Autor: Jaime Carlo Franco García
Publicado: en
lado B, 08 de octubre de 2013
“Soñar no
cuesta nada” posiblemente sea una de las frases más usadas en la idiosincrasia
mexicana y Latinoamérica, y sin embargo posiblemente soñar en realidad pudiera
costar más de lo que se piensa. En efecto, soñar permite idear, generar
esquemas, plantear posibilidades y hasta tener sensaciones de éxito con el
famoso “si se puede”; aquí está la base del nacimiento del emprendedor, pero
también el mayor de los retos, pues soñarlo es solo un parte, realizarlo y
convertirlo en realidad es la magia, es lo que se conoce como costo de
oportunidad.
Si alguna
vez antes de irse a la cama, durante una junta de trabajo o camino de regreso a
casa a mitad del tráfico, ha rondado en su cabeza la idea de montar su
propio negocio, no se desanime, ya tiene usted el primer requisito para ser
empresario: Soñar.
Soñar sin
duda es la primera motivación de una serie de pasos, que conducen al
emprendimiento y que se visualizan de maneras diversa: soñar con separarse de
la empresa donde se labora para tener la propia, soñar que se pueden obtener
los financiamientos adecuados, soñar con ser exitoso y construir grandes
proyectos trascendentes, soñar con dejar un patrimonio para la familia.
Walter
Elías Disney (1901-1966) siempre sostuvo “Si lo sueñas puedes lograrlo”, este
intrépido dibujante fue en algún momento conductor de ambulancia y repartidor
de periódicos, probablemente durante sus recorridos o al momento de regresar a
casa soñaba con perfeccionar su talento artístico y crear personajes.
Disney
empezó por soñar, pero lo que más hizo fue trabajar, segunda condición para
poner en movimiento el espíritu emprendedor. Posteriormente hizo equipo con su
hermano (tercer paso), que le ayudó en la administración de sus negocios,
empezando así una historia de emprendimiento exitosa, de las más conocidas en
el mundo.
Usted puede
pasar un largo rato haciendo una lista de grandes empresarios que como Disney
empezaron por soñar, pero también hay una larga lista de quienes no continuaron
sus sueños, para evitar que esto último suceda, hay que empezar por cambiar la
frase de “soñar no cuesta nada” por “soñar me costará
pero tendré éxito”, eso sin lugar a duda es el retorno de un sueño
equiparable a lo que se conoce como retorno de inversión.
Hablando
de esta lista de soñadores, podemos retomar a uno de los más célebres, Steve
Jobs, el aquel entonces presidente de Apple, pronunció undiscurso durante
el acto de graduación de la Universidad de Stanford en junio de 2005,
comentando sus experiencias en el mundo del emprendimiento, haciendo mención
de: “A veces la vida te va a pegar en la cabeza con un ladrillo. Pero no
pierdas la fe. [...] Si tú lo deseas, puedes volar, sólo tienes que
confiar mucho en ti. [...] La única forma de que se sientan satisfechos es
haciendo un gran trabajo, y eso solo es posible si aman lo que hacen. Si aún no
lo han encontrado, sigan buscando, no se detengan […]”
Las
palabras de Steve Jobs recuerdan
la importancia de dos piezas clave en esta primera motivación del emprendedor:
la confianza y el optimismo. Confiar en tu idea de negocio será clave para
saber defenderla ante todo, siempre defenderás y confiaras en lo que amas. Ser
optimistas permite continuar, evita “tirar la toalla” cuando las
cosas no sean como se desea.
Estas dos
características básicas del sueño del emprendedor, que a primera vista podrían parecer de sentido
común, han sido estudiadas por múltiples investigadores de Institutos de
Emprendimiento Internacional; ahí los expertos hablan de la incertidumbre que
engloba cualquier contexto económico, más aún en una situación de crisis como
la que vivimos, haciendo que los sueños tiendan a decaer o posponerse ante la
cotidiana realidad.
De
acuerdo a la Hellenic American University de Grecia, en un
artículo publicado en la revista Journal of Innovation and
Entrepreneurship, se cree que la mayor parte de las personas suelen
sobreestimar las posibilidades de éxito; sin embargo, este dato podría ser aún
más impactante cuando se entiende que este estudio fue aplicado
exclusivamente a 3 mil emprendedores griegos donde el 81% valoró sus
posibilidades de éxito. Este alto porcentaje, unido a una confianza casi ciega
en los buenos resultados que auguraba un escenario de futuro económico más o
menos estable, hacen del sueño emprendedor una buena hipótesis de análisis.
Soñar
debería provocar que se plantearan las buenas y malas cosas que existen en el
camino por recorrer, para ante todo, comprender que el ingrediente principal es
aprender a ser flexibles ante las circunstancias y seguir trabajando en los
proyectos de vida. Como bien decía el propio Jobs en su discurso universitario,
“[…] no podemos conectar los puntos hacia adelante, solo hacia atrás […]; es
decir, entender que todo futuro es impredecible para también fascinante para un
soñador. Seguir soñando despiertos y apostarle al éxito que seguramente se tendrá si sabemos ser perseverantes
y acompañar los sueños, de esas pequeñas pero significativas premisas del
emprendimiento.
El autor
es profesor de la Universidad
Iberoamericana Puebla.
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