viernes, mayo 09, 2014

Breve perspectiva de la lactancia materna en México

Autora:  Ana Corona Carmona
Publicado: e-consulta, 26 de marzo de 2014


     De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT) 2012, 38.3% de los niños son puestos al seno materno en las primeras horas de vida, pero el porcentaje de niños que reciben lactancia materna exclusiva es de 14.4%. Entre 2006 y 2012 la lactancia materna exclusiva disminuyó de 22.3% a 14.4%, mientras que en el medio rural la reducción fue de 36.9% a 18.5%.
     Entre las principales causas las mujeres señalan falta de conocimientos, de apoyo para la lactancia, de tiempo debido a actividades laborales y cuestiones estéticas.
     Uno de los principales beneficios de la leche materna es que su composición es la más adecuada para las necesidades de los bebés, y que dicha composición se va modificando a lo largo del tiempo en respuesta a las diferentes etapas de desarrollo del infante. La leche materna pasa por varias fases, empezando por el precalostro el cual se produce a partir de la semana 16 del embarazo, si el bebé naciera de manera prematura las características del precalostro en cuanto a contenido nutrimental y características serían las más adecuadas para alimentarlo. Después de esta etapa a la leche materna se le denomina calostro, el cual se secreta de 5 a 7 días después del parto; su volumen aumenta hasta alcanzar 580 ml hacía el sexto día. Esta cantidad puede sonar pequeña pero cubre perfectamente las demandas energéticas del bebé y no necesita complementarse con fórmulas lácteas. Posterior al calostro, la leche materna evoluciona a lo que se considera leche de transición cuya producción dura entre 5 y 10 días, durante esta etapa las concentraciones de lactosa, grasa y vitaminas hidrosolubles se incrementan. La última etapa es conocida como leche madura; su volumen promedio es de 750 ml/día pero puede llegar hasta 1200 ml/día en madres con embarazo múltiple.
     La leche materna contiene vitaminas liposolubles en las cantidades adecuadas para cubrir las demandas del bebé; también contiene lactobacilos y prebióticos los cuales ayudan a generar una flora gastrointestinal saludable; e inmunoglobulinas que transmiten inmunidad al bebé, con todo lo anterior el infante recibe protección contra infecciones y alergias. Inhibe el crecimiento de microorganismos patógenos de la vía aérea (H. influenza y M.. catharralis) y de la vía urinaria e intestinal (E. coli). El volumen de lípidos es variable pero incluye ácido linolénico y ácido linoléico, los cuáles son precursores de ácidos grasos poliinsaturados vitales en el desarrollo de los sistemas visual-sensorial, perceptual y cognitivo del lactante. Su aporte de hierro y su biodisponibilidad previenen el desarrollo de anemia. Su relación calcio/fósforo es de 1.2 a 2, esto es útil en la absorción hasta de 75% del calcio. El zinc presenta una alta biodisponilidad (45 a 58%). También aporta flúor, que a pesar de ser en baja cantidad, es útil en evitar las caries, lo cual se ha comprobado de manera observacional al comparar a los niños alimentados al seno materno comparados con los alimentados con biberón.
      Una de las principales preocupaciones de las madres lactantes es no producir la cantidad suficiente de leche para alimentar a sus hijos. Aquí cabe señalar que la cantidad de leche materna producida no depende del tiempo transcurrido desde el parto, ni de la constitución de la mujer sino del estímulo producido al extraer la leche. Ya sea por la succión del bebé o inclusive mediante un extractor de leche o sacándola a mano. La prolactina, hormona estimulante de la secreción de leche, aumenta progresivamente a partir del tercer trimestre de gestación, pero no se produce leche porque la progesterona y los estrógenos producidos por la placenta inhiben la acción de la prolactina. La expulsión de la placenta disminuye aceleradamente los niveles de progesterona y estrógenos, lo que permite a la prolactina actuar y poner en marcha la producción de leche.
     El nivel de prolactina se mantiene alto durante meses, pero si la madre no da el pecho vuelven a bajar en un par de semanas, mientras que sí lacta a su hijo se multiplica diez a veinte veces. Estos picos de prolactina se producen en respuesta a la estimulación del pecho.
      Durante el primer año de vida, el bebé lactante presenta picos de crecimiento en los cuales necesita más energía para su desarrollo; para obtenerla la respuesta del bebé no es prolongar la duración de cada toma, sino pedir el pecho más seguido con lo cual los incrementos en la producción de prolactina se incrementa considerablemente aumentando también la producción de leche. Por lo anterior, puede resultar contraproducente recomendar a las madres dar el pecho con cierto horario (cada tres horas, cada cuatro, etcétera) en lugar de apoyarlas en darlo a libre demanda. Otra recomendación que puede sabotear la lactancia es el dar un biberón de fórmula para "complementar", esta práctica hace que el bebé se vea saciado por la fórmula y omita tomas de leche materna con lo que se disminuye la producción de prolactina y por lo tanto paulatinamente disminuye la producción de leche materna.
     Muchas veces perdemos de vista que el mejor estímulo para la lactancia es sostener al bebé en brazos. A su nacimiento el reflejo de succión del infante es muy fuerte, para facilitar el inicio de la lactancia lo único que se necesita es que el bebé esté cerca del pecho, esto no puede cumplirse si la madre tiene la percepción de que al cargar a su hijo demasiado tiempo lo está mal acostumbrando a sus brazos, malcriándolo o haciéndolo demasiado dependiente de ella. Un infante menor de un año se rige por reflejos y por instintos propios de todos los seres humanos, que han estado con nosotros desde la época de las cavernas. En lugar de luchar contra la naturaleza del infante, ¿por qué no dejarse guiar por lo que pide?
     Mi recomendación para profesionales, familiares, amigos y demás personas preocupadas por la díada mamá-bebé y sobre todo por una mamá reciente que lucha por establecer la lactancia; es que facilitemos el contacto, que procuremos brindarles tranquilidad e intimidad y sobre todo que no digamos nada negativo y alentemos a que el bebé esté todo el tiempo posible en brazos de su madre.
     Tratemos de ser facilitadores, de escuchar con interés genuino las preocupaciones, percepciones y prioridades de la madre que atraviesa por esta etapa, permitámonos ser más que profesionales poseedores de recomendaciones absolutas y tratemos de acompañar sin juzgar ni criticar.
     La OMS recomienda que la lactancia materna sea exclusiva hasta los seis meses y continuada dos años o más si la madre y el niño lo desean, pero más allá de esta recomendación no perdamos de vista que los beneficios de la leche materna no sólo están presentes durante la lactancia sino a lo largo de toda la vida.

La autora es profesora de la 
Universidad Iberoamericana Puebla.

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