jueves, abril 23, 2015

¿Qué le ha pasado a México?


Autor: Dra. Laura Angélica Bárcenas Pozos, si quieres saber más sobre el autor, haz click aquí

¿Qué le ha pasado a México? Me pregunto una y otra vez, cuando leo que unos pasan sobre otros en nuestro país. Pero si tenemos una constitución, me digo, la del diecisiete que celebramos cada 5 de febrero. Dónde quedaron sus principios, sus fundamentos, esos de que todos somos iguales y que no hay diferencia de credo, ni de raza, ni filiación política, si naciste en México, tienes derechos porque todos somos iguales y vivimos en un país democrático.
          Pero no, la realidad es que estamos viviendo en la barbarie que describió John Kenneth Turner en 1908 sobre las haciendas henequeneras y las condiciones de esclavitud en la que vivían miles de campesinos mexicanos tanto en Yucatán como en Valle Nacional. Condiciones que vemos repetidas más de cien años después en San Quintín, Baja California y cuyo reclamo dado a conocer el pasado 18 de marzo, abrió una nueva cloaca de nuestro México actual cuando la prensa señala que San     Quintín es sólo un ejemplo de lo que ocurre con los jornaleros por todo el territorio nacional.
          Esta cloaca nos muestra cómo miles de personas son explotadas en los campos de fresa, jitomate y mora, que se les medio paga, que se les dan medio condiciones para vivir, que se abuza de ellos, de sus mujeres y sus hijos, que sencillamente y para decirlo rápido, no hay moral. Y bueno, si la constitución no nos es suficiente, ¿dónde están los principios cristianos? En un país que se declara primordialmente cristiano, aunque no necesariamente católico, en donde el principio fundamental es “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”. Pero los dueños de estos campos, los capataces y los ingenieros que trabajan en estas zonas, creen que porque tienen un poco más preparación, más dinero o más poder, pueden pasar por encima de los derechos de esos que no han tenido las mismas posibilidades, sólo porque nacieron campesinos y pobres.
          Y bueno, si tampoco alcanza el principio cristiano, al menos debería alcanzarnos un poco de ética, de ver al otro, que es semejante a uno, que tiene ojos, boca, cuerpo, mente y seguramente emociones y sentimientos… que es como yo, que merece una vida digna como la mía. ¿Por qué no alcanzamos a pensar eso?, ¿por qué nuestro egoísmo?, ¿por qué pensamos que somos mejores que los otros?, ¿por qué no somos capaces de entender la diferencia?
          Porque no hay una educación ética. Pero ojo querido lector, esa educación ética no sólo le corresponde a la escuela, sino a todos, a la mujer que te vende verduras en el mercado, al que te vende el periódico en la esquina, al peluquero que te deja mejor apariencia, a la costurera que te arregla tus pantalones, al jornalero que siembra lo que te comes, al burócrata que te realiza un trámite, al jardinero que poda tu jardín, al periodista que te da a conocer lo que sucede, al obrero que produce mil cosas que consumes, al policía que cuida, al chofer que maneja el camión que abordas, al cura que te envía mensajes morales para que reflexiones sobre tu actuar, al médico que te cura, a la señora que hace la limpieza para que vivas y trabajes en un lugar confortable e higiénico, al mesero que te sirve un café, al profesor que enseña cosas para enfrentar la vida, al servidor público que genera mejores condiciones sociales a la población y todos, todos somos responsables de esa educación ética.
          Pero en este ejemplo, también quiero mostrarte mi querido lector, que todos necesitamos de todos y que si todos hiciéramos lo que nos corresponde, con humildad y con actitud de servicio, seguramente tendríamos un mejor país, y con nuestro solo ejemplo estaríamos educando de una mejor manera a nuestros niños y jóvenes. 
          ¿Qué estamos esperando… que el otro empiece? Es necesario que empecemos por nosotros mismos. Empezar por no criticar al de junto; empezar por comprender al diferente, pues yo soy diferente para el otro, empezar por dar lo mejor de mí, pues otros están dando lo mejor de ellos a mí, empezar por no pensar cómo me friego al de junto, sino cómo le aporto algo para que sea mejor, empezar por pensar que no todos tenemos las mismas posibilidades y que los que más tienen, deben emparejar las cosas dando a los que menos tienen… tal vez no cosas materiales, tal vez trabajo, comprensión, respeto.
          Ya la clase política, no le pido, le exijo que respete y haga respetar a la Constitución; no le pido, le exijo que respete a todos sus compatriotas; no le pido, le exijo, que cumpla como servidor público  y que deje la política a los que no están en servicio público; y sobre todo no le pido, le exijo que sea ético y moral.

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