Autor: José Rafael de Regil Vélez, datos del autor haz click aquí
Publicado:
Síntesis Tlaxcala, 28 de febrero de 2012
Ayer, martes 26 de febrero de 2013, sucedió lo que
a muchos se antojaba imposible: Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, fue detenida por elementos
de la Procuraduria General de la República,
para responder por la orden de aprehensión que le fue girada por un juez bajo
la presunción de que ha traficado miles de millones de pesos de los agremiados
en el sindicato que preside.
Los
medios de comunicación han enfilado todas sus baterías para acometer la
noticia, sus implicaciones, sus derivaciones. Carlos la ropa de marca que
usaba, Loret de Mola, por ejemplo, retomó las entrevistas que hizo a la
profesora Gordillo y en la que le preguntaba sobre sus ingresos económicos, su
ropa de marca, sus cirugías cosméticas.
Desde
hace muchos años, pero mucho más en los recientes, la lideresa magisterial es
lo más cercano a una antiheroína que detenta un poder casi mítico,
posibilidades insospechadas, dueña de partidos políticas y conciencias, génesis
de todos los males que afectan a la educación de los mexicanos.
Su
existencia reclama, por así decirlo, también la de un héroe, alguien con tanto
o más poder que ella que pueda ejercer la acción definitiva que la coloque en
las sombras de las cuales no debería haber salido.
Héroes
y antihéroes o villanos, personajes que concentran lo bueno y lo malo, a
quienes clamamos en nuestras más terribles impotencias.
El
crimen organizado, la creciente brecha entre ricos y pobres, las reformas
siempre postergadas, el peligro que nos imaginamos que puede traer consigo la
izquierda nos llevan a reclamar airadamente al cielo que nos mande un héroe, un
tlatoani capaz de resolver todo, de protegernos como a los niños indefensos que
sentimos que somos. Y también nos ponen ante la necesidad de un villano a quien
culpar de todo lo malo que pasa. Y así, entre héroes y antihéroes nos miramos
como espectadores de nuestra propia vida, entregando nuestras posibilidades y
responsabilidades a alguien a quien en nuestra apesadumbrada imaginación damos
todo el poder para el bien y para el mal.
Lo
que a mí me cuestiona de todo esto es que de una u otra forma terminamos
cediendo nuestra responsabilidad, nuestro protagonismo a alguien más, que tiene
llave mágica para solucionar problemas; que tiene la maldad suficiente para fastidiarnos
la existencia.
Pero
la realidad no opera así. La desaparición de Elba Esther y el afianzamiento de
los héroes que provocaron su detención no van a solucionar los problemas de la
educación en el país, el gregarismo y la
inseguridad. Si no entendemos la responsabilidad ciudadana que tenemos cada uno
y cómo al ceder poder y autoridad a una persona la convertimos en semidios todo
va a ser igual
Lo bueno de tener héroes y antihéroes es que
podemos forjar grandes historias que legitimen que abandonemos nuestro
protagonimos con la libertad y la justicia; lo malo, es que el mundo continúa
con sus problemas y a la espera de las soluciones reales, esas que requieren el
compromiso de cada uno.
La captura y aprehensión de
Elba Esther Gordillo es un acto simbólico y político, pero no la solución de
los problemas educativos de este país.
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