Publicado: Síntesis, 22 de septiembre de 2010
Cuando le cuestiona han a Fernando Rielo -filósofo y poeta español fallecido en 2004- sobre las formas de ver el mundo, respondía que una visión bien formada de la realidad precisa tres características fundamentales: ser potenciadora, incluyente y dialógica. Efectivamente educara los jóvenes sin reduccionismos ni exclusiones y sin fanatismos es alejarlos de prejuicios e intereses partidistas. De ser así, los jóvenes estarían preparados para una nueva sociedad que busque con fuerte espíritu: la paz, la vida, la unidad, el amor. Estamos hablando de una utopía, sí. Pero ¿qué sería de nuestro mundo y nuestros jóvenes sin un poco de esperanza?
El pasado 13 de agosto se celebró el Parlamento Universal de la Juventud (PUJ) en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde 300 jóvenes de 21 países aprobaron una Carta Magna de Valores para una Nueva Civilización, fruto del trabajo de miles de jóvenes a lo largo de varios años. El PUJ es foro permanente de diálogo que encuentra sus orígenes en 1991 por una carta fundacional del autor arriba nombrado. En ella figura como misión "incrementar el compromiso personal de cada joven... unido al compromiso de los demás jóvenes de todos los credos, razas y países". Ahora el Parlamento, a través de la reciente Carta Magna presenta los actores, relaciones y ámbitos de acción necesarios para una nueva sociedad que defienda las a.spiraciones y dignidad del ser humano. Desde el modelo de unidad y amor que presenta la persona de Cristo propone la búsqueda del bien común para una sociedad que supere los conflictos vigentes de la guerra, los múltiples atentados contra la vida humana, el hambre, la inequidad, el desempleo. el problema ambiental, etc.
Lo novedoso de la iniciativa es su propositividad. No se trata de un manifiesto de protesta, ni traslada la responsabilidad de cambiar la sociedad a otras personas o entes, sino que es una declaración de compromisos personales. Los jóvenes, convencidos de que el cambio debe empezar por ellos mismos, señalan ámbitos de la convivencia humana que requieren transformaciones profundas: las relaciones interpersonales, la familia, la política, la economía, el medio ambiente, la educación y las redes de comunicación. Pasar de las declaraciones a las acciones concretas en estos ámbitos supone un ejercicio de ciudadanía que busca iluminar políticas nacionales e internacionales sobre temas claves para la humanidad.
¿Cómo se puede hacer realidad? ¿Con el compromiso de cada joven para después proyectarlo en sus entornos? Este Parlamento se propone como fin que todos los jóvenes, sin distinción alguna, investiguen y analicen aquellos temas que les preocupan y que sus conclusiones y propuestas sean escuchadas a nivel mundial por todas las instancias políticas, sociales y religiosas. Se trata de ir formando una conciencia ciudadana y universal que impulse la unidad y la paz de los pueblos.
El pasado 13 de agosto se celebró el Parlamento Universal de la Juventud (PUJ) en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde 300 jóvenes de 21 países aprobaron una Carta Magna de Valores para una Nueva Civilización, fruto del trabajo de miles de jóvenes a lo largo de varios años. El PUJ es foro permanente de diálogo que encuentra sus orígenes en 1991 por una carta fundacional del autor arriba nombrado. En ella figura como misión "incrementar el compromiso personal de cada joven... unido al compromiso de los demás jóvenes de todos los credos, razas y países". Ahora el Parlamento, a través de la reciente Carta Magna presenta los actores, relaciones y ámbitos de acción necesarios para una nueva sociedad que defienda las a.spiraciones y dignidad del ser humano. Desde el modelo de unidad y amor que presenta la persona de Cristo propone la búsqueda del bien común para una sociedad que supere los conflictos vigentes de la guerra, los múltiples atentados contra la vida humana, el hambre, la inequidad, el desempleo. el problema ambiental, etc.
Lo novedoso de la iniciativa es su propositividad. No se trata de un manifiesto de protesta, ni traslada la responsabilidad de cambiar la sociedad a otras personas o entes, sino que es una declaración de compromisos personales. Los jóvenes, convencidos de que el cambio debe empezar por ellos mismos, señalan ámbitos de la convivencia humana que requieren transformaciones profundas: las relaciones interpersonales, la familia, la política, la economía, el medio ambiente, la educación y las redes de comunicación. Pasar de las declaraciones a las acciones concretas en estos ámbitos supone un ejercicio de ciudadanía que busca iluminar políticas nacionales e internacionales sobre temas claves para la humanidad.
¿Cómo se puede hacer realidad? ¿Con el compromiso de cada joven para después proyectarlo en sus entornos? Este Parlamento se propone como fin que todos los jóvenes, sin distinción alguna, investiguen y analicen aquellos temas que les preocupan y que sus conclusiones y propuestas sean escuchadas a nivel mundial por todas las instancias políticas, sociales y religiosas. Se trata de ir formando una conciencia ciudadana y universal que impulse la unidad y la paz de los pueblos.
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