Publicación: La Jornada de Oriente, 14 de noviembre 2008
“No podemos negociar con quienes dicen:
‘Lo que es mío es mío y loque es tuyo es negociable’”.
John F. Kennedy
Al escribir estas líneas se están difundiendo en los medios de comunicación dos noticias contradictorias que coexisten sin problemas en esta realidad dialéctica en que vivimos.
Por una parte se está anunciando con “bombos y platillos” que el ciclo escolar se ha iniciado al fin en Morelos y que los profesores han llegado a un acuerdo con las autoridades respecto al movimiento de oposición a la “Alianza por la Calidad de la Educación”.
Por otro lado se escucha que grupos de profesores inconformes han cerrado por unas horas la Autopista del Sol y se difunden noticias que dan cuenta de que la oposición a esta alianza no ha desaparecido.
En este tema hay muy claramente dos posiciones opuestas y cerradas en la sociedad: Existen las voces de lo que podríamos llamar “las buenas conciencias” que dicen que los maestros no quieren trabajar, que es una vergüenza que se opongan al mejoramiento de la educación y que nuestros hijos estén siendo formados por estas personas a las que se ve en las calles haciendo plantones o incluso incurriendo en acciones agresivas contra policías. Existen también las expresiones opuestas, de la gente que se coloca en lo “políticamente correcto” para ser considerada de vanguardia, “de izquierda” o “intelectual” que afirman que los maestros deben ser apoyados en su “lucha histórica” y que los medios están “distorsionando” la información y criminalizando al movimiento.
Ambas posiciones se enfrentan y se cierran a escuchar los argumentos de quienes piensan distinto, se niegan a aceptar que, como afirmaba Niels Bohr, muy a menudo “lo opuesto a una verdad profunda es otra verdad profunda”. Esta convicción. a la que el pensador francés Edgar Morin llama “la tercera tolerancia” es la que está haciendo falta en estos momentos de tensión en muchos campos de nuestra vida social, entre ellos el educativo.
Porque en el fondo la alianza no es más que el pretexto que está haciendo aflorar problemas históricos no resueltos en nuestro sistema educativo y en ese sentido, podemos afirmar que ambas partes tienen razones y sinrazones que no están siendo debidamente matizadas y pertinentemente negociadas.
¿Quién en su sano juicio podría oponerse a un esfuerzo conjunto que busque la mejora de la calidad educativa tan urgente en nuestro país?
Pero como decía Napoleón: “Un hombre luchará con más ahínco por sus intereses que por sus derechos” y debajo de este conflicto hay intereses creados tanto de la cúpula sindical que ha privatizado una organización que debiera ser manejada democrática y transparentemente para manipularla y enriquecerse con total impunidad, como de la parte disidente que se ha ido acostumbrando a la opacidad y nula rendición de cuentas ante la cual toda evaluación o examen de oposición resulta una amenaza “privatizadora” y ha llegado a ver las plazas como propiedad privada que se compra, vende, renta o hereda, como ha sido fomentado durante años por el sindicato y tolerado por las autoridades.De esta manera es imposible una solución, puesto que el punto de partida es que “lo mío es mío y lo tuyo es negociable”.
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