martes, octubre 26, 2010

Los barrios indígenas de la ciudad, la otra Puebla

Autor: Rubén Hernández Herrera
  Publicado: El columnista, 20 de octubre de 2010.

     De la Puebla novohispana claramente se pueden identificar dos ciudades, o dos espacialidades urbanas, siendo muy diferentes la una de la otra. La Puebla destinada a los españoles y el sistema de barrios, la otra Puebla, que albergaba a los indígenas. La constitución de barrios dedicados a los indígenas es una contradicción con relación a los principios fundacionales de la ciudad:
     Los barrios indígenas de la ciudad de Puebla parecen surgir como un plan contrario a los propósitos iniciales que dieron lugar a su fundación, en el sentido de que la ciudad se fundaba exclusivamente para españoles y en la perspectiva de evitar la práctica generalizada de los colonizadores de explotar a los indios por medio de la encomienda. La ciudad de Puebla, supuestamente, sería asiento de españoles que se valdrían en todo, por sí mismos. [1] 

     Los indígenas pronto fueron requeridos como ayudantes principales para la construcción de la nueva ciudad, pero no para cohabitar dentro del mismo espacio. Durante el periodo novohispano la ciudad, propiamente dicha, o reconocida como tal se situaba al poniente del rio Almoloya, llamado posteriormente San Francisco, reservada para los españoles, los criollos y los mestizos favorecidos por el sistema, relegando a los barrios a los diversos grupos étnicos, indígenas y castas, manteniendo distancia entre unos y otros. Esta medida de separar a los indígenas de los españoles se llevó a cabo: A partir de 1550 el cabildo dispuso que los indígenas vivieran fuera, apartados de la traza española, y que se les otorgara algún sitio o solar para hacer sus casas.[2] Ni siquiera en los periodos de mayor opulencia se redujeron estas distancias, por el contrario, mientras más riqueza detentaba la ciudad, mayor era el rechazo étnico. En muchas ciudades las clases bajas se establecen en la periferia, atraídas por las bondades que la ciudad ofrece. En el caso de Puebla, desde su origen, existe la conciencia de tener espacios de segregación destinados para los indígenas, origen de los barrios. La población indígena era necesaria para la construcción de la nueva ciudad por lo que en modo alguno se podía prescindir de ellos, casas, edificios públicos, conventos e iglesias sólo fueron posibles gracias a su trabajo. Una normativa de los siglos XVI y XVII impedía el que nuevos grupos étnicos de la ciudad cohabitaran con los grupos indígenas, como lo fueron la creciente población mestiza o la aparición de grupos de negros y mulatos[3].
     Las rivalidades históricas entre las diferentes etnias, principalmente entre tlaxcaltecas y cholultecas, impedía la concentración de todos los grupos dentro de un mismo espacio, por lo que la solución fue la de ubicarlos en espacios distantes entre sí. A los tlaxcaltecas reconocidos como aliados, ya que fueron de suma importancia en tiempos de la conquista, les asignaron la margen oriental del río San Francisco, conocido como Analco, espacio privilegiado por la calidad de tierras para el cultivo y rica en aguas. Hacia el sur poniente de la traza española se erigió el barrio de Santiago para confinar en él a los indígenas de origen cholulteca. Con la aparición de otros grupos indígenas, mixtecos, nahuatlecos, huejotzincas y calpenses, el sistema de barrios se amplió. En los barrio de San Sebastián y de San Pablo de los Naturales, en el norponiente, se situaron a los indígenas huejotzincas, calpenses y grupos menores de indígenas que deambulaban en la región desde tiempos prehispánicos; igualmente hacia el nororiente se dio cabida a los barrios para indígenas de diferentes etnias, siendo estos los de la Luz y San Francisco (Fig. 1).
     A partir de la información que ofrece Hugo Leicht sabemos que los asentamientos destinados a la población indígena no eran considerados como parte integral de la ciudad, por el contrario, los barrios para indígenas eran territorios claramente delimitados para separar la convivencia entre españoles e indígenas, quedando a éstos la prohibición de pernoctar dentro de la ciudad española. La traza española serviría de medio entre ellos, dando origen a la ciudad dual, la Puebla para hispanos y la otra Puebla, la no hispana: una ciudad central con una periferia de barrios indígenas, con entidades y administraciones diferenciadas. La Puebla novohispana, pese a su aparente diseño renacentista, no deja de tener cierta semejanza con una ciudad medieval rodeada de fuertes murallas por su deseo expreso de impedir el ingreso de los no angelopolitanos en su interior. La ciudad era sólo para familias españolas y en donde no habitaban éstas formalmente no era considerada como La Puebla de los Ángeles.
     Los barrios indígenas tenían otro régimen administrativo, organizados de acuerdo a tradiciones ancestrales, que en conjunción con el orden hispano, originó uno de los sistemas de gobierno que han perdurado por más tiempo en la región: el de las mayordomías parroquiales. Todo hombre indígena aspiraba a ser nombrado mayordomo en alguna época de su vida, pues sin tomar en cuenta los gastos que le ocasionarían[4], bien sabía que era la condición sin reparo para ganarse el respeto de sus vecinos y poder participar en las grandes decisiones de la comunidad. Este modelo de gobierno, de origen prehispánico, ha sobrevivido a todas las etapas del México independiente, por encima de las leyes de Reforma, la Revolución, incluso, a la misma iglesia.
     Con el tiempo, una vez que la ciudad ya había adquirido una definición arquitectónica y urbanística, los barrios desarrollaron un perfil ocupacional definido que durante siglos han conservado, así Analco se convirtió en el barrio de los panaderos, Xanenetla en el de los ladrilleros, la Luz en el de los alfareros y Santiago en el de los carpinteros. En los albores de la modernidad poblana, durante el porfiriato, esta división étnica no sólo se mantenía, sino que se fomentaba, siendo ahora la división más por razones económicas que raciales, confinando en ellos a los léperos, pordioseros y miserables

Quién es responsable de los resultados de la prueba Enlace?

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos
Publicado: Síntesis, 13 de octubre de 2010

     El ciclo escolar 2010-2011 empezó y para mayo se hará la evaluación Enlace, con el objetivo de saber cuánto hemos avanzado en calidad educativa.
     No habrá cambios en los resultados, porque el fondo de la formación docente no ha cambiado. Se ha señalado a los profesores como los culpables del deplorable resultado y así es, en estos actores radica el problema y la solución, pero ellos no son los responsables directos si se quiere mejorar la calidad de la educación básica hay que cambiar las estrategias para formarlos.
     La mayoría de los profesores ha egresado de escuelas normales que controla el estado y además no se contrata en la Secretaría de Educación Pública (SEP) a ningún docente que no haya egresado de una normal para trabajar en escuelas públicas básicas. A la par hay muchos intereses para mantener las escuelas normales abiertas, aunque ya no cumplen con su función. En cambio, las universidades colocan a sus egresados en diversas instituciones educativas como docentes, investigadores y gestores, otros se autoemplean y ofrecen gestorías, orientaciones y asesorías a organizaciones escolares, o abren escuelas privadas.
     Estos egresados son más competentes para enfrentar el mundo educativo, probando que si la SEP y el Sindicato Nacional para los Trabajadores de la Educación (SNTE) los con trataran para formar a la niñez mexicana, los resultados de Enlace se modificarían positivamente. Además, varios docentes que trabajan en escuelas normales podrían incorporarse a las universidades que están ofreciendo programas en educación de licenciatura o posgrado pues han acumulado conocimiento teórico y empírica
     También las escuelas básicas tienen que cambiar sus esquemas de organización para que los docentes puedan trabajar en academias ubicándose en las áreas del conocimiento donde son mejores enseñantes y dejar a otros profesores el resto, de modo que dos profesores compartan la enseñanza de dos grupos, lo que les reduciría el trabajo y compartirían la responsabilidad sobre el avance de los niños.
     Así que los profesores deberían certificarse cada determinado tiempo en procesos didáctico-pedagógicos y del conocimiento que enseñan, mostrando que están actualizados, muchos de ellos ya están listos para hacerlo porque tienen una formación y una vocación envidiables y darles tiempo razonable a aquellos que no lo están para que acudan a las universidades a formarse en temas en los que no podrían alcanzar la certificación. Entonces, los profesores no son los directamente responsables de los resultados de Enlace, sino la SE? y SNTE que controlan la formación y contratación de docentes

La educación en valores como educación para la transformación social

Autor: Martín López Calva.datos del autor haz clikc aquí
Publicado: El columnista, 13 de octubre de 2010

