martes, agosto 31, 2010

Eterno recomenzar

Autor: Mauricio López Figueroa
Publicado: Sintésis Puebla, 25 agosto 2010

     Pensar y reconsiderar. Contemplar y ponderar. Plantear y proyectar. Todas las instituciones educativas reinician cursos en estos días. Todas y todos los docentes confluimos y coincidimos nuevamente en un espacio y en un lugar para trabajar con nuestros alumnos para intentar materializar expectativas y deseos, para contribuir a la construcción de un sueño difuso, de un proyecto de orden y sentido social.
     Revisar el programa de un curso, reflexionar sobre los objetivos y las estrategias didácticas para lograrlos; considerar el mismo contenido de clase y las maneras de evaluar el aprendizaje; preguntarse una y mil veces si realmente lo que hacemos tiene impacto en el desempeño, en la cosmovisión y en la actitud del alumno. Ocupar un aula nueva que es la misma de todo el tiempo en la que confrontamos deseos, temores y expectativas; para muchos el aula es un campo de batallas perdidas, para otros andamios en el que se construyen catedrales, ciudades de futuro, redes de esperanza.
     Convivir con los colegas, mirarnos a veces con ojos renovados, a veces con tono cansino y acostumbrado; discutir los viejos tópicos para nuevas realidades, abrir y construir nuestra experiencia a nuevos aprendizajes; participar en las mismas reuniones para discutir las viejas problemáticas que se renuevan cada vez y en cada situación. La institución que nos circunda, que nos formatea, que da forma a un proyecto profesional tramado en la red social que ayudamos a tejer cotidianamente y que nos cobija en un mundo de sentidos y búsquedas.
     Mirar y pensar la realidad y el entorno desde nuestras atalayas de pensamiento; arreglamos un mundo que, aparentemente, no tiene pies ni cabeza. Resistir la vorágine de un mundo inexorable e inmisericorde que nos envuelve y nos consume, pero que, sobre todo, nos desafía y nos proyecta, nos abre posibilidades de realización y progreso. Mirar el mundo una y otra vez, llegar a él sin nunca abarcarlo, agotarlo; reconocer que lo que hacemos en las aulas es siempre posibilidad.
     Inicia un nuevo ciclo escolar, y con él la exigencia de no olvidar lo aprendido y volver a empezar sin desfallecer, porque, al igual que en todos los ámbitos de nuestra vida, creer y confiar se materializa en eterno recomenzar.

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