Autor:
Alexis Vera datos del autor haz click aquí
Publicado:
Síntesis Puebla, 20 de mayo de 2014
En
México la educación es franca y lamentablemente una farsa: los profesores hacen
como que enseñan y los alumnos como que aprenden en un juego de complicidades
donde nadie hace un gran esfuerzo y todos se "tapan", se encubren, en
un pacto de mediocridad que perpetúa la lenta salida del subdesarrollo a una
nación que llora porque las cosas sean diferentes.Los maestros de cualquier
nivel, desde preescolar hasta educación superior, en escuelas públicas o
privadas, apenas invierten tiempo para preparar sus clases o revisar los
trabajos de sus alumnos; hacen como que preparan y como que revisan porque en
la práctica no realizan, por ejemplo, investigación seria (no digamos de
vanguardia), ni tienen generalmente las cualificaciones, tiempo, energía o
valor para retroalimentar constructivamente a un alumno.Pero no es extraño que
se viva así en un país donde cualquier persona puede ser profesor y, en muchos
casos, donde es docente quien no encontró otro empleo; donde los maestros
apenas ganan lo suficiente para subsanar lo básico de la existencia (aunque sus
compañeros aviadores y fantasmas ganen hasta 20 veces más sin pisar el aula).Quienes
hoy somos profesores en México no fuimos suficientemente exigidos como alumnos
y, por tanto, tampoco exigimos a los nuestros. El estudiante de cualquier nivel
lo sabe, por eso regularmente realiza trabajos y tareas francamente pobres que
casi siempre son generosamente calificadas con ocho, nueve o diez; el que de
plano está perdido saca menos que eso pero su profesor se expone al reclamo de
todos, incluidos padres de familia y administradores escolares. Los alumnos
mexicanos se auto exigen poco (perpetuando la cultura del "ahí se
va") porque saben que con cualquier cosa sacan buena nota y que su poder
de negociación, frente a una debilitada figura docente, es grande.Tenemos uno
de los peores sistemas educativos del mundo y eso no cambiará mientras los
profesores no exijan más a sus alumnos y los retroalimenten con franqueza y
amor, sin regalar calificaciones.El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana
Puebla.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario