miércoles, agosto 27, 2014

De tablets, madres, hijos y cosas peores

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer más datos del autor, haz click aquí
Publicado en Síntesis Tlaxcala, el 27 de agosto de 2014


La primera semana del ciclo escolar 2014 - 2015 hubo una serie de noticias con el mismo contenido pero con lugar y actores diferentes: autoridades federales, estatales (de seis entidades federativas) y municipales inauguraron los trabajos académicos haciendo, entre otras cosas, entrega de tabletas electrónicas a estudiantes del quinto año de primaria.
     Enrique Peña Nieto, en una escuela primaria del Estado de México, señaló que recién han sido entregadas 709 mil tabletas electrónicas a igual número de niños en seis estados de la República, como parte del Programa de Inclusión y Alfabetización Digital, compartido entre los distintos niveles de gobierno. 
     El diputado poblano Salvador Escobedo Zoletto señaló en un acto parecido en Atlixco, Puebla, que en su estado fueron repartidas 145 mil de los dispositivos a los que se refirió el presidente. Indicó que en Puebla se invirtieron 433 millones de pesos: 2 mil 986 pesos por niño o niña que recibió un dispositivo.
     Cuando mi hija de 17 años escuchó la noticia emitió un comentario que me sacó totalmente de balance. Dijo algo así como que el gobierno no se daba cuenta del problema que estaba causando en muchísimas familias de este país, pues seguramente nadie había consultado a las mamás, quienes terminarían pagando los platos rotos. Las madres seguramente vivirían estresadas pues se la pasarían lidiando con sus hijas e hijos quienes pemanecerían mucho tiempo jugando y, si la situación económica familiar y la infraestructura local lo permitían, perdiendo el tiempo en Internet y las redes sociales. Lo que sería en la mente de algunos un buen auxiliar para la educación, terminaría reducido a máquina portátil de video juegos e instrumento para mandar mensajes todo el día.
     Miradas con un poco más de detalle las cosas, lo que puede parecer una buena solución, tal vez no lo sea tanto. Y es que en la educación, como en los demás ámbitos de la vida, los medios para ser tales requieren de varias condiciones, no lo son de forma automática.
     Hace aproximadamente un lustro impartí un curso de maestría en el que había muchos profesores de educación básica. Muy pronto encargué la entrega escrita de una reflexión. Indiqué que fuera realizada con un procesador de textos y que su extensión máxima debería ser de 3800 caracteres sin espacios, que es una medida que automáticamente dan los softwares para escribir. Grande fue mi sorpresa cuando me encontré con escritos en los que había tres mil ochocientas letras sin espacios, como si fuera una sola palabra.
     Entendí entonces que para esos docentes -como muchos otros- la computadora no era sino una máquina de escribir, sólo que sofisticada y no una herramienta de procesamiento de datos, que permite el acceso a información y su ordenamiento en una gran capacidad de almacenamiento. Como si tuvieran un Ferrari último modelo y lo pusieran al frente de su casa para poner sobre él macetas.
     En muchas escuelas del país es típico que sean pedidos a la familia libros de texto que o los alumnos nunca usan o se vuelven prácticamente el único profesor de la asignatura. Si eso acontece con material bibliográfico, ¿qué podrá suceder con tabletas entregadas por la burocracia como la solución para muchos males educativos? 
     Profesores que no sepan qué hacer con estos instrumentos que costarán a nuestros impuestos alrededor de 15 mil millones de pesos en lo que resta del sexenio de Peña Nieto serán algo p
eor que mamás regañando hijos por mal usar su tableta y niños distraidos incluso con conductas adictivas (como ha sido considerada la nomofobia),
      El Programa de Inclusión y Alfabetización Digital es eso, un primer paso incluyente y de aproximación a la información y debe ser afrontado integralmente, para ubicar a la tecnología como medio de información y comunicación y poner claramente como punto de llegada el desarrollo de la persona que es quien se vale de estas herramientas de una u otra forma. 
     El profesorado debe abrirse a la utilización real de la tecnología en el aula, en aquellos lugares en los cuales hay energía eléctrica y acceso a internet suficiente, que no lo hay en muchas zonas del país todavía. Sin contar que deberá haber centros de servicio y soporte que puedan ayudar con la reparación de los aparatos que, ciertamente, tienen una vida útil efímera. Muchísimas personas no podrán pagar reparaciones.
      Desarrolladores mexicanos deben realizar aplicaciones educativas a las que los estudiantes puedan acceder de forma gratuita y que de forma visual y lúdica los acerque no a los conocimientos, sino a la posibilidad de razonar y transferir lo que saben y lo que saben hacer a situaciones simuladas, para que los pequeños dispongan mejores actitudes hacia una vida social competente. Y todo ello de manera congruente a los planes y programas de estudio vigentes.
     Las familias deben ver en los dispositivos electrónicos no la panacea para mantener entretenidos a una niñez traviesa ni el enemigo público número uno. Papá, mamá, hermanos tienen que pasar por similar proceso de alfabetización digital para entender en su justa dimensión a una tableta electrónica, su alcance y su límite. De paso: puede ser un buen auxiliar en la administración de la vida familiar. 
     Las escuelas aquí no se darán abasto y deberán entrar subsidiariamente las bibliotecas públicas y los DIF municipales y estatales para capacitar a los padres de familia en la comprensión -y si se pudiera, el uso- de las tecnologías de la información y la comunicación.
     Si no se dan mejores condiciones y se sigue en las peores, la entrega de tablets de la que se nos ha informado a los mexicanos no pasará de ser un acto espectacular, casi de oportunidad preelectoral y lo que puede ser un excelente material pedagógico no pasará de ser, al paso de los días, sino un vistoso pisapapeles con la imagen en la memoria de un político o funcionario público sonrientes.

