Autor: José Vicente Hurtado Herrera
Publicado: La Primera de Puebla, 25 de abril de 2014
La docencia y particularmente la docencia universitaria, en este
complicado tiempo de atención dispersa, de video juegos, de
cultura líquida, tiene el reto de atrapar la atención de los
jóvenes alumnos, de mover su intelecto, sus emociones, eso que
hoy parece más complicado que hace no mucho tiempo atrás.
Pero el mayor reto está en colaborar en su formación como
profesionistas competentes, y con ello que sean pertinentes
frente a la problemática realidad social en que se encuentran, a
fin de dar una respuesta inteligente desde su condición
privilegiada como universitarios.
Impartir un curso en la Universidad, nos demanda la necesidad de
ampliar los horizontes de reflexión, de contextualizar los
aprendizajes desde la realidad socio-histórica por la que atraviesa
el mundo y el país. Visto desde aquí la clase no se limita a
trasmitir una serie de conocimientos del experto maestro, sino
de confrontar éstos con el mundo en que nos encontramos, y en
ello no siempre colabora la gran cantidad de bibliografía
extranjera que empleamos.
La Psicología del Desarrollo, curso que actualmente facilito en la
Universidad, se preocupa por atender el proceso psicológico del
individuo a lo largo de su ciclo vital, considerando su dimensión
tanto física, como cognitiva y psicosocial. En dichas dimensiones
se expresan los procesos de cambio y estabilidad que ocurren en
el ser humano desde su concepción y a lo largo de la vida
(Papalia, 2010), lo cual se entiende por desarrollo.
La caracterización teórica de cada etapa de desarrollo es clara,
pero sin duda está fuertemente influenciado por el contexto
social en que se presenta. De aquí la intención de que en un
curso como éste los participantes no olvidemos la mediación de
la realidad de nuestro México. En esta ocasión me referiré a dos
etapas, la niñez y la adolescencia.
En el desarrollo prenatal que va de la fecundación al parto, es
una etapa fundamental en la vida del individuo, relacionado con
la salud de la madre durante la gestación del bebé. Al respecto,
la realidad en México es compleja, puesto que a pesar de que
los servicios de salubridad pública se van ampliando, sin embargo
la negligencia de las instituciones genera una pésima atención a
mujeres que por su condición de pobreza y origen étnico, son
objeto de maltrato. Hace meses tuvimos noticias de mujeres
indígenas que ?dieron a luz? en el las salas de espera o jardines de instituciones de salud,
fruto del pésimo servicio ofrecido, escenas que lamentablemente
seguiremos viendo.
El recién nacido, el infante temprano, intermedio y tardío, son
las etapas consideradas para el estudio de la niñez. En esta etapa
se insiste en el crecimiento acelerado del niño, en la madurez
progresiva de su cerebro, y en la necesidad de que los papás
generen vínculos afectivos con su hijo.
El vínculo afectivo es algo que se va generando a partir de la
presencia y compromiso de los papás en el cuidado de los hijos,
y esta presencia se problematiza por la necesidad de muchas
parejas de que ambos trabajen, y en este sentido los cuidadores
(abuelos, niñeras, ?video juegos? y otros) juegan un papel
importantísimo. Lo cierto es que la importancia del vínculo
afectivo, nos obligar e repensar nuestra presencia, y no
simplemente justificarnos en la necesidad o aspiración
económica.
Según UNICEF (2014), en México viven 39 millones de niños, niñas
y adolescentes, lo que significa que el 35% de la población del
país tiene menos de 18 años. En materia educativa, todavía hay
más de tres millones de niños entre 3 y 17 años que no asisten a
la escuela. El 60% de la población indígena de 3 a 7 años viven en
pobreza extrema.
En continuidad con la niñez, viene la adolescencia, la cual se
caracteriza por sus profundos cambios hormonales, así como la
búsqueda incesante de identidad. Erik Erickson habla que los
adolescentes pasan por la 5ª. Etapa de Desarrollo: Identidad vs
Confusión de rol. Esta búsqueda es incesantes, experimentando,
conociendo, la con la complicidad de los amigos, figuras claves
en su proceso evolutivo, y el consabido distanciamiento de los
papás.
En esta evidente etapa de transición, los adolescentes en
México se han enfrentado al mayor acceso a las drogas, a una
mayor apertura a la expresión de sus preferencias y vida sexual,
a la posibilidad de desertar de la escuela, y a las prodigiosas
posibilidades de comunicación que les da las TICS y las redes
sociales en particular.
En el censo del 2010 el INEGI estimó que 1 de cada 6 nacimientos
acontece en jóvenes de 15 a 19 años (16.1%). En 2011, la
Encuesta Nacional de Adicciones sostuvo que la edad de la
población que presenta mayor consumo de sustancias legales o
ilegales, se encuentra entre los 15 y 19 años.
Uno de los grandes retos en el trabajo con los adolescentes es la
posibilidad de acompañarlos, de ponerles límites, de ayudarles en
su proceso de transición, tanto como papás o como docentes.
El desarrollo del individuo, de su cuerpo, de su cognición, de su
psique, está más o menos homogenizado en las constantes de
desarrollo estudiadas por los expertos, pero la peculiaridad de
las razas, de los contextos, es un reto en cada aula, en cada
espacio de reflexión y estudio. Negarnos la posibilidad de
contextualizar a los alumnos, de ayudarles a vincular el
conocimiento con la realidad inmediata, es seguir promoviendo
una visión Universitaria que se agota en sus paredes, que se
limita en tener una profesión sólo para comer. Nuestra misión es
más grande: transformar el mundo y sus circunstancias.