     Resulta indudable la relevancia que está cobrando en los últimos tiempos la educación en valores o educación moral bajo diversas formas y planteamientos curriculares y didácticos: formación cívica y ética, enseñanza de valores, formación de ciudadanía, educación para la paz y los derechos humanos, convivencia escolar, entre otros.
     La situación social está pidiendo de manera urgente un replanteamiento educativo de tal manera que lo que tradicionalmente se ha llamado "valores" o "ética", vuelva a tener relevancia en la escuela para tratar de formar una conciencia distinta en las futuras generaciones sobre lo esencial que resulta, por encima de todos los conocimientos técnicos, el aprender a ser un "buen ser humano" y el "aprender a convivir con otros seres humanos".
     Esta exigencia social apunta a que la escuela, como un primer paso, reconozca explícitamente que la dimensión moral o valoral está presente de manera explícita o implícita en todo proceso educativo.
     Pongamos como ejemplo la idea de Marín Ibañez que se plantea al inicio de este artículo, en el sentido que hay que reconocer que toda educación tiene una carga axiológica implícita o explícita y en ese sentido, toda educación, aunque se enseñe una asignatura de las llamadas "ciencias duras", implica una formación valoral. Reconocer esto "sin temor" es algo relativamente reciente en el campo de la Educación y la Pedagogía, pero parece que hoy no hay dudas ni resistencias mayores, al menos a nivel discursivo y de legitimación teórica e investigativa, de que esto es así, de que "toda educaciòn, por aséptica que pretenda ser, es educación en valores".
     Esta afirmación es importante puesto que además de reconocer la relevancia de los programas específicos de formación valoral, tiene implícita la consecuencia de que se debe explicitar e intencionar la educación en todo el currículo, para hacerla una educación en valores convergente con lo que los programas específicos plantean. En pocas palabras, esta cita nos lleva a afirmar sin lugar a dudas que la formación valoral es tarea de todos y debe estar planteada como fundamento y eje transversal de todos los planes de estudio y considerarse dentro de la formación docente no solamente en materias específicas sino de todos los profesores.
     Payá (op. cit.) plantea respecto a la educación como educación en valores que hay dos grandes bloques relativos a las finalidades de la educación: "la socialización y la autonomía" (p. 148), es decir, "la integración de la persona en la sociedad y la conciencia crítica". Lo anterior supone, dice la misma autora, que se deben considerar dentro de los procesos educativos todos los condicionantes históricos, sociales, políticos, ideológicos y culturales de la educación, pero concebirlos no como determinaciones imposibles de trascender sino desde la interacción con lo educativo y desde la construcción permanente que puede ser apoyada por la educación.
     En este sentido cobra fuerza la idea compleja de que "toda educación genera la sociedad que la genera" y "toda educación produce una visión ética que la produce". Existe pues una relación recursiva y retroactiva entre educación y ética, entre educación y sociedad y por lo tanto también, entre ética y sociedad.
     Se educa entonces para el desarrollo social, es decir, para la actuación valoral que genere la mejora continua de la sociedad y se educa al mismo tiempo para que cada educando sea mejor: se educa para aprender a ser y para aprender a convivir , ejes que le dan un sentido diferente al aprender a conocer y aprender a hacer, puesto que les imprimen un sello inevitablemente valoral, dado que no hay conocimiento neutral ni práctica neutral.
     Desde esta perspectiva, podemos afirmar con suficiente sustento que todo lo valoral es social y todo lo social es valoral y que con esta perspectiva se debiera abordar lo que en las escuelas y universidades se llama: "Educación en valores".
     Lo valoral es social en la perspectiva de que cada proceso de valoración y decisión de un sujeto humano individual está siempre mediada e influida por los condicionamientos económicos, políticos y culturales de la sociedad en la que vive (el "imprinting" cultural configura en gran medida aunque no determina del todo, la manera en que cada sujeto valora y decide).
     También lo valoral es social en tanto que toda valoración y decisión se hace de manera situada, es decir, dentro de un contexto socio-cultural específico. No se puede hablar de valoraciones o decisiones abstractas sino de procesos de valoración y decisión en unas condiciones sociales concretas y siempre dinámicas.
     Pero más allá de esto, lo valoral es social en tanto que el ser humano, "estructuralmente moral", es al mismo tiempo "estructuralmente social". La estructura valorativa del ser humano es intersubjetiva y no puede realizarse ni potenciarse si no es en relación con otros sujetos y en relación con la sociedad en la que se vive.
     Por otra parte, lo social es valoral en la medida en que como ya se afirmó, ningún proceso, estructura o institución social son a-morales, es decir, no pueden estar al margen de lo moral. Tenemos así sociedades, estructuras o instituciones humanas "más o menos morales" o "más o menos inmorales" pero no podemos tener sociedades o instituciones a-morales, es decir, que sean axiológicamente neutrales, que no tengan en su modo de funcionamiento una carga valoral específica que puede ser humanizante o deshumanizante, justa o injusta, libre o esclavizante.
     Es así que afirma Payá (op. cit.: p. 149) que es "preferible educar para la reflexión que no para la sumisión; para la crítica que no para la aceptación pasiva: para la participación que no para la abstención".
     De manera que como dicen Escámez y Ortega: "(…) si el proceso educativo no consigue personas que tengan predisposiciones para interrogar e interrogarse sobre la realidad que les rodea y sobre ellos mismos, predisposiciones para enjuiciar críticamente la información recibida, habría que suprimir lo de educativo". (En Payá, op. cit: p. 149)
     Es por ello que el componente moral o ético de los educandos debe ser educado o desarrollado al igual que se educan y desarrollan las dimensiones física, intelectual, racional, cognitiva, lingûística, etc. Pero el problema está en la manera en que se entienda este componente moral y en el modo en que se proponga, desde estas comprensiones distintas, educarlo o desarrollarlo.

Violencia laboral

Autora: Lourdes Pérez Oseguera
Publicado: Puebla on lane, 13 de octubre de 2010

     "Debe darse prioridad al desarrollo de
una cultura del lugar del trabajo centrada en lo humano, basada en la
seguridad y la dignidad, en la no discriminación, en la tolerancia,
en la igualdad de oportunidades y en la cooperación"
(Ma. Fernanda, Lubia y Gabriela
Estudiantes de 8tavo y 9no
     Semestres de Psicología en la
UIA-P)
     La violencia laboral en sus diferentes manifestaciones, como el hostigamiento y el acoso sexual en el trabajo, son un indicador patriarcal de la permanencia del mismo en nuestro mundo. Desde hace más de tres décadas, a partir de Conferencias Internacionales, Protocolos y Convenciones y, posteriormente, por la creación de leyes a favor de las mujeres y contra la violencia, reiteradamente escuchamos hablar, investigar y debatir en los medios entre especialistas, en los círculos de amistades y familiares sobre la violencia familiar. Sin embargo, muy pocas veces reflexionamos sobre otro de los problemas, no menos grave, que es la violencia en el ámbito laboral llamado hostigamiento laboral o acoso sexual que se manifiesta en los espacios laborales, o en el trabajo diario de quienes se ganan la vida laborando en los hogares; y menos aún sobre sus estragos y consecuencias en la salud física y psicológica de las mujeres y sus repercusiones en la economía doméstica y en el ámbito social.
     Hablar de violencia es complejo por todo lo que implica tanto a nivel personal como social. Hay que recordar que cuando hablamos de violencia de género o violencia contra las mujeres estamos haciendo alusión a formas distintas en espacios diversos. De acuerdo a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, se contempla que la violencia de género se detecta y se ejerce en el ámbito familiar, en los ámbitos laboral y docente, en la comunidad (actos de discriminación); al interior de las instituciones, y por último, la más terrible: en la violencia ejercida para eliminar de plano a una mujer: la violencia feminicida.
     Es importante en este apartado hacer una distinción de los términos que aducen violencia laboral y que en términos generales se concretan en: el acoso sexual, el hostigamiento laboral y el acoso moral en el trabajo. Aunque los tres son muy similares y nos remiten a un mismo problema, tienen sus especificidades. El primer concepto tiene connotaciones abiertamente sexistas y/o machistas. Según la OIT, para que haya acoso sexual en el trabajo deben integrarse tres elementos: un comportamiento de carácter sexual que no sea deseado y que la víctima lo perciba como un condicionante hostil para la realización de su trabajo. Osborne (p. 143) nos dice que el acoso sexual es una manifestación del poder patriarcal que convierte a la mujer en objeto y logra así tantos fines como se quiera: lograr la cohesión del grupo de los varones, poner en su sitio a aquella que ambicione demasiado o a la que resulta demasiado crítica... Por otro lado, el hostigamiento laboral y el acoso moral en el trabajo son tan similares, que muchas veces son utilizados indistintamente, y por ello varias autoras/es como, Hirigoyen nos hablan de situaciones similares y lo definen así: es toda conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud...) que atenta, por su repetición o sistematización contra la dignidad o la integridad psíquica o física de una persona poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de trabajo. ( p. 19)
     Todos estos no son temas asilados; su origen está en el sexismo que rige la segmentación del mercado de trabajo e incluso la vida entera de las organizaciones. A pesar de ser un viejo problema, apenas desde hace muy poco tiempo la academia se empieza a interesar en la sexualidad y los roles sexuales implicados en el acoso y la forma que adopta en las organizaciones. "Sólo muy recientemente se ha comenzado a resaltar que el trabajo lo realizan cuerpos concretos y que las empresas se hallan montadas sobre la diferencia de trabajo productivo y reproductivo" (Osborne p. 143).
     "Con la división de la economía entre lo público y lo privado y la paulatina incorporación de las mujeres al ámbito de lo público, el patriarcado amplía su esfera de acción del espacio de lo privado al espacio de lo público en el momento en que traslada a este último el modelo de relación patriarcal familiar: el varón como proveedor y protector a cambio de la subordinación de la mujer" (Osborne p. 143).
     ¿Por qué hablo de este tema? por una nota encontrada en un periódico local hace poco más de un año que decía así: Puebla es el segundo estado del país donde más se ejerce la violencia en contra de las mujeres en su centro de trabajo. De acuerdo con la más reciente edición del "Panorama de la violencia contra las mujeres en Puebla", publicado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), "...de las 446 mil 112 mujeres de 15 años y más, ocupadas en el sector laboral como empleadas, obreras y jornaleras, el 37.3 indicó algún tipo de violencia en sus centros de trabajo. Estas conductas van desde las violaciones a sus garantías como trabajadoras: despidos injustificados, mayores exigencias de productividad y de tiempo, así como también el acoso y el hostigamiento sexual".
     Concluyo: el tema de violencia en el trabajo nos remite a muchas situaciones no resueltas en nuestra sociedad. Por un lado, el Estado no ha logrado cambiar el imaginario social de las mujeres, puesto que en la sociedad no hemos logrado posicionarnos como sujetas de derechos, rezagos culturales, crisis económicas, vacíos legales, y desde luego, por nuestras propias resistencias al cambio que nos siguen poniendo en riesgo. Y por otro lado, la falta de aplicación de la ley, la ley de "Acceso de las Mujeres por una vida libre de violencia" que no se ha armonizado con normativa y códigos penales y por lo tanto, aunque exista, en la práctica no ha sido aplicada. Urge la elaboración de la normatividad y la armonización de las leyes para la aplicación efectiva de estas en la salvaguarda de los derechos de las mujeres.