In memoriam

El viernes falleció Fray Luis Ramos Gómez Pérez, OP, un dominico sacerdote oriundo de Tacubaya en el DF que se especializó en la historia. Fue académico de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Autónoma de Guanajuato. Fundó el Instituto de Estudios Superiores Tomás de Aquino en León, Guanajuato. Formó con rigor intelectual a miles de universitarios de este país, pero su mayor legado fue una sonrisa permanente que nos enseñó que vivir la vida humanamente, interesados por la humanidad y la justicia puede ser una feliz apuesta. Descanse en paz.


Todo cambia para seguir igual

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos. Si quieres conocer más datos sobre ella, haz click aquí
Publicado en Lado B, el 27 de agosto de 2014.

Hace unos días me contaron una historia que calificaría de terrorífica. Una persona que egresó de cierta normal hace cinco años ha presentado exámenes para obtener plaza durante cinco años, los cuatro primeros obtuvo lugares dentro de los treinta primeros lugares  (es importante señalar que el primer año obtuvo el mejor lugar y cada año bajo dos o tres lugares) y este año que es el quinto obtuvo un lugar más bajo del 150; lo que a esta persona le resultó poco lógico, porque aunque no es el mismo examen, es la misma estructura.
     Lo triste es que durante esos primero cuatro años este personaje iba a la Secretaría de Educación Pública y le hacían dar vueltas y vueltas, esperaba por horas, trataba de indagar qué plazas se habían asignado y cuándo le tocaría, etc. y mientras esperaba veía cómo llegaba algún personaje del SNTE con un paquete de expedientes y a los pocos días de eso, se les informaba a los que estaban en espera que no había más plazas. Un año y otro esta persona estuvo esperando para que pudiera obtener una plaza, pues pensaba que si estaba en un buen lugar en los resultados de exámenes que aplica el INEE, algo debía tocarle.
     Lo grave es que este año, al obtener este tan poco digno lugar, no esperaba que le pudieran dar una plaza: si en un buen lugar del examen no lo había conseguido, pues menos ahora. Así que ni siquiera se paró por la SEP para saber si tendría plaza. Sin embargo a los pocos días recibió una llamada a su casa del SNTE para pedirle que fuera a dicho sindicato. Ilusamente nuestro protagonista pensó que le darían una plaza, pero muy lejos de eso, le dijeron que había una de un profesor jubilado, pero que tenía un costo de ciento ochenta mil pesos y que ese dinero era para el profesor.
     ¿De dónde voy a sacar yo ese dinero, si no tengo trabajo? Se preguntaba cuando me narraba toda esta historia y yo prácticamente con la boca abierta no daba crédito de que estas cosas sigan sucediendo cuando se supone que todo ha cambiado. 
     Por un lado el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) se encarga de la evaluación, por otro lado la señora Elba Esther Gordillo está refundida en la cárcel y además se supone que la SEP se encarga de otorgar las plazas. Entonces ¿qué está pasando?, ¿qué falta hacer para que las plazas lleguen a los profesores mejor evaluados?, ¿para que los docentes de reciente egreso puedan obtener una plaza si muestran que están aptos para ellas?
Inicialmente es necesario que el SNTE se dedique a proteger los derechos de los miembros de este sindicato y que no siga este contubernio SEP-SNTE (o cualquier otro sindicato) sobre el otorgamiento de plazas. Desde mi punto de vista es necesario que se genere una entidad en el INEE que se asegure que las plazas sean otorgadas a los mejores profesores. Todos sabemos que este no es el único factor para que nuestro sistema educativo esté en el estado deplorable en el que se encuentra, sin embargo que los mejores docentes estén frente al aula es uno de las primeras acciones que puede llevar a sistema educativo a iniciar su mejora.
     Si las plazas se siguen comprando al mejor postor no tendremos posibilidad alguna de garantizar la mejora de la calidad en la educación en México. Pero ¿cómo rompemos este círculo vicio SEP-SNTE?
     Creo que  se requiere desestructurar el SNTE, quitar estos vicios y estas prácticas, porque todos sabemos que si hay un vendedor es porque hay un comprador, y no solo se están expendiendo las plazas a profesores nóveles, sino también toda solicitud de los profesores en servicio: si quieren cambiar su clave de adscripción, si quieren lograr un mayor número de horas, etc. Se ha desarrollado una cultura no de servicio, sino de comercio que líderes sindicales y sindicalizados consideran natural en el SNTE y en todos los sindicatos.
     Así que haber detenido a la señora Gordillo, no ha servido de nada, porque la estructura sindical está tal cual ella la dejó; y no sólo la estructura, sino las prácticas nocivas que afectan al sistema educativo nacional siguen igual que antes de la detención de la lideresa. Bien sabemos que han impuesto a nuevo líder magisterial el señor Juan Díaz de la Torre, quien tiene el apoyo de la presidencia y al que ahora están haciendo rico los profesores. El SNTE sigue siendo un monstruo porque es el sindicato más grande de Latinoamérica y desgraciadamente no está cumpliendo con su función.
      Así que ahora le pregunto al señor presidente de este país, ¿hay las intenciones de mejorar la educación? O sólo nos han dado atole con el dedo, porque la señora Gordillo había adquirido tal poder que estorbaba a los intereses de la presidencia de la república y realmente lo que pase con la educación y con los niños y jóvenes en México tiene sin cuidado a los políticos.

     Siempre se dice que todo cambio trae sus beneficios, pero este no es el caso, pues todo ha cambiado en educación para seguir igual… ¡qué tristeza!

