Autor: Ramón Felipe Tecólt González
Publicado: La Primera de Puebla, 14 de agosto de 2012
El error más común es entender globalización como
homogeneización. La globalización no significa que todos los países hayan sido
cortados por la misma tijera, no hay una homogeneización entre regiones,
naciones ni zonas internas de los países. En todos ellos, hay una gran variedad
de situaciones sociales, de manifestaciones culturales, de economías distintas,
etc.
Globalización es la nueva etapa del proceso de
expansión del capitalismo mundial, es una tendencia creciente a que la dinámica
de las relaciones entre hombres y mujeres, grupos humanos y empresas vaya más
allá, es decir, que trascienda. La tendencia a la globalización, a pesar de ser
un producto histórico, se puede entender con la aparición en las últimas dos
décadas, de un fenómeno cuya intensidad no tiene comparación: el alcance,
cobertura, calidad, modo, forma y velocidad de las comunicaciones. Gonzalo
Ortiz Crespo dice que “la globalización o
mundialización es un proceso que no obedece a un molde único. Es asincrónico,
desordenado, inarmónico, ambiguo, desigual y hasta esquizofrénico”.
La interfaz comunicación/globalización caracteriza
dos relaciones. La primera fuertemente enlazada a una problemática “clásica”
del desarrollo económico, es decir, basada en la nueva economía de la
información que define los parámetros que precisan las cualidades utilizadas
para designar los países “desarrollados”, “en emergencia” y “subdesarrollados”.
Segundo, la comunicación se encuentra a la base epistemológica de un enfoque
antropológico que trata las cuestiones de desarrollo relacionadas con la
cultura. Algunos autores indican la importancia que debe otorgarse a la
relación entre comunicación como fuerza cultural y desarrollo. Se trata de una
interacción que pone en juego las nuevas tecnologías de la comunicación y los
diferentes sistemas socioculturales. Dentro del marco de la liberación de los
mercados se debe observar la relación que entretienen los diferentes actores
sociales implicados en los intercambios efectuados a través de los medios de
comunicación de masa para comprender las transformaciones que se realizan y
como se efectúa todo tipo de convergencia y cuáles son sus incidencias.
En cualquier ciudad del país la experiencia es
similar al encender el televisor. El primer canal que aparece en la pantalla
puede tener un contenido no nacional, y si se hace zapping para ver otros
canales que se ofrecen en la TV de paga, se encontrará con la Deutsche Welle de
Alemania, TV Colombia, CNN, TV5, TVE y canales de cine, deportes, moda,
historia y muchos más.
Regresando a sus primeros pasos, ¿cómo logró la
televisión superar en implantación e influencia a los otros medios? No por su
calidad de imagen, inferior a la del cine, ni por la inmediatez de sus
informaciones, que era proporcionada por la radio, ni por el número de noticias
ofrecidas diariamente, muy inferiores a las de un periódico. Realmente el logro
de la TV ha sido el introducir en el ámbito de la privacidad del ciudadano un
poderoso lenguaje icónico, sustituyendo en la cultura popular no tanto a la
letra impresa, ya que, no nos engañemos, el nivel de analfabetismo funcional ha
sido muy alto en muchos países hasta fechas muy recientes y en otros continua
siéndolo, como a la radio, culminando el proceso iniciado por el cinematógrafo.
Sin embargo, su influencia ha sido tan grande,
incluso entre aquellas personas que han podido acceder a una mayor formación,
que ha hecho tambalearse al medio escrito como punto de referencia obligado,
(libros incluidos) obligándole a replantear contenidos, lenguaje y elementos formales.
El teórico de la comunicación Marshall MacLuhan, en los años 60, aseguró que
tanto la radio como la televisión hacen que se abandonen las culturas
literarias, que considera limitadas, y que se regrese a las viejas formas de
comunicación de las culturas preliterarias. Considera que el predominio de la
escritura como base de la civilización hizo que se acabara con una sociedad
oral basada en las relaciones interpersonales, en la pluralidad de puntos de
vista que generaba un pensamiento que se movía con comodidad en lo metafórico y
mágico.
Nueve empresas globales de la comunicación (ocho de
ellas estadounidenses y una mexicana) controlan la mayor parte de los
satélites, las telecomunicaciones, la televisión, la radio, Internet, el acceso
a la información, la industria cultural y el entretenimiento en todo el orbe.
“El mensaje mono-cultural de los medios de comunicación globales le está
haciendo a la diversidad cultural lo que la globalización económica y la
explotación no sustentable le hizo a la biodiversidad del mundo. Hoy existen
más de 5 mil lenguas y culturas en todo el planeta, la inmensa mayoría
amenazadas con desaparecer”, se
afirma en un informe de la WACC sobre la propiedad de los medios de
comunicación difundido recientemente.
Al vivir en una cultura visual, determina en alto
grado nuestra compresión del mundo actual, y consecuentemente, nuestra propia
identidad (¿otro posible significado de globalización?).
Los medios de comunicación repercuten en los
procesos de construcción de significado. Podemos crear discursos para los
medios de comunicación o recibirlos como audiencia. Este ocurso es un ejemplo
de discurso. En el segundo caso, recibimos imágenes, textos e ideas, algunas
veces en forma de propaganda. Por medio
del procesamiento y organización de estas imágenes, texto e ideas creamos la
interpretación del discurso, lo cual posa finalmente a formar parte de nuestra
propia concepción del mundo.
El rápido desarrollo de las tecnologías de
información y comunicación así como la incipiente monopolización de los
conglomerados que rigen las telecomunicaciones y la industria “cultural”,
representan un serio reto para el mundo. Es particularmente importante, en
consecuencia investigar y proponer soluciones que den a la sociedad civil, a
las universidades, a los grupos humanos y a los propios medios de comunicación
social de los países “subdesarrollados” ese acceso. En teoría, los medios de manejar información
son cada vez más accesibles y democráticos: por ejemplo, más de 40 millones de
personas en 168 países tienen conexión con Internet. Pero, en la práctica existe el peligro
inminente de un nuevo elitismo de la información que margine a la mayoría de la
población del mundo.
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