Autor: Juan Manuel Martínez Louvier
Publicado: La Primera de Puebla, 19 de abril de 2013
Al inicio de esta semana, el lunes 15, el Congreso de la
Unión, a
través de la Comisión de Fomento Cooperativo y Economía Social,
convocó a la realización de un Foro con la intención de ir
dialogando y colocando puntos de interés ante una dinámica de
eventual modificación a la Ley que hace, a penas, un año fue
aprobada.
La Ley de Economía Social y Solidaria es un paso interesante en
la historia normativa de nuestro país, tiene sus pros y contras
que siendo de total importancia e interés, no tocaremos a fondo
en esta ocasión.
Viene a cuento para atraer la atención del lector. El pretexto es
ese, que en México se ha podido avanzar a tener una ley que
tendría que tener un carácter, más allá de lo normativo y
regulatorio, sí de promoción y fomento, al llamado Sector Social
de la economía en nuestro país. Al menos así se han referido
varios actores reunidos en San Lázaro y con ello coincidimos.
Así como con el representante de las cooperativas de ahorro y
crédito, que traía a flote lo que me ha parecido la idea central
de todo el asunto.
Hablaba de equilibrios.
No hace falta traer a cuento los contundentes datos que nos
pondrían presente este escenario nuestro de profundos
desequilibrios. Pero si hay que mencionar esas características
desquiciadas de nuestro entorno económicamente desigual, de
la seguridad y la paz rota, la vida cotidiana sin balances.
El planteamiento de los equilibrios mencionado está enraizado en
que, como si fuera tomar distancia en el lugar y en el tiempo,
observando los dos extremos de las maneras que se han utilizado
para generar economía, en ambos encontramos distorsiones
como sólo puede ocurrir en las realidades extremas.
Nos referimos, bien a la economía estatal, todo controlado por el
gobierno y sus empresas. O bien, por el otro extremo cuya
aplicación ha sido infundida desde la década de los ochentas en
nuestro país, la de la economía del neo-libre mercado, donde
sólo los privados desde sus empresas mueven los hilos de la
sociedad entera.
La Economía Social es una de equilibrios. No solo porque está
contemplada como tercer elemento de una economía mixta
declarada en el documento de Constitución del país.
Sino porque integra la libertad de propiedad privada, pero
basada en la colectividad. No persigue la competencia feroz de la
propiedad individual, o de los minúsculos grupos que concentran
la gran parte de la riqueza del mundo.
El planteamiento es que si lo que nos hace más personas es
nuestro trabajo y no la cantidad de dinero que poseemos,
entonces el primer reflejo de concreción en los espacios de
cotidianidad, es que el sitio en el que nos desempeñamos
laboralmente, también sea de mi propiedad. Para los riesgos y
para los beneficios. Para cumplir con los deberes pero,
especialmente, para decidir.
Creo que sin herir ninguna sensibilidad, puedo afirmar que en
nuestro país estamos muy poco acostumbrados a decidir. Esta
descrito en la historia, en los pasajes complicados, en las
grandes dinámicas que por lo general tocan el tema económico y
político.
Más de una vez he leído o escuchado sobre la "apatía" social y
por lo general me causa un malestar la sola idea. No porque sea
cierta, sino porque me parece que es una crítica con poco
sentido crítico, es decir, el que cuestiona al sistema imperante.
Me causa malestar porque pareciera una crítica a los actores
comunes y no a la estructura.
No será que por más actitudes de participación, de una vacuna
contra la apatía, lo que está ausente son los espacios para la
participación. ¿dónde puede un ciudadano común tomar
decisiones?
Pareciera que la respuesta típica está en función del mercado
pero desde el lado del consumidor.
¿cuántas veces podemos decidir desde el lado del propietario?
Mi consideración apuntaría a que son mínimas las ocasiones en
que como agentes de propiedad podemos actuar y decidir. Será
porque los espacios son pocos, porque el desequilibrio ha
causado una concentración profunda en una diminuta minoría,
pero que son capaces de tomar decisiones a nombre de los
muchos.
Vuelvo al tema de la Ley cambiable. ¿nos gustaría tener un
instrumento para promover y fomentar espacios de propiedad
colectiva?
Me parece que en eso se basa esta dinámica.
Sé que no suena de lo más común y no es de extrañarse. Muchas
veces he encontrado los comentarios críticos sobre el carácter
utópico de estos planteamientos, de su complicación para ser
llevados a la vida cotidiana.
Tal vez podamos comenzar regresándonos las preguntas. ¿qué
decido en cada acción mía relacionada con el mercado?
Donde ahorro, ¿decido? Tal vez en las dinámicas de las cajas
populares encontremos otros escenarios.
Donde compro, ¿de qué participo? Posiblemente en las tiendas
comunitarias podría tener otras opciones.
Donde trabajo, ¿complicado?
En México el 47% de los empleos son generados por empresas
que no tienen mas de 15 integrantes. De hecho, de ellas, el 75%
están integradas por el dueño y cuando más dos trabajadores.
Dejo esos datos para la reflexión sobre la factibilidad de la
propiedad laboral compartida.
¿qué distancias observamos en esas empresas?
Entiendo que en un corporativo de miles de empleados es difícil
proponer la discusión. Estoy persuadido de que entre tres o
cuatro personas podemos ir generando otros diálogos.