sábado, agosto 23, 2014

Yo migro, tú migras, todos migramos

Autor: José Rafael de Regil Vélez
Artículo publicado en Síntesis Tlaxcala, el 13 de agosto de 2014 en la columna Palabras que humanizan.
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Mi niñez y juventud las pasé de un lado a otro, y no por turismo, que también he hecho. De pequeño fui a donde a la familia la llevó el trabajo de mi padre: DF, Monterrey, Toluca. Cuando llegué a la adolescencia abrí la puerta de mi casa para ir en pos de mi futuro y ello me arrojó a Tlaxcala, Puebla, la Sierra Mixe de Oaxaca, el Distrito Federal, el Estado de México, Colombia y, ya casado y con relativa estabilidad laboral,  me ha detenido una vez más entre Tlaxcala y Puebla.
     No soy el único con una trayectoria similar: uno de mis hermanos vive en China, otra en Canadá. Los tres hemos ido de aquí para allá, como los menores de edad que hoy son noticia por haber llegado a los Estados Unidos provenientes de las muy lejanas tierras centroamericanas.
     Si ser migrantes es algo que tenemos en común con esos chicos y otros millones de personas, las condiciones de nuestra movilidad son algo que nos diferencian. Jamás me he trasladado en las condiciones de VULNERABILIDAD en la que ellos lo han hecho. 
     Allí está el meollo del asunto: el problema no es migrar, sino tener que abandonar todo porque se tiene nada y es necesario lanzarse a la aventura en situación de carencia e indefensión que pone en riesgo todo lo humano.
     En la frontera Norte, como en la Sur, se apilan mujeres y hombres de todas las edades en busca de algo que la precariedad les impide conseguir allí donde nacieron. Recientemente Egipto ha tenido que abrir fronteras para recibir multitud de refugiados desplazados de su hogar por la guerra para muchos incomprensible entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Los países europeos están atestados de africanos. La xenofobia asalta por doquier porque las personas establecidas se sienten invadidas por gente extraña, ante la cual presumen raras intenciones y a la cual se le reclama que al llegar a sus nuevos lugares se quedan con las oportunidades de empleo, con las hijas e hijos y a la larga con la forma de vida.
     La migración en vulnerabilidad y carencia es un fenómeno complejo, posiblemente irresoluble, pero ante el que hay que hacer algo, porque carcome la humanidad de muchísimas personas. 
     Tiene que ver en el origen con pobreza, falta de oportunidades, violencia, con familias fracturadas por la ausencia de uno o más de sus miembros. En el tránsito, con inseguridad, con fragilidad humana, con enfermedad, lesiones e incluso la muerte. Las poblaciones intermedias -como Tijuana o Juárez- se reinventan una y otra vez en sus múltiples dimensiones por todos quienes iban de paso y se quedaron. En el destino implica hacinamiento, trabajo precario, ilegalidad, nuevas formas de marginación, aculturación e inculturación, especulación en el mercado de divisas. En el retorno supone desadaptación, ruptura de patrones culturales y en muchas ocasiones irresolución de la pobreza originaria y originante.
     Pensar, como lo hacen algunas personas, que se trata de una cuestión que se arregla con muros y policía, es la más simple e ingenua de la visiones y la antesala de soluciones que no lo son.
     La movilidad humana que nos ocupa requiere políticas locales, regionales e incluso trasnacionales que afecten la demografía, el empleo, el balance campo ciudad, la seguridad social, la educación, la diplomacia, por citar algunos campos. El mayor o menor remedio en esta dimensión es de largo plazo.
     En lo inmediato está la premura de abordar la emergencia humanitaria que supone que miles y miles de personas deambulan casi sin ropa, sin alimentos, a merced de la delincuencia organizada que secuestra y que trata personas para el trabajo en esclavitud, el tráfico de órganos o el comercio sexual. 
     Nadie podemos ser ajenos a los migrantes. Exigir marcos legales que cobijen sus derechos humanos fundamentales, empujar una opinión pública favorable a una reforma migratoria como la que no logra fraguar en los Estados Unidos, organizar redes de solidaridad para proporcionarles alimentos, agua, ropa y techo, como lo hacen los albergues que existen a lo largo de las rutas de migración, crear una opinión pública que no sea xenófoba, es algo que sí podemos hacer.

     No estamos ante su problema, sino ante el nuestro, porque en realidad todos somos migrantes. Solo hay dos opciones reales: evadirlo o de alguna forma encararlo. En cada quien está la palabra.