viernes, abril 13, 2012

Las alegrías que provoca la llegada del Papa Benedicto XVI


Autor: Alejandro Ortiz Cotte.
Publicado: La Primera de Puebla, 26 de marzo de 2012

     Tal vez a algunos lectores y lectoras no les importe mucho la primera venida del Papa Benedicto XVI a tierras mexicanas. Visita relámpago -aterrizando el 23 de marzo y volando de nuevo el 26 hacia Cuba-, pero no por ello es superficial ni intrascendente. Pero es seguro que otras personas sí estarán felices con su llegada, aunque sea de pocos días y de muy pocas horas “públicas”. Analicemos estas felicidades. Tal vez la persona más feliz por su llegada sea el presidente Calderón. En tiempos de repudios, movilizaciones y de diálogos contra su “guerra contra el narcotráfico”, el presidente “brinca de contento” con la llegada de alguien que puede ser un gran aliado. Si el Papa actúa de acuerdo a lo planeado y no rompe el silencio con alguna declaración en contra de la guerra de Calderón o a favor de las víctimas de esta guerra absurda, -como debería de hacerlo si fuera consecuente con el evangelio-, Calderón logrará, con el silencio del Papa, respaldar y justificar su actuar ante millones de católicos. Y esta jugada maestra tendrá efectos positivos, no sólo en su ego poco comprendido, sino en los puntos de las encuestas a favor de su partido. Los señores de la guerra estarán felices porque en nombre de la seguridad nacional, así como del catolicismo romano, la guerra absurda, ilógica, cruel que tenemos en México estará justificada y bendecida. Se hablará, entonces irrespetuosamente ya de 50,000 mártires. Dios y el Cesar vuelven a estar juntos. Aquí debemos preguntarnos sobre el costo político que tendrá este posible apoyo del Papa a Calderón y también debemos preguntarnos qué prometieron los enviados presidenciables para asegurar dicha reunión, ya que viajar exactamente a menos de tres meses antes de las elecciones presidenciales es un excelente -y oportuno- acto de “apoyo” al presidente y obviamente a sus colores partidistas. Que habrán prometido a cambio de la visita de unos cuantos días los enviados de Calderón, ¿un estado católico en el 2018? ¿Derogación de algún artículo constitucional “incómodo” para la iglesia? ¿Educación religiosa para todos? ¿Serán estos los “temas privados”, -que dijo el obispo Rábago-, que dialogarían los dos jefes de estado el sábado 24 de marzo?
     Otros actores que estarán felices serán los obispos mexicanos. Mantendrán su perfil político, en estos tiempos electoreros, a costa de pactar con los poderes en turno, aunque sean estos poderes del narcotráfico, ya que saben que si quieren que no pase nada en estos días con quien deben negociar son con ellos. Ya seguros y cómodos se darán tiempo y espacio para aparecer, uno por uno, todos los obispos bajo los reflectores, como siempre en los mejores lugares y sentándose a poco tiempo de empezar los actos religiosos; en cambio el verdadero pueblo de Dios estará desde un día antes para apartar lugar y como siempre estarán hasta atrás, agradecidos como son, por conseguir tan preciados boletos. Es una pena que sólo así puedan ser noticia los obispos, y da más pena que no puedan ser “una buena noticia” desde la lógica de Jesús de Nazaret. Pero bueno, no podemos pedir más a quienes fueron elegidos, desde Roma obviamente, con perfiles bajos, de poca preparación, muy obedientes a la madre Iglesia, con una buena vida, pero sordos y ciegos ante la miseria de su feligresía, expertos del derecho canónico, ignorantes del evangelio. Tal vez lo único que saben a ciencia cierta, es que fueron designados, no por ser coherentes con el evangelio, sino por ser sumisos a la institución eclesial que los nombró.
     Un tercer actor “feliz” con la llegada de Benedicto XVI son los fieles católicos. Si bien no todos, sí buena parte. Fieles católicos como los llamó Juan Pablo II, son todavía aquella masa de creyentes, herederos de una fe de sus padres y madres pero que ya poco conocen y respetan. Que su práctica eclesial se limita a actos piadosos y ritualistas, que convirtieron los sacramentos de un “misterium sagrado” a un evento social “nice”, que su “praxis” social más arriesgada sea el colocar mantas en los puentes o colocar letreros dándoles la bienvenida a su “santidad”. Siguen y alaban al Papa Benedicto pero desconocen su vida, sus actos, su terrorismo intraeclesial y su persecución intelectual. Agradecen su visita pero no saben que no viene a verlos a ellos sino a pactar con sus presidentes y jerarcas. Nostálgicos de Juan Pablo II agradecen sinceramente la llegada de este Papa que aunque sea poco carismático “no olvida a México”. Da tristeza y rabia a la vez saber todo lo que harán miles de personas de buena voluntad por estar dentro y cerca de este nuevo espectáculo católico que enciende la fe mágica y desaparece la cordura religiosa. Este es el “México siempre fiel” que aplaudirá a Benedicto XVI.
     Otros actores felices serán las televisoras, que atiborrarán sus canales para transmitir en vivo y en directo este evento mediático religioso. Ya hay himnos propios, imagen propia del acontecimiento, todo está listo para hacer de un evento religioso un verdadero “show”. En sus pantallas veremos a algunos políticos importantes –y ahora felices- que estarán en los eventos religiosos en primera fila y con ello ganarán puntos, no con Dios sino con sus partidos políticos. Presencias y ausencias, en fin…todos ganarán menos Jesús, el pobre y excluido de Nazaret que pensó que el Dios compasivo y cercano a los pobres es la mejor opción para vivir lo que denominamos DIOS, ¿estaría feliz Jesús con la llegada de Benedicto XVI? Usted que cree amable lector.



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