jueves, julio 12, 2007

Por una educación intercultural y descolonizada: el escenario de Bolivia

Autora: Ma. Alejandra Díaz Rosales
Publicación: Síntesis, 12 de Julio de 2007.

Bolivia es un mosaico pluricultural de una riqueza inagotable y un punto geográfico en constante efervescencia; este atractivo sitio del altiplano se debate en la solución de una nueva constitución y en la difusión de una reforma educativa que ha explicitado ideales descolonizadores, intraculturales y comunitarios, recuperando los sentidos y saberes de los pueblos originarios.

Habría que vivir en Bolivia para comprender el rumbo de este álgido asunto que coloca en el escenario del desarrollo educativo en Latinoamérica dos búsquedas: la interculturalidad y la descolonización. A ellas quiero referirme a partir de una estancia reciente en este país para colaborar en un seminario con profesores de la Universidad Salesiana, y con quienes reflexioné el probable rumbo de una reforma que ya algunos acusan de ideologizante y otros la señalan como esperanza de integración de la diversidad cultural.

Dos aspectos que parecen pertinentes para las discusiones que igualmente sostenemos en México sobre cómo incluir-nos y formar en la inclusión cultural.

La interculturalidad se refiere sencillamente a la relación entre personas que tienen identidades culturales y concepciones distintas; es una relación establecida fundamentalmente entre seres humanos más que entre conceptos. No se trata de reducir la experiencia de encuentro culturalmente diverso en una alfabetización monolingüe o en la reproducción del folklore de un solo grupo étnico que cuenta aún con mayoría poblacional, como algunos piensan.

El proceso intercultural es una propuesta contra-hegemónica y una práctica emancipatoria de la estructura y dinámica social de cada etnia; es la posibilidad natural de proyección, comunicación y desarrollo de un idioma, religiosidad, festividad y cosmovisión específica que aporta sentido y destino a las comunidades humanas, sin restricciones de espacios geográficos o institucionales. Es además de un tema-debate, objeto de estudio y meta de la educación porque deriva en otra urgencia de nuestra contemporaneidad: la responsabilidad hacia el otro.

Y a partir de este reconocimiento cabe una interrogante para quienes nos hacemos y deshacemos diariamente en las aulas: ¿Bajo qué principios y testimonios estamos educando la responsabilidad por los demás?; esos otros con una historia cultural única que no por ser diversa a la mía es menos rica y trascendente.







El reto de la acción descolonizadora, más que de la ideología sobre la descolonización establece criterios referidos a la transformación en las relaciones, estructuras y conocimientos, lanzando el desafío de romper el esquema de dominación preservado más de 500 años y que ha extinguido, mediatizado o desvirtuado el origen cultural de las comunidades humanas.

Descolonizar se convierte en una invitación a la justicia cultural y a la recuperación de los saberes propios; es un intento de evitar la colonialidad de todos aquellos poderes: el del Estado, el de las Instituciones, el del Conocimiento, que han oprimido el desarrollo y las experiencias inter e intraculturales de las sociedades y los pueblos.

La descolonización en Bolivia intenta recuperar en los contenidos curriculares, aquellos contenidos idiomáticos, políticos y culturales de las etnias, sin descuidar el conocimiento universal. No por una actitud revanchista sobre la preponderancia del mundo occidental, sino por la integración saludable y democrática de todos.
Descolonización no es más que la igualdad de oportunidades para todos y todas en el acceso a la educación; es la apertura a la posibilidad de construir nuevas formas de conocimiento potenciando las costumbres y saberes locales; va más lejos del mero reconocimiento de la vigencia de las culturas indígenas u originarias tan diversas en cada país; es una propuesta que incorpora plenamente a todas las culturas sin superponerlas sino partiendo de los principios de igualdad, inclusión y democratización de oportunidades.
¿Nos arriesgaremos a descolonizar en nuestras instituciones educativas aquellas tendencias convencionales de construcción epistemológica y de interacciones humanas excluyentes?.

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