Autor: José Rafael de Regil Vélez, datos del autor: haz click aquí
Publicado : Síntesis, 06 de octubre de 2010
En alguna ocasión me tocó participar en Tlaxcala en un seminario sobre trata de personas. Fui acompañado de bachilleres.
En el momento programado intervino un funcionario de una empresa de software y habló entre otras cosas sobre qué tan fácil es que el perfil de una persona pueda ser desentrañado a partir de cómo usa las redes sociales.
Al final de la exposición había una sensación de estupor en varios asistentes, en especial de los adolescentes, asiduos usuarios de estos espacios virtuales. Posteriormente les pregunté sobre su asombro y alguien dijo: "me sentí muy vulnerable".
Antaño se hablaba de que las personas privilegiadas deberían ser solidarias, incluso caritativas con los más pobres. Había que preocuparse por ellos. Esta visión ha sido superada: más allá de la pobreza está la vulnerabilidad.
Un ejemplo: el problema de loan s migrantes no es que haya personas que vayan de un lugar a otro, sino que hay quienes por diversas razones deben hacerlo en condiciones de extrema agilidad y pueden ser víctimas de trata de personas, de deshidratación, de robo, de secuestro. Y por ello su existencia es un llamado para que nos encarguemos de la precariedad en la que viven al transitar por un lugar ajeno en busca de oportunidades.
Ser vulnerable hoy por hoy no es privilegio de los grupos tradicionalmente 'marginados". Una chica de cualquier clase que viva en condiciones de soledad puede convertirse en víctima de trata, pues en su afán de romper con su aislamiento quedará a expensas de muchas personas en la red.
Las personas estamos a merced de enfermedades; los desastres naturales dejan a miles sin patrimonio; el empresario es secuestrable, el ignorante puede ser engañado fácilmente, caen políticos asesinados... Todos somos vulnerables! Hay en esta realidad un llamado que debemos afrontar: urge una cultura del cuidado. Debemos cuidar unos de otros, más allá de nuestra condición económica y social y de nuestras adscripciones políticas, porque somos seres carentes, frágiles. Sólo en el aprendizaje dula solidaridad se puede mirar a quien vive en vulnerabilidad y se puede con él o ella diseñar condiciones de vida digna. Urgen acciones solidarias para cuidarnos unos a otros.
Éstas también son políticas, requieren el compromiso ciudadano de que las estructuras e instituciones nos protejan, desde el nivel familiar hasta el internacional.
La tarea es urgente. Las escuelas, familias y las instituciones del Estado tienen la pelota en su cancha... ¿sabrán jugar el juego que pueda asumir los desafíos que nos plantea la realidad de la vulnerabilidad que nos afecta a todos?
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