Publicado: Síntesis Puebla, 9 de mayo de 2014
La
semana pasada el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE),
señaló que el sistema educativo nacional presenta seis fallas centrales para
fortalecer el derecho a la educación. Las seis fallas son: inequidad, poca
atención a la población indígena, obligatoriedad de preescolar, trabajo
infantil, deserción y la necesidad de fortalecer las escuelas. Llama la
atención que dentro de estas seis fallas no se encuentre alguna relativa a los
docentes, que en los últimos meses han sido señalados de manera sistemática
como los responsables, casi únicos, de que la educación en México tenga bajos
resultados en las pruebas estandarizadas a nivel nacional e internacional. Creo,
o más bien dicho, tengo la certeza, de que muchos profesores llegaron a serlo
porque era la mejor opción, o más bien dicho, la opción menos mala, para ser un
profesional y tener un empleo más o menos bien remunerado, y sobre todo seguro
para el resto de la vida. En esta categoría entran aquello profesores que
pasaron por una escuela normal, pues no había otra posibilidad de continuar su
formación. También están los que heredaron una plaza, estos tienen alguna otra
formación, pero las pocas posibilidades de empleo en nuestro país, los
orillaron a gestionar la herencia de una plaza de alguno de los padres o de
algún tío o de alguien que pudo vendérselas. Por otro lado, están los docentes
que llegaron a este empleo porque consideraron que era fácil, que no tendrían
que esforzarse mucho por trabajo regularmente pagado y seguro, es posible que
hayan pasado por una normal o es posible que no, pero vieron en este empleo la
posibilidad de tener un modus vivendi haciendo poco esfuerzo. Y por supuesto,
están los que llegaron a este empleo convencidos de que era lo que querían
hacer y a lo que querían dedicarse, sin importar la paga, ni la seguridad
laboral, es decir, en esta categoría están esos docentes que tienen vocación y
hasta invierten lo que ganan en material y recursos que la SEP jamás les
proporciona. Claro está que la mayoría de ellos ingresaron a una escuela normal
y muy pocos estudiaron otras cosas y más tarde descubrieron la vocación
docente. Hago referencia a estas tres categorías, para señalar que no podemos
meter en el mismo costal a todos los profesores, hay un grupo, numeroso por
cierto que hace bien su trabajo, que tiene vocación, que se despierta todos los
días de madrugada sale de su casa para ir a cumplir con la tarea de la mejor
manera posible. Muchos de ellos se trasladan a sus centros de trabajo en
camiones de segunda, piden "aventón" para ahorrarse unos pesos o
camina largos tramos que dejan sus zapatos llenos de polvo. Estos profesores,
trabajan en medio de la miseria y son los únicos que hacen algo por los niños
que tienen menos y por tener menos, estos pequeños tienen muy pocas
posibilidades de concluir el ciclo básico de educación. Estos docentes trabajan
en escuelas que cuentan con pocos recursos y tienen que atender varios grados a
la vez, sin haber recibido entrenamiento, ni mucho menos formación para
hacerlo. A pesar de esto los niños aprenden a leer, escribir y a resolver las
operaciones aritméticas básicas.
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