Confiar o Controlar

Autor: Alexis Vera
Publicado: La primera de puebla, 13 de octubre de 2010
     Hoy está de moda ser un jefe ?democrático?: no autoritario, horizontal, que ?empodera? a la gente, que no manda sino pregunta, que “coachea” a sus subordinados, etc. Es decir, un jefe buena onda con todos y que además es visionario y logra grandes resultados en la organización. Este estilo de liderazgo ya está funcionando en muchas organizaciones que han podido formar una cultura democrática y justa de trabajo. Pero en México la mayoría de éstas distan de tener ambientes laborales sanos; al contrario, casi todas las empresas o dependencias de gobierno están plagadas de atmósferas destructivas gracias en gran medida al pésimo ejemplo de sus líderes ?principales forjadores de los ambientes laborales-.
     La vieja escuela
     Del priismo heredamos muchas cosas, incluso un estilo de liderazgo, que es fundamentalmente autoritario, jerarquizado, controlador, burocrático, centralizado? Es decir, todo lo contrario de lo que las mejores prácticas mundiales sugieren. Este funesto estilo degenera el ambiente de trabajo en cualquier organización. Desconecta a la gente; le quita la camiseta en lugar de motivar a que se la ponga. Genera inseguridad, clientelismo, improductividad, desconfianza, autoritarismo, nepotismo, etc.; en vez de generar grandes ambientes de trabajo que mejoren la salud de las organizaciones y sus colaboradores, generan todo lo contrario, y los mexicanos somos testigos de ello sin excepción.
     El estilo de liderazgo que predomina en nuestro país hoy no se puede explicar sin entender bien cuál ha sido la herencia que al respecto ha dejado el priismo. Se trata de una especie de herencia maldita que nos programó la mente para ser jefes nefastos. Porque casi todos, en algún lugar y momento, hemos sido jefes de alguien, empezando por nuestro propio hogar, donde tenemos evidentemente relaciones de subordinación. Crecimos creyendo pues, que el buen jefe es quien da órdenes y no titubea para darlas, que lo sabe todo, que no consulta a los demás porque dicha opinión no es importante ni valiosa; que consciente a sus cachorros (subordinados) dándoles de vez en cuando un rico hueso para saborear mientras él disfruta de un suculento y fino corte, que no acepta un “no” como respuesta.
     Todo esto ha llevado a las organizaciones mexicanas del sector público y privado no sólo a crear atmósferas de trabajo nocivas para la salud de los colaboradores, sino a crear organizaciones altamente improductivas.
     Confiar, no controlar
     Afortunadamente en el mundo hemos visto que las cosas pueden ser mejores. Hay grandes empresas, organizaciones sin fines de lucro e incluso gobiernos, que han apostado por estilos de liderazgo más basados en la gente y en el poder de su talento. Estilos éstos muy alejados del viejo, aunque seguido vigente, autoritarismo. En efecto, cuando se confía en la gente se libera el potencial de su talento y ?por lo tanto- el de la organización. Confiar en la gente es empoderarla, es pedirle su opinión y tomarla en consideración, es hacerla responsable y dueña de algo dándole poder de decisión sobre ello; es agradecerle continuamente sus aportaciones, es ayudarla a tomar mejores decisiones en lugar de imponérselas, es permitirle expresar ideas diferentes a las del jefe sin represalias, es darle libertad de acción ?dentro del marco de sus responsabilidades- para cambiar las cosas.
     En resumen, es darle confianza de facto en lugar de desconfianza al subordinado. Los jefes de la vieja guardia dicen que la confianza se debe ganar; sin embargo, los grandes jefes proponen lo contrario: la desconfianza es la que se gana, de entrada se confía en la gente. Actuar así tiene resultados sorprendentemente positivos para las personas y organizaciones, aunque, evidentemente, también tiene -como todo- sus riesgos.
     El desafío
     Confiar en los subordinados tiene un costo: a veces salimos defraudados. Pero las ganancias superan por mucho a los costos porque la mayoría de las personas sí producen resultados extraordinarios bajo este esquema.
     No confiar en la gente tiene también sus costos, generalmente traducidos en burocracia y bajísima productividad. En ambos escenarios hay riesgo de fraude, pero en el primero ese riesgo es más aceptable considerando los beneficios.
     Convertirse en un jefe moderno, de alta confianza, no es algo sencillo. Requiere mucho tiempo y trabajo consigo mismo y con los demás; pero el esfuerzo vale la pena, así nos lo han dejado ver las mejores organizaciones que el mundo contemporáneo observa.



 

viernes, octubre 08, 2010

Reflexiones sobre el liderazgo

Autor: Alexis Vera
Publicado: El columnista, 07 de octubre de 2010

     No todos entendemos lo mismo por liderazgo. Para algunos significa mandar; para otros influir; otros más lo entienden como guiar o, incluso, acompañar. Considerando que todos en algún momento o espacio fungimos como líderes (en el trabajo, en la casa, en la escuela, en el equipo de futbol, con los amigos, etc.) y que normalmente esa función puede tener efectos trascendentales en la vida de los demás, me parece importante que tratemos de entender un poco más acerca del liderazgo en nuestros tiempos y, en especial, acerca de las cosas que hace un verdadero buen líder.
     ¿Qué es liderazgo?
     Muchos aún piensan que el líder trae desde su nacimiento el "chip" del liderazgo, es decir, que nace con las habilidades de líder. Es muy probable que algunas personas nazcan con una predisposición genética que favorece su interacción e influencia con los demás, pero nadie se hace líder a solas, con su propia genética.
     El verdadero líder se desarrolla, formal e informalmente, gracias a su interacción con los demás. Es decir, el verdadero buen líder se hace, no nace. Veremos por qué.
     De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, un líder es la "persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como su jefe u orientadora". Me parece que la palabra clave en esta definición es "sigue", porque, en efecto, ejercer un verdadero liderazgo implica que la gente acepte seguir al líder, no sólo obedecerle -que es diferente- como veremos a continuación.
     Si la gente sigue a un líder sólo porque tiene que hacerlo; porque los reglamentos o normativa -tácita o explícita- así lo indican, entonces me parecería cuestionable que tales casos puedan llamarse de liderazgo verdadero. En efecto, hay líderes a quienes un grupo sigue porque está obligado a seguirlos, porque si no lo hacen pierden su trabajo, su sustento, sus privilegios, su futuro, etc.; en resumen pierde algo importante por no hacer caso al "líder". Aquí se trata de lo que algunos llaman liderazgo formal; yo, sin embargo, propongo un sinónimo para tal idea: liderazgo forzado. La mayoría de quienes hoy ejercen alguna función de liderazgo en el mundo se encuentran en dicha categoría, aquella en la cual una vez desaparecida la investidura, igual desaparece el rol de "líder". Empleo aquí comillas porque no me parece que se pueda hablar de verdaderos líderes en tales situaciones porque el verdadero líder genera seguidores, no obedientes; convence, no vence a los demás.
     En contraste, tenemos al líder a quien la gente sigue y reconoce como jefe porque cree en él; cree en sus sueños y visión pero también en sus capacidades y moral; se identifica con las ideas del líder, las considera buenas para su vida también y decide seguirlo porque representa una especie de brújula en los temas que le importan. Un verdadero líder genera fe de otros en él, no tanto porque busque generarla sino porque la manera en cómo conduce su vida trae como consecuencia que otros encuentren ahí una fuente de inspiración para la suya propia. Así, tenemos que hay gente líder en ciertos temas, humanísticos o científicos, que inspira a otros, por ejemplo muchos reconocen a José Saramago como un líder en literatura narrativa. También hay gente que es líder en aspectos más amplios de la vida, incluso que es líder de un estilo o filosofía de vida, por ejemplo Mahatma Gandhi.
     Ellos son líderes, a pesar de su muerte, no porque alguien les dio la investidura sino porque con su vida y obra lograron que otros se inspiraran y les siguieran.
     ¿Quién ejerce liderazgo?
     Toda persona que tenga la posibilidad de influir en otro ser humano está frente a una situación potencial de liderazgo. Obviamente no todos llegamos a ser líderes frente a los grupos que nos interesan más, sin embargo, en mayor o menor medida, prácticamente todos llegamos a ejercer liderazgo relativo con alguna persona o grupo de personas durante un tiempo.
     Creo que el mundo se beneficiaría si todos buscásemos ser líderes en algún tema de influencia positiva para otros porque buscar ese liderazgo mete a las personas en procesos de mejora continua. Sin embargo, también me parece que buscar el liderazgo tiene sus riesgos. El proceso se pervierte cuando la gente busca ser líder porque quiere tener poder sobre los demás, alimentar su propio ego, aumentar su beneficio personal (sin importar si es a costa del bienestar de los demás). Cuando el líder súper eleva su propio yo pierde de vista la más fundamental dimensión ética del liderazgo y su razón de ser en la sociedad: la orientación de servicio a los demás. Todos hemos visto y actualmente padecemos las consecuencias negativas de tener líderes motivados por las razones equivocadas.
     Mejores prácticas
     De acuerdo con Robert Dunham, estadounidense especialista en liderazgo, los buenos líderes enuncian un  futuro que compromete a otros. Esto me parece básico como cualidad de un verdadero líder: tener la visión de largo alcance y la capacidad de comunicar con claridad esa imagen de futuro deseable para involucrar a otros en su construcción. Asimismo, saber imaginar los cómos (estrategias) es igualmente crítico. Sin embargo, la visión no lo es todo. Tener una buena "foto" del futuro y una idea de cómo llegar a ella no necesariamente compromete a la gente. Lo que más compromete es el tipo de relación personal que se tenga con los seguidores. En efecto, como menciona Daniel Goleman (et al) en su libro "El líder resonante crea más" (2003), es fundamental que el líder desarrolle su capacidad de "sintonizar" emocionalmente con los demás. Pero esto no se logra a través de contentarse o entristecerse con las alegrías y penas del prójimo. Se trata, de acuerdo con Goleman, de todo un trabajo de: a) autoconocimiento personal (autoconsciencia emocional, autoevaluación precisa, autoconfianza); b) autogestión (control de emociones, transparencia, adaptabilidad, enfoque al logro, iniciativa y optimismo); c) conciencia social (empatía, conciencia organizacional, servicio); y d) gestión de las relaciones (inspiración, influencia, desarrollo de los otros, gestión del cambio y de los conflictos, trabajo en equipo y colaboración).
     Nadie nace sabiendo hacer todo esto. Nuestra genética personal puede favorecer el desarrollo de alguna de estas habilidades pero es muy difícil, prácticamente imposible, que un líder encarne dichos atributos todos juntos en un momento dado; y todavía menos posible que nazca con ellos. Sin embargo, tratar de cultivarlos puede conducir al logro de un mejor liderazgo, en especial si la fundamentalísima dimensión ética permanece como constante del proceso.
     Oportunidad hoy
     El mundo tiene sed de verdaderos líderes. Cultivar el liderazgo en nuestros niños y jóvenes es una oportunidad magnífica de inversión para el futuro del mundo. Pero desarrollar mejores habilidades de liderazgo en quienes hoy lo ejercen es crítico para transformar la realidad que tenemos enfrente. Porque los verdaderos líderes, sobre todo, se hacen.

