Autora: Teresa Eugenia Brito Miranda
Publicación: Pendiente
A raíz de los movimientos magisteriales se hace necesario reflexionar acerca de los valores que los docentes muestran a los niños. Tanto en las aulas como a través de estos movimientos sociales que impactan la convivencia ciudadana, los maestros “educan” en valores.
Se han hecho investigaciones que observan la vida cotidiana de los profesores en las escuelas para identificar los valores de convivencia que promueven en los niños. Todas las prácticas educativas promueven valores aunque no se hayan propuesto explícitamente hacerlo.
Investigaciones realizadas en otros estados de la república arrojan datos generalizables a nuestro estado, que nos preocupan. El comportamiento normativo de los docentes tiene que ver fundamentalmente con el control de los impulsos de básicos de los alumnos; en esto centra su esfuerzo y se sustentan los valores que promueve. Muy pocos maestros hacen alusión a valores universales, como la justicia, la honestidad, la tolerancia. La mayoría se centra en tres normas concretas relacionadas con el contexto específico de la escuela dedicando el mayor tiempo a ello: guardar silencio, poner atención y trabajar sentados en su lugar. Estos resultados muestran que en la escuela se parte de la desconfianza y el control.
Es importante ver a través de qué medios, conductas, gestos, u otros vehículos los profesores buscamos que se cumplan las normas. Aquí vemos que no solamente importa el tipo de normas que se enseñan, sino también los medios que se emplean para hacerlas cumplir. Esto que vemos en la escuela “por dentro” puede quizá ayudarnos a entender lo que pasa “por fuera”, en lo que los docentes enseñan a través de los movimientos sociales generados a partir de la Alianza por la Educación: tanto quienes se han manifestado en su contra como quienes se suscriben a ella acríticamente.
Parece que los profesores han interiorizado acríticamente las normas promovidas en la escuela. También ellos fueron formados así, en una convivencia patriarcal-matriarcal en donde el control y la desconfianza son la base. ¿La tolerancia y la apertura tienen lugar aquí?
¿Qué valores nos muestran en estas manifestaciones? ¿Se promueve la honestidad, la justicia, la equidad y el trabajo constructivo? ¿Apelan a las costumbres del propio magisterio o buscan valores universales?
También vale la pena reflexionar sobre el tipo de medios que emplean para conseguir sus fines, tanto de manera consciente como inconsciente. ¿Serán los medios adecuados para el tipo de convivencia social que buscamos desarrollar en los alumnos?
El desarrollo moral del niño depende de factores relacionados con su contexto socio-cultural y de las expectativas sociales. Tiene que ver también con factores de tipo personal, interno, de cada niño. Ambos tipos de factores son asimilados por el niño para conformar su moralidad. ¿Qué están aprendiendo del comportamiento de sus profesores fuera del aula? Como padres y adultos tenemos la responsabilidad seria de reflexionar sobre esto, pues a través de nuestras formas de relación nuestros niños aprenden a convivir y a ser ciudadanos.
Es fundamental que los profesores recuperen su dignidad, volviendo a tener respeto por ellos mismos y por su profesión. Parece que ese respeto y dignidad se han ido perdiendo por el desconocimiento acerca de las oportunidades para desarrollar la propia moralidad como docentes. Es imprescindible una auto-observación de la práctica docente y de la actuación en estos movimientos tanto de adhesión como de oposición acríticas. Se impone sobre todo porque fuimos educados con una disciplina externa también acrítica, a base de imposiciones, castigos y faltas a nuestra dignidad como seres humanos. Esto nos hace vivir con una estima baja, no tenemos respeto por nosotros mismos.
Estos puntos resultan muy importantes para estudiar el movimiento magisterial, más allá de las manipulaciones que se puedan generar con propósitos políticos.
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