Autor:José Vicente Hurtado Herrera
Publicado: La Primera de Puebla, 25 de agosto de 2011.
Lista de escuelas, visitas a cada una de ellas, elección de institución, preinscripción e inscripción, lista de útiles, compras maratónicas, forrado y etiquetado de cuadernos y libros, compra de uniformes; desde hace algunas semanas ésta ha sido la experiencia de muchas familias ante el inminente regreso a clases, experiencia que ha implicado decidir e invertir para bien del desarrollo de sus hijos.
A partir de esta semana ha dado el inicio ciclo escolar 2011-2012 según la Secretaría de Educación Pública (SEP), quien en el decreto 099 anuncia que el lunes 22 de agosto regresan a clases más de 26.7 millones de estudiantes en todo el país, de los niveles preescolar, primaria, secundaria, capacitación para el trabajo y normalistas, en las más de 234 mil escuelas públicas y privadas de estos niveles.
En total, en el presente mes de agosto estarán laborando más de 35 millones de alumnos en todos los tipos, niveles y modalidades educativas. En términos de escuelas, a las 234 mil ya mencionadas se suman 15 mil 400 planteles de bachillerato y profesional técnico, así como un poco más de 6 mil instituciones de Educación Superior. (SEP, 2011)
Es claro que el inicio de clases pone en movimiento a un sector importante de la población, directamente a alumnos, profesores y padres de familia; pero también otros sectores de la sociedad entran en juego, como lo son el comercio y la política.
Para los alumnos el regreso implica emoción, oportunidad de volverse a encontrar con los amigos, cierto nerviosismo cuando comienzan a asistir a una nueva institución; para el estudiante de educación superior la tensión de la elección asumida y el compromiso por hacer realidad su sueño profesional.
Los profesores, los educadores, también son movidos en términos de planeación, de superación, de capacitación. El inicio siempre es la oportunidad de recordar la importancia de la labor que ejercen, del gran reto que tienen en sus manos al colaborar en el desarrollo integral de los chicos. El educador tiene claro que más allá de los límites del sistema educativo nacional y de los límites institucionales, tanto en la educación pública como privada, el compromiso es con los educandos, es conformarse en profesionales de la educación.
Los padres de familia son movidos inicialmente por la elección de la escuela, considerando la inversión económica, valorando su modelo educativo, la ubicación respecto al hogar (la mejor escuela ha dejado de ser la más cercana), todos aspectos fundamentales para lo que está en juego: la formación de los hijos y la dinámica familiar. Pero éste sólo es el inicio, pues el compromiso por la educación de los hijos se extiende a lo largo del año, a lo largo de la vida, pues la primera responsabilidad educativa radica en la familia, en los padres, antes que en la escuela.
Es evidente que otros sectores de la vida del país son profundamente movidos, por ejemplo el ámbito comercial y económico, pues es claro que se presenta un incremento en las ventas, los productores de material escolar y editoriales entran en un proceso de capitalización, pues sus productos invaden el comercio formal e informal. La economía se mueve en términos de gasto, de compra, de inversión.
La política siempre es interpelada por la educación, como actividad fundamental en la vida de la sociedad. La sociedad demanda mejores políticas educativas, en términos de inversión, de cobertura, de capacitación de profesores, de mejores salarios, en general de calidad educativa. Se espera que los gobernantes de nuestro país se comprometan, más allá del discurso, por una mejor educación, y que no represente ésta un simple trampolín o bastión político.
La educación está presente en la dinámica social y personal, nos acompaña en las diferentes etapas de la vida, inicialmente como educandos, posteriormente como padres de familia o como educadores, algunos más como políticos, como investigadores. La educación ocupa un lugar central a lo largo de la vida.
Para estar implicados conscientemente en la educación, es importante tener claro que ésta se fundamenta en la esperanza de que la persona puede ser mejor, que puede superarse, que puede desarrollarse integralmente, y que puede comprometerse en la construcción de una mejor sociedad, de lo contrario educar sería mera demagogia.
En total, en el presente mes de agosto estarán laborando más de 35 millones de alumnos en todos los tipos, niveles y modalidades educativas. En términos de escuelas, a las 234 mil ya mencionadas se suman 15 mil 400 planteles de bachillerato y profesional técnico, así como un poco más de 6 mil instituciones de Educación Superior. (SEP, 2011)
Es claro que el inicio de clases pone en movimiento a un sector importante de la población, directamente a alumnos, profesores y padres de familia; pero también otros sectores de la sociedad entran en juego, como lo son el comercio y la política.
Para los alumnos el regreso implica emoción, oportunidad de volverse a encontrar con los amigos, cierto nerviosismo cuando comienzan a asistir a una nueva institución; para el estudiante de educación superior la tensión de la elección asumida y el compromiso por hacer realidad su sueño profesional.
Los profesores, los educadores, también son movidos en términos de planeación, de superación, de capacitación. El inicio siempre es la oportunidad de recordar la importancia de la labor que ejercen, del gran reto que tienen en sus manos al colaborar en el desarrollo integral de los chicos. El educador tiene claro que más allá de los límites del sistema educativo nacional y de los límites institucionales, tanto en la educación pública como privada, el compromiso es con los educandos, es conformarse en profesionales de la educación.
Los padres de familia son movidos inicialmente por la elección de la escuela, considerando la inversión económica, valorando su modelo educativo, la ubicación respecto al hogar (la mejor escuela ha dejado de ser la más cercana), todos aspectos fundamentales para lo que está en juego: la formación de los hijos y la dinámica familiar. Pero éste sólo es el inicio, pues el compromiso por la educación de los hijos se extiende a lo largo del año, a lo largo de la vida, pues la primera responsabilidad educativa radica en la familia, en los padres, antes que en la escuela.
Es evidente que otros sectores de la vida del país son profundamente movidos, por ejemplo el ámbito comercial y económico, pues es claro que se presenta un incremento en las ventas, los productores de material escolar y editoriales entran en un proceso de capitalización, pues sus productos invaden el comercio formal e informal. La economía se mueve en términos de gasto, de compra, de inversión.
La política siempre es interpelada por la educación, como actividad fundamental en la vida de la sociedad. La sociedad demanda mejores políticas educativas, en términos de inversión, de cobertura, de capacitación de profesores, de mejores salarios, en general de calidad educativa. Se espera que los gobernantes de nuestro país se comprometan, más allá del discurso, por una mejor educación, y que no represente ésta un simple trampolín o bastión político.
La educación está presente en la dinámica social y personal, nos acompaña en las diferentes etapas de la vida, inicialmente como educandos, posteriormente como padres de familia o como educadores, algunos más como políticos, como investigadores. La educación ocupa un lugar central a lo largo de la vida.
Para estar implicados conscientemente en la educación, es importante tener claro que ésta se fundamenta en la esperanza de que la persona puede ser mejor, que puede superarse, que puede desarrollarse integralmente, y que puede comprometerse en la construcción de una mejor sociedad, de lo contrario educar sería mera demagogia.
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