Por Nora Guajardo
La reflexión ética es un ejercicio delicado, ya que requiere capacidad de anticipación: no hay que pretender describir los valores sino entender cómo pueden transformarse, y transformarnos.
(Koïchiro Matsuura, UNESCO, septiembre 2005)
En la actualidad, “…nos enfrentamos a una crisis de valores. Ante el temor de un debilitamiento de aquello que confiere un sentido profundo a nuestras acciones y a nuestra vida, numerosos observadores achacan este malestar al desarrollo de la globalización. Preocupada únicamente por el progreso técnico, ésta sería una materialidad sin alma, incapaz de guiar nuestras acciones, indiferente ante la fuerza de los valores. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ... ¿Quiere decir que nos dirigimos hacia un mundo sin ética? No lo creo. Siempre existen valores. Incluso podríamos decir que, sin duda, nunca ha habido en la historia de la humanidad, tantos valores presentes.... Es posible incluso que hoy en día existan demasiados valores, ya que la crisis que estamos atravesando indica que hemos perdido nuestra orientación ética y que ya no vemos el horizonte al que debemos dirigirnos.” .
Ante esta afirmación, se ve clara la necesidad de promover una educación para la formación valoral y una educación ética para la formación del ejercicio profesional, porque aunque en auge los valores éticos, tal parece que no están favoreciendo un compromiso ético y social de las nuevas generaciones que en ocasiones buscan sólo el beneficio personal tomando una postura individualista sin importar qué es lo que sucede al exterior de sí mismas. Los problemas que nos aquejan hoy en día, necesitan de la competencia de métodos que hagan de sus procesos, instrumentos valiosos para reducir el deterioro de la humanidad.
El comportamiento ético es una parte muy importante de los profesionistas y debería formar parte de su proyecto y sentido de vida. Actualmente, hay un reclamo social de ética de los profesionistas, se reclama con mayor insistencia en la importancia de incorporar competencias éticas en el desarrollo de su formación profesional.
La formación ética es una necesidad inaplazable en las universidades, y en cada uno de sus futuros profesionistas. El desempeño social de las universidades en este quehacer sigue siendo decisivo ya que formar profesionales competentes, no es suficiente, la formación debe incluir la reflexión de valores y principios, debe incluir la reflexión sobre la ética profesional.
El profesionista debe contar con valores morales, no basta sólo con los conocimientos de su área de formación, debe educarse éticamente y desarrollar valores que le permitan ejercer con dignidad su profesión, de tal manera que le permita buscar el bien común que le demanda la sociedad.
Plantearse lo que debe ser la formación de un profesional competente, no es posible al margen de una formación ética y una formación para la ciudadanía. La profesionalidad comprende, además de competencias, una integridad personal y una conducta profesional ética, como normalmente demandan los ciudadanos. Por eso hoy más que nunca, hay una creciente preocupación porque la educación universitaria se ocupe, entre sus objetivos, formar a ciudadanos responsables de los problemas de la sociedad .
Pero ¿cómo saber si se están formando profesionales éticos comprometidos socialmente? Los valores y la ética profesional ha sido un tema a tratar con los estudiantes universitarios. El Ideario de la Universidad Iberoamericana fundamenta su Filosofía Educativa en “los valores cristianos; el servicio al pueblo de México; la conciencia social colaborando en la promoción de cambios de acuerdo con la justicia social; y la solidaridad en valores humanos con todos los movimientos que en el mundo entero buscan el orden y la paz por la justicia; el respeto a la dignidad eminentemente de la persona humana; la más equitativa distribución de la riqueza, en los ámbitos interno e internacional; la efectiva igualdad jurídica de todas las naciones; y el desarrollo acelerado, armónico y eficaz de todas las comunidades humanas”. (pp. 3) .
Otras instituciones pretenden en su misión, “…formar profesionistas críticos, creativos, innovadores y altamente capaces en lo técnico, pero sobre todo, conscientes de la alta responsabilidad social que les exige lograr una distribución equitativa de los beneficios que la globalización produce” , o bien, “…formar líderes que transformen a la sociedad, que respeten a la persona humana en su dignidad y libertad, que sean responsables, que sean congruentes en el pensar, decir y hacer y que crean y vivan valores como la verdad, la solidaridad, la honestidad, el amor y la justicia con sentido de transcendencia” , otras más afirman, “formar personas íntegras, éticas, con una visión humanística y competitivas internacionalmente en su campo profesional, que al mismo tiempo sean ciudadanos comprometidos con el desarrollo económico, político, social y cultural de su comunidad y con el uso sostenible de los recursos naturales” , y “formar profesionistas competentes, éticos, creativos, productivos y promover el conocimiento y cultura para el desarrollo de la sociedad”
En este contexto, es relevante preguntarse si las instituciones educativas están haciendo operativa su misión, su filosofía educativa, para formar profesionistas con principios y valores prioritarios que conformen su ética profesional. Especialmente importante sería saber si los estudiantes los conocen y comparten y de qué manera se apropian de ellos.
-Publicado en: E-Consulta en la semana del 22 de marzo de 2010
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