lunes, diciembre 06, 2010

Conocer: por ser humano y para ser humano

Autora: Yossadara Franco Luna, datos del autor haz clkic aqui
Publicado: Síntesis, 02 de diciembre de 2010

     La vida cotidiana nos muestra de distintas maneras que más allá de los gustos o disgustos de los sujetos, de las ideas que tengan o no sobre su vida hay muchos factores externos a las personas que condicionan su existencia y ante los cuales tienen que poder decir una palabra que les permita interactuar con los otros y con lo otro para realizarse como seres humanos.
     Lo que comúnmente es llamado “realidad” se presenta con muchas desigualdades, unos seres humanos se ven favorecidos por la economía, la sociedad, la política y otros –los más, por cierto- no tienen las mismas oportunidades de acceso a las cosas, las ideas, las interrelaciones que les permiten desarrollar una vida acorde con el tipo de ser que son: humanos.
     ¿Será posible transformar las cosas? ¿Será posible que personas con cualquier tipo de desventaja para construirse tales puedan remontar? ¿Cómo? ¿Con qué?
Para esta tarea el conocimiento siempre ha sido visto como una herramienta antropológica fundamental. Los seres humanos desde su inserción en el mundo están abiertos a todo lo que no son ellos mismos. Pueden captar no sólo su diferencia, sino también lo que ello es y lo que ellos mismos son. A diferencia de otros seres animados, las personas pueden conocer lo que son los otros seres y lo que son ellas y así captan relaciones, manifestaciones, comportamientos ante los cuales van decidiendo cómo actuar. Se adaptan a la realidad y mucho más que eso: pueden entrever posibilidades y soñar cosas como podrían ser.
     Sin embargo, un vistazo más detallado permite ver que el conocimiento mismo ha errado, que las personas van tras ilusiones que no cambian en mucho la realidad. ¿Cuál conocimiento, entonces, vale la pena para guiar con él la propia existencia?
     Esta ha sido una pregunta fundamental en la historia de la filosofía. Aparece de alguna forma en Sócrates, pero son personajes como Descartes y Kant quienes la plantean con toda su profundidad. ¿Es posible un conocimiento seguro? ¿Cómo se origina un conocimiento seguro? ¿Qué es un conocimiento seguro?
     Una mirada rápida a la historia de la reflexión filosófica sobre el conocer nos muestra dos grandes tendencias: la de aquellos que piensan que es en el contacto particular y concreto con las cosas que se construyen las representaciones que permiten entender su funcionamiento y prever cómo modificarlo. Y la de quienes consideran que es en proceso mucho más racionales que se construyen ideas necesarias y universales que permiten explicar no una cosa en particular sino todo el universo del conjunto al cual pertenecen.       
     Conociendo lo que no puede ser diferente y que se aplica a todos los seres de una misma especie es que se puede tener seguridad de las cosas.
     Es verdad que junto a estas dos formas de entender el conocimiento están otras que buscan una postura mucho más real antropológicamente: la de quienes piensan que el conocimiento es el involucramiento de toda la persona con sus facultades sensitivas e intelectuales tratando de desentrañar no sólo lo que piensan de las cosas sino lo que está más allá de sus pensamientos. Son las posturas realistas y críticas.
     Yo creo que afrontar la complejidad de las cosas que nos pasan, de los enormes contextos históricos, sociales, políticos, económicos, culturales en los que nos movemos implica la movilización de todo lo que somos. Si queremos interactuar con la realidad para generar posibilidad de vida digna es necesario zambullirnos en ella con todo lo que somos, estar codo a codo con las personas, vivir los acontecimientos cotidianos, estar abiertos a lo que se nos dice que sucede: ver, oír. Pero no es posible quedarse sólo en ese nivel, es necesario manejar datos, desparticularizar las cosas, verlas desde la perspectiva de la cantidad y la cualidad hasta formarse visiones más amplias que lo que sucede en el entorno inmediato. Hay que moverse de lo empírico a lo racional y de lo racional a lo empírico, entender lo que es, pero también lo que puede ser y todavía más lo que debería ser.
     Y en todo este proceso, que es una trayectoria de vida no habría que perder de vista que la realidad debe tener una palabra importante que decir, porque cuando se canoniza al pensamiento se inmola al ser humano.

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