sábado, agosto 23, 2014

Yo migro, tú migras, todos migramos

Autor: José Rafael de Regil Vélez
Artículo publicado en Síntesis Tlaxcala, el 13 de agosto de 2014 en la columna Palabras que humanizan.
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Mi niñez y juventud las pasé de un lado a otro, y no por turismo, que también he hecho. De pequeño fui a donde a la familia la llevó el trabajo de mi padre: DF, Monterrey, Toluca. Cuando llegué a la adolescencia abrí la puerta de mi casa para ir en pos de mi futuro y ello me arrojó a Tlaxcala, Puebla, la Sierra Mixe de Oaxaca, el Distrito Federal, el Estado de México, Colombia y, ya casado y con relativa estabilidad laboral,  me ha detenido una vez más entre Tlaxcala y Puebla.
     No soy el único con una trayectoria similar: uno de mis hermanos vive en China, otra en Canadá. Los tres hemos ido de aquí para allá, como los menores de edad que hoy son noticia por haber llegado a los Estados Unidos provenientes de las muy lejanas tierras centroamericanas.
     Si ser migrantes es algo que tenemos en común con esos chicos y otros millones de personas, las condiciones de nuestra movilidad son algo que nos diferencian. Jamás me he trasladado en las condiciones de VULNERABILIDAD en la que ellos lo han hecho. 
     Allí está el meollo del asunto: el problema no es migrar, sino tener que abandonar todo porque se tiene nada y es necesario lanzarse a la aventura en situación de carencia e indefensión que pone en riesgo todo lo humano.
     En la frontera Norte, como en la Sur, se apilan mujeres y hombres de todas las edades en busca de algo que la precariedad les impide conseguir allí donde nacieron. Recientemente Egipto ha tenido que abrir fronteras para recibir multitud de refugiados desplazados de su hogar por la guerra para muchos incomprensible entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Los países europeos están atestados de africanos. La xenofobia asalta por doquier porque las personas establecidas se sienten invadidas por gente extraña, ante la cual presumen raras intenciones y a la cual se le reclama que al llegar a sus nuevos lugares se quedan con las oportunidades de empleo, con las hijas e hijos y a la larga con la forma de vida.
     La migración en vulnerabilidad y carencia es un fenómeno complejo, posiblemente irresoluble, pero ante el que hay que hacer algo, porque carcome la humanidad de muchísimas personas. 
     Tiene que ver en el origen con pobreza, falta de oportunidades, violencia, con familias fracturadas por la ausencia de uno o más de sus miembros. En el tránsito, con inseguridad, con fragilidad humana, con enfermedad, lesiones e incluso la muerte. Las poblaciones intermedias -como Tijuana o Juárez- se reinventan una y otra vez en sus múltiples dimensiones por todos quienes iban de paso y se quedaron. En el destino implica hacinamiento, trabajo precario, ilegalidad, nuevas formas de marginación, aculturación e inculturación, especulación en el mercado de divisas. En el retorno supone desadaptación, ruptura de patrones culturales y en muchas ocasiones irresolución de la pobreza originaria y originante.
     Pensar, como lo hacen algunas personas, que se trata de una cuestión que se arregla con muros y policía, es la más simple e ingenua de la visiones y la antesala de soluciones que no lo son.
     La movilidad humana que nos ocupa requiere políticas locales, regionales e incluso trasnacionales que afecten la demografía, el empleo, el balance campo ciudad, la seguridad social, la educación, la diplomacia, por citar algunos campos. El mayor o menor remedio en esta dimensión es de largo plazo.
     En lo inmediato está la premura de abordar la emergencia humanitaria que supone que miles y miles de personas deambulan casi sin ropa, sin alimentos, a merced de la delincuencia organizada que secuestra y que trata personas para el trabajo en esclavitud, el tráfico de órganos o el comercio sexual. 
     Nadie podemos ser ajenos a los migrantes. Exigir marcos legales que cobijen sus derechos humanos fundamentales, empujar una opinión pública favorable a una reforma migratoria como la que no logra fraguar en los Estados Unidos, organizar redes de solidaridad para proporcionarles alimentos, agua, ropa y techo, como lo hacen los albergues que existen a lo largo de las rutas de migración, crear una opinión pública que no sea xenófoba, es algo que sí podemos hacer.

     No estamos ante su problema, sino ante el nuestro, porque en realidad todos somos migrantes. Solo hay dos opciones reales: evadirlo o de alguna forma encararlo. En cada quien está la palabra. 

1 comentario:

Margarita de Regil CPBYTA dijo...

Noticia del dïa de hoy sobre migrantes en México. Imagínate llegar al zócalo desde Honduras o Guatemala sólo para ser asesinado...
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/lo-peor-esta-por-venir-dice-solalinde-sobre-la-crisis-de-migrantes-14088906