lunes, diciembre 13, 2010

Paradigmas, cultura y sujeto

Autor: Rubén Hernández Herrera
Publicado: La Primera de Puebla, 06 de diciembre de 2010

     Los científicos o académicos crean nociones para explicar sus proposiciones y posiciones que pretenden aclarar algunos aspectos ocultos de la realidad o la verdad, así en la década de los sesenta, el filósofo T. S. Kunh tuvo la ocurrencia de utilizar el término griego Paradigma, indicando con ello  la presencia en el campo de la ciencia de modelos especiales que se caracterizan por sustituir a las viejas maneras de pensar y de hacer ciencia, la teoría de la relatividad significaba una manera radical de entender el universo con relación al modelo newtoniano, por ejemplo. No tardó mucho tiempo para que la idea de paradigma llegara a otros ámbitos del saber y hacer humanos, entre ellos el concerniente al mundo gerencial, el de los negocios, incluso, como no podría ser menos, al trasiego de la de la vida cotidiana. Por eso no nos resulta extraño el que escuchemos que la gente común y corriente te recomiende que cambies de paradigma, queriendo decir tan solo que las cosas que estás haciendo deberías dejar de hacerlas tal como las estabas haciendo para intentar otras posibilidades, que bien podría sintetizarse en la auto construcción de un nuevo guión vital, de reescribir la historia personal, teniendo muy probablemente razón. Cuando las cosas se hacen de una y otra vez igual y los resultados esperados no surgen, es tiempo de cambiar de paradigma, se dice. Bien tenía razón Einstein cuando afirmaba “que no había mayor signo de locura que hacer una y otra vez las mismas cosas esperando resultados diferentes”. En este sentido podríamos diferenciar los paradigmas de los grandes cambios de la ciencia de los paradigmas de la vida de cada sujeto, reconociendo a los primeros como PARADIGMAS con mayúscula y  los segundos como paradigmas con minúscula, no tanto porque unos sean más importantes que otros, como por el impacto de unos y de otros en el estado de la sociedad. Los paradigmas con minúscula son los del diario vivir, no obstante pueden ser más importantes que los primeros simplemente porque nos afectan de manera directa, afectan el sentido o dirección de nuestra propia vida.  Cuando nos instalamos en una nueva manera de ver las cosas, de comprender el mundo que nos rodea, de asumir una ética o filosofía, o simplemente cuando nuestro hacer es diferente y todo con la intención de que nos sintamos mejor, nos relacionemos con las personas de nuestro entorno de manera que todo resulte de manera satisfactoria,  podemos asumir que hemos cambiado de paradigma. Pero ¿podremos cambiar constantemente de paradigmas, de maneras radicales de vida?,  ¿tiene  límites la capacidad de cambio de los seres humanos? En principio se podría pensar que los seres humanos no tenemos por qué tener límites en la búsqueda de nuevos horizontes y con ello realizar  todos los cambios que fueren necesarios. Sin embargo, la verdad es que los seres humanos somos seres con límites, es decir, que podemos cambiar muchas veces de paradigmas vitales, pero no de manera frecuente, ni indefinidamente. El doctor José María Mardones solía contar que en conversaciones con sus colegas del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España), se afirmaba que desde diferentes disciplinas se llegaba a la conclusión que los seres humanos tenemos un umbral de tolerancia al cambio muy limitado: la mayoría de las personas no son capaces de realizan  más del tres por ciento sobre el total de sus modelos aceptados, de cambio radicales, paradigmáticos, de su experiencia vital. Los cambios nos inquietan, trastornan nuestra seguridad, nuestra racionalidad. Reitero que se trata de cambios radicales, los que comprometen profundamente nuestro sentido existencial, nuestra cosmovisión. Por otra parte, la cultura de nuestro tiempo ha trastocado todos los ámbitos que daban seguridad a los seres humanos nacidos no hace muchas décadas. Las ideas que se tenían de las buenas costumbres, la política, el arte, la religión,  la ciencia, la economía, la tecnología, la misma historia, en las últimas décadas han sufrido cambios espectaculares y en muchos sentidos irreversibles, que hacen difícil comprender el  mundo que se ha construido con todos esos cambios. Cambios siempre se han dado, pero no tantos ni en todos los campos de la cultura. Estamos en un cambio de época, es verdad, pero lo que caracteriza a esta nueva época es la gran cantidad de nuevos Paradigmas y éstos están obligando al cambio de los paradigmas del diario vivir. Ser humano hoy en día se ha tornado en una tarea difícil de asumir, exigiendo una enorme capacidad intelectual, psicológica y espiritual para poder sobrevivir a ellos, o cuando menos poder convivir con ello.

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