Autora:
Laura Angélica Bárcenas Pozos datos de la autora haz click aquí
Publicado: lado B, 17 de diciembre de 2013
Publicado: lado B, 17 de diciembre de 2013
En
algún otro artículo he escrito de la importancia que tiene para el desarrollo
de hábitos escolares en niños de preescolar y primaria, la participación de los
padres. Entre estos hábitos está el de la lectura, que es difícil trabajar,
pero que de lograrlo ayuda a desarrollar en los niños habilidades de
pensamientos que resultan muy significativas en el desarrollo cognitivo.
Sin
embargo este propósito es difícil de lograr por muchas cosas, una porque muchos
de los padres no tienen este hábito, es
decir nunca lo han desarrollado y resulta difícil que ellos lo fomenten en sus
hijos. A pesar de esto, es importante que tomen consciencia del papel relevante
que juegan en la formación académica de sus pequeños y que hagan un esfuerzo
por desarrollar, tal vez junto con ellos este hábito.
Por
otro lado, hay un factor económico para que esto no sea una realidad. Los
libros cuestan y mucho. Es claro que en un país de muchos millones de pobres,
la compra de libros no es una prioridad en las familias, sin embargo los
padres, podrían organizarse con la familia extensa para que los niños puedan
intercambiar sus libros con primos y heredarlos a sus hermanos más pequeños. Lo
mismo puede hacerse con los vecinos. Siempre estableciendo de común acuerdo,
esta posibilidad de intercambio para no generar problemas vecinales. Incluso
pueden organizar un fin de semana, un mercado de libro en donde haya más un
trueque que una compra venta; en donde no importe el valor económico de los
libros, sino el valor del interés por leer algo nuevo.
Por
otro lado la escuela puede ser un promotor de intercambio de libros, lo que
quiero decir es que la escuela puede organizar una vez durante el ciclo
escolar, una actividad dedicada al libro, en donde los niños puedan llevar
algún libro e intercambiarlo con algún compañero, de modo tal que cada niño
obtenga un libro que no haya leído. También puede permitir que los libros del
programa nacional de fomento a la lectura sean llevados a las casas de los
menores y devueltos cuando hayan sido leídos. Por otro lado, se podrían buscar
patrocinios para la compra de textos de literatura infantil y juvenil, además
de que estos podrían intercambiarse entre los alumnos a lo largo del curso.
En
el último de los casos, al menos leer las lecturas de los libros de texto.
Estas son buenas y tienen el mismo efecto que cualquier historia. Sin embargo
es importante que los niños diversifiquen sus lecturas. Esto ayudará a que
incrementen su vocabulario; es decir, cada vez que el niño se encuentre una
nueva palabra en un texto, preguntará que qué significa eso, es conveniente que
los padres le resuelvan la duda y si ellos mismos no saben el significado de
esa palabra, podrían ir juntos a un diccionario para indagarlo.
El
poder de las palabras es de vital importancia en el desarrollo cognitivo de las
personas, no solo porque da posibilidades de comprender mejor y de comunicarse,
sino porque permite profundizar en el entendimiento de lo que se aprende. Ayuda
a establecer relaciones entre personajes y situaciones, además de a seguir el
hilo de una historia. También permite identificar inconsistencias, hacer analogías, imaginar escenarios, interpretar lo que dice el autor.
Es
decir, al leer una persona está trabajando con sus habilidades mentales, las
está desarrollando y eso permitirá que los niños vayan teniendo aprendizajes
más sólidos. No solo van a comprender lo que leen en textos académicos, sino
las explicaciones que les dan sus profesores y la información que encuentran en
texto escolares.
Además
si desde pequeños empiezan a trabajar con el desarrollo de sus habilidades
cognitivas, alcanzarán cierta madurez neuronal que les permitirá avanzar en su
desarrollo académico. Y no puedo dejar de mencionar que la lectura favorece el
desarrollo de la escritura pues son de esas acciones que van de la mano, cuando
se trabaja con una, se desarrolla la otra.
En
otros artículos he insistido en la necesidad de que profesores y padres
trabajen de común acuerdo para que el desarrollo cognitivo, psicológico, moral
y físico de los niños y jóvenes se logre a cabalidad. Sin embargo hay una
permanente insistencia de estos actores por responsabilizar al otro de que esto
no sucede. Hace poco un sacerdote jesuita nos señalaba, en una reunión de
padres de familia del Instituto Oriente, que está a cargo de esta congregación;
que la escuela vive el fenómeno de Penélope y que lo que ellos tejen en el día,
los padres nos dedicamos a destejerlo en la tarde-noche.
Así
que padres y profesores, caminemos el puente que nos separa, establezcamos las
redes de colaboración que necesitamos tejer para el bien del desarrollo de
nuestras niños y adolescentes, en términos específicos y para el de nuestro
país en términos amplios. No podemos seguir trabajando cada quien para su
santo, mostrando a nuestros hijos y alumnos que hay dos realidades. Requerimos
unir nuestras fuerzas, si en verdad queremos revertir los resultados de las
pruebas estandarizadas, si realmente queremos que nuestros hijos y alumnos
alcancen un buen desarrollo integral, si queremos que las condiciones en
nuestro país empiecen a cambiar.
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