lunes, noviembre 10, 2014

#Yo no soy Ayotzinapa

Autor: José Rafael de Regil Vélez. Si quieres conocer datos del autor, haz click aquí.
Publicado en Puebla on line, el 5 de noviembre de 2014

Hoy “todos somos Ayotzinapa” y con esta expresión indicamos en corto y en directo la solidaridad que tenemos con las familias de los estudiantes desaparecidos hace ya muchas semanas en Iguala, Gro. Y nuestra indignación por la colusión entre funcionarios públicos y el crimen organizado, por la violencia irracional y el gobierno que se rige y actúa a partir de intereses demasiado sectoriales.

Pese a esto, hoy yo quiero decir que “Yo no soy Ayotzinapa”. No es que no me sienta reconocido y hermanado con quienes así se expresan, pero decir que yo no lo soy, asentirlo, me implica pronunciarme ante todo lo que eso supone bajo mi propio nombre y apellido; así que me atrevo a señalar: “Soy José Rafael de Regil Vélez y repudio la violencia irracional ocurrida contra ciudadanos como los estudiantes de Ayotzinapa: heridos, acribillados y desaparecidos. Me parece intolerable que los gobernantes sean delincuentes y los delincuentes gobiernen; me indigno con  la incompetencia de las autoridades para manejar este asunto, para dar respuesta a los familiares y a todos los mexicanos que nos sentimos y sabemos vulnerados y vulnerables con lo sucedido en Iguala”.

Quiero dar un paso más: soy José Rafael de Regil Vélez y no estoy conforme con la educación que hemos recibido en México y nos hace poco competentes para analizar críticamente el país y el mundo en el que vivimos, que nos impide comunicarnos para decir con claridad qué postura tomamos y que al privilegiar los conocimientos y un sistema meritocrático basado en calificaciones nos impide ser formados en la libertad y la responsabilidad que ser ciudadanos supone. Tampoco con lo ocurrido con la vivienda, la salud pública, las políticas sociales.

De igual manera me opongo a que el periodismo y la información vertida en los medios de comunicación social sea considerada veraz, cuando en razón de su propia existencia puede ser cuando mucho verosímil. La versión que cuentan la prensa, la televisión y la radio, por crítica que sea no deja de ser inmediata y por ello superficial. Entender mejor las cosas implica la profundidad que se adquiere con el concurso de la filosofía y las ciencias sociales. La lucidez al respecto me pide –y a todo ciudadano- ser educado en una percepción crítica de medios, en el terreno de la opinión y no las certezas absolutas, en el aprecio por la verdad histórica y no solo el acontecimiento de ayer por la mañana, por sensacional que sea.

Soy José Rafael de Regil Vélez y disiento de la forma en la que las personas llegan a ocupar los puestos públicos y se mantienen en ellos; en su falta de profesionalismo y la ignorancia a partir de la cual toman las decisiones que nos afectan; discrepo de la forma en la que los partidos políticos tienen anulada la representatividad popular y en el poder legislativo crean leyes y reglamentos que cobijan los intereses de sus correligionarios y las personas y grupos que los patrocinan.

Como ciudadano repruebo que las políticas públicas no respondan a un proyecto de país transgubernamental y se agoten en los cuatros años de vida “útil” que puede tener un gobierno federal o estatal y en el escaso año y medio que tiene para operar el municipal.

Soy José Rafael de Regil Vélez y admiro a quienes se comprometen con las causas que los convocan en pro de un México mejor. Reconozco la entrega de muchas personas en organizaciones sociales que han hecho la gestión que nos lleva a la promoción y defensa reales que tenemos de los derechos humanos.
Reconozco la entrega de mujeres y hombres que día a día se levanta al despertar el alba y en un país de salarios injustos y legales hacen todo por llevar a sus hijos oportunidades de salud, de educación, de esparcimiento, de vestido y vivienda.

Me sobrecojo ante quienes han puesto en la palestra pública los problemas de fondo y que intentan proponer soluciones cuando en nuestra nación hay desaparecidos, violencia de género e intrafamiliar, incompetencia en las fuerzas públicas para resolver crímenes como secuestros, homicidios de estado, feminicidios, delincuencia organizada y de cuello blanco.

Admiro a quienes son capaces de encontrar en la sencillez de la vida diaria las buenas noticias de solidaridad, hermandad, justicia, creatividad, libertad, compasión que alimentan la esperanza sin la cual ningún empeño de cambio es sostenible.

Me sumo a quienes desde la academia y los medios de comunicación social intentan dialogar para construir una visión más allá de lo sentimental sobre quiénes somos, a dónde vamos y qué tipo de política debemos ejercer. Son mujeres y hombres que apuestan por una vida apasionada, al tiempo que racional, ponderadora, discerniente y dialogante con la firme convicción de que nuestra vida personal y social no es patrimonio de unos cuantos sino responsabilidad de cada uno.

Hoy yo no soy Ayotzinapa como slogan de un colectivo sin rostro, porque como me dijo mi amigo Leopoldo Díaz Mortera: la voz de todos termina siendo la voz de ninguno. Soy una persona que se suma a otras con nombre y apellido –puesto que mi experiencia más radical es que los humanos somos seres relacionales y nunca meramente individuos- y que toma postura ante la única vida que me ha tocado vivir y en la que, me guste o no, debo apostar por la justicia y la fraternidad que hacen que ser humano con dignidad sea de alguna manera posible.

No hay comentarios.: