jueves, febrero 20, 2014

La responsabilidad profesional de los docentes

Autora: Laura Angélica Bárcenas Pozos, datos del autor haz click aquí
Publicado: lado B, 12 de febrero de 2014


     En los primeros años de este siglo un grupo de académicos encabezados por Sylvia Schmelkes llevó a cabo una investigación en el Estado de Puebla en escuelas primarias de diferentes zonas escolares, buscando identificar causas externas a la escuela, pero también internas que pudieran ser la diferencia de la calidad educativa. Los hallazgos fueron muy significativos, pues se encontró que la mayoría de los alumnos de las escuelas estudiadas no logran los niveles de alfabetismo funcional que se requiere para continuar en el siguiente nivel educativo.
     Las zonas estudiadas fueron: una urbana de clase media, una urbana marginal, una rural desarrollada, una rural marginal y una indígena. La idea era tomar una representatividad del estado para que los resultados pudieran generalizarse. Además, se encontró que hay muchas diferencias entre las escuelas de estas zonas, en cuanto a calidad y que hay muchas condiciones que son ajenas a la escuela, pero que otras no tanta, por lo que se hace conveniente mencionar estos resultados, para hacernos conscientes de lo que nos tocas hacer como profesores, directivos, padres o ciudadanos para mejorar la calidad de la educación.
     Se hizo evidente que el contexto marca una diferencia entre las escuelas que tuvieron mejores resultados de aquellas que no lograron buenos puntajes. Es decir, las escuelas urbanas, reciben mejores recursos que aquellas que se encuentran es zonas indígenas. Es decir, además de infraestructura, los profesores mejor preparados y de mayor experiencia están frente a grupo e incluso hay un profesor por grupo en las escuelas urbanas, mientras que en las escuelas más relegadas son de modalidad multigrado, por lo que en muchas de ellas hay un solo profesor atendiendo a niños de diferentes grados, lo que hizo evidente que el sistema educativo está proporcionando insumos desiguales a contextos tan diversos.
     Por otro lado, la población de las escuelas es muy distinta en cuanto a condiciones socioeconómicas de salud y de nutrición, haciendo que los niños de las zonas desarrolladas tengan más posibilidades de logro académicos que los de zonas marginadas, sean urbanas, rurales o indígenas. El nivel académico de los padres es otro factor para que los niños desarrollen un mayor o menor nivel sus competencias. En este estudio se identifica que los padres con mayor nivel educativo, refuerzan, apoyan y ofrecen condiciones a sus hijos para que se mantengan en la escuela y aprovechen el desarrollo que ahí están teniendo, mientras que padres con menor nivel educativo tienen más dificultades para hacer esto. Incluso se llega a la conclusión que la madre es un factor determinante para esto. Pero también marca una diferencia, las necesidades que tienen los padres de recibir apoyo de sus hijos para mantener ciertos niveles económicos. Por ejemplo en las zonas donde hay siembra, en ciertas épocas del año, los padres requieren de la mano de obra de sus hijos, lo que nunca es considerado por la SEP.
     La investigación señala que la escuela debería mantener más comunicación con los padres y la comunidad en relación a sus derechos y obligaciones con respecto a la escuela, aunque a mí me parece que también podría ser flexible para que los niños no falten a la escuela y puedan apoyar a sus padres en época de cosecha.
     También se señala que ni la gestión, ni la supervisión escolar operan con propósitos pedagógicos, sino administrativos, apoyando poco a los padres y mucho menos a los profesores para que desempeñen su labor académica. En muy pocas instituciones, y la mayoría corresponden a la zona urbana clase media, ubican al director como un líder pedagógico.
     Sin embargo el hallazgo más significativo, para mí, es que el profesor hace una diferencia importante en el tema de calidad educativa, más allá de la infraestructura, las condiciones socioeconómicas, de salud y nutrición. El estudio señala que un buen profesor, un buen equipo de profesores, guiados por un buen director puede hacer la diferencia. Si los profesores dominan lo que tienen que enseñar, si cuentan con prácticas efectivas de enseñanza, si utilizan materiales didácticos que no sean sólo el libro de texto, el gis y el pizarrón, si propician la participación de sus alumnos, si aprovechan las condiciones contextuales y propias de la comunidad como experiencias de aprendizaje, si dan importancia a los procesos de razonamiento y a la solución de problemas, si planean, si buscan continuar su formación, podrían apoyar a sus alumnos para que alcancen un mejor desarrollo de sus competencias.
     En conclusión, se requiere de profesionalizar aún más la profesión docente. De que los profesores y directivos consideren que además de desarrollar su creatividad para que las condiciones que se establecieron en el párrafo anterior se cumplan, es necesario que se consideren un gremio profesional y podrían aprovechar los consejos técnicos para analizar la teoría pedagógica del enfoque en competencias, debatir sobre cuáles son las mejores estrategias de enseñanza para mejorar las prácticas docentes, generar ideas para enfrentar los problemas educativos de los estudiantes y para incluir a los padres en el desarrollo académico de sus hijos.
     
Esto no resolverá todos los problemas señalados, pero pueden irse dando pasos para lograr que esto mejore y no esperar a que la SEP decida hacer una mejor distribución de los recursos, pues cada docente tiene una responsabilidad profesional y debe cumplirla.

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