Autor: José Rafael de Regil Vélez, si quieres conocer más datos del autor, haz click aquí
Publicado en Síntesis Tlaxcala, el 1 de abril de 2015, en la columna Palabras que humanizan
El 28 de marzo fue el cumpleaños de Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, conocida también como Teresa de Ávila o Teresa de Jesús. La fiesta fue por el medio siglo de su natalicio en Ávila, España. Su figura es importante para muchas personas en el mundo occidental: canonizada por la iglesia católica en 1622, fue proclamada doctora de la misma iglesia en 1970, por el hoy beato Paulo VI, quien de esta forma quiso decir al mundo que vale la pena reparar en la religiosa castellana y su legado a la humanidad toda.
Publicado en Síntesis Tlaxcala, el 1 de abril de 2015, en la columna Palabras que humanizan
El 28 de marzo fue el cumpleaños de Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, conocida también como Teresa de Ávila o Teresa de Jesús. La fiesta fue por el medio siglo de su natalicio en Ávila, España. Su figura es importante para muchas personas en el mundo occidental: canonizada por la iglesia católica en 1622, fue proclamada doctora de la misma iglesia en 1970, por el hoy beato Paulo VI, quien de esta forma quiso decir al mundo que vale la pena reparar en la religiosa castellana y su legado a la humanidad toda.
El sitio oficial del V Centenario
teresiano (http://www.stj500.com/santa-teresa/vida/) proporciona una breve visión de su vida: los
primeros veinte años creció y se formó en el seno de una familia culta, donde
aprendió a leer y escribir (gran privilegio en un mundo prácticamente
analfabeta) y formó en gran parte el temple de su carácter.
Sin el permiso de su padre entró al convento
carmelita de la Encarnación, en su natal Ávila. Veintisiete años fue monja en
ese lugar y se curtió en la oración y la enfermedad. Alrededor de los 47 años
acometió la gran tarea que hizo que su legado trascienda hasta nuestros días:
con Juan de la Cruz y otras hermanas se dio a la tarea de reformar la vida
religiosa de su tiempo fundando la orden de las Carmelitas Descalzas y la de los
Carmelitas Descalzos. Entregó todo de sí en dos decenios en los que escribió
cartas, poesía, autobiografía, textos de mística, creó 17 conventos, polemizó
con la Santa Inquisición, organismo de la misógina iglesia católica española
del siglo XVI que sospechaba de las enseñanzas y la actuación de una mujer que
hasta hoy es conocida y respetada por doquier en el mundo cristiano y más allá
de sus fronteras, hasta su muerte el 4 de octubre de 1582.
La figura de la docta maestra espiritual del
siglo de oro hispano es plenamente vigente. Recién el domingo 29 de marzo
pasado el Papa Francisco escribió una carta al padre Saverio Cannistrà,
prepósito General de la Orden de los Carmelitas Descalzos en las que al
felicitar a toda la familia carmelitana del mundo resaltaba algunos rasgos
vivos de la monja avilense. Para el pontífice, si bien Teresa es maestra de
oración, mujer de profundidad interior de grandeza mística, supo responder a
los desafíos de su época: “Deseosa de servir a la
Iglesia, y a la vista de los graves problemas de su tiempo, no se limitó a ser
una espectadora de la realidad que la rodeaba”. Apostó completamente a crecer
con sus hermanas religiosas, por lo que cimentó todo su hacer en la fraternidad
más viva y exigente que pudo.
El 20 de marzo, también de este año, en la
revista española Vida Nueva, Ángeles López comunica una visión muy femenina de
la santa de Ávila (http://www.vidanueva.es/2015/03/20/teresas-de-hoy/). Muestra a la Teresa de los últimos 20 años
como una mujer madura, fuerte, desbordada en creatividad, a pesar de haber sido
acompañada por la enfermedad, que incluso la postró durante dos años paralizada
tras un paroxismo de cuatro días. Nos la presenta dispuesta a defender y
posicionar la libertad de pensamiento y de vida espiritual de las mujeres en un
mundo totalmente controlado y acotado por los hombres y su visión masculina de
las cosas, dispuesta a defender sus hallazgos espirituales, sus escritos, sus
fundaciones ante la misma Inquisición, que tanto miedo sembraba entre las
personas de su época.
Como escritora fue –más de medio millar de
cartas y ocho libros - pudo allegar cosas de gran hondura a los alfabetizados
de su época –como a los de la nuestra-, trastocando la retórica habitual en sus
contemporáneos.
A mí me parece que hay en la figura de Teresa
de Jesús una serie de invitaciones para las mujeres y los hombres de nuestro
tiempo que son pertinentes y oportunas para humanizarnos al humanizar el mundo
que nos ha tocado vivir: la de mirar las cosas en lo profundo más allá de lo
inmediato, de lo aparente y desde allí entender que la hondura espiritual mirar
nuestra realidad para descubrir en ella las oportunidades para crear espacios
en lo que lo humano sea posible; la tarea de vivir así es gozosa, se da en la
superación al miedo de quienes juzgan, reprimen y se consolida comunicando lo
que uno encuentra como sentido de vida y creando fraternidad.
Teresa fue mujer de Dios, de su mundo y de sus
hermanas y hermanos de vida religiosa. Nosotros podemos ser personas de
profundidad interior vertida en el exterior en el cual nunca sobra un par de
manos y brazos dispuestos al compromiso con la justicia; mujeres y hombres
capaces de arrostrar que es posible ser dignamente humanos en medio de los
ingentes desafíos que presentan el empobrecimiento de la mayor parte del
planeta, la centralización de las decisiones políticas en pocas manos que
excluyen de su propio destino a todos los demás, el recrudecimiento de posturas
culturales e idiológicas de corte fundamentalista y nacionalista. Ella apostó y
pudo con su vida ser buena noticia hace quinientos años… Nosotros, seguramente
podremos desde hoy mismo.
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