Publicado: e-consulta, 17 de diciembre de 2013
La semana pasada Uruguay se convirtió en el primer
país del mundo que legaliza y regula la producción, distribución y venta de
marihuana. Una medida que sin duda ha desatado polémica porque va
contracorriente: ningún país le ha apostado a la legalización de las drogas que
hoy son ilegales. Todas las naciones han preferido la criminalización, es
decir, se han inclinado por una estrategia tipo policías y ladrones, como en
los buenos años del contrabando licorero de Al Capone. Pero Uruguay ha dicho
otra cosa, ¿tendrá razón?
Cualquier estrategia de combate a las drogas tiene
un lado negativo. Creo que la cosa es ver cuál es la estrategia que tiene el
flanco negativo más pequeño, es decir, cuál es la que representa el menor de
los males. Quizás no haya forma de evitar que una parte de la humanidad viva
consumiendo drogas. Es muy difícil eliminar las conductas autodestructivas que
tenemos todos los seres humanos. Las drogas se seguirán consumiendo en el
mundo, sean legales o no. Siempre habrá gente que, por motivos psicológicos o
sociales, busque refugio en ellas (incluyendo al alcohol, una droga legal).
Se ha tenido la creencia de que, si se prohíbe la
producción y venta de drogas como la marihuana (por mucho la más consumida de
todas), habrá menos consumo. Los datos de la realidad no comprueban esta
teoría; al contrario, el consumo global incrementa año con año. Si la realidad
no confirma la teoría, ¿por qué insistir en ella entonces? Por falta de
creatividad y miedo, quizás.
No solamente la prohibición ha mostrado su
ineficacia como inhibidora del consumo, sino que también ha demostrado su
efectividad como incubadora de crimen y, en países como el nuestro, ha gestado
toda una industria criminal, tan poderosa como el mismo estado. Pero seguimos
creyendo que estamos en la vía correcta con la prohibición. ¿Cuántas vidas más
hace falta perder para que cambiemos de opinión?
Legalizar la producción, distribución y consumo de
la marihuana no va a solucionar del todo el problema. En realidad la estrategia
debe ser más compleja que eso y debe ser multinacional porque no sirve de mucho
que en México se legalice y, por ejemplo, en Estados Unidos se prohíba.
Legalizar significa pasar los recursos públicos usados para combatir el crimen,
a la esfera de la salud pública para prevenir y tratar el consumo de drogas. En
lugar de gastar dinero en armas, gastemos dinero en educación y tratamientos. A
la larga, un pueblo bien educado sobre las drogas seguro que será menos
vulnerable a cualquier vicio.
Legalizar no significa traer el neoliberalismo al
mercado de las drogas. Es decir, no significa dejar exclusivamente en manos de
particulares la producción, distribución y venta de cualquier estupefaciente.
Legalizar va de la mano con regular. En Uruguay hay reglas claras para este
negocio, no se puede vender y consumir libremente, hay controles (que
seguramente se irán afinando y mejorando con el paso del tiempo). Así, se pone
bajo un mayor control no sólo a productores sino también a quienes distribuyen
y compran. Por otra parte, con la legalización se generan impuestos que se
pueden destinar a temas de prevención y tratamiento. En un mercado ilegal,
nadie paga impuestos pero sí muchas “mordidas” que alimentan otro mal social:
la corrupción.
Creo que cualquier proyecto de liberalización
comercial como este, debe tener reglas claras para cada etapa de la cadena de
valor del negocio porque, como ha sido evidente para todos, el liberalismo al
100 % privilegia los intereses particulares sobre los públicos, juego en el que
siempre saldremos perdiendo como sociedad.
Liberalizar el mercado de las drogas, empezando por
el de la marihuana, no eliminará todos los males sociales relacionados pero sí
los puede disminuir significativamente si se ejecuta de manera integral. El
mercado negro no dejará de existir, ni para estas drogas ni para otras como el
alcohol, pero será de un tamaño mucho menor con la legalización y regulación.
Por eso me parece que liberalizar no representa la solución que exterminará
todos los problemas y padecimientos de los estupefacientes ilegales, pero sí
creo que representa el menor de los males; la mejor opción de todas las hoy disponibles,
pues.
Veo el paso de Uruguay con esperanza; no estará
libre de problemas y seguramente requerirá afinaciones y enmiendas en el
camino, pero, a la larga, representa nuestra mejor apuesta como sociedad por
reducir de manera importante el problema asociado con el consumo de drogas
ilegales. @veraalexis
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