueva de la situación en la que está para
mejorarla. Luego entonces, una pregunta que con frecuencia los coaches hacen a
sus coachees en la primera sesión de trabajo es algo por el estilo de: ¿qué
cosa, que aún no has logrado, te llenaría plenamente de satisfacción si al día
de hoy ya la hubieses conseguido? Cuéntame al respecto.
La
respuesta a este tipo de preguntas puede ser de una enorme variedad, desde asuntos
profesionales hasta asuntos personales, y el coach tendría entonces que ayudar
al coachee a determinar qué le gustaría lograr en un periodo relativamente
corto de tiempo (por ejemplo de 6 a 18 meses); eso se convertiría en la meta
del coachee. De esta manera tenemos que el coaching le puede servir a
prácticamente cualquier persona que desee alcanzar una meta personal o grupal
(sin importar la naturaleza de la meta) de manera más eficiente y eficaz.
La
responsabilidad del coach es grande porque la calidad de las preguntas que hace
influye sustantivamente en la calidad de la transformación y logros del
coachee. Desafortunadamente, en el mercado hay muchas personas que, aunque se
autonombran coaches, en realidad no tienen desarrolladas las competencias necesarias
para ayudar a las personas desde cuestionamientos bien planteados y
articulados. Porque hacer preguntas poderosas a partir de la completa
escucha del otro es, en efecto, más arte
que ciencia y, por lo tanto, más práctica que teoría.
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