Autores: Benjamín Ortiz Espejel y Bodil Andrade Frich
Publicación: La jornada de oriente , 13 de abril de 2006
En los próximos meses viviremos uno de los procesos electorales más intensos y competidos de los últimos años. La importancia que reviste este acontecimiento, reside en la posibilidad de consolidar la democracia en México. En este sentido, uno de los temas que a nuestro parecer es de vital importancia, es el que tiene que ver con el desarrollo sustentable. El desarrollo sustentable es una propuesta de desarrollo que pretende que las generaciones presentes y futuras, logren un crecimiento económico y a su vez eleven la calidad de vida sin destruir las capacidades de autoorganización de los ecosistemas de los que la sociedad obtiene todos los recursos para sobrevivir. Asimismo, en este planteamiento, es crucial la activa participación ciudadana en la toma de decisiones de manera conjunta con autoridades y empresarios.
Ante este panorama, nos preocupa el bajo perfil que todos los candidatos tienen al respecto. Felipe Calderón asocia el concepto de desarrollo sustentable a una versión de desarrollo industrial con “rostro humano”, sin especificar las formas y estrategias de conservación de los ecosistemas mexicanos. Andrés Manuel López Obrador, habla de reforestar el país con plantaciones comerciales, lo que entraña una seria amenaza para la biodiversidad de los ecosistemas y finalmente, Roberto Madrazo, simplemente ignora en su discurso este tema.
Por lo anterior, aún es tiempo de poder solicitar a los candidatos que definan una plataforma político ambiental en los tres rubros en los que se entiende el desarrollo sustentable: mejorar la calida de vida y los procesos de participación ciudadana, conservar los ecosistemas, elevar la productividad sin incrementar la destrucción de los mismos, ni la pobreza de la población.
La discusión amerita foros de reflexión ciudadana, en donde se tomen en cuenta las experiencias de grupos bien informados, ya sean académicos, ambientalistas, empresarios, campesinos, obreros y ciudadanos en general.
La madurez de la democracia en México, exige también una reflexión ciudadana ambiental que trascienda la ingenua y hasta perversa idea de que lo ambiental es solo plantar árboles o hablar de sustentabilidad como sinónimo de crecimiento económico.
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