Autor: Martín López Calva
Publicación: Síntesis, 1 de diciembre 2008
A dos años del segundo gobierno “de alternancia” podemos con toda razón preguntarnos por el estado en que se encuentra la “reforma educativa” que reclaman los tiempos.
Es evidente que el sistema educativo nacional se encuentra todavía en un período en el que predomina la inveitable des-composición sobre urgente la re-composición.
Este proceso, aunque a veces desesperante para los protagonistas comprometidos con la búsqueda de una educación renovada, es natural después de siete décadas de un sistema educativo que nació de la revolución mexicana y el mito convertido en sistema político que le siguió.
Porque nuestro actual sistema educativo no nació para formar ciudadanos libres y democráticos sino para apuntalar la “unidad nacional” en torno a un gobierno autoritario y corporativista.
De manera que los procesos aúlicos y la organización institucional fueron orientados hacia la homogeneidad, la subordinación a una ideología en la que se identificaban Patria, partido y presidente y la obediencia ciega a la autoridad.
No resulta tan rápido como parecen exigirlo los tiempos desestructurar una organización tan rígida, vertical y controladora para crear un sistema educativo que se oriente, desde una visión más democrática y dialógica, hacia la búsqueda de procesos formativos que sean construidos, vividos y evaluados de manera participativa y que garanticen la transparencia y rendición de cuentas que una sociedad democrática exige.
Estamos todavía en el proceso de demolición de una estructura monumental de la que hay que conservar algunas partes que siguen siendo valiosas pero hay que destruir desde sus cimientos muchas otras que resultan un lastre para el progreso.
Algunas reformas oficiales y algunas manifestaciones de oposición parecen dirigirse hacia esas metas. Pero queda aún mucho que trabajar para distinguir lo verdaderamente revolucionante de lo aparentemente transformador, lo realmente valioso a conservar de lo absurdamente conservador. En esta tarea la cooperación es fundamental y la participación social, una estrategia indispensable.
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