Publicado: Puebla on line, 21 de septiembre de 2010
Existen dos ideas con mucho peso cuando se diseñan planes y programas de estudio: hay que enseñar lo simple para después enseñar lo complejo y, hay que enseñar conceptos y teorías específicas para que después se puedan integrar con otros conocimientos. Integrar en algún momento para alguna situación que pueda presentarse en el futuro.
Aunque en los programas de educación básica se declare que los educandos aprenden ciencias sociales o ciencias naturales, lo que normalmente sucede en las aulas es que se continúa enseñando química, física, biología, historia y geografía; por supuesto sin olvidar las matemáticas, que no se han podido integrar a los conjuntos del resto de las ciencias.
Esta rutina se sigue reproduciendo en los niveles medio superior (preparatoria o bachillerato) y superior (universidad). Posiblemente con nombres de materias más complicados pero normalmente igual de fragmentarios.
Además, los estudiantes aprenden de manera fragmentada no sólo porque los planes de estudio están diseñados así, sino porque los profesores no sabemos enseñar de otra manera, pesa el camino seguro pues es ya bien conocido.
Daniel Gil Pérez, en un artículo publicado por la OEA (Organización de Estados Iberoamericanos) "Para la Educación, la Ciencia y la Cultura" propone un aprendizaje integrado de las ciencias y sugiere tres ideas básicas: 1) Evitar situaciones artificiales, desconectadas de la realidad y sin significado para los estudiantes - como las clásicas prácticas de laboratorio en las que los estudiantes sólo deben repetir una receta y hacer mediciones elementales de volumen, peso y color. 2) Estudiar fenómenos o situaciones conectadas con el entorno para favorecer una percepción global, esto es, sin división en asignaturas. Y 3) Adoptar una metodología común, independiente de las disciplinas y por tanto transferible de un dominio a otro.
¿Cómo pueden traducirse estas ideas? Con el abordaje de problemas reales, haciendo lo que Rolando García llama un recorte de la realidad de tal manera que no se desnaturalice el fenómeno estudiado. No me refiero a la típica y trillada estrategia de "solución de problemas", me refiero a un abordaje que sencillamente pretenda la comprensión de la situación, su construcción cognitiva. Hablo de la comprensión de constructos como la globalización, la relación fe-cultura, el desarrollo sustentable, la calidad de vida, la sociedad del conocimiento, los procesos productivos, los sistemas de desarrollo de energías alternativas, la seguridad alimentaria, etc. Situaciones relevantes, vigentes y por qué no, cotidianas.
Con respecto a la metodología en común, yo propongo mejor un método en común. Una serie de pasos cuyo objetivo sea caracterizar cualquiera de los fenómenos antes enunciados. Y como caracterizar implica enunciar las características de un ente para que sea identificado, tendríamos que identificar primero los rasgos de ese ente. En concreto, los pasos pueden ser problematizar, identificar los rasgos esenciales del ente sin perder de vista las relaciones que existen, conceptualizar una estructura que permita la descripción de las características o rasgos esenciales y por último, describir con base en esa estructura.
Puede sonar algo complicado pero no lo es. Con los estudiantes de primer semestre de las ingenierías usamos una matriz de interrelaciones que consiste simplemente en una matriz de doble entrada en cuyos ejes colocamos ciertos subsistemas (que nos hablan del campo desde el cual hacemos las conexiones). Por ejemplo, para abordar el fenómeno del desarrollo sustentable, establecemos normalmente subsistemas con los siguientes apellidos: biofísico, tecnológico-productivo, económico y social.
Por supuesto hace falta un ingrediente sin el cual la experiencia no puede tener éxito, el contexto. Sin el contexto se borda en el vacío. Se tiene que seleccionar un sujeto colectivo, un grupo humano de carne y hueso, que esté unido al fenómeno estudiado. No es lo mismo entender el desarrollo sustentable de un grupo de productores de café en la Sierra Norte de Puebla, que el de un grupo de productores de cereales en Milpa Alta, Distrito Federal.
