Publicado:
Síntesis Puebla, 09 de octubre de
2013
En un esquema constructivista, el profesor minimiza de alguna manera su rol y junto con los estudiantes se toman algunas decisiones sobre temas de investigación, condiciones y fechas de trabajo, manejando además procesos de autoevaluación, coevaluación y rúbricas en las que se establecen claramente los desempeños esperados en las actividades o productos más relevantes del curso y no hay sorpresas en las calificaciones. Sin embargo, en cualquier caso, el profesor puede seguirse viendo como la figura poderosa pues "quien asigna la calificación manda". Una manera de revertir esta ventajosa posición es inclinando la balanza hacia una práctica docente reflexiva que enfatice en principios éticos como responsabilidad y compromiso hacia la formación de los estudiantes, y dando poco peso a la figura del profesor como experto o sabio que vierte sus conocimientos y experiencias en las mentes vacías que hay que llenar.
No hay que olvidar el poder que tienen los estudiantes al momento de evaluar el desempeño de sus profesores, al momento de tratar sin respeto al profesor o a sus mismos compañeros con conductas groseras, hostiles y hasta indiferentes. La cotidianeidad tiene detrás relaciones de poder que habrá que explorar; reflexionar sobre ellas nos ayuda a la construcción de una sociedad más justa.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.
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