jueves, febrero 11, 2016

Profesores migrantes, alumnos nativos

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado en E-Consulta el 11 de febrero de 2016.

Hace un par de semanas el Coordinador de las Maestrías en Educación de la Ibero Puebla me invitó a presentar un libro que editan la Dra. Frida Díaz Barriga, el Dr. Antonio Rigo Lemini y el Dr. Gerardo Hernández Rojas que lleva por título Experiencias de aprendizaje. mediadas por las tecnologías digitales. Pautas para docentes y diseñadores educativos.
Al revisar el libro para la presentación me sentí sorprendida por el contenido "tecnopedagógico" que resalta capítulo tras capítulo, pues -además de un prólogo realizado por Enrique Ruiz Velasco hay una introducción escrita por la Dra. Díaz Barriga, en donde establece el contenido teórico del texto y en el que se resalta la definición del vocablo ya enunciado que se refiere al uso pedagógico y no solo utilitarista de las herramientas digitales para favorecer procesos de aprendizaje- menciona otros conceptos como el de "ecología del aprendizaje", que se refiere a las interconexiones que vamos haciendo los usuarios de la red para aprender y para generar nuestros ambientes personales de aprendizaje, que aunque así se llaman, no me parecen tan "personales", pues siempre los construimos a partir de los otros y con los otros usuarios de la red.
Otro aspecto que me sorprendió en este texto es la idea de que la escuela como la conocemos hoy ya debe cambiar. No podemos seguir presentando a los estudiantes del siglo XXI que, además son nativos digitales, una escuela que instruye y no una escuela que favorece la construcción de aprendizajes. Por supuesto que estamos en un proceso de transición que resulta un tanto complicado porque ahora los aprendices enseñan muchas cosas a sus profesores, que son migrantes digitales, sobre el uso de herramientas que los docentes pretenden utilizar pero que recientemente conocen, mientras que sus alumnos las conocen propiamente desde que nacieron. Esto representa una contrariedad para todo aquel profesor que nació para enseñar.
En estas circunstancias el docente se convierte en el aprendiz y el aprendiz en el docente. Magna contrariedad, aunque no es una contradicción, pues los principios del aprendizaje sociocultural señalan que aprendemos en sociedad y que todos aprendemos de todos.
Otro aspecto innovador en este libro es el de prótesis sensoriales y esto se refiere a que a través de diversos recursos abiertos de aprendizaje, los profesores pueden acercar a sus alumnos a procesos que antes de este desarrollo tecnológico eran impensables en el aula, por el costo que representan y por el peligro que significan. Hoy los alumnos pueden ver cómo se procesa trinitrotolueno, sin que este les explote en las manos, o tal vez puedan ver la toma de Celaya sin que pierdan un brazo.
Estos recursos abiertos de aprendizaje, además de acercar el aprendizaje más real y situado a nuestros estudiantes, permiten que otros sentidos se activen como canales de aprendizaje: la vista, el oído y el tacto entran en acción. También el gusto y el olfato se activan al ver cómo estas prótesis sensoriales funcionan. Para esto los profesores deben ser unos navegadores ávidos y curiosos para encontrar el material que requieren para sus clases. A propósito de esta última idea, los editores y autores de este libro insisten constantemente que el docente debe ser un actor "activo" que decide sobre las estrategias, las actividades y los materiales que han de utilizarse para generar aprendizajes en sus alumnos, sin perder de vista el currículum.
Además, el texto contiene nueve capítulos y en cada uno de ellos se presenta un recurso digital diferente con un apartado teórico sobre el fundamento pedagógico que sustenta la existencia de esa herramienta, se ofrecen tips para su uso tecnopedagógico y se muestran diversas ligas para ver el uso de cada herramienta y que los profesores puedan tener modelos de referencia.
En estos apartados se puede leer acerca de las Web Quest, los portafolios, los entornos personales de aprendizaje, los foros, los e-casos, los blogs, las simulaciones digitales y los entornos virtuales de aprendizaje. Hay un capítulo, el octavo, que habla acerca de cómo utilizar software como estrategias para formar en investigación a estudiantes de licenciatura, que cualquier docente que tenga a su cargo un curso de metodología de investigación agradecerá. Y aunque muchas de las estrategias ofrecidas están pensadas en alumnos universitarios, un hábil profesor puede adecuarlas a cualquier nivel educativo.

Finalmente y a modo de conclusión el libro presenta una serie de elementos que los profesores migrantes no se deben perder, dado que nacieron en un siglo en que la tecnología no había avanzado tanto y que ejercen su labor profesional en el siglo XXI, con la intención de favorecer una educación más cercana a las necesidades de sus alumnos nativos digitales, nacidos en un siglo donde la tecnología se mueve a una velocidad que impresiona.

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