lunes, junio 17, 2013

Persona con necesidades especiales en la familia y la comunidad

Publicado: Puebla on Line, 27 de mayo de 2013

     Una nueva voz se está empezando a hacer sentir entre nosotros, y pide que se le escuche. Es la voz de las personas con discapacidad intelectual. Hasta ahora, otros habían hablado en su nombre, creyendo que carecían de capacidad para hablar por sí mismas. Nuestra tarea ahora es escucharlas a ellas, ayudarles a participar como iguales en la vida de la comunidad y proporcionarles la oportunidad de tomar decisiones significativas. Ellos ante todos son “primero personas”.
      Los obstáculos para una mayor participación y expresión personal no se encuentran por completo en las personas con necesidades especiales, sino que surgen en parte de las escasas expectativas de otros, incluso de aquellos con una experiencia de toda la vida como miembros de su familia o como profesionales.
     Es posible eliminar las barreras para una mayor participación, si trabajamos con nuestras actitudes, con las familias, colegas y en la comunidad que nos rodea.
      EL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN
      Si aceptamos que las personas con capacidades diferentes son conciudadanos nuestros, con  necesidades básicos como cualquier otra persona, se deduce que debemos esforzarnos para generar oportunidades donde participar en la vida de su comunidad, como todo ciudadano.
     La mayoría de la gente pertenece a una serie de grupos: grupos de vecinos, de amigos en la escuela o el trabajo, grupos formados por intereses comunes en el terreno de la religión u actividades recreativas.
     La participación en grupos y en la vida de la comunidad local aumenta nuestro sentimiento de propio valor y pertenencia, y hace que otros nos respeten y valoren. La participación es un acto de compartir, en el que simultáneamente damos y recibimos.
    ESTADIOS DE PARTICIPACION.
     La participación en la vida de la familia comienza desde las primeras semanas de vida e implica el compartir las actividades cotidianas, aún con aquellos que viven una condición de vida por sus necesidades especiales,  pero que deben ser integrados.
     Dado que los niños con necesidades especiales son con frecuencia más dependientes de los demás, puede ser más difícil para aquellos que cuidan del menor el garantizar que se den oportunidades para que ellos puedan hacer las cosas por si mismos y tomar decisiones, sin embargo se les puede ayudar, ofreciéndoles el elegir entre dos bebidas, dos vestidos o dos juguetes tomándolos cada uno en una mano e indicando al niño que se requiere escoger entre ellos. Después, cuando los niños crecen, el rango de decisiones se puede ampliar mucho. Con frecuencia y orientados por el prejuicio de que nosotros sí sabemos lo que las personas con necesidades especiales necesitan, pero no se les educa desde pequeños a  y no se les da la oportunidad desde pequeños a participar y tomar decisiones.
     Puede ser que el niño tome más tiempo en responder, o puede tener dificultades para expresarse con claridad, pero no hay que menospreciar la necesidad de participar sólo porque es más fácil para el adulto el prever las necesidades del niño.
     A medida que el niño crece, se puede aumentar su participación dándole crecientes responsabilidades dentro del hogar. Ésta  dependerán del nivel de madurez y de habilidad. Puede ser también que se requiera ayuda en los primeros momentos para que la tarea seleccionada pueda ser realizada. Pero poco a poco se puede retirar esa ayuda, o transferirla a nuevas tareas y responsabilidades. Estas aumentarán el sentido de propio respeto y el aprecio de los demás miembros de la familia.
     Los jóvenes pueden ser animados y en ocasiones activamente ayudados para que expresen su propia individualidad, por ejemplo, para escoger los objetos y tipos de color para su dormitorio, en tener dinero para gastos menudos y libertad para gastarlo como deseen, y en usar su propio tiempo libre.
     Cuando los niños participan fuera del hogar familiar durante el día, su conducta y relación con los demás condicionará en buena parte su aceptación por parte de la comunidad.
     Con frecuencia necesitarán ayuda para aprender el tipo de conducta aceptable en la vecindad, incluyendo la conducta adecuada con el sexo opuesto. Es importante ayudarles para que aprendan pronto como comportarse en los lugares públicos, como utilizar las convenciones aceptadas sobre la conversación, proximidad física, modo de mirar y cortesías corrientes. A este respecto es de particular importancia la coordinación entre padres y maestros.
     La gente con discapacidad intelectual tiene derecho a aprender de sus errores. Con demasiada frecuencia están sobreprotegidos y excluidos de aprender a partir de experiencias de fracaso. Los padres y los profesionales tienen la responsabilidad de ayudarles con cuidado a enfrentarse con el riesgo real de un mundo real.
     Hay que estimularlos a participar en las actividades comunitarias que implican el ayudar a los demás. Las personas con esta discapacidad han expresado " Podemos ayudar a los que tienen una mayor dificultad. Si todos se ayudan uno a otros las cosas irán mucho mejor". Han mostrado su capacidad de dar tanto como de recibir al asistir a personas necesitadas y tomando parte en la mejora de la vecindad y en los esfuerzos de acción ciudadana.

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