Fomentar y promover otros equilibrios.
El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en:
http://circulodeescritores.blogspot.com.
Sus comentarios son bienvenidos
través de la Comisión de Fomento Cooperativo y Economía Social,
convocó a la realización de un Foro con la intención de ir
dialogando y colocando puntos de interés ante una dinámica de
eventual modificación a la Ley que hace, a penas, un año fue
aprobada.
La Ley de Economía Social y Solidaria es un paso interesante en
la historia normativa de nuestro país, tiene sus pros y contras
que siendo de total importancia e interés, no tocaremos a fondo
en esta ocasión.
Viene a cuento para atraer la atención del lector. El pretexto es
ese, que en México se ha podido avanzar a tener una ley que
tendría que tener un carácter, más allá de lo normativo y
regulatorio, sí de promoción y fomento, al llamado Sector Social
de la economía en nuestro país. Al menos así se han referido
varios actores reunidos en San Lázaro y con ello coincidimos.
Así como con el representante de las cooperativas de ahorro y
crédito, que traía a flote lo que me ha parecido la idea central
de todo el asunto.
Hablaba de equilibrios.
No hace falta traer a cuento los contundentes datos que nos
pondrían presente este escenario nuestro de profundos
desequilibrios. Pero si hay que mencionar esas características
desquiciadas de nuestro entorno económicamente desigual, de
la seguridad y la paz rota, la vida cotidiana sin balances.
El planteamiento de los equilibrios mencionado está enraizado en
que, como si fuera tomar distancia en el lugar y en el tiempo,
observando los dos extremos de las maneras que se han utilizado
para generar economía, en ambos encontramos distorsiones
como sólo puede ocurrir en las realidades extremas.
Nos referimos, bien a la economía estatal, todo controlado por el
gobierno y sus empresas. O bien, por el otro extremo cuya
aplicación ha sido infundida desde la década de los ochentas en
nuestro país, la de la economía del neo-libre mercado, donde
sólo los privados desde sus empresas mueven los hilos de la
sociedad entera.
La Economía Social es una de equilibrios. No solo porque está
contemplada como tercer elemento de una economía mixta
declarada en el documento de Constitución del país.
Sino porque integra la libertad de propiedad privada, pero
basada en la colectividad. No persigue la competencia feroz de la
propiedad individual, o de los minúsculos grupos que concentran
la gran parte de la riqueza del mundo.
El planteamiento es que si lo que nos hace más personas es
nuestro trabajo y no la cantidad de dinero que poseemos,
entonces el primer reflejo de concreción en los espacios de
cotidianidad, es que el sitio en el que nos desempeñamos
laboralmente, también sea de mi propiedad. Para los riesgos y
para los beneficios. Para cumplir con los deberes pero,
especialmente, para decidir.
Creo que sin herir ninguna sensibilidad, puedo afirmar que en
nuestro país estamos muy poco acostumbrados a decidir. Esta
descrito en la historia, en los pasajes complicados, en las
grandes dinámicas que por lo general tocan el tema económico y
político.
Más de una vez he leído o escuchado sobre la "apatía" social y
por lo general me causa un malestar la sola idea. No porque sea
cierta, sino porque me parece que es una crítica con poco
sentido crítico, es decir, el que cuestiona al sistema imperante.
Me causa malestar porque pareciera una crítica a los actores
comunes y no a la estructura.
No será que por más actitudes de participación, de una vacuna
contra la apatía, lo que está ausente son los espacios para la
participación. ¿dónde puede un ciudadano común tomar
decisiones?
Pareciera que la respuesta típica está en función del mercado
pero desde el lado del consumidor.
¿cuántas veces podemos decidir desde el lado del propietario?
Mi consideración apuntaría a que son mínimas las ocasiones en
que como agentes de propiedad podemos actuar y decidir. Será
porque los espacios son pocos, porque el desequilibrio ha
causado una concentración profunda en una diminuta minoría,
pero que son capaces de tomar decisiones a nombre de los
muchos.
Vuelvo al tema de la Ley cambiable. ¿nos gustaría tener un
instrumento para promover y fomentar espacios de propiedad
colectiva?
Me parece que en eso se basa esta dinámica.
Sé que no suena de lo más común y no es de extrañarse. Muchas
veces he encontrado los comentarios críticos sobre el carácter
utópico de estos planteamientos, de su complicación para ser
llevados a la vida cotidiana.
Tal vez podamos comenzar regresándonos las preguntas. ¿qué
decido en cada acción mía relacionada con el mercado?
Donde ahorro, ¿decido? Tal vez en las dinámicas de las cajas
populares encontremos otros escenarios.
Donde compro, ¿de qué participo? Posiblemente en las tiendas
comunitarias podría tener otras opciones.
Donde trabajo, ¿complicado?
En México el 47% de los empleos son generados por empresas
que no tienen mas de 15 integrantes. De hecho, de ellas, el 75%
están integradas por el dueño y cuando más dos trabajadores.
Dejo esos datos para la reflexión sobre la factibilidad de la
propiedad laboral compartida.
¿qué distancias observamos en esas empresas?
Entiendo que en un corporativo de miles de empleados es difícil
proponer la discusión. Estoy persuadido de que entre tres o
cuatro personas podemos ir generando otros diálogos.
Fomentar y promover otros equilibrios.
El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en:
http://circulodeescritores.blogspot.com.
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