Autora: Marisol Aguilar
Mier
Publicado: Puebla on line, 13 de mayo de 2013
Uno de los aspectos de
la Reforma Educativa que más polémica ha levantado es el asunto de la
evaluación. Evaluación al magisterio y evaluación de los resultados del sistema
educativo en su conjunto. Lo anterior, no es de extrañar, pues de por sí, esta
es una de las funciones más complejas y más difíciles de llevar a cabo, especialmente
en una cultura donde se mira con recelo, rechazo o amenaza, en lugar de
apreciarla como una herramienta fundamental para la mejora continua. Pero ¿por
qué este tema ha cobrado a últimas fechas tanta importancia? Retrocedamos un
poco.
En nuestro país, la
evaluación educativa lleva ya algunas décadas de recorrido pues la pretensión
de medir los aprendizajes y el rendimiento académico no es nueva y se remonta a
los 70´s donde iniciaron los primeros esfuerzos formales de realizar evaluaciones
a gran escala. Arrastrados tal vez, por las tendencias mundiales que comenzaron
a dar un notable impulso a la evaluación de la educación. No obstante, es en
los 90´s cuando toma una fuerza mayor, debido a la decisión del entonces
presidente, Carlos Salinas de Gortari de integrarse a la vida económica y
política internacional, al formar parte de la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE) que incluía además, la participación de
nuestro país en evaluaciones educativas mediante PISA (Program for
International Student Assessment). Y, aunado a lo anterior, se firmó el Acuerdo
Nacional para la Modernización de la Educación Básica, que impulsaba entre
otras cosas, la Cerrera Magisterial, donde ya la evaluación era uno de los
aspectos centrales.
Años más tarde, con el
Presidente Vicente Fox se crea el Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación (INEE), como la instancia encargada oficialmente de evaluar los
logros del sistema educativo, siendo instaurado por decreto presidencial el 8
de agosto de 2002. Así pues, una de las primeras tareas del recién formado INEE
fue el diseño y aplicación de la prueba EXCALE (Exámenes para la Calidad y el
Logro Educativos) que se aplicó por primera vez en el 2005 y que inició, de
manera sistemática, con las evaluaciones a gran escala, generando bases de
datos e informes que daban cuenta del estado crítico en el que se encontraba la
educación.
Y ya en fechas más
recientes y con el Pacto Por México que impulsó Enrique Peña Nieto como telón
de la Reforma Educativa se establecen nuevas necesidades en materia evaluativa.
Por un lado, el crear un nuevo sistema profesional docente que regule el
otorgamiento de plazas mediante concursos de oposición, estableciendo los
criterios y términos de una evaluación obligatoria para el ingreso, la
promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional. Y,
por otro lado, definir las condiciones para la evaluación de la calidad del
sistema educativo. Para ello, se plantea que el INEE se haga cargo, pero, esta
vez, gozando de autonomía constitucional pues en el contexto de la problemática
sindical del magisterio y de haber fungido como juez y parte en el pasado, se
pudo identificar que su campo de acción había sido muy limitado teniendo un
impacto prácticamente nulo en la toma de decisiones y una muy escasa incidencia
en las políticas públicas.
Así pues, el pasado 15
de mayo el Presidente de la República firmó la reforma al decreto de creación,
en la que se fortalecen diversos aspectos normativos y funcionales del
Instituto, como un organismo público descentralizado de carácter técnico que
apoyará la función de evaluación del Sistema Educativo Nacional. Lo anterior
implicó un hecho insólito en nuestra historia pues fueron convocados quince académicos
de amplia y sólida trayectoria profesional, dedicados a la investigación
educativa, con el propósito de presentar ante la Cámara de Diputados sus
propuestas para formar parte de la Junta de Gobierno del Instituto. Bajo este
procedimiento, fueron elegidos cinco integrantes quienes ya han rendido
protesta ante el pleno del Senado de la República. Se trata de Margarita
Zorrilla, Eduardo Backhoff, Teresa Bracho, Gilberto Guevara Niebla y Sylvia
Schmelkes, quien para efectos formales, preside al INEE.
Evidentemente lo
anterior representa un enorme avance, pues hace pensar que en nuestro país no
sólo se evaluará de manera continua y rigurosa, sino que además, los resultados
que arroje dicha evaluación podrán emplearse como base para generar estrategias
que permitan ir transformando la compleja y difícil realidad de nuestro país en
materia educativa. No obstante, es necesario reconocer que aún falta un largo
camino para que efectivamente las reformas y los cambios generen frutos y que
habrá que ir solucionando otras problemáticas que han implicado retrocesos
graves. Sin embargo, el hecho de que la importantísima función evaluativa sea
encomendada a un cuerpo colegiado de académicos comprometidos hace pensar que
la evaluación dejará de ser tratada como moneda de cambio y como instrumento de
control, de castigo y de presión para convertirse en una herramienta que
coadyuve al cambio educativo. Además, dejará de ser vista desde lo puramente
técnico, para avanzar hacia su sentido más formativo.
El camino, sin duda,
será complicado, especialmente en el contexto actual, donde el conflicto
magisterial se encuentra en un momento muy delicado en diversos puntos del país
pues siguen prevaleciendo diversos intereses políticos ajenos a la mejora de la
educación.
Habrá que estar muy al
pendiente pues el día de hoy se instalan en el Congreso grupos de trabajo y
negociación que evaluarán y dictaminarán la legislación secundaria de la
Reforma Educativa, con especial énfasis en el Sistema Profesional Docente y en
las reglas para el nuevo INEE. Sin duda, estamos presenciando un momento
crucial para la historia de la evaluación en México.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com.
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