Todos somos vulnerables

Autor: José Rafael de Regil Vélez, datos del autor: haz click aquí
Publicado : Síntesis, 06 de octubre de 2010

     En alguna ocasión me tocó participar en Tlaxcala en un seminario sobre trata de personas. Fui acompañado de bachilleres.
     En el momento programado intervino un funcionario de una empresa de software y habló entre otras cosas sobre qué tan fácil es que el perfil de una persona pueda ser desentrañado a partir de cómo usa las redes sociales.
     Al final de la exposición había una sensación de estupor en varios asistentes, en especial de los adolescentes, asiduos usuarios de estos espacios virtuales. Posteriormente les pregunté sobre su asombro y alguien dijo: "me sentí muy vulnerable".
     Antaño se hablaba de que las personas privilegiadas deberían ser solidarias, incluso caritativas con los más pobres. Había que preocuparse por ellos. Esta visión ha sido superada: más allá de la pobreza está la vulnerabilidad.
     Un ejemplo: el problema de loan s migrantes no es que haya personas que vayan de un lugar a otro, sino que hay quienes por diversas razones deben hacerlo en condiciones de extrema agilidad y pueden ser víctimas de trata de personas, de deshidratación, de robo, de secuestro. Y por ello su existencia es un llamado para que nos encarguemos de la precariedad en la que viven al transitar por un lugar ajeno en busca de oportunidades.
     Ser vulnerable hoy por hoy no es privilegio de los grupos tradicionalmente 'marginados". Una chica de cualquier clase que viva en condiciones de soledad puede convertirse en víctima de trata, pues en su afán de romper con su aislamiento quedará a expensas de muchas personas en la red.
     Las personas estamos a merced de enfermedades; los desastres naturales dejan a miles sin patrimonio; el empresario es secuestrable, el ignorante puede ser engañado fácilmente, caen políticos asesinados... Todos somos vulnerables! Hay en esta realidad un llamado que debemos afrontar: urge una cultura del cuidado. Debemos cuidar unos de otros, más allá de nuestra condición económica y social y de nuestras adscripciones políticas, porque somos seres carentes, frágiles. Sólo en el aprendizaje dula solidaridad se puede mirar a quien vive en vulnerabilidad y se puede con él o ella diseñar condiciones de vida digna. Urgen acciones solidarias para cuidarnos unos a otros.
     Éstas también son políticas, requieren el compromiso ciudadano de que las estructuras e instituciones nos protejan, desde el nivel familiar hasta el internacional.
     La tarea es urgente. Las escuelas, familias y las instituciones del Estado tienen la pelota en su cancha... ¿sabrán jugar el juego que pueda asumir los desafíos que nos plantea la realidad de la vulnerabilidad que nos afecta a todos?

Necesidad de políticas educativas sobre convivencia en la escuela

Autora: Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicado: E-consulta, 04 de octubre de 2010

     La presencia de la violencia, el acoso, las adicciones y la discriminación en las escuelas son manifestaciones complejas que muestran que la educación no está fortaleciendo el tejido social. No estamos formando a los niños en hábitos afectivos, cognitivos y operativos que los lleven a desarrollarse dignamente. Muchos niños no saben auto limitarse: los recursos que podrían representar su temperamento y la formación de su carácter a través de los distintos tipos de hábitos, como lo señala José Antonio Marina (2006) los están llevando a actuar de manera poco inteligente; desarrollan comportamientos poco constructivos y en muchos casos, destructivos.
     Esto no es solamente problema de los padres, desde luego implica a la escuela como institución de manera importante por lo que tiene la responsabilidad social de encarar el problema.
     La escuela debiera ser un espacio protector de la niñez y la juventud. ¿Qué se necesita para que esto suceda? Me parece que además de la voluntad y responsabilidad de todos sus actores, autoridades, maestros, alumnos, padres de familia, personal administrativo y de intendencia, también es importante contar con un respaldo de políticas educativas que sensibilicen en la conformación de verdaderas comunidades escolares que formen ciudadanos. La escuela podría ser un espacio protector para los niños, niñas y jóvenes en este tiempo en el que la familia sufre crisis, grandes quiebres y reestructuras.
     A nivel de gobierno federal se implementó desde el 2007 el Programa Escuela Segura, que es lo más cercano a una política educativa en el sentido de promover intencionalmente una convivencia escolar para fortalecer la escuela.
     Forma parte de la estrategia "Limpiemos México" vinculada con la Secretaría de Seguridad Pública y su programa "Comunidades Seguras "la Secretaría de Salud con el programa "Salud sólo sin drogas "y la Secretaría de Desarrollo Social con el programa "Recuperación de Espacios Públicos".
     El enfoque global del programa a partir de lo descrito hasta aquí parece estar orientado a un trabajo de "limpieza", como si el conflicto fuera algo enfermo o sucio que es mejor cortar, lo cual se podría entender si se habla de violencia en la sociedad, en el contexto de la escuela, pero no dentro de ella.
     Dentro de la escuela, los conflictos pueden verse más como un recurso para el crecimiento de la comunidad educativa. Es necesario saber cómo abordarlos de manera que se aprenda a negociar, a dialogar, a ponerse en el lugar del otro. Revisando puntualmente los objetivos del programa mencionado se puede ver un enfoque más preocupado por la construcción de ciudadanía, por lo menos a nivel de pronunciamiento que habría que ubicar mediante una investigación más profunda en la operación del programa. En el objetivo general se plantea la consolidación de la escuela como espacio seguro con la participación social y la formación ciudadana a través de una convivencia democrática, entre otros puntos.
     En sus objetivos particulares hay una preocupación y un pronunciamiento sobre la necesidad de trabajar el ámbito de la convivencia escolar. Se menciona el desarrollo de competencias para fortalecer una cultura preventiva, la necesaria participación de los integrantes de la comunidad educativa padres de familia, maestros y alumnos. En este sentido falta incluir a los directivos, puesto que lo que hemos visto en resultados de investigaciones al respecto, los directores son quienes tienden a negar la existencia de violencia en sus escuelas o a ser menos sensibles al mismo. También hace falta incluir al personal administrativo y de limpieza quien también forma parte de la comunidad y puede jugar roles importantes en problemas de acoso o violencia, tanto para favorecer como para inhibir ciertas conductas. Esta participación puede llevar a convertir la escuela en espacio de contención, de seguridad y protección y hasta de respaldo afectivo para los niños y jóvenes con necesidades de pertenencia.
     En los objetivos específicos del programa también se menciona la necesidad de que la escuela establezca otros vínculos con organizaciones civiles y gubernamentales en las que se puede apoyar para la prevención de la violencia y las adicciones. Se logra ver la necesidad de tratar el problema como contenido en los programas específicos en las asignaturas, lo cual puede ser un buen complemento, siempre y cuando no se deje como única acción, ya que se sabe que los valores se aprenden a través del desarrollo de hábitos cognitivos, afectivos y operativos, y no desde la simple información.
     También se le da importancia a la orientación y seguimiento de experiencias relacionadas con la construcción de ambientes democráticos. A nivel de SEP federal se está tratando de fortalecer la participación de los Consejos de Participación Social en la Educación, que entre otras de sus funciones tendrá que colaborar en el tema de la convivencia escolar.
     El espacio a nivel de una política está dado, sin embargo eso no basta, es importante dar seguimiento a la forma como se opera.

Unirnos

Autor: Eduardo Almeida Acosta
Publicado: SíntesisPuebla, 03 de octubre de 2010

     'No se trata de partidos, ni de izquierda o de derecha, sino de juntar nuestros esfuerzos en beneficio de todos los mexicanos'. Así se difunde por los medios de comunicación una exhortación ingenua y cínica, ahistórica y acrítica, proveniente del gobierno federal con motivo de las celebraciones del centenario del movimiento libertario que nos ha dado cien años de democracia formal bajo gobiernos autoritarios; y del bicentenario de las luchas insurgentes para dar autonomía propia a nuestro país, cada vez más dependiente de mafias internas y externas.
     La ingenuidad y el cinismo provienen de la ignorancia o de la mala leche de quienes nos han gobernado y gobiernan. Ignorar o hacerse desentendidos de que vivimos en un sistema mundial capitalista cada vez más salvaje, más despiadado, más bárbaro, sólo nos está llevando a límites críticos en desigualdad, desempleo, desestabilidad, inseguridad e ingobernabilidad. No podemos unirnos, juntar nuestros esfuerzos para seguir beneficiando como lo hemos estado haciendo desde hace cien y 200 años y más a élites pomposas y estúpidas que han ido logrando la creación de una sociedad cada vez más vulnerable. Las posturas ahistóricas y acríticas que han caracterizado a quienes han pretendido hacernos creer que somos un país republicano y demócrata han logrado mantener atontada y apaciguada la gran mayoría de población de este país que ha vivido a lo largo de su historia, no sólo desde hace cien o 200 años, en condiciones infrahumanas en cuanto a trabajo, vivienda, alimentación, salud, educación, derechos humanos, autoestima.
     A partir de los años 80 del siglo pasado se le ha engañado al país de que hemos estado entrando por fin en la modernidad, en la etapa histórica en la que todos y cada uno de los mexicanos vamos a ser por fin sujetos. Lo que ha sucedido en realidad es que hemos estado participando en el proceso de modernización devastadora a nivel mundial, gracias al cual no sólo no hemos logrado disfrutar todos de condiciones de vida mínimamente aceptables, sino que estamos aproximándonos por la sobrexplotación de los recursos naturales y la involución climática, ala extinción de nuestra especie.
     Capitalismo bárbaro y modernización devastadora son los factores más amplios y generales en el origen de las amenazas a la convivencia humana y a la viabilidad de la especie a nivel nacional y mundial. ¿Qué hacer frente a esta sobrealienación que padecemos? ¿Será cierto que toda alienación es finalmente autoalienación? ¿Será posible unirnos en un esfuerzo conjunto de desalienación de nuestras autoalienaciones? ¿Será posible todavía intensificar la creación de sujetos sociales?

martes, octubre 05, 2010

¡ Quero un 10!

Autora: Marisol Aguilar Mier
Publicado: Síntesis, 30 de septiembre de 2010

     Para los alumnos, profesores y padres de familia la evolución del aprendizaje es uno de los Momentos más importantes en la vida escolar, pero también uno de los más complejos. ¿Por qué? Principalmente porque a través de este proceso la escuela cumple con una función selectiva que busca responder a las demandas de una sociedad caracterizada por su marcado afán de jerarquías que implica la clasificación de las personas de acuerdo a lo que se ha concebido como "calidad".
     Debido a que la escuela, a través de los profesores, tiene la facultad de certificar la valía del aprendizaje por medio de una calificación, se genera un medio de poder que contamina el proceso educativo puesto que el éxito o fracaso de los alumnos reflejado en las notas obtenidas es también el éxito o fracaso del profesor y de la institución educativa.
     Para muestra, un botón. Cualquier docente se ha cansado de oír en sus alumnos frases como ¿eso va a venir en el examen?, lo cual se traduce corno: ¿debo o no poner atención? Ha atestiguado prácticas donde el alumno copia al compañero, lleva un "acordeón" o paga para conocer el contenido del examen. O bien, ha sido víctima del acoso y presión por parte de los estudiantes en su ambición por obtener una nota más alta de la recibida. A su vez, muchos docentes centran su clase en preparar a los alumnos para que éstos puedan resolver correctamente las pruebas. De igual manera, es frecuente que los alumnos escuchen de sus padres la pregunta ¿cuánto sacaste? en lugar de ¿qué aprendiste? Y más frecuente aún que al término del curso, éstos no tengan claros sus avances o logros.
     Entonces, en el fondo ¿qué refleja una calificación y qué valor y uso le damos?
     Esta interrogante es difícil de responder, sin embargo, lo que sí podemos constatar es que los sistemas educativos se encuentran absorbidos por los exámenes, las calificaciones y los trámites burocráticos necesarios para cumplir (con "diez") con funciones más de tipo administrativo que les distraen de lo verdaderamente importante. Esto nos deja claro que hemos perdido el rumbo, pues el propósito de la educación se está centrando exclusivamente en la obtención de una determinada calificación. Y entonces ¿dónde quedó el aprendizaje?


Más que una fiesta de pueblo

Autora: Yossadara Franco Luna, datos de la autora: haz click aquí
Publicado: El columnista, 29 de septiembre de 2010

     Posiblemente los lectores han visto la exuberancia de la fiesta patronal en una comunidad rural: comida para todo el pueblo, adornos para el santo, hasta remozamiento de las casas. Mucho se les critica a este sector de la población este sin-sentido de ser pobres y gastar tanto dinero en festejar al santo del lugar. Entender esta actividad implica situarse en otra perspectiva: se trata del vehículo que da continuidad a una tradición que no sólo sirve para fortalecer la identidad de un pueblo, sino también para enriquecer la vida de los sujetos.
     Las fiestas en las zonas rurales son tan importantes que alrededor de ellas se teje una estructura que articula la vida entera de la localidad; se llama Sistema de Cargos. Son oficios religiosos y a veces políticos ocupados con base en una rotación entre los hombres, y actualmente entre mujeres. Tienen la tarea de cuidar al santo, preparar su fiesta, pero sobre todo de organizar a la población en un sinfín de actividades económicas y políticas que culminarán en un día tan importante. El período suele ser de un año aunque en algunas regiones éste se asume por uno o dos más.
     A su retiro del cargo todas las obligaciones cesan, lo mismo sucede con los derechos, privilegios y la autoridad asociado a éste. Es por ello que se considera que uno de los rasgos más importantes de esta estructura político-religiosa es su carácter omnicomprensivo pues todos los miembros adultos participan en la jerarquía como elegibles para los oficios.
     Gran parte del estudio del Sistema de Cargos se sitúa en zonas rurales indígenas, sin embargo también es una práctica que se puede hallar en localidades urbanas. Mientras que en las primeras tiene que ver con el prestigio y la sabiduría; en las segundas se enfocan en la capacidad del individuo y le compete únicamente al ámbito religioso.
     En las sociedades indígenas la importancia del asunto que nos ocupa es que se caracteriza por ser político y religioso, en donde la carrera normal de un carguero frecuentemente implica que asciende en forma de zigzag asumiendo alternadamente un puesto religioso y político. Se ha llegado a interpretar como el modo en el cual se propicia una democracia de los pobres, es decir, no se permite a ningún grupo o individuo monopolizar el poder.
     Tácitamente se espera que todos los hombres participen y la mayoría lo hace; de hecho se considera que quien no lo haga no puede ser un hombre respetado o importante en la población.
     Ser parte de la estructura no conlleva remuneración monetaria, al contrario, los gastos en dinero y en tiempo son exorbitantes, pero ello tiene una compensación: el individuo adquiere una enorme reputación en la comunidad y después de haber asumido las tareas más importantes de tal sistema es considerado como "pasado" o "principal" cuestión que significa prestigio y poder.
     El Sistema garantiza y legitima un proceso mediante el cual hay una transmisión de saberes y de prácticas tradicionales de generación en generación. Un anciano en la cosmovisión indígena es un sabio porque gradualmente ha transitado por diversos servicios que amplían su experiencia del mundo en el que vive para así dar paso a un cúmulo de conocimientos que por obligación tiene que pasar a los jóvenes. Representa un invaluable medio de formación e inclusión religiosa, social solidaria y política.
     Hacia la época del porfiriato comenzó un proceso de expansión de la urbe que se consolidó en los años 30 y resultó en una amplia incorporación de los pueblos eminentemente agrícolas a tal grado que trajo consigo una mutación en las prácticas ancestrales y su reducción al ámbito religioso.
     A diferencia de lo que ocurre con el Sistema de Cargos indígenas, que generalmente se estructura en cuatro o más niveles jerárquicos, en el urbano se encuentran sólo dos que se ejercen en ciclos anuales: los fiscales y los mayordomos.

En el caso urbano éstos fácilmente pueden ser ocupados sin requisitos excesivos porque no hay una exigencia clara para transitar por los servicios de manera sucesiva hasta alcanzar el puesto de mayor jerarquía. Así, lo que para las comunidades indígenas lleva toda una vida de servicio, sacrificio y entrega, en las urbanas se da en un proceso relativamente más sencillo y por lo tanto el prestigio no se relaciona directamente con la edad, sino con la capacidad de sacar adelante la fiesta de manera satisfactoria.
     En la mayoría de los casos los ámbitos cívico y religioso. están totalmente separados, a diferencia de los casos indígenas, cuyos cargos religiosos implican la toma de decisiones sobre aspectos diversos de la vida comunitaria.
     Los mayordomos y fiscales llevan un minucioso registro de quiénes cooperan y con cuánto, cuestión que se hace del conocimiento público durante la ceremonia de cambio de poderes. De esta manera, representan una suerte de "vigías de la pertenencia", puesto que son quienes pueden en un momento dado definir quién pertenece al pueblo y quién no. El Sistema de Cargos representa entonces un mecanismo de inclusión-exclusión, mediante el cual se marcan las fronteras de pertenencia. A través de esta estructura social de participación festiva se garantiza, por un lado, una normatividad refrendada anualmente, y por otro, una participación continúa de un número muy amplio de pobladores.
     Los cargos no se relacionan con un alto honor y cuando éstos concluyen aunque sea de manera satisfactoria, terminan también las responsabilidades y el honor no queda guardado corno un tesoro invaluable en la memoria colectiva.
     Volvamos la mirada a las fiestas patronales, que parecieran ser un derroche insensato de dinero, pero son mucho más: son la expresión de una forma de organización social, política, económica que permite a muchas comunidades conservar su cultura, distribuir el poder, formar cívicamente, reducir la brecha entre pobres y ricos, reforzar la presencia y prestigio social de sus habitantes. En ellas podemos atestiguar un instrumento ancestral que no ha sucumbido a los embates de la sociedad industrializada, con sus crisis de identidad y de compromiso social del lugar en el que se vive. También aprendamos de esto.