Estas experiencias de aprendizaje pueden aplicarse con estudiantes de diferentes niveles educativos pero con diferente profundidad, dependiendo del detalle y de los campos disciplinares o ciencias desde los cuales quiera ser vista esa parte de la realidad.
Aunque en los programas de educación básica se declare que los educandos aprenden ciencias sociales o ciencias naturales, lo que normalmente sucede en las aulas es que se continúa enseñando química, física, biología, historia y geografía; por supuesto sin olvidar las matemáticas, que no se han podido integrar a los conjuntos del resto de las ciencias.
Esta rutina se sigue reproduciendo en los niveles medio superior (preparatoria o bachillerato) y superior (universidad). Posiblemente con nombres de materias más complicados pero normalmente igual de fragmentarios.
Además, los estudiantes aprenden de manera fragmentada no sólo porque los planes de estudio están diseñados así, sino porque los profesores no sabemos enseñar de otra manera, pesa el camino seguro pues es ya bien conocido.
Daniel Gil Pérez, en un artículo publicado por la OEA (Organización de Estados Iberoamericanos) "Para la Educación, la Ciencia y la Cultura" propone un aprendizaje integrado de las ciencias y sugiere tres ideas básicas: 1) Evitar situaciones artificiales, desconectadas de la realidad y sin significado para los estudiantes - como las clásicas prácticas de laboratorio en las que los estudiantes sólo deben repetir una receta y hacer mediciones elementales de volumen, peso y color. 2) Estudiar fenómenos o situaciones conectadas con el entorno para favorecer una percepción global, esto es, sin división en asignaturas. Y 3) Adoptar una metodología común, independiente de las disciplinas y por tanto transferible de un dominio a otro.
¿Cómo pueden traducirse estas ideas? Con el abordaje de problemas reales, haciendo lo que Rolando García llama un recorte de la realidad de tal manera que no se desnaturalice el fenómeno estudiado. No me refiero a la típica y trillada estrategia de "solución de problemas", me refiero a un abordaje que sencillamente pretenda la comprensión de la situación, su construcción cognitiva. Hablo de la comprensión de constructos como la globalización, la relación fe-cultura, el desarrollo sustentable, la calidad de vida, la sociedad del conocimiento, los procesos productivos, los sistemas de desarrollo de energías alternativas, la seguridad alimentaria, etc. Situaciones relevantes, vigentes y por qué no, cotidianas.
Con respecto a la metodología en común, yo propongo mejor un método en común. Una serie de pasos cuyo objetivo sea caracterizar cualquiera de los fenómenos antes enunciados. Y como caracterizar implica enunciar las características de un ente para que sea identificado, tendríamos que identificar primero los rasgos de ese ente. En concreto, los pasos pueden ser problematizar, identificar los rasgos esenciales del ente sin perder de vista las relaciones que existen, conceptualizar una estructura que permita la descripción de las características o rasgos esenciales y por último, describir con base en esa estructura.
Puede sonar algo complicado pero no lo es. Con los estudiantes de primer semestre de las ingenierías usamos una matriz de interrelaciones que consiste simplemente en una matriz de doble entrada en cuyos ejes colocamos ciertos subsistemas (que nos hablan del campo desde el cual hacemos las conexiones). Por ejemplo, para abordar el fenómeno del desarrollo sustentable, establecemos normalmente subsistemas con los siguientes apellidos: biofísico, tecnológico-productivo, económico y social.
Por supuesto hace falta un ingrediente sin el cual la experiencia no puede tener éxito, el contexto. Sin el contexto se borda en el vacío. Se tiene que seleccionar un sujeto colectivo, un grupo humano de carne y hueso, que esté unido al fenómeno estudiado. No es lo mismo entender el desarrollo sustentable de un grupo de productores de café en la Sierra Norte de Puebla, que el de un grupo de productores de cereales en Milpa Alta, Distrito Federal.
Estas experiencias de aprendizaje pueden aplicarse con estudiantes de diferentes niveles educativos pero con diferente profundidad, dependiendo del detalle y de los campos disciplinares o ciencias desde los cuales quiera ser vista esa parte de la realidad.
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