Autor: Ramón Felipe Tecólt González
Publicado: e- consulta, 28 de Febrero de 2012
Publicado: e- consulta, 28 de Febrero de 2012
Tuve la fortuna de conocer Internet y
volverme adicto a él desde poco antes de sus inicios, cuando lo que existía en
aquel entonces era una red internacional de computadoras llamada Bitnet; ésta
prácticamente era exclusiva para universidades y centros de investigación y
ofrecía servicios de chat, de correo electrónico, Gopher y otros más.
En estos albores de lo que hoy se conoce
Internet nació una infinidad de peculiares formas de escribir y expresarse: smileys,
acrónimos y mil cosas más, pero aún se escribía de forma correcta, completa.
Era permitida la omisión de caracteres con acentos ya que esta red estaba
cimentada en aquel entonces en servidores Unix y las computadoras permitían
gráficos muy pobres, por lo que todo texto se basaba en código ASCII.
Actualmente, con el avance de la tecnología, la omisión de gráficos y acentos
es literalmente cosa del pasado, es decir, es posible escribir correctamente,
con todas las reglas habidas y por haber por cualquier medio electrónico de
comunicación.
De unos pocos años a la fecha, las nuevas
generaciones de jóvenes han creado su propia forma de escribir y comunicarse.
La sintaxis, la semántica y la ortografía son tres partes de la gramática que
han pasado al olvido y así se comunican los adolescentes para “hablar” por
cualquier medio electrónico.
Ola, k tal. Aki pazando. Ezpero me alkanxes
rapiidoo. Kuentamee d la chiKa wapa q vizte. Graxx peiiO no sii lo aaGaa. Boy a
ksa t kierO muuxoo x 100pre bs L.
Este es un ejemplo del problema que se va
agravando considerablemente con el tiempo. Independientemente de que se use
este lenguaje en los medios de comunicación electrónicos, se hace presente en
tareas y exámenes, “inconscientemente” escriben así para cualquier situación.
Los adolescentes deberían poder decidir en qué momentos usar esta forma de
escritura y cuándo es necesario una que sea totalmente coherente y correcta.
Aunado a esto, aparecen extranjerismos, recuperan términos en desuso o
simplemente juegan con las palabras.
Algunos especialistas consideran esta
manera de comunicarse como un deterioro del lenguaje producto de las nuevas
tecnologías, pero esto no es justificación para que se les permita a los hijos
o alumnos a escribir de esta manera constantemente. Otros consideran que no hay
que demonizar a los medios electrónicos y que hay que buscar las razones de los
problemas que han causado este problema que arrastran niños y adolescentes.
Esta forma de escritura no es mala, es
pésima y atenta contra la lengua y la comunicación correcta entre personas
culturalmente civilizadas. El premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa,
con palabras duras afirma que “si escribes así, es que hablas así; si hablas
así, es que piensas así, y si piensas así, es que piensas como un mono”.
Padres y maestros deben manejar métodos
firmes y estrictos de enseñanza y corrección de ortografía. Luis Pedro Barcia
–miembro de la Real Academia de la Lengua- asegura que no existen mediciones
del impacto en el lenguaje “electrónico”, no obstante dice que quienes corrigen
las tareas y exámenes dan fe de este serio deterioro.
Los medios electrónicos no son los únicos
responsables, la escuela básica, media y media superior han perdido mucho en su
capacidad docente de la ortografía. La lengua es la vía de enseñanza de todas
las asignaturas, por lo tanto, todos los maestros deberían enseñar lengua en el
momento en que corrigen las lecciones escritas.
Todos sabemos que no es lo mismo enviar un
e-mail a un amigo que escribir una carta para solicitar trabajo, el problema
que se presenta es que no existe una sólida base ortográfica, semántica y
sintáctica. 140 caracteres en Twitter o 160 en un mensaje SMS pueden ser buenos
desafíos para la ordinariez mexicana, pero la decreciente práctica de la redacción
en las escuelas acentúa las limitaciones. Es difícil que entiendan lo
importante que es escribir correctamente y la responsabilidad no es de las
redes sociale,s sino de la falta de políticas educativas estrictas.
Con todo esto no quiero decir que se siga
al pie de la letra las normas de la Real Academia de la Lengua (cosa que ya es
parte de la historia), sino procurar asumir una responsabilidad social y un
respeto por los demás, expresándose de la forma más correcta y entendible que
sea posible.
No es necesario ser profesor de lengua o
experto en lingüística para darse cuenta de este grave problema, la juventud se
expresa cada día de la peor forma posible, lo que sin duda tiene que ver, en mi
humilde opinión, con el hábito de la lectura.
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