Obesidad, ¿una responsabilidad compartida?

Autor: Gonzalo Inguanzo Arteaga
Publicado: La primera de puebla, 29 de septiembre de 2010

     Según el dato publicado en días anteriores en los diversos medios de comunicación, la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) ha informado que México tiene el primer lugar en el índice de personas obesas y con sobrepeso en el mundo. Ante esta alarmante noticia no faltó que algunos de forma jocosa dijeron que en algo teníamos los mexicanos que ganar y obtener un primer lugar, sin obviar claro está que le ganamos a nuestros vecinos del norte en esto de tener personas con una circunferencia abdominal portentosa.
     Esta noticia se puede decir viene a echarle leña al fuego a lo que no se si podemos llamar reflexión, el estira y afloja, el siempre si o el siempre no, en relación a qué tipo de alimentos se deben permitir en las escuelas como lunch o merienda para los niños. Se conoce de la existencia de evidencia científica que afirma que el restringir la comida chatarra y promover de manera la actividad física en las escuelas permite una reducción significativa de la obesidad y la predisposición a la diabetes en los estudiantes.
     El gobierno, la Secretaría de Educación Pública, las escuelas, los empresarios grandes y chicos, la familia, etc. tienen algo que decir al respecto y parece que todos, al menos en el discurso, tienen claro que algo se debe hacer si no queremos que lo que hoy es un problema en la niñez, adolescencia y la adultez de los mexicanos pase de grave a fatal.
     Aceptando que todos deben ser corresponsables de las acciones a realizar, estoy convencido de que la familia tiene la mayor responsabilidad en educar a todos sus integrantes en este tema; otras instancias como la escuela puede complementar lo que en el seno familiar debe comenzar.
     En casa se debe prestar atención a la problemática y no tiene cabida el pensamiento de que en otros está la responsabilidad. Se debe educar teniendo como objetivo la prevención, pues si como padres nos dedicamos a prevenir, en un futuro no tendremos que preocuparnos por los posibles tratamientos que pudieran existir y ser efectivos.
     En casa de manera sencilla podemos llevar a cabo varias acciones que tendrán un impacto en este tema y acá solo se mencionan algunas: no todos los integrantes de la familia deben comer lo mismo y la misma cantidad, antes de salir de casa un buen desayuno es vital, enviar una merienda nutritiva y balanceada que satisfaga al niño y evite la compra en la ?tiendita?, comunicar y trasmitir valores positivos en relación a una alimentación sana, propiciar que el niño realice deportes al menos dos veces por semana más allá de las necesarias clases de educación física, las salidas a comer en familia deben proponer varias opciones en donde lo fácil o cercano no siempre es la mejor opción; no se debe confiar sólo en la voluntad de cada uno de los integrantes de la familia y, por tanto, es más inteligente tener a la mano alimentos saludables para los momentos de antojo; si estamos en presencia de niños o personas con obesidad se debe cuidar su bienestar psicológico porque será más fácil cambiar la realidad del niño si su autoestima no está dañada, y promover en los niños y adolescentes el que se sientan corresponsables de su salud.
     Aquí algunas cifras: ?hoy el 30 por ciento de los mexicanos tiene problemas de obesidad, el 69.7 por ciento presenta sobrepeso, cerca del 40% de los niños entre 5 y 10 años de edad ya presentan hipertensión arterial, a nivel mundial más de 2 millones de personas fallecen al año por causa de la obesidad, la diabetes que es una de las principales enfermedades a nivel mundial está relacionada a la presencia de obesidad.
     Es cierto, las cifras literalmente asustan pero no pueden paralizarnos. No podemos una vez más empezar a pasarnos como se dice la pelotita de unos a otros, yo invito a que todas las familias digan es NUESTRA RESPONSABILIDAD y de forma enfática exijan con el ejemplo a que los demás actores implicados se integren en la búsqueda de soluciones efectivas. Pasemos de preocuparnos a ocuparnos.


Lectura e Inteligencia

Autor: Rubén Hernández Herrera
Publicado: E - Consulta, 28 de septiembre de 2010

     Durante el pasado campeonato del mundo de futbol aconteció un hecho curioso y reiterado: a los comentaristas de futbol de las principales cadenas televisivas del país, - que en términos generales no se destacan por expresar un gran talento, ni mucho menos por el manejo certero, oportuno y claro del lenguaje -, les dio por iniciar sus comentarios afirmando que el director técnico de tal o cual equipo había hecho una buena lectura de las circunstancias del partido, razón por la cual se había hecho con la victoria o, por el contrario, que no supo leer las exigencias del partido, impidiéndole realizar las acciones convenientes para enmendar las circunstancias adversas y hacerse con la victoria. ¿Qué tanta razón tenían los comentaristas deportivos en usar tan notoria expresión? ¿Qué querían decir con eso de saber leer un partido? ¿Qué tanto eran conscientes de lo acertada de la expresión? Pues lo cierto es que por una vez, quizá sin que sirva de precedente, tenían toda la razón en lo que querían decir, aunque probablemente no sepan porqué tenían razón.
     Exploremos un poco el sentido de la palabra lectura, pero antes de hacerlo, acerquémonos a otra palabra que de tan común en el uso diario se ha desgastado tanto que pocas serán las personas que sepan su origen, en este caso me estoy refiriendo a la palabra inteligencia. ¿Qué tienen en común las palabras lectura e inteligencia? ¡Mucho!.
     La palabra inteligencia, que procede del latín intelligere, comprender, introducida en la cultura latina por Cicerón, se compone de inter, entre y legere, leer, que incluye la idea de leer entre líneas. Entonces, ser inteligente significa saber leer, o saber leer nos remite a la idea de ser inteligente.
     De momento hemos identificado la relación entre leer e inteligencia, pero falta llegar a la clave de la expresión, es decir, qué se debe entender por legere, cuál es su sentido. Por Legere, leer, en nuestro diario uso entendemos la capacidad de juntar letras y de identificar el significado de ellas en su conjunto, haciendo que los signos nos evoquen, relacionen o identifiquen ideas, cosas, personas, acontecimientos, etc..
     Sin embargo, legere, leer, tiene un sentido mucho más profundo, implicando discernir, darse cuenta, elegir o escoger. Así, que una persona que es inteligente, que saber leer, por tanto, es capaz de darse cuenta, discernir, escoger. Darse cuenta de los acontecimientos, de lo que está sucediendo, llevar a la consciencia las circunstancias del entorno, serían el primer elemento a identificar y realizar por la persona que sabe leer, que es inteligente.
     Percibir los componentes del mundo y saber qué hacer con ellos está en el origen del ejercicio de todo acto de inteligencia. De discernir tenemos que hacer notar que se trata de la capacidad de separar, de diferenciar, como quien usa un cernidor o coladera en la que separa los productos deseados de los no deseados, o simplemente no necesarios para una actividad específica, como puede ser cuando se cierne la arena para separarla de las piedrecillas que la acompañan y ya limpia ser un constitutivo importante en la mezcla empleada en la construcción de casas.
     En este caso, el de discernir provoca otra curiosidad del idioma y del pensamiento; los griegos a esta actividad de cernir, separar la denominaban como krineo, origen de dos palabras muy presentes en nuestro diario hablar: crisis y crítica, que tienen en común la capacidad y acción de separar, de distinguir.
     Crisis es una de las palabras más repetidas en nuestro diario vivir ya no en los últimos años, sino en las últimas décadas. Crisis, para los griego tenía el sentido de realizar un juicio o emitir un veredicto. Una persona que está en crisis, o que tiene que hacer una crítica, quiere decir que está obligada a separar, a emitir juicios, a afirmar o negar, a tomar decisiones, a elegir o escoger. Conjuntando todas estas ideas, podemos colegir que una persona inteligente será aquella que es capaz de leer, darse cuenta de las circunstancias del medio en el que está inmerso y por ello de realizar las funciones de separar y decidir.
     Por lo que saber leer, ejercer la inteligencia no es privativo de leer libros, sino sobre todo del conjunto de experiencias de la existencia humana, así podemos leer: el tiempo, la historia, la vida diaria, la propia cultura, las relaciones de pareja, los compromisos personales, las exigencias sociales, etc. Ser analfabeta inteligente, remitirá a no saber leer nuestro entorno, no separar o distinguir entre el bien o el mal, por ejemplo, o tomar las decisiones necesarias, o pertinentes que se tienen que hacer en los múltiples momento del diario vivir.
     Una buena formación social, cultural, debería centrar su ejercicio en capacitar a los seres humanos en la toma de conciencia de las diferentes exigencias que la vida nos presenta, en la capacidad para distinguir entre las diferentes opciones que se pueden tomar y de éstas quedarse con las mejores, con la que satisficiera plenamente la circunstancia, problema, o conflicto a resolver.
     Leer la realidad correctamente nos obliga a tomar las mejores decisiones y es así como los buenos directores técnicos de futbol han mostrado su inteligencia, eligiendo a los mejores jugadores, identificando las debilidades de los jugadores contrincantes, aprovechando las capacidades de sus jugadores y corrigiendo oportunamente las desviaciones que impiden alcanzar la meta propuesta. Por una vez, los cronistas deportivos demostraron tener razón.