El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en:
http://circulodeescritores.blogspot.com
Sus comentarios son bienvenidos
cultura líquida, tiene el reto de atrapar la atención de los
jóvenes alumnos, de mover su intelecto, sus emociones, eso que
hoy parece más complicado que hace no mucho tiempo atrás.
Pero el mayor reto está en colaborar en su formación como
profesionistas competentes, y con ello que sean pertinentes
frente a la problemática realidad social en que se encuentran, a
fin de dar una respuesta inteligente desde su condición
privilegiada como universitarios.
Impartir un curso en la Universidad, nos demanda la necesidad de
ampliar los horizontes de reflexión, de contextualizar los
aprendizajes desde la realidad socio-histórica por la que atraviesa
el mundo y el país. Visto desde aquí la clase no se limita a
trasmitir una serie de conocimientos del experto maestro, sino
de confrontar éstos con el mundo en que nos encontramos, y en
ello no siempre colabora la gran cantidad de bibliografía
extranjera que empleamos.
La Psicología del Desarrollo, curso que actualmente facilito en la
Universidad, se preocupa por atender el proceso psicológico del
individuo a lo largo de su ciclo vital, considerando su dimensión
tanto física, como cognitiva y psicosocial. En dichas dimensiones
se expresan los procesos de cambio y estabilidad que ocurren en
el ser humano desde su concepción y a lo largo de la vida
(Papalia, 2010), lo cual se entiende por desarrollo.
La caracterización teórica de cada etapa de desarrollo es clara,
pero sin duda está fuertemente influenciado por el contexto
social en que se presenta. De aquí la intención de que en un
curso como éste los participantes no olvidemos la mediación de
la realidad de nuestro México. En esta ocasión me referiré a dos
etapas, la niñez y la adolescencia.
En el desarrollo prenatal que va de la fecundación al parto, es
una etapa fundamental en la vida del individuo, relacionado con
la salud de la madre durante la gestación del bebé. Al respecto,
la realidad en México es compleja, puesto que a pesar de que
los servicios de salubridad pública se van ampliando, sin embargo
la negligencia de las instituciones genera una pésima atención a
mujeres que por su condición de pobreza y origen étnico, son
objeto de maltrato. Hace meses tuvimos noticias de mujeres
indígenas que ?dieron a luz? en el las salas de espera o jardines de instituciones de salud,
fruto del pésimo servicio ofrecido, escenas que lamentablemente
seguiremos viendo.
El recién nacido, el infante temprano, intermedio y tardío, son
las etapas consideradas para el estudio de la niñez. En esta etapa
se insiste en el crecimiento acelerado del niño, en la madurez
progresiva de su cerebro, y en la necesidad de que los papás
generen vínculos afectivos con su hijo.
El vínculo afectivo es algo que se va generando a partir de la
presencia y compromiso de los papás en el cuidado de los hijos,
y esta presencia se problematiza por la necesidad de muchas
parejas de que ambos trabajen, y en este sentido los cuidadores
(abuelos, niñeras, ?video juegos? y otros) juegan un papel
importantísimo. Lo cierto es que la importancia del vínculo
afectivo, nos obligar e repensar nuestra presencia, y no
simplemente justificarnos en la necesidad o aspiración
económica.
Según UNICEF (2014), en México viven 39 millones de niños, niñas
y adolescentes, lo que significa que el 35% de la población del
país tiene menos de 18 años. En materia educativa, todavía hay
más de tres millones de niños entre 3 y 17 años que no asisten a
la escuela. El 60% de la población indígena de 3 a 7 años viven en
pobreza extrema.
En continuidad con la niñez, viene la adolescencia, la cual se
caracteriza por sus profundos cambios hormonales, así como la
búsqueda incesante de identidad. Erik Erickson habla que los
adolescentes pasan por la 5ª. Etapa de Desarrollo: Identidad vs
Confusión de rol. Esta búsqueda es incesantes, experimentando,
conociendo, la con la complicidad de los amigos, figuras claves
en su proceso evolutivo, y el consabido distanciamiento de los
papás.
En esta evidente etapa de transición, los adolescentes en
México se han enfrentado al mayor acceso a las drogas, a una
mayor apertura a la expresión de sus preferencias y vida sexual,
a la posibilidad de desertar de la escuela, y a las prodigiosas
posibilidades de comunicación que les da las TICS y las redes
sociales en particular.
En el censo del 2010 el INEGI estimó que 1 de cada 6 nacimientos
acontece en jóvenes de 15 a 19 años (16.1%). En 2011, la
Encuesta Nacional de Adicciones sostuvo que la edad de la
población que presenta mayor consumo de sustancias legales o
ilegales, se encuentra entre los 15 y 19 años.
Uno de los grandes retos en el trabajo con los adolescentes es la
posibilidad de acompañarlos, de ponerles límites, de ayudarles en
su proceso de transición, tanto como papás o como docentes.
El desarrollo del individuo, de su cuerpo, de su cognición, de su
psique, está más o menos homogenizado en las constantes de
desarrollo estudiadas por los expertos, pero la peculiaridad de
las razas, de los contextos, es un reto en cada aula, en cada
espacio de reflexión y estudio. Negarnos la posibilidad de
contextualizar a los alumnos, de ayudarles a vincular el
conocimiento con la realidad inmediata, es seguir promoviendo
una visión Universitaria que se agota en sus paredes, que se
limita en tener una profesión sólo para comer. Nuestra misión es
más grande: transformar el mundo y sus circunstancias.
El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en:
http://circulodeescritores.blogspot.com
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