José Rafael
de Regil Vélez
Publicado en Síntesis Tlaxcala, el 13 de junio de 2012
El proceso electoral
federal comenzó aparentemente soso, pero al paso de las
semanas ha ido adquiriendo calor y color. Todo parecía muy
dado para los candidatos y sus partidos, pero emergieron dos protagonistas cuya
presencia no había sido apreciada con justicia por la clase política y
el cuarto poder que son, de hecho, los medios de comunicación: los jóvenes y
las redes sociales establecidas en las tecnologías de información y comunicación (tics).
La
comparecencia de Enrique Peña Nieto ante la comunidad educativa
de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México destapó el protagonismo juvenil, agitado por los
universitarios, bajo la bandera de un auténtico acceso a la información, en especial en lo que se refiere a política.
A decir del movimiento "Somos 132"
los jóvenes son capaces de participar en aquéllo que tiene que ver con los asuntos de interés público, en especial en lo tocante al
proceso electoral. Reclaman para ello información real y no
creen encontrarla en la prensa, radio y televisión comerciales.
A su parecer las empresas dueñas de los medios de comunicación son rehenes de sus propios intereses y no procuran
los de la ciudadanía.
En este
contexto la apertura de Internet con la velocidad comunicativa de las redes
sociales como Twitter y Facebook se presenta casi como la gran solución, por el papel que han jugado en procesos sociales
como la recién acontecida primavera árabe. Pareciera que nos encontramos con LA opción, porque permite velocidad y amplitud en la comunión en el intercambio de los recursos comunicativos y
sus contenidos
Sin
desconocer la importancia de estas tecnologías hay que
estar atentos, porque no todo lo que brilla es oro. Si bien en los muros de las
redes los sucesos pueden ser reportados y las opiniones compartidas de manera
instantánea, la rapidez y variedad de tópicos informados no son
suficientes.
Contar con
información pertinente para actuar consistentemente ante los
complejos problemas sociales contemporáneos requiere de contexto histórico, de capacidad crítica para
apreciar justamente los datos recibidos y establecer relaciones con otros más que muestran realidades profundas e interconectadas
existentes en lo humano. La información en Internet fluye
indiscriminadamente y requiere de un usuario -o grupos de usuarios- que sepan
qué hacer con ella. Eso supone un internauta que es capaz
de mucho más que sólo navegar y "postear" lo
inmediato, pues intenta formarse una opinión sensata de lo que exige que se
comprometa, porque lo que va de por medio es un mundo más humano.
El
analfabetismo funcional digital es un mal silencioso, porque carcome las
posibilidades de interacción con la realidad, en la ilusión de que se tiene un vasto panorama para formar un
buen punto de vista.
En el
mundo de las nuevas tecnologías, con computadoras, tabletas,
smartphones, en el que el fluir de información reluce y
deslumbra, no saber qué hacer con ésta por falta de formación de la
conciencia crítica y la alfabetización digital seria equivale a vivir en la dura realidad
de que no todo lo que brilla es oro, aunque uno esté deslumbrado.
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