Parlamento, jóvenes y educación ciudadana

Autora:Ma. Isabel Royo Sorrosal datos del autor: haz click aquí
Publicado: Síntesis, 22 de septiembre de 2010

     Cuando le cuestiona han a Fernando Rielo -filósofo y poeta español fallecido en 2004- sobre las formas de ver el mundo, respondía que una visión bien formada de la realidad precisa tres características fundamentales: ser potenciadora, incluyente y dialógica. Efectivamente educara los jóvenes sin reduccionismos ni exclusiones y sin fanatismos es alejarlos de prejuicios e intereses partidistas. De ser así, los jóvenes estarían preparados para una nueva sociedad que busque con fuerte espíritu: la paz, la vida, la unidad, el amor. Estamos hablando de una utopía, sí. Pero ¿qué sería de nuestro mundo y nuestros jóvenes sin un poco de esperanza?
     El pasado 13 de agosto se celebró el Parlamento Universal de la Juventud (PUJ) en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde 300 jóvenes de 21 países aprobaron una Carta Magna de Valores para una Nueva Civilización, fruto del trabajo de miles de jóvenes a lo largo de varios años. El PUJ es foro permanente de diálogo que encuentra sus orígenes en 1991 por una carta fundacional del autor arriba nombrado. En ella figura como misión "incrementar el compromiso personal de cada joven... unido al compromiso de los demás jóvenes de todos los credos, razas y países". Ahora el Parlamento, a través de la reciente Carta Magna presenta los actores, relaciones y ámbitos de acción necesarios para una nueva sociedad que defienda las a.spiraciones y dignidad del ser humano. Desde el modelo de unidad y amor que presenta la persona de Cristo propone la búsqueda del bien común para una sociedad que supere los conflictos vigentes de la guerra, los múltiples atentados contra la vida humana, el hambre, la inequidad, el desempleo. el problema ambiental, etc.
     Lo novedoso de la iniciativa es su propositividad. No se trata de un manifiesto de protesta, ni traslada la responsabilidad de cambiar la sociedad a otras personas o entes, sino que es una declaración de compromisos personales. Los jóvenes, convencidos de que el cambio debe empezar por ellos mismos, señalan ámbitos de la convivencia humana que requieren transformaciones profundas: las relaciones interpersonales, la familia, la política, la economía, el medio ambiente, la educación y las redes de comunicación. Pasar de las declaraciones a las acciones concretas en estos ámbitos supone un ejercicio de ciudadanía que busca iluminar políticas nacionales e internacionales sobre temas claves para la humanidad.
     ¿Cómo se puede hacer realidad? ¿Con el compromiso de cada joven para después proyectarlo en sus entornos? Este Parlamento se propone como fin que todos los jóvenes, sin distinción alguna, investiguen y analicen aquellos temas que les preocupan y que sus conclusiones y propuestas sean escuchadas a nivel mundial por todas las instancias políticas, sociales y religiosas. Se trata de ir formando una conciencia ciudadana y universal que impulse la unidad y la paz de los pueblos.

Cien años y el propósito es un llamado que sigue vigente

Autor:José Rafael de Regil Vélez
Publicado:  27 de septiembre de 2010

      Hay dos maneras de mirar la historia: como acumulamiento de una serie de datos que pueden ser usados en las conversaciones sociales para mostrar cultura general o como la posibilidad de ver al pasado, escudriñar en los acontecimientos lo que pudo motivar a las personas que nos precedieron para acometer alguna empresa, empatizar con sus intuiciones y a partir de ello dar luz a lo que nosotros mismos hacemos, soñamos, emprendemos de cara al futuro que nos imaginamos más humano y humanizante.
     La semana pasada, el 22 de septiembre, fue celebrado el centenario de la fundación de la Universidad Nacional Autónoma de México.
     En 1910 Justo Sierra Méndez, a la sazón ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de Porfirio Díaz, vio cristalizar un proyecto que acuñó siendo diputado en 1881: la fundación de una Universidad para el país.
     En la iniciativa que presentó a los diputados apuntaba a la creación de una institución de educación superior que con un carácter laico y no confesional promoviera el saber mediante el método científico.
     La idea era dotar al país de una institución del más alto nivel en la cual se acuñaran las ideas, explicaciones e innovaciones tecnológicas que impulsaran su desarrollo más allá de los vaivenes políticos.
     La Universidad, así, cumpliría con su vocación ya casi milenaria: reflexionar críticamente la cultura, producir conocimiento y formar las personas que con ese patrimonio de criticidad y saber pudiesen participar activa y propositivamente en las diferentes esferas del actuar social.
     Hoy los tiempos son otros. Muchas personas ven a esta institución como la capacitadora que forma los empleados que las empresas necesitan. Su misión pareciera ser la del adiestramiento en distintas profesiones y disciplinas para la competitividad productiva.
     Pululan instituciones que dan clases y otorgan títulos y cuyos profesores no han hecho mayor investigación que la de sus tesis de licenciatura y con suerte de maestría y que carecen de producción escrita de difusión de sus áreas.
     En no pocos casos los docentes universitarios son consumidores de textos que recitan a sus alumnos, o transmisores del “know how” de una disciplina, sin mayor producción teórica y mucho menos contextualización social y política. Las instituciones de educación superior no son “conciencia de la sociedad” ni motor de innovación y cambio.
     El centenario universitario es una buena ocasión para repensar a la luz de la historia la misión de las actuales instituciones de educación superior.
     La Universidad es la casa de la criticidad. Antes que ofrecer grados académicos, es su misión revisar críticamente la cultura, la sociedad, la política. Atisbar qué hay en ellas que haga posible la dignidad humana y qué se constituye un obstáculo para lograrlo. A partir de esto traza sus líneas de investigación, diseña los planes de estudios que permitan que los profesionistas e intelectuales del futuro puedan inquirir el sentido de la realidad, desentrañar sus posibilidades y conservar sus logros.
     La criticidad significa el cultivo del pensamiento profundo que sólo la filosofía y las humanidades pueden procurar; también de la investigación social para la mejor comprensión de las condiciones en las cuales hay que construir el país, sumarse a la participación cívica y reconstruir la identidad nacional en el mundo de hoy sin ingenuidades ni dogmatismos.
     La vocación crítica universitaria está incompleta sin aquella a la creatividad. Mediante la investigación seria, situada, oportuna, la universidad puede generar explicaciones de todo tipo de fenómenos y entonces promover soluciones a problemáticas de índole tecnológica, educativa, económica, social, política.
     Crítica y creativa la universidad es la casa de la libertad. Con libertad de cátedra, con libertad de pensamiento y opinión fomenta la formación de mujeres y hombres libres: capaces de pensamiento autónomo, de revisión de los propios sistemas de valores a partir de los cuales tomen las decisiones pertinentes para una sociedad cuyo modelo está en entredicho porque genera vulnerabilidad y exclusión.
     Este llamado a la libertad existe desde que en los siglos XII y XIII nacieron las grandes universidades europeas intentando estar más allá del poder de los príncipes y los jerarcas religiosos, pues sólo así podrían cultivar el saber sin ser esclavos de los intereses políticos y dogmáticos del momento y actualmente de los económicos.
     La vinculación social, con la difusión del saber que generan las instituciones de educación superior es la consecuencia lógica del actuar universitario. Nacida en el seno de la sociedad es ésta la beneficiaria, el cliente real de sus esfuerzos. Los productos de investigación, las acciones de servicio social, los saberes construidos tienen en el beneficio de los grupos sociales, especialmente los más vulnerables, la meta clara a la cual llegar, y no lo que el empresario exige. Es un actor social relevante.
     Mirada a la luz de su historia, la misión de la Universidad está más allá de la capacitación laboral. Se sitúa en el corazón mismo de la cultura y la sociedad de las cuales nace y a las cuales retorna en forma de criticidad, creatividad, solidaridad, libertad concretados en forma de libros, de cursos, y también de egresados de sus aulas, mujeres y hombres realmente capaces para los demás; competentes para dejar este mundo un poco mejor que como lo han encontrado, no sólo como titulados capacitados para realizar una actividad específica pero sin contexto ni potencial transformador. El propósito original de las universidades es un llamado que sigue vigente.


    

"Pobres de los países que necesitan héroes".

