Autor: Alexis Vera datos del autor haz click aquí
Publicado: La Primera de
Puebla, 20 febrero 2014
Basta circular en auto
por el Periférico Ecológico de Puebla para darnos cuenta que nuestra ciudad es
un desastre urbano. Casas construidas sin ordenamiento inteligente a uno y otro
lado del Periférico que se entremezclan con bodegas y naves industriales,
gasolineras, terrenos agrícolas, etc. Estamos haciendo vivienda pero no estamos
haciendo ciudad. Si asomamos un poco nuestros ojos para ver cómo se construyen
hoy las mejores ciudades del mundo, nos daremos tristemente cuenta de que, como
ciudad, somos un maravilloso fracaso.
Los poblanos vivimos en
una ciudad desequilibrada. Zonas muy ricas y -hasta cierto punto-
desarrolladas, contrastan con zonas pobres, casi miserables, que remiten
nuestra imaginación a la vida rural del Porfiriato. Zonas que se conectan por
un transporte público indigno, ineficiente, problemático, peligroso,
contaminante y generador de canas verdes a todo aquel que se aventure por las
calles.
¿Los responsables? Todos
los poblanos: gobierno, empresas y sociedad (en ese orden de culpa). El
principal responsable es el gobierno municipal y, en segundo término, el
gobierno estatal porque a ellos corresponde planear el ordenamiento territorial
y hacer que se urbanice conforme al plan. Todos sabemos que, con un soborno,
cualquier límite territorial o uso de suelo puede modificarse. Así que no
solamente hay que tener planeación, hay que saber llevarla a cabo y resistir la
tentación de ejecutarla en función de los intereses personales.
Otro gran monstruo destructor
y, por tanto, enemigo de la ciudad, son los desarrolladores y constructores de
vivienda que, en aras de maximizar sus ganancias, construyen viviendas sin
responsabilidad social. En efecto, la mayoría de los desarrolladores que hacen
conjuntos habitacionales en Puebla construyen casas de poca calidad: diminutas
(como para que los que ahí habiten acaben gritándose), pegaditas una con otra y
separadas por un solo muro (como para que no exista vida privada), con mínimas
e insuficientes áreas verdes (como para que nadie salga a caminar), con
banquetas y calles demasiado angostas (como para que nadie pueda circular
fluidamente o nadie pueda invitar amigos con auto porque no hay dónde
estacionarse sin tapar la entrada a alguien), etc. En verdad me parece lamentable
lo que el gobierno y los desarrolladores contemporáneos están haciendo con
nuestra ciudad. Nosotros, la sociedad civil, también somos cómplices porque no
les exigimos otra calidad; somos una sociedad poco exigente y, por eso, nos dan
lo que nos dan. Todos juntos, sociedad, desarrolladores y gobierno, si no
reaccionamos pasaremos a la historia como la generación que no sólo perdió la
oportunidad de diseñar y sentar las bases de una ciudad moderna, ecológica,
sostenible y sin atroces desigualdades, sino que posiblemente pasaremos a la
historia como la generación que destruyó la ciudad y la convirtió en una
verdadera mancha urbana, pero una mancha más con aspecto de jungla que de urbe.
Quizás pasemos a la historia como la generación que degradó la calidad de vida
de la mayoría en beneficio de la calidad de vida de una muy pequeña minoría.
Creo que el nuevo
presidente municipal, Tony Gali, tiene frente a él una oportunidad de oro,
histórica y sin precedentes, para gobernar de manera inteligente y en beneficio
de las mayorías, durante un excepcional periodo de 4 años 8 meses. Las
tentanciones de gobernar en favor de sus amigos y gente de su mismo elevado
estrato social serán muchas, pero todos esperamos que sea valiente, visionario
y compasivo para equilibrar lo desequilibrado, ordenar lo desordenado y diseñar
un futuro más sostenible para todos.
Al final de cuentas,
todos -ricos y pobres- pagamos los elevados costos de tener una capital
desigual, desordenada, insegura y poco disfrutable. Sin embargo, me parecen
positivos los recientes esfuerzos del gobierno por crear más espacios públicos.
Creo que, donde haya menos espacios cerrados, privados y amurallados, habrá más
y mejor convivencia humana; esto equilibra positivamente las relaciones entre
las diferentes clases socioeconómicas y disminuye la tensión social,
favoreciendo así la generación de un tejido humano más sostenible.
Ojalá los
desarrolladores de vivienda asuman la responsabilidad histórica que tienen
frente a ellos y construyan espacios de calidad sacrificando un poco su
ganancia personal en beneficio de una mejor ciudad para todos. Nadie dice que
no hagan dinero construyendo, pero muchos decimos que no ganen a costa de la
calidad de vida de los demás. Twitter: @veraalexis
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