miércoles, febrero 13, 2013

Lo trascendente sobre lo inmediato

Autor: José Rafael de Regil Vélez Datos del autor haz click a quí
Publicado: Síntesis Tlaxcala, 08 de febrero de 2013.

     Ni la explosión en el edificio de Pemex ni el proyecto de resolución por parte del IFE de que López Obrador excedió gastos de campaña han podido opacar la indignación servida por muchos compatriotas a raíz de la excarcelación de Florence Cassez. Familiares de las víctimas, activistas de los derechos humanos claman justicia.
     Para recordar: la Suprema Corte de Justicia de la Nación en última instancia decretó que la procuración del proceso contra la francesa se hizo de forma indebida, de tal suerte que sin importar que la señora fuera o no culpable se le liberó porque el ministerio público no hizo su trabajo como lo tendría que haber hecho.
      La legislación señala cómo debe ser el proceder de una autoridad fiscalizadora ante una posible conducta delictiva, lo cual se supone hecho pensando en las víctimas, la condición humana del victimario y el interés público. Es obligación de los burócratas involucrados procesar conforme a derecho.
     Lo conflictivo estriba en que todo lo presentado a la ciudadanía en torno a Cassez muestra a una extranjera secuestradora,  partícipe de una asociación delictuosa que hizo daño a muchas personas cuyos familiares reclaman que sea resarcido todo el mal que se les ha infligido. Todos nos sentimos incómodos por su liberación.
     Es urgente, inmediato, mantener a personas así tras las rejas, en el lugar que tienen de sobra merecido, incluso usando con alguna laxitud el marco jurídico; total: es delincuente y bien merecido lo tiene.
     Desde esta perspectiva se entiende la animadversión contra la sentencia aprobada en el máximo órgano jurídico. Hay una sensación de que nos han vulnerado a todos por salvaguardar -tal vez- a una sola persona, que para colmo es europea y no compatriota nuestra.
    Creo sinceramente que  vale la pena detenerse un poco y mirar de manera menos inmanente y mucho más trascendente; valgámonos un poco de la imaginación:
Cualquiera de nosotros un día común y corriente es detenido por una autoridad judicial, la que actúa a su entender, sea por ignorancia, sea por mala fe, como en el documental «presunto culpable». En ese caso nuestra suerte parecerá echada, aun cuando se fuera inocente: la tenemos perdida de antemano. ¿A qué apelar si las cosas se pusieran así de feas? ¿Al parecer del agente del ministerio público?, al del juez que sentenció con base en la averiguación que instrumentó el primero? ¿A qué se cuenta con un amigo o pariente influyente?
     La respuesta sensata es: a que se siga la ley de una forma debida, correcta, de tal manera que se pueda saber si realmente existió o no delito. De no ser así, todo queda muy frágil, más de lo que es por la fragilidad y corrupción de quienes la administran.
     La sentencia de la Suprema Corte me parece una invitación a fijarnos más allá de lo inmediato, en lo trascendente: en que la justicia sea asegurada y justamente procurada, impartida, fallada, dictaminada conforme a los procedimientos legales que cobijen a los ciudadanos; que a partir de estos puedan ser establecidas demandas contra quienes procedan fuera del debido proceso, sea por la razón que fuere.
    El momento actual nos pide que relativicemos el sentimiento que nos produce la persona de Florence Cassez para que apostemos por las de todos los mexicanos que debamos acogernos a la justicia. Eso es lo razonable.

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