Autor: Martín López Calva, datos del autor: haz click aquí
Publicado: El columnista, 22 de septiembre de 2010

     La conmemoración y celebración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución tienen sin duda implicaciones en el campo de la educación que deberíamos reflexionar y traducir en acciones que contribuyan al mejoramiento de la calidad de lo que hacemos todos los días en las aulas de este país tan necesitado de recuperar y aprender de su rico pasado para poder afrontar los retos de construir un mejor futuro.
    Más allá de posiciones nacionalistas efímeras o patriotismos anacrónicos habría que preguntarse seriamente qué es lo que nos enseñan estos procesos de cambio que ha vivido México desde su nacimiento como país independiente en 1810 pasando por el siglo XIX y la Reforma liberal hasta la Revolución mexicana y los cien años de proceso postrevolucionario, y cómo podemos contribuir desde la educación a que estas enseñanzas sean aprendidas, reflexionadas y vividas por las nuevas generaciones de mexicanos.
     Se dice con razón que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla y esta afirmación tendría que convencernos como sociedad y en concreto como sistema educativo de la importancia que tiene la inclusión de la Historia en el currículo de todos los niveles educativos si queremos aspirar a un mejor futuro como país.
     Sin embargo, el lector -padre de familia, docente, directivo, estudiante o ciudadano común- podrá preguntar con razón por qué si tradicionalmente se ha enseñado la Historia de México en las escuelas, esto no ha contribuido a la construcción de un mejor país, o al menos no ha podido hacer del todo que nuestra sociedad cambie para bien. En este sentido podría decirse que sería mejor reducir la enseñanza de la Historia y aumentar las horas de asignaturas más "prácticas" o más "útiles", como parece ser la tendencia en la sociedad actual.
     La respuesta al por qué si tradicionalmente se ha enseñado Historia no se ha transformado la realidad todo lo deseable es, precisamente, porque la Historía se ha enseñado tradicionalmente. Parece un juego de palabras, pero lo que quiere decir esta expresión es que la manera en que se ha enseñado esta asignatura ha sido inadecuada porque se ha asumido que aprender Historia es aprender nombres, fechas, lugares, batallas, héroes y villanos.
     ¿Cuál sería la forma en que la inclusión de la Historia en los planes de estudio de nuestro sistema educativo nacional podría contribuir verdaderamente a que la sociedad mejore? Aquí se propondrán dos grandes ejes de transformación que sin duda ayudarían a lograrlo.
     En primer lugar, es necesario cambiar radicalmente la visión tradicionalista de la enseñanza de la Historia y dejar de pensar que con aprender datos, información sobre los procesos históricos, es suficiente para decir que se lograron los objetivos. Sin desdeñar la importancia relativa que tiene el que los alumnos sepan situar al menos de manera general las épocas, nombres y lugares de una manera coherente, es necesario aspirar a que los estudiantes comprendan la dinámica de los procesos históricos: sus causas, su lógica desde los diversos actores y posturas contrarias desmitificando a los héroes y a los villanos para tratar de verlos como personas humanas, ni totalmente buenos los unos, ni totalmente malos los otros y situando los procesos en el marco general de la sociedad de cada tiempo más allá de los héroes individuales.
     En segundo lugar, es necesario pensar como finalidad de la enseñanza de la historia, no solamente la construcción de una comprensión inteligente y una reflexión crítica de los procesos humanos y sociales más allá de los simples datos y de la división de México en "buenos" y "malos", "liberales" y "conservadores", "derechistas" e "izquierdistas", etc. sino la generación de una "conciencia histórica operante" en los estudiantes que les capacite para entender la evolución del desarrollo del país a lo largo de las generaciones y caer en la cuenta de que los grandes sueños de igualdad, fraternidad, justicia, democracia y legalidad, son construcciones humanas que nunca serán perfectas o se lograrán del todo y que además requieren de tiempos de mediana y larga duración para construirse y no puede aspirarse a ellos de manera automática.
     Esta conciencia histórica hace muchísima falta hoy en un país que parece encerrado sin posibilidades de escapar a los problemas del presente inmediato y que tiene una carencia fuerte de personas con perspectiva histórica en el mundo de la "comentocracia" y aún de la academia. Porque lo que vemos hoy es una sociedad agobiada por su momento presente lleno de problemas como la violencia, la delincuencia organizada, la descomposición social, la crisis económica, el empobrecimiento de buena parte de su población, etc. e incapaz de reconocer que en doscientos y cien años de la independencia y la revolución respectivamente, se ha avanzado en muchos campos de nuestra vida nacional. Lo que tenemos hoy en los medios y aún en las escuelas y universidades es una mayoría de líderes de opinión también mirando solamente los problemas del presente y alentando a la sociedad a no mirar con visión histórica el presente sino con una idea de que la situación actual es el único criterio y que no se avanza nada por más que pasen los siglos y aún las luchas violentas. De ahí el fuerte eco que ha tenido en la opinión pública la idea de que "no hay nada que celebrar este año en México".
     Finalmente, como tercer elemento indispensable para una enseñanza significativa de la Historia, tenemos la articulación irrenunciable entre Historia y formación ciudadana (Formación cívica y ética). No es posible enseñar la Historia aisladamente. No es eficaz enseñar el pasado además de memorística y simplificadamente, aislado por completo del presente y desligado en absoluto de la posibilidad de futuro.
     Un niño o adolescente que aprende la Historia sin ver en ella ninguna relación con su presente, con la vida de la sociedad en la que está inmerso, con los acuerdos y desacuerdos que se viven día a día, con el comportamiento que sus padres, maestros, gobernantes, empresarios, etc. tienen como ciudadanos, es un niño o adolescente que sentirá que la Historia es profundamente aburrida y que "no sirve para nada". Mientras tanto, a ese mismo niño o adolescente se le tratan de inculcar valores y comportamientos cívicos que no tienen ninguna raíz en la historia, que no se le presentan como una valiosa herencia de nuestros antepasados y por ello también los percibe como artificiales y sin sentido.
     Una enseñanza de la Historia de México que genere comprensión inteligente y reflexión crítica, que busque crear una conciencia histórica para mirar el presente a la luz del pasado y como impulso hacia un mejor futuro y que se articule plenamente con la formación ciudadana, es el mejor modo de hacer que la celebración del bicentenario sea fructífera socialmente y se prolongue en el tiempo, más allá de los juegos pirotécnicos, el grito y los desfiles conmemorativos.

Contra Fragmentación del conocimiento

Autora: Luz del Carmen Montes Pacheco
Publicado: Puebla on line, 21 de septiembre de 2010

     Existen dos ideas con mucho peso cuando se diseñan planes y programas de estudio: hay que enseñar lo simple para después enseñar lo complejo y, hay que enseñar conceptos y teorías específicas para que después se puedan integrar con otros conocimientos. Integrar en algún momento para alguna situación que pueda presentarse en el futuro.
     Aunque en los programas de educación básica se declare que los educandos aprenden ciencias sociales o ciencias naturales, lo que normalmente sucede en las aulas es que se continúa enseñando química, física, biología, historia y geografía; por supuesto sin olvidar las matemáticas, que no se han podido integrar a los conjuntos del resto de las ciencias.
     Esta rutina se sigue reproduciendo en los niveles medio superior (preparatoria o bachillerato) y superior (universidad). Posiblemente con nombres de materias más complicados pero normalmente igual de fragmentarios.
     Además, los estudiantes aprenden de manera fragmentada no sólo porque los planes de estudio están diseñados así, sino porque los profesores no sabemos enseñar de otra manera, pesa el camino seguro pues es ya bien conocido.
     Daniel Gil Pérez, en un artículo publicado por la OEA (Organización de Estados Iberoamericanos) "Para la Educación, la Ciencia y la Cultura" propone un aprendizaje integrado de las ciencias y sugiere tres ideas básicas: 1) Evitar situaciones artificiales, desconectadas de la realidad y sin significado para los estudiantes - como las clásicas prácticas de laboratorio en las que los estudiantes sólo deben repetir una receta y hacer mediciones elementales de volumen, peso y color. 2) Estudiar fenómenos o situaciones conectadas con el entorno para favorecer una percepción global, esto es, sin división en asignaturas. Y 3) Adoptar una metodología común, independiente de las disciplinas y por tanto transferible de un dominio a otro.
     ¿Cómo pueden traducirse estas ideas? Con el abordaje de problemas reales, haciendo lo que Rolando García llama un recorte de la realidad de tal manera que no se desnaturalice el fenómeno estudiado. No me refiero a la típica y trillada estrategia de "solución de problemas", me refiero a un abordaje que sencillamente pretenda la comprensión de la situación, su construcción cognitiva. Hablo de la comprensión de constructos como la globalización, la relación fe-cultura, el desarrollo sustentable, la calidad de vida, la sociedad del conocimiento, los procesos productivos, los sistemas de desarrollo de energías alternativas, la seguridad alimentaria, etc. Situaciones relevantes, vigentes y por qué no, cotidianas.
     Con respecto a la metodología en común, yo propongo mejor un método en común. Una serie de pasos cuyo objetivo sea caracterizar cualquiera de los fenómenos antes enunciados. Y como caracterizar implica enunciar las características de un ente para que sea identificado, tendríamos que identificar primero los rasgos de ese ente. En concreto, los pasos pueden ser problematizar, identificar los rasgos esenciales del ente sin perder de vista las relaciones que existen, conceptualizar una estructura que permita la descripción de las características o rasgos esenciales y por último, describir con base en esa estructura.
     Puede sonar algo complicado pero no lo es. Con los estudiantes de primer semestre de las ingenierías usamos una matriz de interrelaciones que consiste simplemente en una matriz de doble entrada en cuyos ejes colocamos ciertos subsistemas (que nos hablan del campo desde el cual hacemos las conexiones). Por ejemplo, para abordar el fenómeno del desarrollo sustentable, establecemos normalmente subsistemas con los siguientes apellidos: biofísico, tecnológico-productivo, económico y social.
     Por supuesto hace falta un ingrediente sin el cual la experiencia no puede tener éxito, el contexto. Sin el contexto se borda en el vacío. Se tiene que seleccionar un sujeto colectivo, un grupo humano de carne y hueso, que esté unido al fenómeno estudiado. No es lo mismo entender el desarrollo sustentable de un grupo de productores de café en la Sierra Norte de Puebla, que el de un grupo de productores de cereales en Milpa Alta, Distrito Federal.
     Estas experiencias de aprendizaje pueden aplicarse con estudiantes de diferentes niveles educativos pero con diferente profundidad, dependiendo del detalle y de los campos disciplinares o ciencias desde los cuales quiera ser vista esa parte de la realidad.